abril 28, 2021

El tercer retiro de los fondos previsionales

Photo by Caroline Hernandez on Unsplash

Ya estamos en el tercer retiro del 10% de los fondos de pensiones. No han faltado quienes me reprochan por no haber escrito nada  al respecto. Y me preguntan: ¿qué opinas? ¿Estás a favor o en contra?

De partida debo decir que estoy jubilado, soy pensionado de una AFP, y que no he hecho uso de ningún retiro, ni del primero, el segundo, ni haré uso del tercero. Los motivos para no haber hecho retiro alguno hasta ahora, son dos: uno, que no lo necesito, dado que con la pensión que tengo puedo vivir bien, sin mayores sobresaltos; y dos, porque no quiero ver disminuida mi pensión, la que se vería afectada con los retiros.

Las razones por las cuales tengo una pensión que me permite vivir bien son tres: uno, no tengo lagunas, desde el año 1974; dos, he podido trabajar en buenas organizaciones con sueldos razonables; y tres, he cotizado el doble de lo que era obligatorio. Esto último no lo hice porque tuviera confianza en las AFP, sino porque preveía como imposible jubilar bien con la tasa obligatoria y con el tope imponible existente. En todo caso, lo que prometió el sistema AFP en sus inicios, no se cumplió ni de cerca. Se decía que uno jubilaría en el 2020 con el 100% del sueldo. Una falsedad absoluta que les está pasando la cuenta a las AFP.

Cabe destacar que al menos hasta ahora, la salud me ha acompañado, junto con no tener deudas, atributo que desgraciadamente no muchos tienen, ya sea por tener bajos ingresos y/o caer en un consumismo exacerbado alentado por una publicidad agobiante capaz de transformar deseos en necesidades sin mayor trámite.

Dado lo señalado, si sacara mi 10%, sería para invertir, una alternativa que tendría sentido si fuese un buen inversionista, si me permitiese obtener ingresos por encima de los que dejaría de percibir de mi fondo de pensiones. No es mi caso. En consecuencia, dada mi particular situación, no tengo razón alguna para sacar nada.

Distinto puede ser el caso de otros. La pandemia ha afectado fuertemente, y a muchos los ha pillado mal parados, ya sea por estar endeudados, por tener trabajos informales, precarios y/o mal pagados, o con mala salud. No necesito ahondar respecto del tiempo que vivimos y que está a la vista: muchos han visto perder sus trabajos, pero los gastos fijos permanecen. La imposición de medidas de prevención sanitaria ha impactado tan fuertemente el quehacer económico nacional que, dada la emergencia y la insuficiencia y/o retraso de las medidas de apoyo entregadas  -postergaciones de pagos de servicios básicos y otros, las ayudas, los apoyos desde las más diversas esferas, los bonos, las canastas, entre otras-, insuficientes para la magnitud de las dificultades que atraviesan las familias, se ha abierto la alternativa de recurrir a los fondos destinados a nuestra vejez. 

Si bien esta alternativa surge a raíz de la excepcional realidad que se está viviendo, es preciso resaltar que se ha visto reforzada por tres factores. Uno, el énfasis puesto por en la publicidad de las AFP de que los fondos son de cada uno de los cotizantes para asegurar su futuro.  Por lo mismo, los cotizantes se sienten con el derecho de recurrir a tales fondos cuando de una emergencia se trate, como el que se está enfrentando. Dos, el déficit de legitimidad de las AFP, impuestas en tiempos del innombrable, y que a lo largo de estas décadas no han sido capaces de revertir. Tres, la insuficiencia de las medidas adoptadas a nivel gubernamental dada la envergadura de la crisis económica que se está viviendo y que ha acompañado la crisis sanitaria, como ya se ha dicho más arriba. A los factores señalados se podría agregar un cuarto dado por quienes quieren hacer zumbar el sistema de las AFP

En concreto, cuando me preguntan si estoy a favor del retiro del 10% mi respuesta es sí, dada la emergencia, y dejando en manos de cada uno la decisión de hacerlo o no. 

Mientras persista la pandemia, mientras continúen las restricciones que limitan el desarrollo de actividades productivas, haya personas afectadas y las ayudas sean insuficientes, será inevitable que se persista en el retiro de los fondos previsionales. No debiera sorprendernos que surja un cuarto, quinto, sexto retiro.

Para saber más: 

https://www-latercera-com.cdn.ampproject.org/c/s/www.latercera.com/opinion/noticia/quien-pagara-los-retiros-de-las-afp/L3T2B4TU3ZCZHNHRNHBDF5QGZU/?outputType=amp


¿Qué nos está diciendo Pamela?


