abril 29, 2023

Yo no anulo mi voto

Foto de Victoriano Izquierdo en Unsplash

El próximo 7 de mayo elegiremos 50 consejeros constituyentes para que propongan a la ciudadanía una nueva constitución a partir de una suerte de borrador elaborado por una comisión de expertos designados por el congreso nacional.

Las características de esta convocatoria obedecen al fracaso del último proceso constituyente donde la izquierda se la farreó (leer). Como siempre ocurre en estos casos, al ir por todo, nos quedamos sin nada. Fuimos por lana y salimos trasquilados. El maximalismo pasó la cuenta. Pasa más a la izquierda que a la derecha. Basta tener dos dedos de frente para saber porqué. La izquierda no tiene brazo armado alguno, la derecha sí, las FFAA. La derecha tiene el sartén por el mango, y cuando se lo quitan, llama a su brazo armado. Así de simple. No hay que ser muy astuto para percatarse de ello. Ejemplos tenemos al por mayor.

Los resultados de los últimos procesos electorales dan cuenta de una realidad política volátil, líquida, de una débil lealtad partidaria, ideológica. Lo ilustra una publicidad basada en sonrisas dentales antes que en un cuerpo de ideas consistentes que expresen proyectos de sociedad. Paradojalmente después nos quejamos de los políticos que tenemos, en circunstancias que son aquellos por quienes nosotros estamos votando. No son ángeles caídos del cielo que se nos han impuesto y por quienes estamos forzados a votar. Son personajes de carne y hueso, mortales como cada uno de nosotros. Tampoco podemos sacarnos el pillo con que nos engañaron porque de ser así habla mal de nuestra capacidad de filtrar, de discernir, de ver lo que se traen bajo el poncho cada candidato.

En este contexto el desánimo en la izquierda ha llegado a un extremo tal que en esta ocasión no pocos están postulando la tesis de anular el voto, tirar la esponja bajo la excusa de no entrar a un juego que se nos impone y cuyas reglas de juego vienen dadas por los mismos de siempre. Esto es, donde todo está cocinado.

Me opongo a esta opción por varios motivos: uno, porque no todo está cocinado, puesto que si así fuera, no habría ganado Boric, ni habríamos sacado la votación alcanzada en el plebiscito de entrada en el proceso constituyente anterior que nos farreamos; y dos, porque creo que hay que dar la pelea, que no podemos darle en bandeja el consejo constitucional a la derecha. No hay peor pelea que la que no se da.

No olvidemos que la derecha lleva 3 listas: la de la ultraderecha representada por los republicanos que le saca jugo a la inseguridad imperante; la de la derecha convencional (UDI, RN y Evópoli) que también explota la inseguridad como si ella no tuviera nada que ver; y la de la derecha populista del tándem Parisi-Jiles que lo combina todo.

Si la derecha logra sacar más del 60% de los consejeros constitucionales armarán una constitución a su pinta, quedando la constitución del 80 como niño de pecho a su lado. Con ello en el plebiscito de salida nos obligarán a rechazar la constitución que salga de este proceso constituyente, y por lo mismo seguiremos con la del 80. Y así seguiremos por los siglos de los siglos.

La lógica de quienes anularán su voto me hace recordar el infantilismo revolucionario que hace ya poco más de 100 años denunciara Lenin y que está asociada a la pequeña burguesía.

Y volvemos al drama que tuvimos en las décadas de los 60 y 70, cuando estaban quienes no querían nada con la democracia burguesa y optaban por una vía armada inconducente. Al final perdimos todos, caímos en el peor de los mundos. Con razón dicen que el ser humano es el único animal capaz de tropezar más de una vez con la misma piedra.

Votaré por un(a) candidato(a) de las listas B o D, en ningún caso anularé mi voto. El candidato que más aprecio está en la lista D, pero mis convicciones ideológicas son más cercanas a las de los partidos que conforman la lista B. En esta reflexión estoy. 

abril 15, 2023

La compra de la clínica Sierra Bella

Foto de Arseny Togulev en Unsplash

La oposición, en el ejercicio de su rol fiscalizador, objetó la compra de una clínica, Sierra Bella, por parte del municipio santiaguino. La objeción entiendo que gira en torno a la compra propiamente tal así como al monto.

La alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, sin la aprobación del concejo municipal, resolvió comprar una clínica para atender las necesidades de salud de la población bajo su jurisdicción que no estarían siendo satisfechas mediante la red hospitalaria pública y privada disponible.

La objeción respecto de la compra habría que analizarla en relación a las funciones que le competen al municipio. Y entre ellas se incluye la responsabilidad que le cabe en el campo de la salud primaria, así como en la educación. En consecuencia, la decisión de comprar o no, es de competencia municipal. Lo que podría objetarse es su pertinencia, si es que existe un déficit de servicios de salud primaria en la comuna de Santiago y si la clínica Sierra Bella sirve para estos efectos. Todo apunta a que la clínica se pensaba habilitar para prestar servicios que iban más allá de la atención primaria.

Pero los dardos no van solo por ahí, sino que además van por el precio bajo el cual se quiso comprar la clínica. La Contraloría General de la República (CGR) resolvió objetar y echar marcha atrás al proceso de adquisición de la clínica por considerar que el precio que se debía pagar era sustantivamente menor al pactado. Resolución basada en los antecedentes que se tenían a la vista, los precios de transacciones pasadas, y que eran irrebatibles. Bien hace la contraloría en frenar una compra tras la cual habría indicios de corrupción.

¿Qué llevó a la alcaldesa en emprender esta fallida compra? Pidió tasaciones por distintas propiedades y en base a lo que le señalaron los tasadores, no uno, sino que tres tasadores, ofertó la cantidad de poco más de 8 mil millones de pesos. Monto que la CGR objetó por “precio injustificado” dado que el monto ofertado no se condecía con el monto bajo el cual había sido adquirido por la empresa vendedora. Esto indica que acá hay gato encerrado. Los tasadores contratados por el municipio para realizar la tasación se asume que lo sabían, y si no lo sabían sería señal de negligencia. Si lo sabían, cabe la posibilidad de que por razones de mercado el valor del inmueble varió, lo que no es descartable. No pocas veces el precio de un inmueble baja o sube violentamente por distintas circunstancias. Pero lo resuelto por la CGR indica que nada de eso ocurrió.

En consecuencia, la alcaldesa habría sido engañada, bajo supuesto de que no sabía nada, y por tanto bien hace en querellarse contra los tres tasadores involucrados.  La Asociación de Tasadores se equivoca cuando afirma que la decisión de compra es propia del municipio, cualquiera sea el valor que acuerden. Por cierto, pero el valor ofertado por el municipio estuvo basado en una tasación errónea de parte de tres tasadores. Todo lleva a pensar en la existencia de una colusión, al menos entre los tasadores, o entre estos y la empresa vendedora, si es que no hay también personal municipal implicado. Aquí habría engaño manifiesto, pero difícilmente Irací salga libre de polvo y paja porque habría que ver quién propuso a los tres tasadores. Quien sabe adónde nos lleve la madeja.

abril 05, 2023

El mentiroso voto obligatorio

Foto de Glen Carrie en Unsplash

En Chile a fines de los tiempos del innombrable el juego electoral partió con un sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio. Para estos efectos, los opositores de entonces optaron por la no violencia activa aceptando jugar en la cancha que el propio innombrable había definido.

Es así como en el año 1988 la oposición –Concentración por el NO- se embarcó en una apoteósica campaña invitando a inscribirse para derrotar al impostor marcando con un simple lápiz en un papeleta, la cruz que estaba al lado de la palabra NO. Casi todo el mundo se inscribió y acudió a las urnas para votar.

De ahí para adelante, la inscripción voluntaria empezó a ralear. El padrón electoral se fue envejeciendo. Los jóvenes no se estaban inscribiendo para no verse forzados a votar. La proporción de jóvenes en el padrón electoral no se condecía con la del país. La incidencia de los jóvenes en la elección de representantes en el poder ejecutivo y legislativo fue disminuyendo significativamente.

Siempre nos vanagloriábamos de la conciencia cívica que teníamos en base a la baja abstención comparada con la de otros países. Lo que era verdad solo hasta cierto punto porque comparábamos países con distintos sistemas electorales. Nuestra abstención era baja porque se calculaba en base al total de inscritos y no sobre el total de personas en edad de votar.

El problema se fue agravando porque a pesar de que el voto era obligatorio, empezó a incrementarse la cantidad de personas que estando inscritas no votaban, sin siquiera excusarse. Nadie pagaba las multas asociadas, las que terminaban perdiéndose en el tiempo, condonándose.

