diciembre 27, 2020

2021 ¿Qué nos espera?

Photo by Shaurya Sagar on Unsplash

Enfrentamos el 2021 con moderado optimismo pensando que no puede ser peor el que el 2020. La llegada de la vacuna contribuye a tener la esperanza de que covid19 amaine. Aventuro que dos temas concentrarán nuestra atención en el año que se está iniciando: el de la pandemia sanitaria y el del proceso constituyente. El primero, por estar contaminando el quehacer no solo nacional, sino internacional, en los más diversos campos -político, económico, social, cultural, deportivo, etc.-; y el segundo, porque se trata de un proceso inédito desencadenado por el plebiscito de octubre último con el apabullante resultado en favor de una nueva constitución por casi un 80% de quienes votaron por la opción del apruebo.

La pandemia sanitaria provocada por covid19 se ha instalado no solo en Chile, sino que a nivel mundial, sembrando incertidumbre e inseguridad a todo nivel. Países cuyas autoridades parecían estar encarando de buena forma la pandemia, al igual que sus respectivas poblaciones, están mostrando fisuras que invitan a moderar expectativas. Otros países, bajo liderazgos autoritarios y negacionistas están viendo multiplicar las desastrosas consecuencias de sus decisiones en torno a la materia. Desatada la pandemia, la carrera por las vacunas no se hizo esperar, y a fines del 2020 encontró a varias de ellas en pleno proceso de distribución. Esto supone que los respectivos laboratorios enfrascados en su desarrollo, han pasado por el “debido proceso” que conlleva toda vacuna, desde que se inicia la etapa de investigación básica o exploratoria, hasta su término con la etapa de fabricación y distribución de la vacuna.

Es así como el 2021 se inicia con un país como Chile que ha sido uno de los países que con mayor prontitud ha iniciado el proceso de vacunación. A lo largo del año se podrá hacer un seguimiento en torno a este proceso, que sin perjuicio de su urgencia, encierra interrogantes en torno a algunos de sus efectos secundarios –dolor, fiebre, hinchazón, dolor de cabeza, vómitos, diarrea, etc.), así como de la confianza/desconfianza que despierta en la población. De hecho, por diversas razones, una no despreciable proporción, del orden del 20% de las personas es reacia a vacunarse.

El otro tema que concentrará nuestra atención será el del proceso constituyente. En el próximo mes de abril, elegiremos a quienes serán los responsables de elaborar una nueva constitución, la que tendrá lugar junto con la de los gobernadores regionales, alcaldes y concejales de todas las comunas del país. Pero la elección más relevante será de los convencionales porque el resultado del trabajo que los electos realicen tendrá un impacto que va más allá del corto plazo, además de moldear el país del futuro.

Todo indica que quienes en octubre del 2020 votaron por el apruebo, verán candidatos dispersos en varias listas, mientras que quienes votaron por el rechazo, observarán a sus candidatos en una única lista. Bajo este escenario, lo más probable que quienes optaron por el rechazo en octubre del 2020 estén sobrerrepresentados en la convención constitucional. De ser así, la victoria del apruebo habría sido una victoria pírrica.

La dispersión  de quienes votaron apruebo en varias listas para la elección de abril 2021 daría cuenta de una singular crisis de difícil de dimensionar y de consecuencias imprevisibles. Crisis reveladora de que se tiene claro lo que no se quiere –el modelo neoliberal dominante-, pero no se tiene similar claridad respecto de lo que se quiere, del modelo de sociedad al que se aspira. Esto queda de manifiesto a través de las disputas en que están enfrascados distintos grupos opositores no obstante que todos pregonan la unidad.


diciembre 23, 2020

La división opositora

Fuente: https://aburrimientovital.files.wordpress.com/2014/06/02-05-2014-eneko.jpg

En Chile, hace dos meses que la ciudadanía se pronunció, mediante una abrumadora mayoría, por dejar atrás la constitución del 80 en favor de una nueva elaborada a través de una convención constituyente. El próximo año, en el mes de abril deberemos elegir a quienes tendrán la responsabilidad de construir la nueva constitución a la que se aspira. Una contundente mayoría se expresó también en contra de una convención en la que estén implicados los actuales diputados y/o senadores. Y el 11 de enero próximo deberán estar inscritas las listas con sus respectivos candidatos que aspiren a integrar esta convención.

Hasta la fecha todo indica que la derecha irá unida, y la oposición fuertemente desunida. El camino para un cambio constitucional a fondo que abrió el pasado 25 de octubre se está transformando en un camino de derrota que asegura el mantenimiento de la actual constitución, o con modificaciones irrelevantes. Como el camaleón que cambia de color según la ocasión para sortear el momento.

Después no habrá espacio para lamentos, aunque las recriminaciones mutuas no se harán esperar, y de hecho ya se han desatado, amplificadas en los medios de comunicación convencionales así como en las redes sociales. Los actores involucrados lanzan infructuosos llamamientos a la unidad, como quien canta a la galería. Todos afirman haber trabajado por la unidad, pero el resultado hasta la fecha es un indicador de que ello no ha sido así. La desconfianza, la búsqueda de protagonismo, convierten en letra muerta palabras altisonantes, sin percatarse que se va camino al abismo.

Olvidan el mensaje tras el estallido del pasado 18 de octubre del 2019 y lo que costó convocar a la ciudadanía a volcarse al plebiscito constitucional. Y habiéndose pronunciado con claridad por esta última opción, llegada la hora de la verdad, la de elegir a quiénes han de tener la responsabilidad de construirla, asoman la fragmentación partidaria y la multiplicidad de candidatos que esconden su militancia o adhesión a una u otra corriente de opinión pública. Sin querer queriendo se está bloqueando una vía de no violencia activa, seguro camino a una frustración de consecuencias imprevisibles de las cuales se tendrán que hacer responsables quienes tienen en sus manos la conducción de los partidos y movimientos políticos y sociales actuales. Todo ello por no haber estado a la altura del desafío que el minuto actual exige.

Si bien el fin de año pilla al gobierno en mal pie, con bajísimos porcentajes de adhesión, tiene una altísima probabilidad de que salga con la suya, no solo en materias constitucionales, sino que también en las próximas elecciones de concejales, de gobernadores, de alcaldes. Todo esto a vista y paciencia de una oposición que no atina, paralogizada, bloqueada por sí misma. En toda democracia que se precie de tal, se asume que cuando una coalición de gobierno tiene una baja adhesión ciudadana, en la próxima elección es reemplazada por la coalición opositora. Salvo algún milagro que por nuestra naturaleza humana nunca debemos descartar, en esta ocasión parece difícil que eso ocurra.

diciembre 18, 2020

La carrera por la vacuna

Photo by Daniel Schludi on Unsplash

Cualquiera diría que estamos en una suerte de la carrera hípica del año con varios pingos en la recta final y con la meta a la vista. Solo que en este caso en vez de pingos, tenemos vacunas corriendo.