Si bien en lo relativo a las precandidaturas presidenciales hasta la fecha no se visualiza favorito alguno, hay tres elementos que llaman poderosamente la atención. Uno es la proliferación de precandidatos a uno y otro lado del clivaje izquierda-derecha; dos, que no hay ninguno que se haya despegado del pelotón; y tres, que la diputada Pamela Jiles encabece las encuestas con un respaldo del orden del 20%, esto es, que uno de cada cinco chilenos estén disponibles para votar por ella.

Más allá de sus insuficiencias, que no son pocas –la ausencia de una trayectoria política, la carencia de un ideario político identificable, una conducta política errática, entre muchas otras-, la sola posibilidad de que se lance a la próxima contienda presidencial y de que en este minuto esté punteando las encuestas, nos debe invitar a preguntarnos ¿qué hay tras Pamela? ¿Qué induce a las personas a votar por ella, o a pensar en votar por ella? ¿Por qué genera adhesión? ¿Quiénes están con ella?

Para estos efectos se podría afirmar que Pamela está logrando capturar el creciente rechazo a las clases dirigenciales de todo orden –políticas, económicas, religiosas, deportivas, sociales-. En concreto, estaría interpretando un malestar por parte de los perdedores del sistema, representando a quienes han perdido toda credibilidad en los dirigentes de los partidos políticos convencionales. Como perdedores estoy incluyendo a quienes viven acosados y abrumados por las deudas contraídas, por quienes viven a salto de mata con trabajos precarios, con bajas remuneraciones, mientras en los medios de comunicación los invitan a consumir y son incapaces de resistir las tentaciones. Ven como ganadores a quienes la tienen en bandeja, a quienes les llueven oportunidades. No ven asociación alguna entre el esfuerzo personal y la posibilidad de salir del pantano.

El protagonismo de Pamela ha aflorado a raíz de los sucesivos proyectos de retiro de los fondos de pensiones presentados en el parlamento, que si bien no fueron originados por ella, los ha impulsado con tal fuerza que la gente cree que son de ella. A eso cabe agregar que su populismo ha logrado arrastrar a casi la totalidad de la clase política.

En democracia lo expuesto es todo un desafío porque tras ella no existe proyecto político alguno, no hay nada, el vacío mismo, tan solo nepotismo puro y duro como lo prueban las candidaturas de su marido a una gobernación y de la hija de su marido a la convención constituyente. Tras Pamela no hay derecha ni izquierda alguna, tan solo desencantados que no creen en nada. La presencia de Pamela nos invita a pensar en qué estamos haciendo mal. Invita a desfarandulizar la política, a recoger las inquietudes de los perdedores, sin posponerlos una y otra vez. Por último, invita a tener la humildad para reconocer que no todos los ganadores y perdedores lo son porque se lo merezcan, y que entre unos y otros se necesario tender puentes.

abril 27, 2021

El factor político

Photo by Michael Dziedzic on Unsplash

La reciente resolución del tribunal constitucional (en adelante TC) en torno al tercer retiro del 10% de los fondos de pensiones ha sido un duro golpe al gobierno que apostó a la inconstitucionalidad del proyecto aprobado por el congreso nacional, tanto en la cámara de diputados como en el senado. Aprobación que incluyó a representantes adherentes del gobierno.

La decisión adoptada por el TC –también llamada la tercera cámara- da cuenta de que no existe una única verdad jurídica, de que todo puede interpretarse de una u otra manera. Interpretación que depende de los vientos que estén soplando, particularmente cuando estos vientos son muy fuertes, levantan polvaredas, amenazan temporales o tempestades. El lector se preguntará ¿de qué vientos estamos hablando? De los vientos políticos. No del clima en términos meteorológicos, sino que del clima político.

El TC, constituida por supuestos dioses nominados por las élites a propuesta de las distintas corrientes políticas dominantes, es un organismo supuestamente autónomo cuyos integrantes serían ilustres personajes. Éstos, estarían suficientemente iluminados como para no pertenecer a este mundo terrenal, estar por sobre el bien y el mal, sin ideología alguna, a pesar de que si les hacemos una radiografía, observaríamos que cada uno tiene su corazón inclinado hacia uno u otro lado.

Con su decisión, el TC ha demostrado la relevancia que tiene el factor político, que intervino no solo en esta ocasión, sino que está presente en todo momento. Confirmó que se trata de un órgano político más, incapaz de sustraerse al vaivén político imperante como aspiran los poderes fácticos.

