febrero 20, 2009

Los cuentos del tío

En Estados Unidos de Norteamérica el escándalo Madoff no será el único, aunque probablemente sea el que afecte al mayor número de conspicuos personajes a nivel mundial. Empleando los entresijos más recónditos el hombre ha hecho de las suyas. Mientras los organismos reguladores miraban para otro lado y estaban en manos de quienes no creen en las regulaciones, personajes como Madoff hicieron de las suyas mediante versiones modernas del cuento del tío.

Para los despistados importa señalar que Madoff es un multimillonario de 70 años acusado de estafar a al menos 4,000 personas por un monto del orden de los 50 mil millones de dólares. Para hacernos una magnitud del desaguisado, es como si nos hubiesen estafado en 2 millones de pesos a cada uno de los 15 millones de chilenos. Como puede observarse no es una cifra menor.

El organismo responsable de supervisar los servicios financieros en USA es el SEC, organismo regulador de la bolsa de valores que no detectó la estafa, destapándose su fracaso y las consecuencias del gobierno republicano de Bush que hizo de la desregulación su caballito de batalla. De hecho los nombres de quienes ponía al frente de los organismos reguladores eran personajes provenientes del mundo privado de Wall Street campeones de la no regulación. Era como poner a un gato a cargo de la carnicería.

El cuento del tío Madoff era muy simple: ofrecía tasas de interés levemente superiores a los bancarios. No eran tasas exorbitantes que pudieran inducir a la sospecha. Por el contrario, pasaban piola. Además Madoff no era un personaje cualquiera: tenía su bien ganado prestigio en los pasillos de la Bolsa de Nueva York. Es un tipo serio, educado, como tantos que tenemos por estos lados. De aquellos cuya palabra vale y orienta las decisiones de muchos. Un personaje creíble, confiable, de cuello blanco, de los que no escandalizan, como sí escandalizan quienes se roban un par de gallinas.

Los inversionistas veían como sus cartolas registraban periódicamente los aumentos en sus cuentas, al igual que nuestros queridos fondos de pensiones. Mientras más y más gente se fiaba de este tío, y los que retiraban sus ahorros eran los menos y se iban con sus billetes en mano, todo iba de maravilla. Hasta que un buen día, cuando fueron más los que querían retirar sus fondos que quienes ponían sus recursos en manos de Madoff, que se rompió el hechizo, se desinfló la burbuja, se descubrió el engaño. Madoff no fue capaz de responder. Ahora se está intentando saber qué hizo con todo lo que recaudó.

Lo concreto es que no ha habido creación de riqueza alguna, no ha existido valor agregado. Ningún recurso se destinó a producir, tan solo para jugar al birbiriloque con familiares y amigos. Engañó a medio mundo a vista y paciencia de todos porque vivimos tiempos de engaños colectivos, en que se nos hace creer en ganancias fáciles como consecuencia de especulaciones antes que en aquellas que surgen del sudor de nuestras frentes. Estados Unidos y el mundo entero se creyó el cuento aquel que nos decía que era de tonto no endeudarse. Gastar y endeudarse ha sido la máxima que ha estado guiando nuestras actuaciones.

Pocos son los que ahorran y muchos los que consumen por sobre sus ingresos. Mientras no se revierta esta situación, no tendremos vuelta. El día que dejemos de escuchar cantos de sirena, ese día será el inicio de un nuevo amanecer.

febrero 19, 2009

Reelecciones indefinidas

Algunos países, mejor dicho gobernantes, parecieran concentrar sus esfuerzos y energías en perpetuarse antes que en gobernar propiamente tal. Las razones varían según la ocasión. Algunos le toman el gustito al poder, a otros se les hace poco un único período presidencial otros se escudan en embargos, bloqueos y demases. Y nosotros, por lo general les damos el gustito. Quienes se quieren repetir el plato una y otra vez, mal disimulan sus apetitos insaciables. Personalmente, os confieso, desconfío de todos ellos.

