mayo 29, 2019

En todas partes se cuecen habas

Las elecciones parlamentarias europeas dan cuenta de una tendencia que no para. El ascenso de la ultraderecha nacionalista, antieuropea. La reconstrucción de Europa, luego de dos guerras mundiales, está pasando por una fase crítica con la resurrección de los nacionalismos, los populismos de derecha. Las fuertes corrientes migratorias, las dificultades económicas y los distintos brotes de corrupción que afloran en uno u otro país, luego de décadas de bienestar, están poniendo a prueba la capacidad de Europa para encararlos.

Gran Bretaña intentando implementar el brexit –la salida de la Unión Europea- decidida en un referendum, no halla la forma de salir, como lo prueba la renuncia presentada por su primera ministra Teresa May, ante la imposibilidad de concretar el brexit luego de múltiples intentos. Si bien una mayoría, exigua pero mayoría al fin y al cabo, quiso salirse de la Unión Europea, recién después de la votación se tomó conciencia de las consecuencias. Se sospecha que si hoy se realizara un nuevo referéndum, surgiría una nueva mayoría, ya no a favor del brexit, sino que en contra.

En USA, Trump debe seguir peleando con su sombra, la trama rusa. El informe Mueller no confirma que es un santo varón, sino que no logró acumular evidencias, tan solo indicios, insuficientes como para incriminarlo, pero suficientes como para no dejarlo libre de polvo y paja.

Por América Latina, el ultraderechista presidente brasileño Bolsonaro, intenta contrarrestar la fuerte caída en su popularidad mediante manifestaciones callejeras cuya magnitud estuvo muy por debajo de la que realizaron sus oponentes en rechazo a la reducción presupuestaria en la educación superior. La corruptela en el seno de su familia y de su círculo inmediato, más temprano que tarde terminará por fagocitarlo.

En Venezuela, su presidente Maduro es sostenido por unas FFAA carcomidas por la corrupción y el narcotráfico. Le hace un flaco favor a la causa socialista, ampararse en su carácter de tal, al convertirse en el bocadillo favorito de la derecha latinoamericana. Ésta se solaza con su permanencia y la burda defensa que alguna izquierda intenta levantar esgrimiendo la intervención norteamericana como causa de las dificultades que atraviesa.

En Argentina, Macri sufre: mientras más ataca a Cristina, pareciera que más la fortalece y más se debilita él mismo. Con un astucia más propia de Chapulín Colorado, Cristina dio un “semipaso” al costado, para levantar la candidatura de un peronista moderado, quedando ella bajo su sombra, pero asegurándole su 30% de votos duros que tiene en su bolsillo. Lo hizo sabiendo que los peronistas moderados serán quienes decidirán quién será el próximo presidente argentino. Para Macri, desafortunadamente el FMI no vota en las elecciones presidenciales, sino que el pueblo argentino, quienes muy probablemente le den la espalda por su incapacidad para detener la inflación y cumplir lo prometido al asumir la presidencia.

Y en Chile, el gobierno y su presidente sigue viviendo tiempos mejores que la ciudadanía no visualiza por ninguna parte. Su principal bandera, la seguridad pública, brilla por su ausencia. Los narcotraficantes se dan el lujo de despedir a los suyos protegidos por la fuerza pública, y en las cárceles se ha descubierto que su estadía en ellas es a todo pasto. Los portonazos están a la orden del día. En paralelo debe seguir defendiéndose por el viaje a China realizado con su familia. Intenta poner punto final con la versión de la Contraloría General de la República en orden a que no hubo delito alguno. Eso todo el mundo lo sabe. No es necesario que haya delito para que todo el mundo entienda que eso no se hace, que echa por tierra todo su discurso, y el de sus adherentes en torno a la meritocracia y la igualdad de oportunidades. Tampoco es razonable que tenga una cabaña por la que no haya pagado contribuciones de bienes raíces por 30 años. Por más que no haya delito, un personaje público, de su estatura, primera autoridad del país, no puede pretender que quienes pagan religiosamente sus impuestos hagan la vista gorda frente a este hecho.

mayo 21, 2019

Juguemos limpio


Para encarar el comercio informal e ilegal, el gobierno junto con otras organizaciones tales como la Cámara Nacional de Comercio, la Cámara de Comercio de Santiago, el Observatorio del Comercio Ilícito, ha decidido tomar el toro por las astas mediante una campaña publicitaria bajo el nombre que encabeza esta columna.