Existe un cierto sector político, en particular la derecha y la centroderecha, que quiere hacernos creer que existen decisiones, particularmente las de orden económico, que deben adoptarse con independencia del factor político. Una y otra vez insisten en que todo lo que tiene que ver con la economía no debe verse contaminada por la política, o por factores políticos. Asumen que toda incursión de la política en la economía la contamina negativamente. Olvidan que la economía es política desde el minuto que productores y consumidores son personas con sus preferencias que naturalmente buscan incidir y dominar en los mercados, los que deben regularse de alguna manera. Las características de estas regulaciones, inevitablemente vendrán dadas por factores políticos, por quienes están en posesión del poder económico, social y/o cultural, ya sea a la vista o por debajo de la mesa. En este último caso se suele hablar de los poderes fácticos, los que actúan en las sombras.

A modo de ejemplo, recuerdo que el permiso posnatal fue negado una y otra vez por parte de la derecha cuando era oposición, porque desincentivaba la contratación de mujeres, y por tanto una medida que aparentemente las beneficiaba, terminaría perjudicándola. El argumento era esencialmente económico puro, ortodoxo, matemático, apolítico, como si estuviéramos operando sobre objetos inertes. Con el tiempo, de la noche a la mañana, modificaron su postura por razones meramente políticas. Tomaron la temperatura del ambiente y vieron que el horno no estaba para bollos.

Otro ejemplo viene dado al crearse las AFP, un vulgo sistema de capitalización privado obligatorio individual, basado en el aporte de los trabajadores, sin ningún aporte estatal ni empresarial, impuesto e implementado tan solo para el mundo civil. No incluyó al mundo de las FFAA y Carabineros, a quienes se les mantuvo un sistema de reparto. El fundamento básico de ello radicó en que las FFAA y Carabineros eran el soporte político del régimen del innombrable, que el mundo civil no tenía representación política alguna, salvo el mundo empresarial que se veía beneficiado al no aportar a los fondos de pensiones, y sí beneficiarse de ellos al posibilitar acceder a dichos fondos.

En síntesis, no nos engañemos, el factor político ha estado, está y estará siempre presente, a la vista o escondido. Inevitablemente, en cada fallo del TC, implícitamente el factor político entra a tallar. Nos guste o no.

abril 20, 2021

Covid19 y sus protagonistas

Photo by Huyen Pham on Unsplash

La pandemia está demostrando la importancia que tenemos todos para derrotarla. Sin embargo, esta responsabilidad descansa particularmente en los científicos, el personal de salud, los políticos, los empresarios y los periodistas.

Los científicos por sus capacidades para investigar el virus y encontrar vías para neutralizar su capacidad para atacar nuestra salud. Los resultados ya están a la vista con el desarrollo de vacunas en tiempos records. El personal de salud –médico y paramédico-  que está llevando a cabo un heroico combate por recuperar a los pacientes afectados por covid-19. Todos ellos, científicos y personal de salud, han sabido estar a la altura de las circunstancias.

Distinto ha sido el caso de políticos –de gobierno y oposición-, empresarios y periodistas. Políticos y empresarios, al igual que el grueso de los economistas ortodoxos, han tendido a privilegiar intereses políticos y económicos por sobre una visión integral, de conjunto, con la verdad por delante, que facilitara la adopción de medidas efectivas desde el primer minuto que se desató la pandemia. Los periodistas, por su incapacidad para ejercer su rol de cuarto poder, de controlador del poder político y económico, exigiendo que se provea de información veraz, completa y oportuna a la ciudadanía.

En consecuencia, si ha quedado algo de manifiesto desde el inicio de la pandemia, es la necesidad de disponer:

1. De un sistema de salud público robusto capaz de sortear los desafíos del día a día, y capaz de superar los desafíos que impone una pandemia como la que estamos enfrentando; y

2. De periodistas y medios de comunicación suficientemente incisivos, críticos y escudriñadores, que les permita cumplir con el rol de comunicar con meridiana claridad a la ciudadanía la realidad que se está viviendo y los fundamentos de las medidas adoptadas por las autoridades.

Por último, pero no por ello menos importante, se ha desnudado nuestra interdependencia: que lo que le ocurra a un tercero, también afecta a uno, y viceversa. Los contagios han puesto sobre la mesa que la salud de los demás incide en la salud de uno. Lo mismo se puede afirmar a nivel de los países. Lo que esté ocurriendo en otro país, de manera directa o indirecta, impacta en los demás países. En síntesis, ningún país se la puede solo sin la colaboración de los demás; lo mismo vale respecto de las personas. No sacamos nada solos, salvo aislándonos, si los demás no asumen también su responsabilidad.

