febrero 24, 2022

El maquiavelismo de Putin al desnudo

Foto de Mick De Paola en Unspl

Si bien se veía venir, también había una cierta confianza de que no pasaría a mayores. Sin embargo, finalmente Rusia, de la mano de Putin, decidió emprender la aventura de ir a la guerra invadiendo sin asco alguno Ucrania. Se sabe cuándo y dónde empieza una guerra, pero no cuándo ni cómo se termina. El tiempo de las amenazas de lado y lado terminó para iniciarse un período cuyos ribetes desconocemos, pero que de seguro serán de alto costo no solo para los involucrados, sino que para todo el mundo. Los únicos que deben estar sobándose las manos, son los empresarios de la industria de armamentos que viven de las guerras. Los rusos decidieron tomar el toro por las astas y decir basta a las pretensiones independentistas de Ucrania. La acción rusa es un fiel reflejo de su intento de reverdecer laureles, de tiempos hegemónicos, tiempos de la URSS. Putin, con su pasado en la policía secreta, ha resuelto hacerse responsable de gatillar una guerra que nadie se esperaba. Afirma hacerlo en aras de los intereses rusos amagados.

En honor a la realidad, Putin se lanza al vacío dada la debilidad en que se encuentra internamente donde los problemas económicos reflejados en la desvalorización de su moneda, el rublo. Para zafar no encuentra nada mejor que involucrar al país en una aventura externa inflamada de nacionalismo ruso. Lo mismo que hizo en su momento Galtieri en Argentina cuando decidió invadir las islas Malvinas para sacarse de encima los problemas económicos y sacarle el jugo a nacionalismo argentino. Fue por lana y salió trasquilado.

El maquiavelismo de Putin tiene antecedentes no solo por su rol en la KGB de la URSS, sino por su intervención en las elecciones norteamericanas que hicieron posible el triunfo de Trump por sobre Hillary. En esa oportunidad el espionaje ruso jugó un papel clave.

Y ahora se lanza a la guerra luego de simular una retirada de sus tropas estacionadas en la frontera con Ucrania. Es claro que a Putin no le hace gracia que Rusia se vea rodeada de un conjunto de países que fueron parte de la URSS, y que ahora pretendan hacerse parte de la Unión Europea (UE), y menos aún que estén al amparo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Recordemos que la OTAN era la otra cara de la moneda del Tratado de Varsovia, pacto militar contraído por la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) con los países satélites comunistas, entre los que se encontraban Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, entre otros. Todo eso se derrumbó a partir de la caída del muro de Berlín. Y ahora Putín pareciera que aspira a reverdecerlo para contrarrestar a la OTAN.

Hasta el día de hoy a Putin le pesa la desaparición de la URSS, y de hecho la califica como una de las mayores tragedias del siglo pasado. No solo no le causa gracia alguna, sino que le resulta insoportable. No olvidemos que en 2014, en un dos por tres, Rusia se anexó la península de Crimea que pertenecía a Ucrania sin que la Unión Europea y EEUU reaccionaran más allá de reclamar para la galería. Rusia no está dispuesta a perder lo que fue su área de influencia y que de alguna manera sigue siéndolo.

El apetito sobre Ucrania se explica no solo por su estratégica posición geopolítica. Es un país con más de 40 millones de habitantes que ocupa una no despreciable superficie geográfica. En el ámbito de la minería cuenta con importantes reservas de mineral de titanio, de manganeso, de mercurio, de carbón; en el ámbito de la agricultura es un país que dispone de una gran superficie cultivable, con una elevada producción de trigo, girasol y aceite de girasol, de cebada, de maíz, de papas, de centeno, que le permite responder no solo las necesidades de alimentos de su población, sino que posee excedentes para la exportación. A ello se agrega la disponibilidad de una importante infraestructura industrial, gasífera, y de transporte ferroviario.

Como puede verse, Ucrania no es cualquier país, de ahí su desgracia de ser hoy el escenario en el que confluyen los más variados intereses. Su autonomía e independencia de cualquier pretensión imperial es esencial. Hace bien nuestro presidente electo, Boric, al condenar la invasión a Ucrania y solidarizar con las víctimas. En esto, como en tantas otras cosas, es imprescindible ser de una única línea, sin dobles estándares.