En esta campaña pone el foco en los perjuicios que ocasiona el comercio informal como es la reducción de los espacios públicos, el aumento del riesgo de delitos afectando la seguridad de las personas, la ausencia de garantías o respaldos por compras de productos de dudosa procedencia. A lo expuesto se agrega que atenta contra los comerciantes establecidos formalmente por tratarse de una competencia desleal dado que éstos emiten facturas y/o boletas pagando impuestos. Por último reduce las posibilidades de que los trabajadores puedan acceder a empleos formales con los derechos correspondientes.

Por otra parte, se destaca que el comercio informal genera una significativa pérdida fiscal debido al no pago de impuestos que según los cálculos gubernamentales superan los 10 mil millones de pesos, esto es, sobre los 15 millones de dólares. Pérdida que afecta la capacidad del Estado para la entrega de beneficios sociales a los sectores que más lo requieren. Como puede verse, el objetivo perseguido por la campaña no puede ser más loable, razón por la cual no cabe sino aplaudirla y respaldarla.

Sin embargo, entiendo que si hemos de jugar limpio, asumo que debemos hacerlo en toda la cancha, a lo largo de todo el partido y de todo el campeonato, que sea extensivo a todos los jugadores, sin hacer la vista gorda ante algunas jugadas sucias ni porque afecte a determinados jugadores. No nos circunscribamos a unos en desmedro de otros.

Por ello, cuando se mira desde cierta perspectiva lo que está ocurriendo, a uno le empiezan a bajar dudas existenciales, sospechando que se nos quiere emborrachar la perdiz, o lo que es lo mismo, pasar gatos por liebres.

Estas dudas me asisten cuando observo que gran parte de los delitos de marca mayor, en el que participan conspicuos personajes de las más altas esferas, quedan en la más completa impunidad o reciben penas que no se corresponden con el daño infligido. Basta sumar las cifras esquilmadas al fisco por los fraudes de quienes se asumen que deben ser modelos de comportamiento.

Ejemplos tenemos por doquier. Ahí está el caso Penta, donde por sus delitos tributarios los hermanos Carlos quedaron libres de polvo y paja pagando módicas multas y asistiendo a clases de ética. Ahora vuelven a codearse con la creme de la creme de la chilean society. Ahí está Gabriel Ruiz-Tagle, quien como si nunca se hubiese coludido con la Papelera, ha vuelto a las canchas sin arrugarse siquiera. Ahí están tantos peces gordos paseándose como Pedro por su casa. Ahí está el Servicio de Impuestos Internos cerrando locales por no emisión de boletas, pero frente a las colusiones mira al techo. Ahí están los fraudes en las instituciones armadas cuyos montos se actualizan diariamente en la medida que se descubren nuevas aristas.

Es hora de dar vuelta la campana, o el embudo. Es hora de que los de arriba jueguen limpio antes de exigir que los de abajo lo hagan. El día que ello ocurra, solo entonces, volverá a salir el sol.

mayo 16, 2019

Las contradicciones que nos acosan

Fuente: http://www.chistes21.com/

Vaya que cuesta ser consistentes. Todos los días nos toca conocer casos en que se pone a prueba un mínimo de coherencia, en todo orden de cosas. Desafortunadamente, en general fallamos.

No es necesario ir demasiado lejos para descubrir las contradicciones que nos acosan. Basta ver cómo andamos por casa. En Chile entre las principales banderas con que triunfó la coalición gobernante, ChileVamos, destacaron la necesidad de terminar con la inseguridad, con el nepotismo y la corrupción, así como retomar la senda del crecimiento. A más de un año de gobierno la inseguridad no muestra visos de amainar, los portonazos andan a la orden del día, así como los delitos, cada vez más violentos, contra las personas y la propiedad. El nepotismo, que en el pasado se daba al por menor, ahora parece enseñorearse al por mayor multiplicándose como conejos los apellidos ilustres, a vista y paciencia de todos, y también tras las bambalinas. Y la corrupción, en vez de batirse en retirada pareciera estar viviendo sus mejores tiempos, particularmente en las más altas esferas.

Prueba lo expuesto que los titulares de los más diversos medios de comunicación dan cuenta ya sea de un delito, de esos callejeros, o de compraventa de favores entre personeros de cuello y corbata, o de viajes de hijos acompañando a sus papás, echando por tierra toda la verborrea en torno a la meritocracia y la igualdad de oportunidades.