En este plano se observa un fracaso político a nivel mundial de primer orden. La política de que cada país se las arregle con sus propias uñas, no ha funcionado, por el contrario, ha agravado el problema. La pandemia ha demostrado que para problemas mundiales se requieren políticas mundiales por sobre políticas nacionales.

La segunda guerra mundial dio origen a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destinado evitar una tercera guerra mundial. En esta ocasión,  Covid19 está demostrando la necesidad de disponer de un organismo mundial, en este caso de salud como es la Organización Mundial de la Salud (OMS), con competencias y atribuciones que vayan más allá de sugerir o recomendar como ocurre en la actualidad.

abril 15, 2021

La vacuna ¿ha servido de algo?

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A más de un año del inicio de la pandemia y a varios meses de la aparición de la vacuna contra covid19, surge de boca de muchos, la pregunta del millón: ¿La vacuna ha servido de algo?

Se trata de una pregunta legítima. Recordemos que cuando partió todo a fines del 2019, y viendo los estragos que estaba causando covid19, las esperanzas se centraron en la pronta aparición de la vacuna salvadora. Gobiernos, laboratorios y científicos de todo el mundo concentrando sus esfuerzos en el logro de la vacuna. Los gobiernos proveyendo los recursos financieros para que laboratorios y científicos pudiesen desarrollar todo el proceso asociado a la fabricación de una vacuna al más breve plazo posible.

Es así como a fines del 2020 aparecen las primeras vacunas de distintos laboratorios que compiten entre sí en precios, en eficacia, en oportunidad de aparición, en seguridad. Las empresas farmacéuticas que están tras estos laboratorios están más que interesadas en el éxito de sus respectivas vacunas. Mal que mal, tras las vacunas hay apetitosas ganancias.

El tiempo de desarrollo de una vacuna es considerable, deben quemarse etapas investigativas, efectuarse pruebas orientadas a prevenir efectos adversos y a proveer el máximo de seguridad. De allí que desde que aparece un nuevo virus, hasta que aparezca una vacuna que lo neutralice, transcurre un tiempo no despreciable, que tradicionalmente ha tomado años.

En esta ocasión todo se ha dado en tiempo record, lo que es encomiable, pero no está exento de objeciones. Hay presiones de distinto orden, muchas razonables, así como otras espurias. Hay presiones de los gobiernos que desesperan al ver las caídas de sus economías, de las empresas farmacéuticas por “saltarse” pasos en el desarrollo de sus vacunas para ser los primeros.

Los medios de comunicación procuran informar a una población que enfrenta por primera vez un fenómeno de esta naturaleza donde pareciera que todos están dando palos de ciego sin saber a qué atenerse, como si estuviésemos ante una piñata cuando cumplíamos nuestros primeros años de vida. Las redes sociales multiplican mensajes contradictorios, donde unos y otros recurren a “expertos” con la última palabra en apoyo a las respectivas posturas.

Salen las vacunas a la cancha y nos encontramos con algunas paradojas. La pandemia no declina, incluso más, agarra vuelo. Entonces nos preguntamos, no sin razón ¿ha servido de algo la vacuna?

Los antecedentes dados más arriba pueden ayudar a respondernos.  Las vacunas han salido por la vía de la emergencia, esto es, sin haber pasado por todas las pruebas que un proceso normal hubiera implicado. La crisis sanitaria y económica ha obligado a gobiernos a abrirse a esta vía, la que está contemplada para situaciones como las que estamos viviendo. De allí que los niveles de eficiencia y seguridad no sean los que hubiésemos querido. En la cancha se están viendo los gallos, perdón, las vacunas. Ya lo estamos viendo con los efectos adversos por parte de vacunas que han afectado a algunos y que han obligado a ciertos países a suspender la aplicación de vacunas de marcas específicas. En estos días, en el contexto de una conferencia internacional pudimos observar cómo una experta que ya estaba en el podio, se desmayó en forma fulminante producto de una trombosis, ocasionada al parecer por una vacuna en particular.

En Chile tenemos un proceso de vacunación que ha asombrado al mundo entero, tal como en su momento Uruguay concentró la admiración mundial con su política de libertad responsable. Al final del día, todo se derrumbó. Hoy Uruguay y Chile son campeones en contagios, muertes y demases.

Chile tiene a buena parte de su población vacunada, pero así y todo, la pandemia sigue su curso, los hospitales están colapsando y el personal de salud ya no da para más.