Dados la extensión y profundidad que ha alcanzado la pandemia, de la que no ha escapado nadie, el protagonismo ha pasado a manos de los laboratorios que están tras las vacunas en carrera –Pfizer, Moderna, Sinovac, etc.-. La población está expectante, y ello se explica porque las medidas adoptadas hasta la fecha para combatir el covid19 se han mostrado insuficientes y/o ineficaces.

Hasta los países que inicialmente habían mostrado signos de enfrentar exitosamente la coyuntura –Alemania, Uruguay, Nueva Zelanda y Suecia entre otros-, no han podido evitar recaídas, resurgimientos, recrudecimientos. Se han ensayado toda clase de fórmulas, las que han ido desde políticas duras –cuarentenas, cierres de fronteras, restricciones, sanciones y otras- hasta políticas blandas o laxas basadas en recomendaciones que apelan al ejercicio de una libertad responsable por parte de la población. Todas han fracasado.

¿Qué es lo que ha fracasado? ¿Las políticas implementadas? ¿La capacidad de atención sanitaria? ¿Los gobernantes? ¿Los gobernados? Confieso que creo que quienes hemos fallado somos nosotros mismos –los gobernados-, más allá de los errores que puedan haber cometido los gobernantes, que nuestras conductas no han estado a la altura del trance en que nos encontramos. Las aglomeraciones, las congestiones, el irrespeto por las medidas de prevención adoptadas que observamos a diario, dan cuenta de una realidad que no se condice con la coyuntura en la que estamos.

Ya estamos en el último tramo del año, adportas de las fiestas de fin de año, y como nunca, la pandemia nos está invitando a cambiar, a mirarnos introspectivamente, a reflexionar sobre la fragilidad, el sentido, o el sinsentido de nuestras vidas.

En vez de ello, tenemos clavada nuestra mirada en el tablero de la carrera tras la vacuna milagrosa que nos permita sortear el obstáculo que encierra covid19 dentro de nuestra existencia, de nuestras actividades familiares, laborales, productivas, financieras, sanitarios. No es para menos, pero junto con ello, nos haría bien aprovechar el fin de año para repensarlo todo, para hacer un alto en el camino, levantar la mirada, mirarnos con otros ojos, relacionarnos de mejor manera con los demás y con la naturaleza, la que nos provee el pan nuestro de cada día.

Estamos llegando al final de una carrera cuyo término aún se desconoce. Ya parecen ser varias las vacunas que están logrando sortear las etapas que encierra su desarrollo, un desarrollo que se ha visto acelerado por presiones provenientes de las más diversas esferas –económicas, políticas, sanitarias-. Para el proceso de vacunación que se viene encima solo nos cabe confiar en que tales presiones hayan respetado los niveles de seguridad y de confianza a los que tenemos derecho.

Está la tentación por seguir viviendo como lo hemos estado haciendo hasta ahora, de dar vuelta la página una vez derrotada la pandemia. Sería un craso error desaprovechar la oportunidad de hacer un alto en nuestras existencias para ver en qué estamos fallando e implementar los correctivos correspondientes. De otro modo volveremos a tropezar con la misma piedra.   

diciembre 16, 2020

No hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera

Photo by Josh Appel on Unsplash

El primer 10% que se autorizó extraer del fondo que cada uno tiene en la correspondiente AFP tuvo como origen la insuficiente y tardía reacción del gobierno para encarar las dificultades financieras que aquejan a las familias a raíz del desplome de la actividad laboral en tiempos de pandemia.

El gobierno se opuso desde un principio, por principio, dado que se trata de recursos provenientes de cotizaciones obligatorias, cuya acumulación está destinada a la vejez de los cotizantes. No obstante ello, el proyecto asociado fue aprobado en el parlamento, no solo con votos opositores, sino que de la propia coalición gobernante, ChileVamos. Ello se dio no obstante la presión desde el gobierno enfatizando las consecuencias negativas y amenazando con recurrir al tribunal constitucional, carta segura a jugar en tiempos de apremio. Por razones políticas la amenaza no se concretó y el proyecto fue aprobado sin mayores consecuencias, dando un respiro a una economía que se venía abajo.

No se apagaban aún los ecos del primer 10% cuando desde el congreso nace un nuevo proyecto que va tras un segundo 10%, que también es aprobado. Ello, no obstante que desde esferas oficialistas se vuelve a insistir en sus efectos negativos, razón por la cual amenaza con vetarlo. Finalmente el gobierno resuelve presentar un proyecto alternativo con variantes menores de carácter impositivo, pero que mantiene la esencia del proyecto original. La mona por más que se vista de seda, mona queda.

Ahora, tanto en el gobierno como en la oposición festejan que este segundo 10% se haya logrado para antes de las fiestas de fin de año. Todo esto en plena pandemia, la que se encuentra en su esplendor, como si estuviésemos con ánimo y salud para celebrar a costa de nuestros propios ahorros. Lo demuestra la reacción que se observa por estos días, con el centro lleno de gente, las calles congestionadas de vehículos y con el coronavirus circulando a sus anchas.

Para rematarla, cuando aún no se apagan los ecos del segundo 10%, ahora se nos viene la ola del tercer 10%. Como dicen por ahí, no hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera. Y así vamos rematando nuestro futuro al mejor postor.

¿Qué nos dice todo esto? Nos dice que tanto el gobierno como la oposición se han sacado el pillo a costa nuestra, de nuestros propios recursos. Es algo francamente inverosímil.

Nos dice que el sistema de AFP carece de toda legitimidad, que cayó en su propia trampa al insistir una y otra vez, majaderamente, que los recursos son de cada uno, como si esa fuese su virtud. Todo ello con la esperanza de que los propios dueños de los fondos –cada uno de nosotros- fuésemos sus máximos defensores. Lo que se asume estaba reservado exclusivamente para el futuro, ahora está para urgencias, o para lo que a cada uno se le antoje. Total, es platita de cada uno, y por lo mismo, cada uno sabrá qué hacer con ella.

Está claro que tras todo esto está el deseo, confesado o inconfesado, de reventar un esquema de pensiones impuesto a sangre y fuego en tiempos del innombrable cuya alma mater no hemos sido capaces de alterar sustantivamente desde el inicio de la democracia en 1990, esto es, a lo largo de 30 años.

diciembre 10, 2020

¡Oh!, Y ahora, ¿quién podrá defenderme?

https://www.uniminutoradio.com.co/chapulin-elcolibri/

En el mundo político pareciera que reina el desconcierto, y me atrevería a afirmar que a nivel mundial, latinoamericano, nacional, regional y local. Esto es, a todo nivel. Ausencia de liderazgos en el buen sentido de la palabra. A nivel mundial solo es posible rescatar la figura de Angela Merkel en Alemania y en los otros niveles no existe ni asoma ninguna que pueda servirnos de modelo. Quienes detentan el poder político en la actualidad, son un desastre de marca mayor. En USA el mejor ejemplo es Trump, así como en Rusia lo es Putin. El primero surgido desde la farándula televisiva, y el segundo desde las catacumbas de la KGB en los tiempos de la Unión Soviética.