No pretendo con ello afirmar que allí donde la reelección no es posible, o está acotada, las cosas se dan de maravilla. O que en esos países podamos hablar de la existencia de una democracia. Para que ella exista deben darse ciertas condiciones mínimas. Por lo general, si nos ponemos una mano en el corazón, ellas no se dan. Sin embargo convengamos que en algunos lugares estas condiciones se dan más que en otras. A modo de ejemplo, es importante que periódicamente el pueblo –o como se dice ahora, la gente- tenga la posibilidad de pronunciarse respecto de sus autoridades. Pero que estas tengan la posibilidad de ser elegidos una y otra vez me hace ariscar la nariz porque o son autoridades excepcionales, o nos las están viendo una y otra vez manipulando el poder de que disponen, ya sea el político y/o el de los medios de comunicación.
No es necesario que siempre sea el mismo nombre. A veces pueden recurrir a delfines o títeres manteniendo las riendas del poder. Por ejemplo, algunos recurren a sus esposas, otros a sus hijos. No es raro que existan verdaderas dinastías familiares, mal que mal la familia política no se caracteriza por ser muy abierta, al igual que la familia militar, donde los apellidos se repiten una y otra vez.

En América Latina no son pocos los que han caído en la tentación, algunos mas disimuladamente que otros. En Argentina la reelección no era posible, pero Menem impulsó sin disimulo alguno su propia reelección. Y así lo hizo. Lula tampoco se aguantó, seguramente acicateado por sus colaboradores inmediatos con el argumento de darle continuidad al accionar gubernamental. Al igual que Uribe con la cantinela del combate al terrorismo. Aunque para ello deban apelar a cambios constitucionales, revocaciones, referéndums, convocatorias. Así como antes recurrían a pronunciamientos como eufemísticamente tendían a tildar a los vulgos golpes militares las oligarquías criollas, rancias o no.

En la actualidad lo importante es levantar las restricciones que limitan el período y las atribuciones para gobernar. El tiempo y las atribuciones disponibles se les hace poco. Siempre más y más. Son insaciables. Excusas no faltarán nunca, las que por lo general giran en torno a la necesidad de enfrentar un enemigo externo o interno, los que suelen calificarse como terroristas. Para unos –Fidel y Chávez entre otros-, los caballitos de batalla son los yanquis y sus representantes burgueses enquistados en nuestras sociedades; para otros, sobretodo los militares de corte fascista –Videla en Argentina, el Goyo Alvarez en Uruguay y el “innombrable” en Chile-, el marxismo leninismo internacional que amenazaba comerse las guaguas.

febrero 13, 2009

Michelle en Cuba

Photo by Jasmina Ajkic on Unsplash

Luego de meses de incertidumbre y emplazamientos desde la oposición, e incluso desde el interior de la Concertación, Michelle emprendió su peregrinación a Cuba acompañada de un séquito de colaboradores, parlamentarios y empresarios. Parte de la expectativa nace porque la última visita de un presidente chileno, Allende, fue hace ya 37 años, y ser esta la primera de una presidenta desde el inicio de los gobiernos de la Concertación. 

Pero más allá de los hitos que representan las fechas, la visita pone sobre la mesa, temas, conceptos ideológicos, que erizan la piel, que fuerzan a tomar partido, que destapan contradicciones y dobles estándares. Allí reside el quid de la importancia que reviste toda visita, toda acción en que esté involucrada Cuba, la Cuba de Fidel. No es posible desconocer que la llegada de Fidel al poder en el año 59, esto es, hace ya 50 años, estuvo cargada de contornos épicos que cautivaron al mundo entero. 

Una pléyade de jóvenes revolucionarios, desde la sierra, por la vía revolucionaria, lograron lo que parecía imposible: el derrocamiento de una de los tantos dictadores armados que entonces asolaban a los países de América Central: Fulgencio Batista, lacayo del imperialismo norteamericano que había convertido a Cuba en un burdel. 

