marzo 30, 2007

La violencia desatada

Esta vez fue en el marco del día del joven combatiente que se vivió una nueva jornada de violencia. El epicentro estuvo en el centro de la capital del reino y algunas de sus poblaciones. El saldo final fue del orden de medio millar de detenidos –en su mayoría menores de edad-, carabineros acorralados y lesionados, buses del transantiago, bienes públicos y privados destruidos.

Mas allá que los medios de comunicación incrementen y/o distorsionen la magnitud de lo ocurrido y del aprovechamiento del lumpen, estamos ante hechos graves que deben inducirnos a clamar no solo por más orden y seguridad, sino que a reflexionar por la sociedad que estamos construyendo.

Cuando vemos a menores lanzando bombas molotov y piedras a diestra y siniestra en tierra de nadie; a una turba acosando a una jueza indefensa que se movilizaba en su vehículo; la violencia de los ataques al Hospital del Trabajador, en todos estos actos visualizo un común denominador: la cobardía.

Una cobardía amparada en el anonimato que proporciona el pasamontaña, el pañuelo, la multitud, la inacción de terceros. Me recuerda la cobardía de quienes en tiempos del innombrable torturaban y tiraban vivos al mar por órdenes superiores. Una cobardía amparada en el ataque a mansalva por la espalda, en la indefensión de los atacados, en el desequilibrio de las fuerzas en pugna. De valientes es combatir de igual a igual, frente a frente. Nada de eso hemos visto. La violencia solo genera más violencia, se entra al terreno de la irracionalidad, en el que no gana nadie. Todos perdemos.

Por suerte no son todos los jóvenes los involucrados, ni siquiera la mayoría de ellos, pero así y todo no deja de ser preocupante. Esto se sabe cómo comienza, pero no como termina, y lo que es peor, si no se aborda apropiadamente, puede desencadenar un proceso, una escalada de mal presagio.

Podemos sacarnos el pillo con que esto se da en todo el mundo. En la misma semana, la detención de un joven en la capital de Francia por andar en el metro sin su boleto, gatilló una protesta que duró horas. Y no hace mucho, en París ardió por varios días a raíz de la actuación de la policía con dos jóvenes inmigrantes. Pero eso no nos exime de la cuota de responsabilidad que nos cabe. Debemos encontrar respuesta a las preguntas: ¿qué estamos dejando de hacer para que esto ocurra? ¿qué estamos haciendo para que esto ocurra? ¿qué debemos hacer para que esto no ocurra?

Junto con oponernos a la violencia física observada, con la misma fuerza, ni más ni menos, debemos indagar respecto de las causas, el trasfondo de estas erupciones –la marginalidad y exclusión de muchos-. No podemos ser condescendientes con la violencia ni con sus causas, las que también nos violentan. El mensaje subyacente al mundo político -tras las violentas jornadas de ayer, hoy y siempre-, es la necesidad de abordar sin mayor demora las causas de la violencia desatada.

marzo 23, 2007

La voz de los expertos

Los problemas que debemos enfrentar como sociedad, para su resolución, se pueden abordar desde distintas perspectivas. En general, éstas se clasifican en dos grandes categorías: el enfoque técnico y el conductual.

El primero de ellos, pone el énfasis en la naturaleza técnica de los problemas y sus soluciones. Apela a la voz de los expertos. Son ellos los que deben buscar las soluciones, los que “tienen” las soluciones. Los avances científico-tecnológicos han sacado a los expertos del ostracismo y los han puesto en la vitrina a vista y paciencia de todos. Son los nuevos dioses, los que tienen la última palabra. Quienes no son expertos no tienen pito que tocar. Son las personas y la sociedad en general las que deben adaptarse a las soluciones planteadas por los expertos.

Si la realidad no se comporta de acuerdo a los modelos y predicciones de los expertos, no son los expertos los que han fallado, ni los modelos ni sus predicciones. Para los expertos sería la realidad la que está fallando, pues es ésta la que tiene que ajustarse al modelo. A este grupo tienden a adscribirse los tecnófilos o tecno-optimistas, quienes confían a ojos cerrados en las bondades y posibilidades que ofrece la tecnología para resolver problemas por gordos que sean.