En nuestra América Latina, Bolsonaro y Maduro, si bien están en posiciones antípodas, son un reflejo extremo de la mediocridad que nos invade. Entre ellos están todos los demás, sin que nadie logre escapar a este diagnóstico que se extiende más allá de la política. Una mediocridad extensiva a prácticamente todos los ámbitos –militar, religioso, empresarial, académico, deportivo, sindical-.

Para qué hablar de nuestro país. Que un gobierno de derecha que cuenta con una adhesión inferior al 10% en el último tramo de su período tenga la posibilidad de ser seguido por otro gobierno del mismo signo, es bastante ilustrativo de una oposición que no atina, con la brújula perdida. Por lo general, en toda democracia, cuando un gobierno es mal evaluado, es reemplazado por un gobierno de signo opuesto, o al menos, de distinto signo. Acá, al paso que vamos, veremos otro gobierno igual solo que con otra cabeza al frente.

Y en nuestra región, la del Maule, pareciera que nos hacemos eco de la desorientación política en que nos hallamos. Como botón de muestra, para la próxima elección de gobernadores, mientras la coalición gobernante se apresta para llevar un único candidato, George Bordachar de RN, desde la oposición emergen múltiples candidatos, como quien saca conejos de un sombrero. Una de ellas, Cristina Bravo, de la DC ganadora de las últimas primarias en representación de la Unidad Constituyente. Todo parece indicar que ella será secundada por candidatos provenientes de Revolución Democráticas (RD), del Frente Regionalista Verde Social (FRVS), y del Partido Humanista (PH). Como para regalarle la gobernación a la coalición oficialista ChileVamos.

Todo ello es muy ilustrativo de la desorientación imperante, del individualismo dominante, de la vaciedad discursiva, de la ausencia de proyecto, de que todos juntos demos la hora, camino al abismo en medio de la pandemia. Como en su momento expresara Chapulín Colorado: ¡Oh!, Y ahora, ¿quién podrá defenderme?

diciembre 08, 2020

El futuro que nos espera

Photo by Possessed Photography on Unsplash

La pandemia está poniendo en jaque nuestro modelo de vida, la sociedad que se ha construido en el tiempo de un modo que nunca imaginamos ni en nuestros peores sueños. En el mundo, en el país, en nuestra región, en nuestra ciudad. Lo está alterando todo, nuestras rutinas, nuestras maneras de trabajar, de ganarnos el sustento, de relacionarnos con los demás. Está por verse si los cambios que estamos viviendo llegaron para quedarse o si se batirán en retirada una vez sorteado el desafío que tenemos al día de hoy. Lo más probable es que muchos aspectos de nuestra vida retomen su cauce previo a covid19, pero otros tomarán otros cursos de acción.

Uno de los grandes perdedores es el sector turístico donde el impacto está siendo brutal. Al disminuir nuestra movilidad, nuestra sociabilidad, por voluntad propia o por restricciones impuestas por las autoridades al tráfico terrestre, aéreo y marítimo, se está afectando la actividad hotelera, gastronómica y comercial. Para salvar al sector turístico o atenuar la baja se está posibilitando viajar con un pasaporte sanitario, una suerte de certificado de salud que a futuro será mucho más fácilmente generado gracias al apoyo de la creciente capacidad de las actuales tecnologías de información y comunicación (TICs).

De allí que entre los ganadores están quienes se desenvuelven en el campo de la informática, entre ellos, quienes lo hacen en materia de análisis de datos y particularmente de los grandes volúmenes de datos –los big data-. Las empresas y profesionales inmersos en este campo, serán capaces de rastrear el comportamiento de las personas e identificar a quienes se salten cuarentenas u otras restricciones, lo que será tipificado como delito. Otro sector, dentro de la informática cuyo desarrollo está siendo acicateado por la pandemia, es el de la inteligencia artificial que está permitiendo incrementar la seguridad mediante el reconocimiento facial por la vía de clasificar a las personas según distintos parámetros, incluidas sus temperaturas corporales.

Otra consecuencia de la pandemia, es el reforzamiento de la reducción de las transacciones comerciales a través del dinero físico y el aumento de las transacciones electrónicas. Por razones de higiene se está imponiendo aceleradamente el pago con tarjeta, vía celulares u otros dispositivos. El comercio electrónico va cobrando más y más fuerza en detrimento del comercio tradicional. El comercio ambulante, informal también se está viendo afectado al haber menos dinero físico.

Todas nuestras transacciones comerciales serán registradas y monitoreadas por el Estado, dificultando la evasión impositiva. A su vez, nuestra privacidad e intimidad quedarán en entredicho. Por lo mismo, la delincuencia más preocupante ya no será la que se de en la calle, sino que pasará a ser la cibernética. El tema de la seguridad de las transacciones que se lleven a cabo en la nube y en interrnet, alcanzará su máximo esplendor.

La pandemia ha puesto definitivamente sobre la mesa el tema del teletrabajo que se encuentra en pleno auge, y lo más probable es que termine dominando la escena. No se trata de un mero cambio de lugar de trabajo, donde todo lo que hacíamos en nuestro puesto de trabajo físico ahora lo hagamos en nuestras casas. Va mucho más allá. Por más que ahora nos reunamos virtualmente a través de las distintas plataformas informáticas disponibles, no es lo mismo que hacerlo físicamente. El trabajo en equipo se resiente. La frontera entre la vida en casa y el trabajo se difumina, se torna borrosa. Esto ya se venía dando desde antes de la pandemia con los celulares, los computadores en casa, que nos permitía trabajar en casa, pero la pandemia lo ha reforzado. Está la sensación de que nos pasamos trabajando, que en todo minuto nos están monitoreando, que debemos estar disponibles siempre. Inevitablemente esto resiente la vida privada, la vida en familia.

Por último, el teletrabajo y el teleestudio están modificando la arquitectura urbana, la demanda de oficinas y la construcción de viviendas deberán ir asumiendo espacios laborales, y de estudio, al interior de ellas no previstas en el pasado. Y las desventajas del hacinamiento y de la congestión, inherentes a las grandes ciudades están abriendo cancha a la resurrección del campo, a un retorno a la romántica ruralidad.

La sociedad digital que ya venía en camino, está siendo consolidada por la pandemia, para bien de unos y mal de otros.

diciembre 02, 2020

Las vueltas de la vida

Fuente: Artefactos, 1972

Una empresa estatal chilena, ENDESA, fue creada a fines de la primera mitad del siglo pasado (1943) como una filial de CORFO, para hacerse responsable de la generación, transmisión y distribución de energía, constituyéndose en la base del desarrollo eléctrico del país. En 1987, en tiempos del innombrable, se inició su proceso de privatización al amparo de una ideología, la neoliberal, impuesta a punta de bayonetas bajo la tesis de que todo lo estatal tiende a ser ineficiente, y lo privado, eficiente. En la Constitución del 80 quedó marcado, per secula seculorum, la prohibición de emprender actividades empresariales como parte del estado de Chile en aquellos ámbitos en que pueden hacerlo los privados. 