¿Qué está pasando? ¿Significa que la vacuna no sirve para nada? Sirve, pero ella por sí sola no basta. Sirve desde el minuto que en Chile se está comprobando que la tasa de muertes por covid19 en la población de mayor edad está disminuyendo. Es justamente el segmento de la población que ya está mayoritariamente vacunada. No es un dato menor. Y la que está aumentando es la de la población de menor edad, que aún no está vacunada. Es claro que se está haciendo camino al andar. Es un tema de tiempo, no solo eso, es también un tema de comportamiento de gobernantes y gobernados. La vacuna no sirve de nada si bajamos la guardia, si seguimos revolviendo el gallinero como si acá no pasara nada. No, esto no es broma!

En todo caso, adhiero a lo que un amigo me ha hecho saber al hacerle llegar mi respuesta a la pregunta que encabeza esta columna, que la vacuna está demostrando que: 1. Las agencias responsables de aprobar medicamentos no son tan competentes como las circunstancias lo exigen; 2. La ausencia de liderazgo a nivel dirigencial, tanto en el ámbito político como profesional, ante un problema de primera magnitud; y 3. La existencia de “estupidez de rebaño”.

En síntesis, la vacuna sirve, pero no basta, no sirve tanto como quisiéramos porque salió apurada sin haber pasado la prueba de la blancura, y porque nos comportamos como si ella tuviera un efecto milagroso.

  

abril 13, 2021

¿Qué nos dicen los resultados de las elecciones en Ecuador y Perú?

Photo by Chandler Hilken on Unsplash

El pasado domingo tuvieron lugar las elecciones presidenciales en Perú y Ecuador. En este último país fue la segunda vuelta ganada por el candidato de derecha, Lasso, exbanquero, en su tercera incursión presidencial. En Perú se trató de la primera vuelta, sin que ninguno de los candidatos obtuviera la mayoría absoluta, razón por la cual habrá una segunda vuelta entre las dos primeras mayorías.

En Ecuador, de alguna manera se preveía el triunfo de Lasso a pesar que en la primera vuelta, el candidato representante del correísmo, Araúz,  lo aventajó con creces. A duras penas, y a última hora, Lasso entró a la segunda vuelta, la que tuvo que disputar voto a voto con el candidato del movimiento indigenista, Yaku Pérez, quien dio la gran sorpresa.

El desafío de Lasso era entrar a la segunda vuelta. El correismo no ha logrado escapar al personalismo de su progenitor, lo que ha impedido su institucionalización y constituirse en un proyecto político confiable. Si bien se le suele adscribir a la izquierda, la verdad que ésta no lo reconoce como tal, lo que quedó demostrado en la segunda vuelta.

Lasso no la tendrá fácil, de partida no creo que le ayude su condición de exbanquero y su recetario neoliberal, tampoco le ayuda para nada las condiciones en que recibe el país. En todo caso esto último no le servirá para no cumplir las promesas efectuadas en campaña.

En Perú, se tenía una gran cantidad de candidatos en carrera, siendo una incógnita quiénes lograrían pasar a la segunda vuelta. Cualquier resultado habría sido una sorpresa y de hecho, lo fue. La primera mayoría recayó en un candidato de la izquierda radical,  Pedro Castillo, profesor primario rural y líder sindical., con casi un 20% del total de votos. Su frase favorita es "¡Nunca más un pobre en un país rico!". La segunda mayoría la obtuvo Keiko Fujimori en su tercera incursión presidencial con tan solo poco menos del 15% de los votos, la menor proporción de todas sus anteriores postulaciones. Si me forzaran a vaticinar qué ocurrirá en la segunda vuelta, me atrevería a apostar, aún a riesgo de perder la apuesta, que gana Keiko.

Para la derecha, en general la clave es pasar a la segunda vuelta. Lográndolo, las posibilidades de ganarla se elevan considerablemente aún cuando a ella entre con menor votación que su contrincante. ¿La razón? Es más fácil reunir los votos de la derecha, que los de la izquierda. ¿Por qué? Para estos efectos citaré al Pepe Mujica, expresidente uruguayo, quien sostuvo que “Las izquierdas se dividen por ideas. Las derechas se juntan por intereses”.  Esto se vio en la última elección presidencial chilena y lo seguiremos viendo no solo en Chile, en Latinoamérica, sino que en el mundo.

