febrero 26, 2015

Política y ética

Los hechos que estamos conociendo, no solo en Chile, sino que a nivel mundial, y que se arrastran desde hace tiempo, dan cuenta de una nefasta disociación entre la política y la ética. No son lo mismo, pero deben relacionarse entre sí, porque de lo contrario la política pierde sentido.

Es lo que está ocurriendo. Da vergüenza ver a muchos políticos mendigando ante las empresas para financiar sus campañas usando toda clase de artilugios. Quienes ganaron sus cargos en virtud de los recursos financieros que dispusieron a partir de “raspados de olla”, lo hicieron con malas artes, porque en caso contrario muy probablemente habrían perdido. Da vergüenza ver a muchos de estos políticos solicitando a familiares que facturen por servicios a empresarios para que estos puedan imputarlos como gastos. Da vergüenza que estos empresarios acepten facturas por servicios no prestados. No quiero meterme en la vaina de la evasión de impuestos que hay tras todo este tinglado.

Nada de esto es gratis. Después viene la pasada de cuenta. Esos millones pasados bajo la mesa después se cobran. Diputados y senadores que hacen las leyes, deberán hacerlas a la pinta de quienes los financiaron, en vez de quienes los votaron. Lo mismo vale respecto de los alcaldes y concejales, y de toda autoridad pública.

Da vergüenza ver el tráfico de influencias y la opacidad en las actuaciones de quienes se supone deben ser modelos de comportamiento. Da vergüenza que el hijo de la presidenta, socialista por más señas, eche por tierra el combate contra la desigualdad haciendo uso de sus privilegios para que su esposa obtenga un préstamo con miras a obtener plata fácil, a la pasada, especulando, riéndose de todos los que se ganan la vida con el sudor de su frente o de su trabajo. Más encima tiene el desparpajo de afirmar que no hizo nada ilegal, olvidando que su actuación por más legal que sea, es inmoral, particularmente cuando se profesa el ideal socialista que procura defender a los trabajadores, no a los especuladores.

Ahora se aspira regular la relación entre la política y los negocios, entre el mundo público y privado. No creo que sea regulable porque siempre se encontrará una vía para vulnerar las regulaciones cuando la vara ética está por los suelos.

No se trata de que los políticos y empresarios sean angelitos inmaculados; se trata simplemente que para tener una democracia que funcione razonablemente bien es indispensable que existan políticos y empresarios decentes, que haya un mínimo de respeto por el otro. Políticos y empresarios cuyas actuaciones estén regidas por un mínimo de cánones éticos que cualquiera con dos dedos de frente conoce.

febrero 19, 2015

Agarra Aguirre

Los hechos que se están conociendo –PENTA, CAVAL y otros- dan cuenta de que si bien la derecha ha estado perdiendo terreno electoralmente, lo ha ganado culturalmente.

Desde la dictadura, se han tenido 20 años de gobiernos de una coalición de centroizquierda, la Concertación, seguido de un interregno de 4 años para la derecha, con un candidato fuera de molde, Piñera, que ganó en gran parte porque la gente se compró el cuento de que una persona con fortuna, no necesita robar. Y ahora, se tiene de vuelta una Concertación ampliada, con PC incluida, la Nueva Mayoría, gracias al encanto de Michelle y el cansancio de tanto abuso en tiempos de cólera.

Debe reconocerse que Chile hoy tiene más, que su ingreso per cápita ha crecido una enormidad, que los niveles de pobreza de antaño han disminuido significativamente, que después de la dictadura no vino el caos, muy por el contrario, un crecimiento sin precedentes. Sin embargo, el desarrollo es algo más que crecimiento. No se limita a tener más, sino que a ser más. En este plano la realidad actual dista de ser la patria buena y justa que se buscó a fines de los 80.

Los abusos a todo nivel que se están destapando, y que involucran a moros y cristianos, da cuenta de la penetración del ideal neoliberal. Parecen ser pocos los que se libran del veneno “todo vale” introducido en tiempos dictatoriales y que ha impregnado a gran parte de la sociedad chilena. Todo parece haber comenzado cuando los prohombres que estaban tras las bambalinas de la dictadura compraron empresas estatales cuando fueron rematadas a precio de huevo; cuando la usura dejó de ser usura; cuando las oportunidades había que aprovecharlas a como diera lugar.

La ética, la moral, dejó de ser la guía de las decisiones, pasando a ser reemplazadas por lo que en su momento Radomiro Tomic describió como la psicología del “agarra Aguirre”. Psicología bajo la cual en los medios de comunicación se difunden los valores de una sociedad de consumo que degrada el quehacer y la existencia personal, familiar, social, política y económica. El gran triunfo de la derecha es haber logrado que la codicia que la caracteriza, se expanda hacia el centro y la izquierda. El caso de la nuerísima y su príncipe consorte que “inocentemente” asiste a una reunión con el vice del banco de la Teletón parece no ser sino el broche de oro de una cadena que parece recién iniciarse. Una reunión para hacerse de un crédito con miras a embolsarse miles de millones de un viaje, especulando.

Y ahora tenemos Festival! Quien tasó la apetitosa propiedad donde la nuerísima puso sus ojos, es nada menos y nada más que el actual seremi de vivienda! Para remate, a un fiscal a cargo de una de las causas que se investigan, lo cambian por uno que es hijo de un senador socialista. Aunque me equivoque, me es imposible no pensar que acá hay gato encerrado, que se está maniobrando para dejar que pase el tiempo aprovechando que estamos en tiempos de Festival. Que se esté buscando un acuerdo para “salir” del pantano.

Soy partidario de los acuerdos, que es la esencia de la política, pero no de los acuerdos para tapar sinvergüenzuras, sino que de los acuerdos para destaparlas.