Pues bien, recientemente se ha tomado conocimiento que la mayor empresa de distribución y transmisión de energía eléctrica (CGE) en nuestro país, en nuestra región y en nuestra ciudad, Talca, heredera de ENDESA, ha sido comprada por parte del mayor grupo eléctrico en el mundo, la empresa china, la Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China. Importa consignar que CGE está presente en 14 regiones del país y que satisface la demanda de alrededor de la mitad de la población. Esta operación, realizada por una cifra cercana a los 3,000 millones de dólares, complementa a la compra efectuada el año pasado de la empresa Chilquinta que se desenvuelve en el mismo ámbito que CGE.

 

En síntesis, una empresa estatal chilena, pasa a ser privada en razón de que todo lo estatal huele a ineficiente, y resulta que ahora, los dueños privados lo venden a una empresa estatal china, que es lo mismo que decir que la venden al partido comunista chino. Negocio redondo que hace recordar la memorable frase de nuestro antipoeta, Nicanor Parra: “la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

 

Si bien la operación no ha sido cerrada dado que aún requiere su aprobación por parte de las autoridades y porque la Fiscalía Nacional Económica (FNE) puede presentar reparos. Se trata de una operación que inevitablemente despierta suspicacias, difícil de tragar. Resulta raro, por decir lo menos, que lo que no puede hacer el estado chileno sí lo pueda hacer un estado foráneo. Cómo explicarán esto nuestros neoliberales chiliensis que han estado pregonando por décadas las virtudes de una privatización hecha entre gallos y medianoches. Seguramente, encogiéndose de hombros harán la vista gorda afirmando que “business is business” (negocios son negocios). Más raro aún es que se rechace la posibilidad de que el estado chileno asuma actividades empresariales y sí lo pueda hacer un estado de un país de las colosales dimensiones de China dirigido por un partido comunista. Lo que los comunistas chilenos no pueden hacer, sí lo podrían hacer los comunistas chinos.

 

El ministro de energía, Juan Carlos Jobet, afirmó sin arrugarse: "Este anuncio -que aún debe ser analizado por la FNE- es una clara y nueva señal de que los inversionistas están mirando con buenos ojos las modernizaciones del sector energía y que confían en la institucionalidad y las reglas del juego de nuestro país". Es importante señalar que la misión de la FNE no es evaluar potenciales riesgos geopolíticos o estratégicos.


Algunos entendidos e involucrados en el tema ya están pauteando a reguladores y políticos afirmando que no ven amenaza alguna en la compra dado que se trata de un sector fuertemente regulado. Lo relevante es que de concretarse el negocio, más de la mitad del mercado de distribución eléctrica quedaría en manos de comunistas chinos. Me pregunto: ¿qué diría el innombrable? ¿Qué dirán los nacionalistas chilenos que no quieren que Chile se transforme en Chilezuela? ¿Qué dirán los neoliberales chilenos?  

 

¿Qué nos dijeron las primarias?

Fuente: http://enlalinea.cl/elecciones-primarias-2020-que-elegimos-en-calama/

 Las primarias realizadas el pasado domingo se inscriben dentro del propósito de involucrar a la ciudadanía en la elección de los candidatos que han de representar a los distintos partidos y movimientos políticos en escena. En esta ocasión se trataba de los candidatos a gobernadores y alcaldes.

Si bien es un tanto prematuro efectuar una evaluación rigurosa, al menos es posible efectuar algunas reflexiones sobre un proceso que está en sus inicios y del cual no existe mayor tradición en el país. Como en todas las cosas podemos poner el acento tanto en el vaso medio vacío como en el vaso medio lleno. Haré mención a dos aspectos en los que falta mucho trecho por recorrer, tanto por parte de los partidos como de los ciudadanos.

Uno de los aspectos negativos, en muchas regiones, en el caso de los candidatos a gobernadores, y en muchas comunas en el caso de los candidatos a alcaldes, se relaciona con que las distintas alianzas políticas en carrera siguen privilegiando “la cocina”, entre cuatro paredes, a la hora de escoger el candidato. Con ello se sigue impidiendo que la ciudadanía se pronuncie respecto de quienes quieren que sean los candidatos en sus correspondientes regiones o comunas. Lo otro negativo se vincula con la baja participación ciudadana, por debajo del 5%, lo que constituye toda una contradicción si se considera que las primarias se instituyeron precisamente para promover la participación y reducir “la cocina”. Lo expuesto es signo tanto de desencanto como de ausencia de ejercicio de ciudadanía, de apatía.

También podría calificarse negativamente lo que no deja de llamar la atención: que ni el partido comunista ni el partido republicano hayan participado en las primarias para que los ciudadanos tengan la oportunidad de escoger entre los distintos candidatos en carrera. En ambos casos han optado por nominar sus candidatos sin la mediación ciudadana, una manera bien particular de hacer política muy distinta a la que proclaman.

Pero también hay aspectos positivos asociados. De partida, hubo primarias en muchas regiones y comunas, lo que revela un esfuerzo por salir de las madrigueras políticas para exponerse públicamente y delegar poder en la gente para que decida quienes han de ser los candidatos. Insuficiente aún dado que falta mucho por avanzar, dado que siguen nominándose muchos candidatos bajo cuerda. Esto vale para todos los sectores. Pero así y todo se trata de un paso en la dirección correcta. También cabe valorar positivamente la participación ciudadana por más menguada que esta haya sido. Meritorio es que hayan quienes se dieron la molestia de concurrir a votar en un contexto marcado por la pandemia, escasa información disponible, y un profundo desprestigio de la dirigencia política, el que se extiende a todo tipo de dirigencias –económica, religiosa, sindical, militar, deportiva-.

Respecto de los resultados es imposible hacer una proyección de lo que viene. No obstante me atrevería a avizorar un escenario en el que se reviven los tradicionales tercios o los cuartos luego de décadas de binominalismo forzado.  Los tercios (izquierda, centro y derecha) o los cuartos (izquierda, centroizquierda, centroderecha y derecha) dependiendo de las alianzas que finalmente se logren configurar para las próximas elecciones.

Los tercios estarían dados por una eventual alianza del Frente Amplio con el PC por la izquierda; la Unidad Constituyente bloque que se podría asimilar a lo que fue la Concertación por el centro; y un acuerdo que se podría alcanzar por la derecha entre los partidos de ChileVamos y el partido republicano de José Antonio Kast.

La otra posibilidad es que se dé un escenario de los cuartos en caso que la coalición de ChileVamos y el partido republicano no logren conformar una única lista.