La reacción norteamericana no se hizo esperar: Fidel debía respetar las propiedades y los intereses norteamericanos en la isla y seguir las pautas que ella dictara. Eran los tiempos de la guerra fría y para EEUU era impensable una eventual insubordinación. No obstante ello, Fidel resuelve hacerle frente con el apoyo de la entonces Unión Soviética. Viene el bloqueo norteamericano que perdura hasta nuestros días. En el ínterin, la Unión Soviética se desmorona a fines de los 80, arrastrando consigo a todos los países europeos que estaban bajo su órbita, y con ella, el comunismo pierde terreno. 

Posteriormente el comunismo chino también sufre su propia metamorfosis. Tan solo Cuba intenta mantenerse fiel a un sistema económico y político que en las últimas décadas del siglo pasado vivió sus peores días desde los tiempos de la revolución rusa de 1917. Así como en la actualidad los está viviendo el sistema alternativo –el capitalista-. 

 Mas temprano que tarde, el régimen de Fidel, caerá por su propio peso, por el cambio generacional o por las circunstancias. Mal que mal, ninguna dictadura ha logrado resolver un tema clave: la sucesión. Por más avances que se registren en materia de salud, de educación, de previsión, de equidad, no pueden serlo en base a la eternización de quienes detentan un poder absoluto, con todo lo que ello significa. El desarrollo alcanzado bajo las dictaduras no es sustentable, razón por la cual no es desarrollo propiamente tal. El riesgo de la vuelta atrás estará siempre a la vuelta de la esquina.

febrero 06, 2009

La gran tentación

Los tiempos que vivimos son propicios para tentaciones totalitarias del más diverso signo. En no pocos países surgen voces invitando al proteccionismo, al nacionalismo, al estatismo, al populismo.

El proteccionismo es alentado por quienes claman por alzar barreras arancelarias con miras a generar empleo por la vía de limitar el comercio exterior y promover las producciones nacionales. Son los que creen que cada uno se las puede arreglar por sí mismos obviando la interdependencia en que estamos sumidos.

El nacionalismo es azuzado por quienes ven en los inmigrantes y extranjeros un obstáculo para el empleo de los connacionales, olvidando el aporte que realizan, no solo en materia de trabajo sino de contribución a la diversidad cultural y al entendimiento entre los pueblos. Son quienes ven a las personas como objetos de usar y tirar: se ocupan mientras sirvan, y se tiran cuando ya no sirven.

El estatismo o comunismo es estimulado no solo por quienes siempre han desconfiado de la iniciativa privada, sino que también por los propios privados que gustan de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias amparándose en el Estado en momentos críticos y denostándolo en caso contrario.

El populismo es acicateado por quienes ven espacio para saciar sus más viles instintos sembrando esperanzas sin base entre los desesperanzados y cometiendo toda clase de tropelías para saciar sus ansias de poder. La siembra populista tiende a encontrar terreno abonado no solo en bases populares, sino en élites parasitarias.

Tanto unos y otros tienen en común la búsqueda de chivos expiatorios, sean estos extranjeros, inmigrantes, judíos, árabes, comunistas, gitanos, indígenas, negros. Si no existen, se inventan. Maestros en esta materia han sido Hitler, Mussolini y Stalin, entre otros, para no mencionar a nuestro imborrable innombrable.

Ya pocos recuerdan el origen de esta crisis. Lo que sí sabemos que es su itinerario: partió en el ámbito bursátil-financiero, está llegando a la economía real afectando el empleo y los bolsillos de moros y cristianos, y terminará por impactar el ámbito político.

Estos son los tiempos que ponen a prueba nuestro temple para resistir a la gran tentación totalitaria. Basta recorrer la historia para percatarnos que los grandes totalitarismos surgen en este tipo de contextos. El agravante actual reside en que se trata de una crisis global, planetaria, de una dimensión no conocida en el pasado. La crisis es también una oportunidad para escapar a toda clase de extremismos que estarán tentándonos.