abril 10, 2025

Una universidad para los tiempos que corren

Foto de Priscilla Du Preez 🇨🇦 en Unsplash

Los modelos académicos imperantes están siendo jaqueados desde los más diversos ámbitos. Ha venido para quedarse, la inteligencia artificial, que en los profesores incide en el modo de enseñar, y en los estudiantes en su forma de aprender. También, la virtualización, acicateada por COVID-19, pero que ha llegado para quedarse con el propósito de complementar la educación presencial convencional. Los soportes de tecnológicos de apoyo al proceso educativo también están mutando con fuerza planteando fuertes desafíos en todos los niveles, pero muy especialmente en el sector terciario, y en él, al universitario.

Sin embargo, los retos a los que nos vemos abocados van más allá, y tienen que ver con la necesidad del desarrollo de emprendimiento, de creación, de innovación, materias en la que las universidades se encuentran al debe. Basta echar una mirada a quienes emprenden, a quienes crean nuevas empresas, a quienes innovan al interior de ellas, y veremos que muchos de ellos no salen de aulas universitarias, sino todo lo contrario, se marginan de ellas. Se aburren, rechazan formatos predefinidos, prefiriendo correr por cuenta propia, con colores propios. Preguntémonos dónde estudiaron Steve Jobs y tantos otros que han cambiado sustantivamente los modelos de negocios vigentes o que han innovado en el ámbito tecnológico.

En lo sustantivo, en este contexto, las universidades siguen operando bajo un formato conservador siguiendo los acontecimientos, el comportamiento de los mercados, en vez de ir por delante de ellos. Y seguirá así mientras el nepotismo reine en ellas, mientras esté capturado por intereses de sus actores internos mirándose al ombligo, y mientras no incorpore en su seno a quienes marcan la pauta, a los adelantados, a quienes son capaces de anticiparse y visualizan el futuro, lo que viene, a quienes son capaces de hacer, de concretar y no perderse en divagaciones y elucubraciones inconducentes.

Lo que demanda la realidad del siglo en que vivimos, es una universidad con un modelo académico alineado con la realidad que viene marcada por una estrecha interrelación entre la teoría y la práctica, entre estar en el limbo y con los pies en la tierra. Necesariamente la universidad debe estar estrechamente vinculada con la sociedad en que se inscribe -el mundo político y social-, así como con las empresas con las que necesariamente se asociará -el mundo empresarial y laboral-. Y con lo que viene, con lo que está por venir.

Para estos efectos es imperativo implementar un aprendizaje experiencial que combine metodologías activas, junto con tecnologías de vanguardia para que los estudiantes estén en condiciones de abordar escenarios y casos reales que les permita encarar una realidad social y laboral marcado por el cambio permanente. Esto conlleva necesariamente el desarrollo de proyectos en el medio profesional, empresarial, político, social, laboral, artístico, fuera del aula, para resolver problemas reales, no ficticios.

Por más que Trump esté declarando la guerra arancelaria, la globalización y la competencia llegó para quedarse y la educación superior deberá tomar nota de ello, particularmente de la necesidad de  abandonar una formación de profesionales acríticos que de buenas a primeras acepten lo que se les diga. Por esta vía estamos perdidos. En el mundo que vivimos si no queremos engañarnos, ni que nos engañen, estamos obligados a desarrollar la capacidad para ver bajo el agua, de preguntarse una y otra vez, porqué, para qué, para quiénes, cuándo, dónde y cómo de todo aquello que se estudia e investiga.

Bajo el modelo académico actual esto no suele hacerse, predominando un enfoque vertical, de aprendizaje pasivo, donde el académico manda y el estudiante obedece, aceptando acríticamente lo que el académico dicta. Profesionales con esta formación corren un alto riesgo de convertirse en profesionales rastreros, limitados.  

De lo expuesto se deduce que el grueso de las universidades parecieran estar marcando el paso, sin las capacidades para asumir y enfrentar losretos que parecieran sobrepasarla.

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