Cabe señalar que, aunque poco probable, también se podría tener un abanico dado por los quintos, esto es, de cinco coaliciones (extrema izquierda, izquierda, centro, derecha y extrema derecha). Lo que ocurra definitivamente dependerá del curso que tomen las negociaciones con calculadora en mano, del peso que se asigne a la defensa de principios que se consideren como intransables en relación al logro de cuotas de poder.

noviembre 27, 2020

Maradona: vivió como pudo

Photo by Jack Hunter on Unsplash

Al abrir la Casa Rosada, la casa de gobierno argentino, para despedir a Maradona, el presidente Alberto Fernández sostuvo que “vivió como pudo”. Una buena síntesis. Cada uno vive tal como puede. Claro que algunos, los menos, logran sobreponerse al contexto que los rodea, pero los más, sucumben. ¿De qué depende? Vaya uno a saber! Dependerá del contexto propiamente tal, hay unos más complejos que otros; de la formación que se nos ha dado, así como del ADN que traemos a cuesta.

El ascenso del Pelusa fue meteórico. Brilló desde que agarró la pelota haciendo los malabares por los cuales nos deslumbró, se encumbró, y que finalmente lo hundieron.

La muerte de Maradona, el Pelusa, me hace recordar las de Marilyn Monroe, Elvis Presley, Michael Jackson. ¿Qué tienen en común? Muchas cosas, pero muy particularmente por haber caído víctimas de su propio éxito: ya sea porque no estaban psicológicamente preparados para ser el foco de las luces artificiales que rodean a los ídolos, como porque los acompañó una camarilla de agentes, managers del más diverso pelaje que terminan por emborracharles la perdiz. El éxito los obnubila y termina por desequilibrarlos. Marilyn, Elvis y Michael terminaron sus días rodeados de barbitúricos, drogas, escándalos y/o séquitos de médicos. Así y todo siguen brillando con luces propias, las que cobran mayor fuerza a la hora del adiós definitivo, para pasar a ser inmortales gracias a sus virtudes.

Imposible no recordar el fastuoso matrimonio del Pelusa en 1984 con su novia de entonces, Claudia Villafañe, del barrio de Villa Fiorito, cuando ya brillaba con luces propias. Un matrimonio a todo pasto, donde se tiró la casa por la ventana gastando más de 2 millones de dólares, afirmando sin arrugarse siquiera que “queremos una fiesta común de casamiento, como cualquier pareja”. Entre los invitados estaban Fidel Castro, Carlos Menem, entonces presidente de Argentina y Mauricio Macri. De ahí para adelante sus gambetas, sus goles, sus cambios de juego, sus maravillas sobre los canchas futbolísticas, empezaron a ser acompañados de la fragilidad humana, esa que nos hace perder la brújula. La partida a Barcelona, luego a Italia, donde la idolatría encontró su máxima expresión en medio de la camorra napolitana.

De ahí para adelante, el Pelusa se fue en caída libre. Siempre fue rebelde, valiente contrapunto de los poderosos, como en su tiempo lo fue Cassius Clay. Sus disputas con la dirigencia son de leyenda, así como su adhesión a regímenes políticos insostenibles. Fue usado y requetecontrausado por unos y otros, aprovechando la ciega idolatría que despertó -no obstante que su vida no tiene nada de virtuosa-, por ser considerado por muchos como el mejor futbolista de la historia.

Maradona muere en plena pandemia con todos los honores habidos y por haber barriendo con todas las restricciones impuestas a los mortales. Un funeral de película en tiempos de pandemia cuando nuestros viejos y abuelos mueren en la soledad. Pero claro, ellos no son Maradona, un ídolo que estoy seguro, recién ahora descansa en paz.  

Con todo, gracias Maradona por el disfrute que nos diste con tu futbol, por recordarnos que es un juego, al precio de terminar siendo víctima del oscuro negocio que está tras él. Así como te levantamos y hundimos en vida, en la muerte te levantamos.

noviembre 26, 2020

Independientes ¿de qué?

Desde que tengo uso de razón la relación-oposición de los independientes respecto de los políticos ha sido todo un tema que por momentos, como el actual, cobra mayor significado. Al respecto no deja de llamar la atención que para los efectos de las elecciones que vienen se estén debatiendo las exigencias para postular por parte de los independientes.

Es curioso constatar que el mundo político es el que debe decidir si abre cancha a los independientes en los términos que estos desean o no. No debiera sorprendernos que quienes militan en partidos procuren poner toda clase de obstáculos o limitaciones a los independientes. Mal que mal, hay un desencanto con todas las dirigencias, sean estas políticas, religiosas, deportivas, militares, policiales, como empresariales. De allí que hoy por hoy “vende bien” el ropaje de independencia. 

Pareciera vender tan bien la independencia que hoy veo a candidatos que militan en partidos políticos publicitarse en palomas, cuñas radiales y demases sin hacer mención al partido político al que representan. En simple, postulan ocultando el partido en el que militan, al que se deben y cuyos principios que se supone respaldan.

Debo confesar que no me compro la independencia de quienes incursionan en la política por más independientes que se proclamen. Si los políticos pueden salir con su domingo siete en cualquier momento, con mayor razón podrán hacerlo los independientes. El motivo es muy simple: a diferencia de los políticos que se asume deben rendir cuenta ante sus respectivos partidos, los independientes deciden y votan según la ocasión y no tienen que rendirle cuenta a nadie.

Entre quienes se dicen independientes, hay muchos de mentira y unos pocos de verdad, una verdad relativa. Los de mentira son políticos disfrazados, que si bien no militan en partido alguno, tienen su corazón más que recostado en forma permanente a uno u otro lado del espectro político. Además suelen comulgar en la misma parroquia que los militantes de un partido específico.

Ser calificado como independiente provee una cierta aureola de santidad diferenciadora que tiende a ser muy útil, en particular en tiempos en que el prestigio de los políticos planea a muy baja altura, lo que parece ocurrir cuando se miran mucho al ombligo y se alejan de las demandas y necesidades ciudadanas. Pero los independientes de verdad, si es que existen, son escasísimos, creo que nos sobran dedos de la mano. Tampoco sabría cómo definirlos.

Uno podría pensar que independiente de verdad es quien no milita y además no se casa con ninguna postura política particular. Desgraciadamente, ni siquiera en este caso se es realmente independiente porque ahí uno queda a merced de la publicidad, de las palomas, de las promesas sin fin, del voto útil, y de la venta de pomadas al por mayor, las que abundan por doquier. Sustraerse a esta influencia requiere resistencia, autonomía, capacidad de ver bajo el agua, de reflexión y discriminación. Competencias que son provistas por una educación de calidad, la que al día de hoy, por desgracia, brilla por su ausencia.

Confieso que me resultan chocantes los independientes que incursionan en la política con discursos antipolíticos. La historia nos demuestra que los países que han caído en la tentación de dejar en manos de independientes sus destinos, suelen terminar peor que como estaban.