El otro enfoque para la resolución de los problemas, el conductual, pone el acento en las personas, las organizaciones, los grupos humanos, sus comportamientos y culturas, en el impacto que tienen las alternativas de solución sobre las personas y la sociedad en general, así como en sus posibilidades de implementación. En consecuencia, bajo esta visión, toda propuesta de solución debe considerar a los diferentes actores sociales involucrados. A diferencia del enfoque técnico, los protagonistas no son los expertos ni las tecnologías, sino las personas, los grupos humanos comprometidos. Quienes se adscriben a este enfoque tienden a ser tecnófobos o tecno-pesimistas, convencidos que las soluciones basadas en tecnología generan más malestar que bienestar y que ningún proyecto tecnológico es autónomo puesto que siempre estará al servicio de proyectos o grupos políticos y/o económicos, explícitos e implícitos.

Pero no todo es blanco o negro, y así es como surge el enfoque sociotécnico que busca recoger lo mejor de ambos enfoques amortiguando lo negativo. Este enfoque procura el ajuste o alineamiento mutuo de la tecnología y las organizaciones hasta que sea satisfactorio. Lo que implica que la tecnología debe adaptarse a las personas, pero que estas también tengan la disposición para modificar sus patrones de comportamiento al sopesar las beneficios/perjuicios que toda innovación tecnológica conlleve.

Estas líneas están escritas en el contexto de la implementación del nuevo sistema de transporte público en la capital del reino. Acá se habría impuesto un modelo donde expertos parecen haber diseñado un sistema creyéndose el cuento de que las personas se adaptarían a cómo diera lugar. Como mansas ovejitas.

marzo 09, 2007

Ahora le toca a la DC

Hace tiempo que no se veían defecciones partidarias ni crisis al interior de los partidos. Incluso se llegó a afirmar, por parte de sus promotores, que el sistema binominal favorecía la aglomeración de partidos al forzarlos a conformar coaliciones, y por ende, a buscar más acuerdos que desacuerdos.

En un comienzo ello pareció ser cierto, pero con el tiempo el binominalismo parece estar convirtiéndose en una camisa de fuerza a punto de reventar. Antes, cuando uno no estaba de acuerdo con el partido se iba para correr con colores propios; hoy nadie se va, espera que lo echen. Y no se va porque sabe que en solitario está políticamente muerto. A lo más se han producido defecciones partidarias dentro de una misma coalición, pero no de una coalición a otra, salvo uno que otro caso muy específico sin mayor connotación nacional.

Sin embargo, en la actualidad hay signos preocupantes de degradación política. Las crisis al interior de los partidos obedecían esencialmente a visiones encontradas, antes que a personalismos. Por décadas la democracia cristiana fue capaz de crecer bajo la conducción de líderes tan potentes como Frei Montalva y Radomiro Tomic, ambos de fuerte personalidad, con un tronco común aunque con enfoques políticos distintos. Mientras Frei tendió hacia el camino propio buscando una equidistancia entre la derecha y la izquierda, Tomic, por el contrario, sostenía la necesidad de gobernar con la izquierda para poder dar gobierno. Sola la DC podría llegar a ser gobierno, pero tendría problemas serios para dar gobierno. No obstante estas distintas visiones jamás la DC vio amagada su unidad, salvo a partir de los últimos años del gobierno de Frei Montalva, cuando primero se orgina el MAPU. Posteriormente, cuando la DC se une a la derecha para conformar la Confederación Democrática (CODE) en los inicios del gobierno de la Unidad Popular (UP), nace la Izquierda Cristiana cuyo líder natural era Tomic. Así y todo, Tomic siempre se mantuvo fiel al partido de toda su vida, la DC.

Hoy la situación pareciera ser distinta. Las diferencias que se observan en la DC pareciera que obedecen más a razones personales de apetitos de poder antes que a diferencias conceptuales. A la fecha no logro desentrañar las diferencias de fondo que pudieran existir, salvo que se estuviera intentando reeditar la alternativa del camino propio. Bajo un sistema binominal, la reproducción del esquema de los tres tercios abre una caja de Pandora, pues condena al tercio menor al ostracismo político.

No cabe duda que la DC vive tiempos complejos, pero el rol histórico que ha jugado y la responsabilidad que tiene como principal partido de gobierno deben motivarla para abordar a fondo, en la fraternidad demócratacristiana, la realidad que tiene frente a sí.