En vista de ello, resignado, el mundo político optó por reconocer una realidad, inclinándose por implantar el voto voluntario, en la esperanza de que la gente votara en base a su responsabilidad ante la sociedad y cautivada por las propuestas que se elevaran. El voto voluntario implicaba que la sociedad renunciara a establecer multas a quienes no votaran.

La abstención alcanzó valores records. No menguaba, sino que todo lo contrario. Cada vez eran más quienes no votaban. Hasta que surgió un iluminado que propuso inscripción automática y voto obligatorio apelando a la responsabilidad, al deber de votar como prueba indesmentible de su compromiso con el país y su futuro.

Es así como en el último plebiscito de salida, se implementó este último sistema que cambió radicalmente el perfil del votante tradicional al incorporar a quienes habitualmente no votaban. El evento congregó una cantidad record de votantes, un 85% de un padrón electoral conformado por casi 13 millones de personas. Sin embargo es preciso notar que a pesar de que el voto era obligatorio, poco más de 2 millones de personas habilitados para votar, se restaron de participar en el proceso electoral.

De allí que el Servicio Electoral (SERVEL) haya remitido recientemente a los más de 350 juzgados de policía local (JPL) las correspondientes denuncias contra quienes, estando obligados a votar, no lo hicieron. Estos JPL deberán cursar las infracciones pertinentes y exigir a los infractores pagar las multas que oscilan entre los 30 mil y 190 mil pesos dependiendo de las razones para no votar.

¿Alguien cree que las multas serán pagadas? Personalmente no lo creo. ¿Alguien irá a la cárcel por no votar? Tampoco lo creo. Los JPL están colapsados y no cuentan con toda la información requerida ni los recursos necesarios para condenar ni exigir el pago de las multas. Al final del día, ya sea por las dificultades para cobrar las multas, por la cantidad de infractores y/o por sobrecarga laboral en los JPL, y/o por populismo puro y duro terminará por condonarse, no pagándose la multa.

En la práctica, por el peso d elos hechos la obligatoriedad dejará de ser tal, y la ley correspondienteno pasará a ser más que papel mojado. En consecuencia, mi tesis es que no obstante que la obligatoriedad del voto obedece a un deber cívico, no será tal mientras no exista capacidad para hacerla efectiva.

abril 01, 2023

El despertar de la vida en el campo

Foto de Nathan Anderson en Unsplash
Tengo la impresión que el mundo está descubriendo las bondades de la vida en el campo en relación a la vida urbana. El problema reside en que la vida rural se ha asociado a pobreza, y la vida urbana a cultura, trabajo, lo que explica la fuerte migración hacia las ciudades con el consiguiente vaciamiento de los pueblos en el campo.

El motor de este cambio ha sido salir de la pobreza para entrar al mundo de la riqueza. Esto ha sido cierto para unos pocos, pero en general, lo que se ha producido es la creación de cinturones de pobreza en las grandes ciudades. Allí, no creo que estén viviendo mejor que como vivían en el campo.

Pero hoy las comodidades de las grandes ciudades ha llegado al campo. Vivir en el campo hoy es un regalo divino, claro, si se tiene acceso a las tecnologías. Por ejemplo, yo tengo agua de pozo, pero muchos ya tienen provisión de agua potable. Antes se sacaba agua con balde y una cuerda; hoy se saca con una bomba sumergible. Hoy en el campo hay electricidad, antes no había, y así con un sinfín de cosas. Antes no tenías idea de lo que pasaba en el mundo. Ahora sí te enteras de todo y te informas de lo mismo que lo que se informa quien está en medio de una gran ciudad llena de luces. Y bueno, la llegada de internet y su difusión ha sido el último salto que faltaba.

Y la pandemia ha terminado por acelerar el teletrabajo, el trabajo en casa, con lo que la vida en el campo  ha pasado a ser apetecido por muchos por lo que no pocos señalan: el deseo de estar unidos a la humanidad pero sin la carga que representa la humanidad. Como bien dijo un gran amigo al afirmar que es un gran tema de reflexión, reproduciendo la inolvidable frase de Fray Luis de León : "Qué descansada vida la del que huye del mundanal ruído y sigue la escondida senda por dónde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido". Expresión que tuvimos oportunidad de conocer en la enseñanza media.