A propósito de las
primarias presidenciales que se avecinan, tanto la derecha como la izquierda
parecen estar jugando con fuego. Los plazos se están viniendo encima.
En el caso de la
derecha, porque tanto Kast como Kaiser se resisten a ir a primarias, apostando
a ir directo a la primera vuelta. No querrían correr el riesgo de quedar fuera
de carrera de antemano dado que las encuestas sostienen que Matthei les ganaría.
Confieso que me cuesta creer que tanto Kast como Kaiser lleguen hasta el final.
En la izquierda poco
a poco se están decantando las distintas fuerzas en pugna, aunque no sin
sorpresas. El grueso de los partidos, al menos los más relevantes, ya han
proclamado sus candidatos, algunos de ellos, con fórceps.
Las elecciones que
tendremos a fin de año son tanto presidenciales como parlamentarias. Si bien
son elecciones independientes, están íntimamente relacionadas, dado que el
apoyo a una u otra candidatura presidencial, tiende a estar condicionada por los
apoyos a candidaturas parlamentarias.
Tanto en la derecha
como en la izquierda hay negociaciones, con cartas sobre y bajo la mesa, en
función de la posición de fuerza, o debilidad, en que se encuentra cada partido,
ya sea para apoyar a un precandidato presidencial en particular, como para ir
en una o más listas de candidatos parlamentarios.
Se sabe que a la
derecha lo que más le conviene es llevar una única lista parlamentaria, al
igual que la izquierda, pero también saben que en una única lista no caben todas
las aspiraciones de los partidos, y cada uno de ellos se resiste a ceder
espacios a terceros. La generosidad en este plano no existe porque todos creen
que tienen cartas para jugar.
El sistema electoral vigente
invita a agrupar para ganar en eficiencia, pero no hay espacio para todos los
candidatos que cada partido desea levantar. Esta realidad obliga a unos u otros
a reducir sus aspiraciones bajando candidatos, lo que es resistido, tensando
las relaciones que desembocan en asperezas y desencuentros que arriesgan en traducirse
en varias listas, aun sabiendo que es la peor de las alternativas. En eso
están.
Cuando estamos a unas
dos semanas del vencimiento del plazo para la presentación de precandidatos presidenciales
a las primarias, el panorama se estaría clarificando.
En la derecha, salvo
un golpe a la cátedra de última hora, todo apunta que no habrá primarias a
pesar de los esfuerzos de ChileVamos y de su candidata, Matthei, por tenerlas. Intentaron
hacerlas con Ximena Rincón, pero su partido, Demócratas no alcanzó a tener las
firmas requeridas, y se negaron a hacerlas solo con Carter. Kast y Kaiser habrían
optado por ir derecho a primera vuelta, convencidos que llegan a la segunda
vuelta. Un escenario en el que dos candidatos de derecha alcancen a sacar las
dos primeras mayorías, sería algo inédito en Chile.
En la izquierda, las
primarias parecen ser un hecho, con los(as) siguientes precandidatos(as) ya en
carrera: Mulet (FRVS); Mirosevic (PL); Tohá (PPD); Winter (FA); Jara (PC) y
Vodanovic (PS). No descarto que uno o más se bajen de acá al plazo de inscripción
a fines de mes con miras a negociaciones. Tan solo un partido, el radical, se
habría abstenido de llevar a alguien de sus filas con miras a negociar su apoyo
a quien le ofrezca mejores condiciones para ganar posiciones en las elecciones
parlamentarias.
Lo concreto es que
tal como están las cosas, la derecha no tendrá primarias y la izquierda sí, lo
que tendrá implicaciones no menores que espero abordar en una próxima columna. Abrazos
a todos(as).
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