En síntesis, salvo excepciones, más vale fiarse más de quien milita en algún partido político, que se enorgullece de pertenecer a él, y cuyo cuerpo de ideas coincida más o menos con el que uno sostiene, antes que respaldar a un independiente que poco tenga de tal, o de quien militando oculta su adscripción política. 

noviembre 23, 2020

Jugando a nada

En esta fase de las eliminatorias para estar en Qatar 2020, la derrota ante Venezuela constituye un paso en falso que muy probablemente nos pene y deje fuera del mundial. El triunfo ante Perú fue en cierto modo engañoso. Chile jugó dos partidos en uno: un buen primer tiempo y un segundo tiempo para el olvido. La derrota en Venezuela nos retrató de cuerpo entero al delatar que de la generación dorada solo quedan destellos absolutamente insuficientes para pensar en una clasificación.

Si tuviésemos que definir en pocas palabras el minuto actual, diría que Chile está jugando a nada. Atrás quedaron los tiempos de un patrón de juego marcado por la vertiginosidad del juego, la capacidad de anticipación, la concentración, la agresividad, al ataque ganando o perdiendo, posicionamiento de los jugadores y pases siempre hacia adelante, con independencia de si se está ganando o perdiendo, y del rival que se tiene por delante. Un juego que cautivó a la afición, que dejó atrás toda una historia de juego arratonado, defensivo, buscando el milagro, la buena suerte, conteniendo el aire hasta el último minuto. Donde no pocas veces se hizo célebre la frase “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.

Al tenor de los partidos que se jugaron en esta fase, todo indica que estamos viviendo un serio retroceso futbolístico. Para desentrañar los misterios de lo que está ocurriendo, nada mejor que intentar identificar los factores que nos hicieron brillar en el concierto futbolístico como nunca antes: 1) un cuerpo de entrenadores encabezados por quienes tenían convicciones profundas y mentalidades ganadoras, ofensivas: Bielsa y Sampaoli fueron sus máximos representantes; y 2) un plantel de jóvenes jugadores formados en sus respectivas canteras que se fueron forjando a punta de sacrificio y disciplina, y fogueando en las ligas más competitivas del mundo.

Desafortunadamente, el minuto actual difiere diametralmente de esta realidad. No se cuenta con un entrenador con las características suicidas de Bielsa ni de Sampaoli. Rueda tiene sus pergaminos, es una persona seria, responsable, con los pies en la tierra, pero sin la audacia de quienes dirigieron a la generación que nos dio no solo triunfos, sino que la alegría de verlos jugar.

En la primera fase eliminatoria, ante Uruguay se perdió en los últimos minutos, al igual que Colombia nos empató también en los últimos minutos. Y ahora Venezuela nos gana en los últimos minutos. ¿Qué nos dice esto? Que estábamos jugando con calculadora en mano, como en los viejos tiempos. Aguantando el resultado. Con Uruguay nos conformábamos con el empate, con Colombia aguantando el triunfo y con Venezuela parecíamos conformarnos con el empate. Con Perú si bien tuvimos un primer tiempo encomiable, el segundo nos hizo recordar tiempos idos multiplicando hasta el infinito los pases laterales y hacia atrás. Con Bielsa o Sampaoli habríamos seguido atacando contra viento y marea.

Claro, el plantel del que se dispone hoy no es el mismo de ayer. Posiblemente ese sea el motivo de la mayor cautela de Rueda. Toda estrategia y/o táctica suele estar determinada por los recursos disponibles, por el adversario que se tiene al frente, y por los objetivos que se tracen. Pero también hay intangibles implicados: los grados de confianza/desconfianza que se tengan. Y hoy por hoy todo indica que la confianza que nos teníamos, se está revirtiendo de la mano de un futbol con el que difícilmente llegaremos a alguna parte. 

Ojalá estuviésemos a tiempo para dar vuelta esto y retomar la senda que tanta alegría nos reportó.

noviembre 14, 2020

AFP: ¿seguirán tal cual?

Por estos días se estaría aprobando que los afiliados a las AFP puedan sacar un segundo 10% de sus fondos previsionales. Las razones que sus impulsores aducen se centran en las dificultades que atraviesa la población con motivo de la pandemia y la insuficiente respuesta desde el gobierno para socorrer a quienes se han visto más afectados por la pérdida de sus trabajos y/o la baja de sus ingresos.

Los parlamentarios que han promovido esta iniciativa al momento de aprobarse el primer 10% celebraron como si de un triunfo se tratara. Que para resolver un problema actual haya tenido que hipotecar el futuro para enfrentar el presente constituye todo un fracaso para el país, los trabajadores, el gobierno, el parlamento y el sistema de las AFP. Por lo mismo, más que un triunfo es una derrota.

Para el país porque entra en una espiral que nadie sabe cómo terminará. Desgraciadamente la historia, la experiencia señala que por esos derroteros los perdedores son los más débiles, los de abajo. Es un fracaso para los trabajadores porque para resolver sus acuciantes compromisos actuales no tienen más alternativa que recurrir a sus propios escasos fondos previsionales que se asumen reservados para su vejez.

Para el gobierno porque sus políticas han sido absolutamente insuficientes, por más que traigan a colación cifras que den cuenta del “gran esfuerzo” llevado a cabo. La percepción ciudadana es otra, y ello queda ilustrado con el simple hecho de que parlamentarios de la propia coalición gobernante se han sumado a la opción de extraer el 10%. Es un fracaso del parlamento y de los partidos políticos por su incapacidad para forzar al gobierno a adoptar acciones conducentes a que las familias puedan sortear la pandemia sin que tengan que recurrir a sus propios ahorros previsionales.

Y para las AFP constituye un fracaso por su incapacidad para legitimarse, a lo largo de sus cuatro décadas de existencia. Creadas en tiempos del innombrable, entre cuatro paredes y a espaldas de la gente, cayeron presas de sus propias promesas al asegurar al momento de la creación del sistema que otorgarían pensiones equivalentes entre el 70% al 100% del sueldo en el presente año. Previsiones que no se han cumplido en absoluto por los más diversos motivos: mayor esperanza de vida, discontinuidades laborales, bajos sueldos. Sin embargo, todas estas razones eran totalmente esperables salvo que en su momento se haya supuesto que la esperanza de vida no aumentaría, que las personas no tendrían períodos sin cotizar, y que los sueldos serían altos. Todo un engaño que se confirma al constatar que el mundo de las FFAA y Carabineros se excluyó del sistema que prometió lo que no debió prometer.

Quizás lo único positivo de todo esto, es que finalmente, emerja un sistema previsional obligatorio de carácter público que exprese un espíritu de solidaridad junto con uno voluntario de carácter privado que dé cuenta del esfuerzo individual.

noviembre 11, 2020

Tanto va el cántaro al agua que al final se rompe

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En estos días se ha estado aprobando en el parlamento la posibilidad de extraer el segundo 10% de los fondos que las personas disponen en las AFP. Esto ha traído como consecuencias inmediatas en el plano político, y probablemente en el mediano y largo plazo cambios de mayor alcance como serían profundas modificaciones en el sistema de pensiones que nos rige.