En síntesis, la derecha se las arregla, por las buenas, o las malas, para salir con las suyas.  Una realidad indesmentible. Para ello basta con ver lo que ocurre en Chile. La izquierda tiende a ser reacia a acercamientos al centro por temor a desnaturalizarse. Temores que tienen sus fundamentos, pero que alejan y dificultan sus posibilidades de acceder al poder político. Cuando ha logrado superar esos temores, ha triunfado sin mayores dificultades, pero quedando con sabor a poco luego de gobernar. Pone el acento en lo no alcanzado, en desmedro de los avances logrados, como ha sido el caso de la extinta Concertación en Chile. Olvida que un gobierno que quiera desarrollar cambios profundos en la sociedad, requiere de mayorías sólidas y consistentes. De lo contrario, saldrá trasquilada.

abril 12, 2021

La pandemia y la nueva constitución

 

Photo by Hedgehog Digital on Unsplash

La pandemia arrecia desafiándonos diariamente a adoptar todas las medidas a nuestro alcance para evitar que covid19 haga presa de nosotros. La buena noticia es que hay un proceso de vacunación en marcha, sin mayores contratiempos, observándose ya una baja en la muerte de adultos mayores,  primeros beneficiarios; la mala noticia, que covid19 sigue causando estragos, ahora en la población de menor edad, no obstante las restricciones que se nos han impuesto como personas y empresas. A ello se suma que está en duda la efectividad de la vacuna china con que se nos ha estado inoculando, y un peligroso copamiento de la capacidad de atención hospitalaria, tanto del personal de salud – médico y paramédico- como de la infraestructura física.

Más que buscar responsables o culpables de la realidad que estamos enfrentando, lo expuesto da cuenta de la necesidad de un análisis introspectivo respecto de los cuidados que están en nuestras manos implementar: distancia física, uso de mascarillas, lavado de manos, reducir salidas y contactos a los mínimos estrictamente necesarios.

Después de la noche, siempre viene el día; después de una tormenta, tiende a salir el sol. Más temprano que tarde, la pandemia será pasado. Por lo mismo es un imperativo no dejarnos llevar por la desesperación, muy por el contrario, es la hora de apretar la marca, de insuflarnos de optimismo, de no dejarnos arrastrar hacia la apatía, la indiferencia, la ansiedad (ver video). Ellas solo nos pueden conducir a un pozo negro. Ya llegará la hora de retomar los contactos físicos con nuestros seres queridos, del retorno a lo nuestro, a las conversaciones, a todo aquello que da sentido a nuestra existencia. Estamos en pausa. Ya volveremos en gloria y majestad.

Aprovechemos este período para repensarnos, para alterar nuestras rutinas, para hacer un alto en nuestra andadura existencial. Casualmente, o intencionalmente, estamos en medio de un proceso político conducente a disponer de una nueva constitución que también nos invita a repensar nuestra historia, lo que hemos sido como país, y el país que aspiramos tener.

La pandemia forzó el aplazamiento del proceso electoral. En cierto modo podríamos afirmar que la pandemia nos está dando tiempo para redefinir nuestras prioridades individuales, familiares, laborales y sociales, y vincularlas con el país que queremos.

Tendremos un Chile prepandemia y un Chile pospandemia. De nosotros depende que el Chile que emerja sea el que ansiamos. Ello se verá facilitado por la disposición con que nos encontremos a la hora de debatir la nueva constitución. Si nos atenemos a lo que las distintas corrientes políticas han estado planteando respecto del Chile que deseamos, no parecieran haber mayores desacuerdos: un país más amable, más integrado, más solidario, menos desigual, más respetuoso de la naturaleza, sin zonas de sacrificio. Las discrepancias parecieran centrarse en las vías para alcanzar ese objetivo. Esas discrepancias serán las que se deberán debatir en el marco de una pandemia que nos está exigiendo lo mejor de cada uno de nosotros en un entorno reflexivo.

abril 06, 2021

Gestionando las frustraciones

Photo by Christian Erfurt on Unsplash
En uno de los clásicos programas televisivos en el que se compite entre distintos concursantes, uno de ellos reaccionó de mala manera al ser eliminado y ver frustrados sus deseos de avanzar en la competencia correspondiente. Se sintió mal evaluado, afectado por una injusta evaluación.

A lo largo de nuestras vidas es inevitable que experimentemos una sensación de frustración cuando nuestras expectativas, nuestros deseos no son satisfechos. Es natural que así sea, particularmente cuando se perciba una sensación de injusticia. Sin embargo, por todos los medios posibles, debemos evitar perder los estribos, reaccionar mal. A como dé lugar debemos procurar sobreponernos. Caídas, frustraciones, tenemos todos, moros y cristianos.

Nos frustramos cuando queriendo jugar un partido, el entrenador nos relega a la banca; nos frustramos cuando postulamos a un puesto de trabajo que creemos merecer, y somos rechazados; nos frustramos cuando queriendo ocupar un puesto más alto en la empresa o tener una mayor remuneración, se pospone o rechaza nuestra petición; nos frustramos cuando remitimos un paper a una revista, y es rechazado o aceptado pero con múltiples observaciones que deberán ser acogidas; nos frustramos cuando postulamos un proyecto ante un fondo concursable o en una licitación, y es rechazado.