En lo económico, los campeones del neoliberalismo, del libre mercado y el libre comercio, de la globalización, fueron paridos en tiempos de Ronald Reagan y Margaret Tatcher, adalides de la derecha en los años 80, y cuyas consecuencias estamos observando hoy expresadas en un creciente malestar. Pues bien, hoy esa misma derecha, tras casi 4 décadas, con una vuelta de carnero digna de Ripley, con Trump a la cabeza y secundados por una ultraderecha, resurge entre sus cenizas con un discurso opuesto. Un discurso donde pretende enfrentar este malestar con todo lo contrario, con proteccionismo, nacionalismo, y un tufo dictatorial proclive a la represión en el plano político. Sin ir más lejos, Bolsonaro es un claro ejemplo de los nuevos tiempos que corren al alero de la proliferación de noticias falsas por las redes sociales. Como los camaleones, cambian de color según la ocasión. Ya pocos saben para quienes trabajan.

Las contradicciones suman y siguen. En lo religioso, no pocos curas y pastores, pregonan el buen comportamiento, mientras por detrás hacen de las suyas tirando por la borda la confianza depositada en ellos.En lo político los adalides de la democracia hacen la vista gorda con la vulneración de los derechos humanos cuando de comerciar se trata. la necesidad tiene cara de hereje.

Estos son los tiempos actuales, llenos de contradicciones que nos obligan, más que nunca, a estar ojo al charqui, al cateo de la laucha, atentos al salto de la liebre. Insisto, más que nunca, tenemos que estar despiertos, confiar, pero no a ciegas; tenemos que ser capaces de discernir, de ver bajo el agua. Tenemos que aprender a bailar la música que nos gusta, no la que nos ponen.

mayo 08, 2019

Ojo con la letra chica

Recientemente el gobierno presentó un proyecto de reforma laboral que permitiría a los trabajadores disponer de más tiempo de descanso y para estar en familia sobre la base de una flexibilización en sus horarios de trabajo.

Uno de mis más queridos familiares, más cercano a Chile Vamos que a la Nueva Mayoría, a primera hora de hoy se apresuró a remitirme una carta de cuatro personeros a quienes se les suele vincular con la centroizquierda. De hecho, uno de ellos fue ministro del gobierno de la Concertación y presidente del Banco Central (José de Gregorio), en tanto que el otro lo fue del gobierno de la Nueva Mayoría presidido por Michelle Bachelet (Rodrigo Valdés). Los otros dos firmantes son valiosos y significativos adherentes, donde uno de ellos (Eduardo Engel) llegó a presidir una comisión para proponer políticas orientadas a combatir o prevenir actos de corrupción cuando éstos empezaron a hacerse públicos.

En esta carta, que también ha sido sacada a relucir por el gobierno en apoyo a su iniciativa, se hace mención en términos favorables al proyecto al sostener que abre opciones que hoy no existen para organizar la jornada laboral. Con ello se posibilita una mayor flexibilidad que permitiría incrementar la productividad.

No obstante lo señalado, en la oposición no pocos sectores se apresuraron a rechazar el proyecto invitando a leer el proyecto completo, sobre todo la letra chica del proyecto. Mal que mal, estamos ante un gobierno experto en esta materia, razón por lo cual lo más probable es que sus oponentes arisquen la nariz pensando que un proyecto presentado por un gobierno de derecha, o de centroderecha como gusta llamarse a sí mismo, difícilmente tenga como propósito favorecer a los trabajadores.

Uno de los problemas centrales que se vive en la actualidad es el de la desconfianza. Se desconfía de todos, no solo de la derecha, también de la izquierda. Pero siendo el actual gobierno uno de derechas, y por lo mismo, con un sesgo proempresarial, conformado esencialmente por una casta de ilustres apellidos que se repiten una y otra vez, resulta casi inevitable pensar que la intención sea legislar a favor del empresariado.

Mientras la relación trabajo-capital sea tan desigual como en el presente, y la negociación dominante sea entre la empresa y cada uno de los trabajadores individuales difícilmente, la negociación no sea sino una imposición: lo acepta o se le despide. Así de simple. Otro gallo cantaría si hubiese mayor equilibrio entre el factor trabajo y el factor capital.

De hecho, los firmantes de la carta de respaldo al proyecto se cuidan las espaldas al afirmar que deben adoptarse los debidos resguardos respecto de la distribución de los beneficios para que no signifique una precarización del trabajo. Dada la desigual fuerza de quienes se sientan a conversar, visualizo que difícilmente no redunde en una precarización laboral.

Ahí reside el meollo del asunto.

mayo 03, 2019

Jugando al todo o nada

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En Venezuela, así como en tantos otros países y en otros momentos de la historia, las partes en disputa parecen estar jugando al todo o nada, extremando posturas y dejando en pampa a quienes buscan puntos de encuentro.