En el plano político generó una fisura, quiebre o factura en la coalición gobernante, ChileVamos, cuyas dimensiones aún no se conocen en toda su dimensión; en la oposición está siendo un factor de unidad que tampoco nadie sabe cuánto durará ni su envergadura.

En lo inmediato acá no visualizo ningún triunfador y sí tres grandes derrotados: el gobierno, el sistema de AFP y los trabajadores. Estos últimos no me imagino que puedan sentirse triunfadores cuando al final del día deben recurrir a sus ahorros previsionales obligatorios destinados a su vejez para salvar un angustioso presente agravado por la pandemia de covid19.

El gobierno se ha equivocado medio a medio al no agotar todas las instancias para disponer de los recursos que la realidad actual exige. Si en algo ha destacado el gobierno en estos días, es por su inacción, y lo que es peor, por dar señales equívocas. Que en medio de este cuadro el Servicio de Impuestos Internos (SII) se dé el lujo de condonar el pago de más de mil millones de pesos multas e intereses a los famosos hermanos Carlos, procesados y condenados por el caso PENTA, es una bofetada al común de los mortales. Más allá de que el SII esté facultado legalmente para decidir como decidió,  no se puede estar afirmando que el gobierno ha hecho todos los esfuerzos imaginables por ayudar a los más desfavorecidos, y al mismo tiempo andar condonando a condenados por el solo hecho de ser parte de las élites de este país. La rebelión de parte significativa de la bancada parlamentaria oficialista es bastante reveladora al respecto.

El otro gran derrotado es el sistema de AFP que observa estupefacta cómo a casi 40 años de impuesto sin discusión pública, en reemplazo del sistema de reparto imperante, no ha logrado legitimarse. No lo ha logrado a pesar de haber estado pregonando, a lo largo de todas estas décadas, virtudes que la inmensa mayoría de la población no ha logrado visualizar ni vivir. Cayó presa de promesas iniciales incumplidas, de utilidades que no se condicen con el servicio prestado, ni con las comisiones cobradas. Comisiones que son cobradas cuando recauda las imposiciones a los imponentes, como a los pensionados cuando jubilan.

No obstante lo expuesto, más allá de las comisiones cobradas, de las rentabilidades de los fondos, de las utilidades de las AFP, el mar de fondo es la precariedad laboral: una gran cantidad de empleos inestables y frágiles que generan grandes lagunas previsionales, y con bajos sueldos que originan bajos niveles de cotización. Ahí está la madre del cordero!

A lo expuesto se agrega que a las AFP se les está pasando la cuenta al exacerbar el individualismo al insistir una y otra vez que los fondos son de propiedad del trabajador. Y así llegamos al día de hoy en que cada uno quiere sacar su 10% porque son suyos y solo suyos. Y así sucesivamente el mismo argumento se repetirá para una segunda, tercera y enésima vez. No hay quien lo pare sin importar sus consecuencias en futuras pensiones. Solo importa el presente.

Al final, el agua se reencontrará con su cauce, y lo más probable es que finalmente tengamos un sistema de cotizaciones obligatorias de reparto y de carácter público, conviviendo con un sistema de cotizaciones voluntarias privado.

Al resistirse a los cambios que en todo momento aconsejaban las circunstancias, los defensores de las AFP han caído en lo mismo que cayeron los defensores de la actual constitución. Creyeron que podían abusar de él estirando indefinidamente la cuerda sin percatarse que con ello estaban socavando, debilitando lo que defendían.

Tanto va el cántaro al agua que al final se rompe.

noviembre 09, 2020

USA ¿qué nos dice la derrota de Trump?

Tras varios días de incertidumbre, USA ya tiene presidente electo luego de una estrecha victoria del candidato demócrata, Joe Biden, sobre el actual mandatario, Donald Trump. En lo inmediato, las razones del resultado se explican esencialmente por dos factores: uno, la masiva votación, y particularmente la que se hizo llegar por correo, de amplia mayoría demócrata; y dos, los estragos ocasionados por covid 19 y su subestimación por parte de la administración de Trump.  Para conocer en detalle los motivos de la derrota de Trump habrá que desmenuzar la votación final para conocer el comportamiento de los distintos sectores de la sociedad norteamericana –mujeres, jóvenes, urbanos, educacionales, económicos, laborales y raciales-.

El resultado no fue apabullante, como muchos esperaban, sino que todo lo contrario, ajustado, tan ajustado que hasta el momento de escribir estas líneas, Trump no reconoce los resultados y ya está planteando recurrir a las instancias legales correspondientes. Mientras Joe Biden es declarado presidente electo, Trump sale a jugar al golf, en una más de sus tantas excentricidades a las que nos tiene acostumbrados y que han jalonado sus cuatro años de gobierno. Como quien sale a jugar a las bolitas con el respaldo de 70 millones de norteamericanos que votaron por él gracias a sus políticas, acciones, actitudes, decisiones y/o expresiones sin pelos en la lengua. Queda la duda de quién, Trump o Biden, representa la América Profunda, o lo que llaman el “American way of life”. Lo más probable que ambos! Y es justamente ese el nudo gordiano que afecta no solo a USA, sino que a muchos países del orbe.

Los desafíos que Biden se planteó en su primera alocución después de su triunfo, son tres: unir a un país agrietado en todos los planos; enfrentar y detener el cambio climático; y combatir la pandemia del corona virus. Como puede verse, sus desafíos son los contrarios a los de Trump, quien a lo largo de sus 4 años de gobierno profundizó las grietas que afectan a USA y despreció olímpicamente tanto el cambio climático como la pandemia del corona virus. Trump, le dio la espalda al mundo científico acogiéndose a teorías conspirativas.

Lo que no es posible obviar es que casi la mitad de los norteamericanos votó por lo que representa Trump. Basta ver quiénes son sus aliados en el exterior para percatarse de ello. Aventuro dos razones de la votación alcanzada: 1) en lo político, Trump simboliza al outsider, quien desde fuera de la política, hace política a punta de un discurso que engancha muy bien con un sentir ciudadano que se halla muy extendido: “que se vayan todos”, “los señores políticos”, o el de “barrer con los políticos” que de tiempo en tiempo agarra vuelo; y 2) en lo económico, Trump expresa el populismo y nacionalismo económico, el proteccionismo en oposición a la globalización, la preferencia por las barreras arancelarias como modo de recuperar empleos perdidos por la apertura económica.