Los rechazos duelen, particularmente cuando ellos provienen de quienes lo hacen sin mayores fundamentos, razones o argumentos, ni sugerencias de mejoramiento. Así y todo, dado que inevitablemente pasaremos por tales situaciones, debemos  ser capaces de gestionarla, controlarla, manejarla, domesticarla, de modo que nuestra reacción juegue a favor nuestro, no en contra, sacando las lecciones del caso. No debemos permitirnos que la frustración nos deprima, nos hunda, sino que todo lo contrario, verlo como un escollo a ser superado.

Esto lo lograremos, ya sea por la vía de limitar nuestras expectativas o deseos, mediante la correspondiente reflexión introspectiva, como por un apropiado análisis del contexto en que nos desenvolvemos, con el propósito de cerrar la brecha entre lo deseado y lo posible.

También lo lograremos si somos capaces de asimilar las observaciones, las razones por las cuales en su momento fuimos rechazados. Una reacción proactiva por lo general da buenos resultados. De los rechazos se aprende más que de las aprobaciones. No pocas veces aprobaciones de buenas a primeras dan cuenta de evaluaciones displicentes, no rigurosas. Una evaluación más estricta, más severa, muchas veces puede más que una laxa, relajada. Hay momentos y momentos. Un paper o un proyecto que ha sido rechazado en una primera instancia evaluadora con observaciones de forma y fondo, pueden contribuir a que salga uno mucho mejor a aquel que fuera aprobado de buenas a primeras.

En el fútbol, y en el deporte en general, vemos con frecuencia cómo jugadores salen de la cancha en medio de un partido frustrados por el cambio ordenado por el entrenador. No pocas veces expresada con rabia o violencia. Lo mismo ocurre con los entrenadores cuando ven que se les escapa un triunfo a segundos del término del partido.

En síntesis, frente al mal tiempo, hay que apechugar, aguantar, recoger velas, sacar las lecciones del caso, ver qué mejorar, qué cambiar, aperrar, y volver a arremeter con todo. No renunciar ni bajar los brazos.

abril 04, 2021

La vida no es una carrera

Photo by Snowscat on Unsplash

En tiempos de pandemia, en una de las redes sociales vinculadas al mundo del trabajo apareció una queja expresada como sigue “Me quiero cambiar de trabajo, llevo 5 años de jefe de área y no veo oportunidades para subir de cargo”. Queja proveniente de quien con alrededor de 30 años se veía estancado, sin mayores horizontes, sin "poder escalar". Desgraciadamente se trata de un enfoque cada vez más frecuente, particularmente entre los más jóvenes o quienes inician su vida profesional.

Las preguntas que me hago cuando me encuentro con quienes así se plantean, es ¿Para qué quieres "subir de cargo"? ¿Crees que la vida es una carrera?

Esta conducta proclive al cambio laboral al interior de una empresa, o a otra empresa, es consecuencia de estar inmersos en una sociedad que estimula el “aprovechamiento de las oportunidades”, o que asocia el cambio al emprendimiento, a la innovación o a la creatividad. Sin querer queriendo, se alienta una visión de la vida como si de una carrera se tratara, de andar galopando por la vida buscando ascender, ganar más. Son quienes vinculan el éxito al ascenso laboral y/o salarial; en tanto que el fracaso se relaciona con la permanencia en un mismo puesto de trabajo, en una misma empresa. Desprecian la estabilidad privilegiando la volatilidad, la ambición.

Entre los gurúes o quienes ofician de coach, suelen afirmar que querer es poder, para lo cual interrogan a quienes recurren a sus servicios: ¿dónde quieren estar en 10 años más? En base a la respuesta proponen elaborar un plan, una hoja de ruta con el propósito de estar donde se quiere estar.

La vida me dice que se trata de una pregunta de difícil respuesta, o sin respuesta. Se requiere una lucidez y una clarividencia que está reservada para unos pocos. La mayoría nos movemos en las penumbras, somos como hojas a merced de vientos que no manejamos. Como dijera en su tiempo Ortega y Gasset, uno es uno y sus circunstancias, las que no manejamos ni controlamos. Circunstancias que nos superan, que acotan nuestro espacio de decisiones, que limitan nuestra elección y que no podemos soslayar, pero que sí debemos reconocer para una suerte de ajuste mutuo.

Por lo señalado, difícilmente podemos proyectarnos laboralmente, así como afirmar que nuestras vidas han sido tal cual las planeamos, tal cual quisimos que fueran.