En las partes van ganando las posturas extremas, vaciando el centro, la moderación, la indiferencia. Se juega a tomar partido, o estás conmigo, o estás contra mí. La disputa adquiere ribetes religiosos o patrióticos, lo que para el caso viene a ser casi lo mismo. Por Dios o la Patria.

Quienes quieren escapar a este juego parecen no tener más alternativa que agarrar sus cosas e irse. Estos últimos son los menos, porque los que no pueden son los más, ya sea porque no tienen los medios, los contactos, o porque no están dispuestos a irse de lo suyo, de sus olores, sus calles, sus plazas, sus árboles, sus calores o sus fríos. Los más son los que se quedan, atrapados sin salida.

Cómo se llega a esto? Cuándo empezó a cavarse este pozo negro? En qué momento? Para unos esto viene de tiempos de la colonia; o del imperialismo yanqui; o de la infiltración comunista. Motivos hay para todos los gustos.

El tiempo pasa, la moderación va desapareciendo, mientras crecen los problemas sociales, las carencias materiales, las divisiones y ausencias familiares. El drama se desata.

A eso juegan los extremos, a jugarse al todo o nada, responsabilizando íntegramente a la contraparte del estado de cosas. Las posturas que buscan abrir un pequeño espacio, una rendija, en medio del caos, intentando iniciar un proceso de racionalidad en un contexto ya irracional, se encuentran ante un escenario en que todo se ve cuesta arriba.

Así y todo no descansan. Ninguna guerra es inevitable, por el contrario, hay que jugársela por la paz, por la no violencia activa, por aislar los extremos. Es preciso escapar al juego del todo o nada, donde nadie gana, todos perdemos, muy especialmente los más débiles, los postergados de siempre.

De hecho, las veces en que hemos ido por todo, nos hemos quedado sin nada.

El negocio de la salud en Chile

Fuente ilustración:  puntofinal.cl

Simultáneamente, 3 familiares muy cercanos debieron ser hospitalizados: uno para una operación a la cadera, otro por un derrame cerebral, y otro por una infección a la sangre. El primero, en un hospital público, en Talca; el segundo en la clínica Reñaca, en Viña del Mar; y el tercero, en un hospital privado en Nueva York, USA.

El atendido en el hospital público, ingresó un viernes, luego de 3 años de espera, fue operado al día siguiente y el lunes fue dado de alta. La atención, impecable, con un equipo médico de primer nivel y personal paramédico con una excelente disposición.
El segundo caso ya lleva casi dos semanas en la clínica privada sin que se tenga claridad respecto de cómo saldrá el paciente, ni las secuelas que dejará el derrame cerebral. Mientras esté con vida, la esperanza va acompañada de la desesperanza, la que se acrecienta con el paso de los días.

Similar fenómeno se está dando en una clínica privada en Nueva York, adonde el paciente llegó por dolores, detectándose una infección a la sangre. Infección que se bate en retirada luego de varios días por efecto de la aplicación de antibióticos. Ahora está sometido a exámenes para investigar el origen de la infección.

En estos dos últimos casos, hospitalizados en clínicas privadas, con el paso del tiempo, empieza a anidarse la desconfianza, por el alto costo que encierra cada día adicional de hospitalización con las consiguientes consecuencias en los bolsillos de la familia del paciente, y en los ingresos de una clínica con fines de lucro.

Las diferencias entre los distintos casos, no dejan de impresionar. Para ser tratado en un hospital público, debes esperar sus buenos años, y cuando ingresas, dado que las camas son siempre escasas, se procura que éstas sean ocupadas los días estrictamente necesarios, ni un día más, para posibilitar la atención de otros pacientes. En el caso de los hospitales privados, no debes esperar nada, basta un cheque en blanco y/o la firma de un pagaré. Además, no hay mayor urgencia por desocupar las camas, dado que suele no haber escasez de ellas en tales hospitales, y porque se está pagando por su ocupación.

Lo descrito invita a reflexionar sobre el tema del lucro en el sector salud. Se nos quiere hacer creer que todo lo público es de mala calidad y que lo privado es de buena calidad. Este es el credo que se nos ha inoculado ya por décadas y que no necesariamente es cierto. Los productos/servicios públicos pueden ser de muy buena calidad si se disponen de los recursos financieros, tecnológicos y humanos para atender la demanda de los sectores más desposeídos. Desgraciadamente, quienes idolatran lo privado y demonizan lo público son quienes se resisten a proveer tales recursos.

Creo que debe irse a un fondo único de salud obligatorio para todos administrado por FONASA, complementado con seguros de salud privados voluntarios provistos por las ISAPREs.