En síntesis, no hay que olvidar que la derrota de Trump se explica esencialmente por mirar sobre el hombro la pandemia del coronavirus, antes que por sus extravagancias, twits o políticas económicas.  Y que su alta votación simboliza un desprecio por la clase política convencional.  En consecuencia hay todo un mensaje a quienes día a día hacen política: es hora de reivindicar la política en el buen sentido de la palabra, lo que implica hacer bien su trabajo si no quieren ser invadidos desde fuera de ella. De lo contrario, en 4 años más capaz que tengamos a Trump regresando en gloria y majestad.

noviembre 03, 2020

El día D en USA


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Como nunca antes, hoy se juega el futuro de USA, y dada su influencia, no solo en USA, sino que del mundo. La razón esencial es la figura de Trump, cuya retórica, imprevisibilidad, forma de ser y gobernar a lo largo de su presidencia se han caracterizado por romper todo convencionalismo, tradición y diplomacia.

Su eventual a la reelección es todo un reto, o amenaza, que concierne a todos quienes habitamos en el planeta tierra en los más diversos ámbitos.

Si bien esto ha sido así desde el término de la segunda guerra mundial, hoy lo es más que nunca. El derrumbe de la Unión Soviética (URSS) y el desplome del comunismo en las últimas décadas del siglo que se fue, hizo emerger a USA como única potencia mundial. Sin embargo, a poco andar, de entre las cenizas de la revolución cultural de Mao, surge China como una nueva potencia con el respaldo de una cultura milenaria.

En este contexto, pareciera que estamos viviendo un período de transición, entre un tiempo que se va, el del predominio mundial sin contrapeso de USA, a otro tiempo, el que viene y cuyos contornos aún no se avizoran con claridad. Hoy USA se visualiza como un imperio en decadencia. Trump es todo un símbolo con su slogan “make America great again” al que se aferran sus adherentes. USA ha ido perdiendo su poder blando (soft power) para ir apoyándose en el poder puro y duro (hard power), sin medias tintas, sin matices. La figura de Trump se asemeja a la del canto del cisne que se resiste a morir, a la de quien no quiere ver ni asumir la realidad.

Lo que está en juego es si en USA se seguirá gobernando a punta de twits, negando el cambio climático, promoviendo el supremacismo blanco, dando la espalda a la pandemia del coronavirus, eludiendo una y otra vez la realidad de los hechos como si con ello se pudiese torcer el curso de la historia.

Para rematarla, si los resultados no son favorables a Trump, ha amenazado con denunciar fraude, lo que conllevaría disputas legales cuya prolongación en el tiempo no harían sino acelerar un proceso de decadencia que parece inexorable: Proceso que en tanto no se asuma y enfrente, seguirá su curso más rápida o lentamente, ya sea que gane Trump o su contrincante demócrata, Joe Biden.

Desafortunadamente, nos guste o no, el futuro del mundo depende en gran medida de los resultados de una elección que pocos se atreven a predecir. Los pronósticos van desde una apabullante victoria de Biden hasta un ajustadísimo triunfo de Trump.

octubre 31, 2020

¿La hora de los independientes?

Javier Allegue Barros on Unsplash

A propósito del reciente resultado del plebiscito se ha abierto el debate en torno a la inclusión o participación de independientes en las próximas elecciones de convencionales. Se trata de un debate que se da de tiempo en tiempo, particularmente cuando la política se encuentra degradada. Un caso extremo es representado por la frase “que se vayan todos”.

En Chile se dio a mediados del siglo pasado cuando un candidato presidencial, el llamado General de la Esperanza, Carlos Ibañez del Campo, ganó la contienda bajo el emblema de la escoba con la promesa de barrer con los políticos. En 1973, surge otro general, el innombrable, quien da un golpe para extirpar el cáncer marxista y eliminar a los “señores políticos”. Después de más de una década y media, los famosos “señores políticos” resucitaron en gloria y majestad.

¿Qué nos dice esto? No solo que son duros de matar, sino que la política existe per se, desde el minuto que hemos decidido vivir en sociedad, en comunidad, en una polis, con el objetivo acordar reglas de convivencia, resolver conflictos propios de toda convivencia humana. La política es el medio de resolución pacífica, civilizada de los problemas que surgen entre personas con distintos intereses. Es el espacio de conversación, de negociación, de armonización, y por lo mismo existe per se. No es algo que se pueda eliminar a voluntad sin que se imponga una visión en particular en desmedro de otras miradas, salvo que se recurra a la fuerza, a la imposición de unos sobre otros. Incluso en este caso se hace política, la política de la fuerza bruta por sobre la razón. La tentación de incurrir en ella está siempre latente, sobre todo cuando se cierran los espacios para el diálogo y la polarización, el extremismo asume el protagonismo.

Como seres humanos, con capacidad para pensar, razonar, argumentar, a través de nuestras vidas nos vamos formando, influimos en quienes nos rodean y somos influidos a través de un proceso de osmosis de los distintos cuerpos de ideas (ideologías) que circulan. Todo este proceso va forjando en cada uno de nosotros un pensamiento propio que rara vez coincide plenamente con las ideologías en boga.

Se tiende a “ordenar” las ideologías en una escala de izquierda a derecha. Las mismas ideologías se superponen entre sí en algunos de sus componentes, lo que explica que no pocas veces cuesta distinguir a unos partidos de otros.

Se puede ser independiente en el sentido de no militar en tienda política alguna, pero ello no significa que no se tenga pensamiento propio, que no se sienta más cercano no solo a un partido, sino que a varios, así como distante de otros. También está el caso de los independientes sin pensamiento propio, que son quienes no están ni ahí con la política, y que por lo mismo están a merced del viento, de cómo están las cosas, de cómo viene la mano.

La independencia no tiene porqué ser una virtud y la militancia un defecto. Aún más, lo razonable es que quien se sienta llamado a cumplir un rol público lo haga desde un partido político y no desde la “independencia”. De un político que milita en un partido uno espera que asuma la responsabilidad de representar los principios y la ideología partidarios. De un independiente uno puede esperar cualquier cosa, esto es, que el día de mañana salga con su domingo siete por el simple hecho de que no tiene que responder ante nadie, a diferencia de quien milita, quien se asume que debe responder a los desafíos que el partido se ha planteado.

Pero como sabemos, de todo hay en la viña del Señor. Hay políticos que han defraudado, y que son quienes desprestigian la política, así como hay independientes que son modelos de virtud política. De hecho, para las elecciones que se avecinan, afloran nombres de independientes que nos honran con sus eventuales postulaciones, así como militantes que nos deshonran con sus pretensiones. Y viceversa.

El desafío no es menor. En democracia tenemos la opción de elegir y nuestra responsabilidad es elegir bien entre los distintos candidatos. Para ello es indispensable que nos demos el trabajo de conocer y analizar las propuestas que unos y otros nos hacen, su factibilidad y la confianza que nos inspiran, sin dejarnos llevar por la publicidad ni por cantos de sirena.

Por todo lo señalado, hay que estar ojo al charqui para que no nos pasen gatos por liebres, ni unos ni otros.