Ver la vida como una carrera encierra costos no menores, tanto en términos de salud, como familiares, que no son despreciables. No todo lo que brilla es oro. El sosiego, la reducción de las ambiciones, una forma positiva de ver las cosas, la estabilidad, reporta beneficios no despreciables que en el último tramo de este trayecto de vida, se agradecen. Al final del día, lo que nos da sustancia, es lo que somos, más que lo que hacemos o tenemos, nuestro interior, nuestros valores, nuestro bagaje cultural, nuestra capacidad para relacionarnos con los demás y con la naturaleza. 

abril 01, 2021

La danza de los millones

Fuente: www.fundaciónsol.cl

La actual campaña política chilena asociada a las próximas elecciones, se caracteriza por: 1) tratarse de 4 elecciones simultáneas, la de constituyentes o convencionales, de gobernadores, de alcaldes y concejales; 2) la altísima cantidad de candidatos, la inmensa mayoría desconocidos para los mortales de a pie; 3) el alto número de candidatos independientes, o que postulan como tales; 4) la gran cantidad de candidatos que ocultan su militancia partidaria; 5) desarrollarse en pleno apogeo de una pandemia que se resiste a decaer; y 6) comprometer cuantiosos recursos monetarios.

No deja de sorprender este súbito interés electoral, incluso de parte de quienes abominan de la política, particularmente de quienes en su fuero interior quisieran que no hubiesen elecciones. Son quienes prefieren que apareciera algún “salvador” que nos ahorrara la realización de elecciones periódicas que solo abren espacio para que una chusma ignorante se haga partícipe de decisiones en el ámbito público. Resignados a que tengan lugar las elecciones quienes históricamente han tenido el sartén por el mango, se han lanzado al ruedo con el propósito de no perder los espacios de poder que poseen desde los tiempos de la colonia. Cuando en ocasiones han perdido tales espacios, no han dejado de recuperarlos con creces, sacando los aprendizajes correspondientes.

En esta columna me centraré en los recursos monetarios comprometidos, tanto los de origen público como privados, particularmente de estos últimos. Respecto de los primeros, no deja de llamar la atención que tales aportes sean directamente proporcionales a la votación alcanzada en las elecciones más recientes, esto es, a mayor cantidad de votos, mayor es el aporte público que reciben. Lo señalado implica que los partidos más grandes tienen derecho a recibir mayor cantidad de fondos públicos para financiar sus campañas políticas. Es como si en una carrera de 1,000 metros, a unos se les permite partir de más adelante o antes de tiempo, y a otros, desde más atrás o después que otros. Estimo que todos los partidos políticos legalmente establecidos, una vez cumplidos los requisitos exigidos para su formación, debieran tener acceso a la misma cantidad de recursos públicos, la misma cantidad de tiempo en los medios de comunicación masivos, etc.

Respecto de los aportes privados a la campaña resulta desvergonzada la nómina de los principales donantes. Sin duda que no se trata de algo nuevo, por cuanto siempre han existido bajo cuerda, con la ventaja de que ahora son de conocimiento público. Es un avance, pero ello no quita la distorsión que ella genera en la capacidad de difusión de los mensajes que los distintos candidatos desean entregar a la población. Al revisar la nómina de los donantes, ellos tienden a ser de lustrosos apellidos, cuyos discursos proclaman la intensificación de la competencia, pero que con sus apoyos financieros terminan reduciendo la competencia política.

Mal que mal con plata se compran huevos. Por lo demás, cuesta creer que tales aportes económicos sean por bolitas de dulce. Al observar quienes son los candidatos más beneficiados, particularmente a quienes postulan a la convención constituyente, uno no puede sino pensar que es para defender sus propios intereses antes que el bien común. O bien, que confunden sus propios intereses con los nacionales, fenómeno por lo demás bastante frecuente.

Lo señalado se confirma al conocer las cifras comprometidas. Que hayan candidatos recibiendo aportes privados por sobre $ 100 millones y otros por debajo de dicha cifra puede hacer la diferencia en el resultado electoral. Por suerte la correlación no es lineal, y se han dado casos de que han salido derrotados candidatos con mayores aportes, pero desafortunadamente no es la norma.

Por lo expuesto, para reducir la influencia del dinero en la política, en los procesos electorales, con miras a al fortalecimiento de la democracia, es indispensable una ciudadanía crítica, reflexiva, capaz de sustraerse a a los cantos de sirena con que diariamente nos bombardean. Cuál es la idea? Que no sea el dinero el que haga la diferencia, sino que la competencia de ideas.