Lo expuesto desmoraliza a quienes quieren vivir de un trabajo decente. Por este camino nos vamos al abismo. Lo inmoral no deja de serlo por ser legal.

Es hora de rebelarse, de separar la paja del grano, de vivir con la frente en alto, de no dejarse llevar por la codicia que nos está destruyendo, como personas, como país.

febrero 12, 2015

Sebastián y la nuerísima

La empresa CAVAL, una sociedad de propiedad del hijo de Michelle, Sebastián Dávalos, y de su esposa, Natalia Compagnion, la nuerísima de Michelle, le echaron el ojo a una propiedad en la V Región que les aseguraría ganancias en el corto plazo. Para comprarla, no necesitaban un crédito por unos millones, sino que por 6,500 millones de pesos!!! A quién se lo pidieron? Al Banco de Chile, que no da crédito a cualquier hijo de vecino, pero en este caso, su vicepresidente Andróniko Luksic, accedió a tener una reunión en noviembre del 2013 con Natalia, quien llegó acompañada por Sebastián. Por obra y gracia del Espíritu Santo, el crédito fue concedido.

No escapará a la comprensión de nadie con dos dedos de frente, que la concesión del crédito no fue por bolitas de dulce. Tampoco escapa a la inteligencia de cualquiera que la petición no era por nada. La tentación de ganancia rápida y fácil, sin mayor riesgo, estaba ahí. Ni la nuerísima, ni el hijo de Michelle, el damo de Chile, no podían dejar escapar la “oportunidad”. Ellos, más que nadie, eran los llamados a rechazar la tentación.

Esto ocurre cuando la derecha, desnuda por el caso PENTA, que reveló la colusión del mundo de los negocios con la UDI, está en las cuerdas. Pero ojo, cuando un adversario está malherido, más peligroso se torna. Y hoy, aún desde el suelo, con toda razón celebra alborozada el “virtual” empate que le llegó desde el cielo, con oposición y gobierno maltrechos.

No faltarán quienes sostengan que no hay paralelismo alguno. Efectivamente se trata de hechos, errores, delitos o irregularidades de distinto tenor, no homologables. Legales o no legales, da lo mismo, pero éticamente reprochables. Lo que tienen en común es el tráfico de influencias, el uso de posiciones de poder y/o de información privilegiada que el común de los mortales no tenemos.
Para resolver este desaguisado, Sebastián no solo debe dar un paso al costado; su madre, Michelle debe despedirlo ipso facto. No hacerlo hecho, la compromete.

Sebastián y la nuerísima no estuvieron a la altura de las circunstancias. Avergüenzan. Su actuación constituye una afrenta para quienes lucharon por derrotar a la dictadura; para quienes siguen creyendo que los valores éticos son importantes, no solo para cacarearlos, sino que para vivirlos.

El día que no nos escandalicemos ante hechos de esta naturaleza, será el día en que como país habremos perdido la brújula. Tenemos el deber de denunciar estos hechos si queremos dar señales claras, sobre todo a las nuevas generaciones. Un país donde domina la política del “todo vale” no tiene futuro; un país cuyas élites son capaces de resistir las tentaciones de las “oportunidades” que provee el poder o el dinero, por el contrario, es un país digno y con futuro, donde sus habitantes pueden caminar con la frente en alto.

febrero 05, 2015

Nadie aborta por gusto

Hay al menos tres temas, desde que tengo uso de razón, por los cuales han saltado y saltan los tapones valóricos: el divorcio, el aborto y la eutanasia. Se explica porque estamos insertos en una cultura, una civilización que valora sobremanera la vida, su carácter sagrado, la familia, su indisolubilidad. Soy parte, y me siento parte de una cultura a favor de la vida y la familia.

Sin embargo, tenemos que lidiar con la vida real, no la imaginaria. Y es en esta vida real donde nos desenvolvemos. Cuando se abordó la necesidad de legislar en torno al divorcio, los sectores conservadores pusieron el grito en el cielo, motejando como divorcistas a sus partidarios, olvidando que se estaba en el peor de los mundos, porque los matrimonios se anulaban en base a la disponibilidad de recursos, y de mentiras, dejando a los hijos de tales matrimonios en pampa. La anulación suponía que lo que había existido, simplemente no había existido; que allí donde hubo fuego, ni brasas, ni rastros quedaban. La derecha recién se avino a legislar sobre el tema, cuando en sus propias filas la indisolubilidad matrimonial de muchos de sus seguidores hacía agua. En concreto, la ley de divorcio no hizo sino dejar atrás una farsa como lo era la anulación.

Ahora estamos en medio de un debate en torno al aborto. Al igual que ayer, los sectores conservadores ignoran una realidad lacerante: la existencia de abortos en condiciones de riesgo por su carácter ilegal, en pobres condiciones sanitarias para unas, y condiciones sanitarias propias del primer mundo para otras. Ignoran que nadie aborta por placer, por gusto, por voluntad. Legislar en torno al aborto es una necesidad, tal como ayer lo fue hacerlo sobre el divorcio, y tal como en un futuro no muy lejano lo será alrededor de la eutanasia.

La posición de la Iglesia Católica la entiendo como una invitación a no abortar, y me parece razonable que así sea. Yo tampoco soy partidario del aborto, y creo que nadie quiere abortar. De igual modo cuando me casé, no fue para divorciarme, sino para vivir juntos toda la vida. Sin embargo, en el derrotero de la vida real, en unos, más que en otros, concurren factores, circunstancias, coyunturas, que hacen imposible seguir juntos. Lo mismo vale respecto del aborto. Tener un hijo o una hija, dar vida, es lo más grandioso que puede ocurrirle a una persona, sin embargo, debe reconocerse que también puede no serlo. De hecho así lo ha sido para muchas mujeres que se han practicado el aborto.