El vía crucis de la derecha española

Foto de Mick Haupt en Unsplash

A estas alturas, el watergate español ya cobró una víctima: Pablo Casado, el líder del partido popular (PP), partido opositor de derecha. Desde hace tiempo que se observaba que Casado y Díaz Ayuso, la presidenta de la comunidad autónoma de Madrid no hacían buenas migas, a pesar de pertenecer ambos al mismo partido. Sin embargo nadie imaginó que la pugna por el poder desembocaría en algo más propio de las mafias. Quienes tan solo ayer respaldaban y aplaudían a Casado, hoy le dan la espalda mientras él no entiende nada porque no sabe qué ha hecho de malo como para tener que abandonar el liderato opositor español.

Todo sería fruto de una soterrada investigación ordenada desde la dirección del PP al entorno de la Díaz Ayuso en razón de una millonaria adjudicación de un contrato de compra de mascarillas en que estaría comprometido un hermano de ella. Lo ocurrido habría sido a espaldas del mismísimo Casado con miras a perjudicar a Díaz Ayuso. Sin embargo, la paradoja reside en que Casado sería la primera y, al menos hasta ahora, exclusiva víctima. Cuesta creer que así sea.

Todo apunta a que se trata de una guerrilla intestina donde lo que llama la atención es que la víctima termine siendo Casado y no Díaz Ayuso, cuando quizás debiese ser todo lo contrario: Díaz Ayuso crece y azuza a sus partidarios para que derroquen a Casado. Éste se resiste, pero los barones del PP, como se les llama a quienes presiden las comunidades autónomas bajo su dirección, los mismos que hace no mucho estaban con él, ahora le exigen que de un paso al costado. Como para agarrarse la cabeza. Y Casado pide tiempo hasta el próximo congreso para que en este se resuelva. Pero no, le exigen que se vaya ya, que lo haga por el PP! Lo abandonan sin miramiento alguno. y ya le tienen sustituto: Núñez Feijóo, presidente de la comunidad autónoma de Galicia, el mismo que hasta hace poco estaba cuadrado con Casado.

Desafortunadamente el común de los mortales tiene la idea que así es la política, y por ello muchas personas valiosas guardan distancia y no se ven atraídas por involucrarse en la política. La política, la verdadera política no debe entenderse así. La política en su sentido más pleno implica vocación de servicio, no de servirse de ella, implica posesión de valores superiores y ponerlos en práctica.

Y lo que estamos observando no es eso, es politiquería barata, lucha despiadada por el poder sin importar medios ni recursos. Cabe recordar que no es primera vez que el PP se ve involucrado en un escándalo de esta naturaleza. La corrupción en todo su esplendor.

No deja de llamar la atención que Casado esté en las cuerdas y Díaz Ayuso muy bien gracias. Mientras tanto, VOX y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) toman palco. El primero, sobándose las manos listo para sacar su tajada confiando en verse beneficiado en las próximas contiendas electorales. Mal que mal los vasos comunicantes entre el PP y VOX (la ultraderecha española) son fuertes, tal como en Chile lo son entre la UDI, RN y los republicanos.

Por su parte, en el PSOE se debe estar viendo con preocupación este escenario de debilitamiento del PP, por cuanto todo gobierno democrático requiere imperiosamente de un sólido interlocutor al frente que. La tragedia en comento no es solo del PP, sino que de la democracia española. La corrupción está en la raíz de lo que está ocurriendo no solo en España, y de lo que se observa también en muchos países, incluido Chile. Y en España, desde hace su buen tiempo, la corrupción tiene su casa matriz en el PP.

Si bien lo ocurrido en España se ha visto opacado en los medios de comunicación por la guerra en Ucrania, es importante seguir con atención lo que estamos viendo en España por los paralelismos políticos con lo que está ocurriendo en Chile. 

febrero 20, 2022

A un año de tu partida

A poco de llegar a Talca, en 1995, cuando Sabino estaba al frente del Centro de Tecnologías de Información (CTI) de la Universidad de Talca, tuve oportunidad de conocerlo dado que en paralelo impartía un curso a la naciente carrera de ingeniería comercial mención Informática. Estaba encabezando el proceso de desarrollo de un sistema de información para la inscripción de los alumnos en las asignaturas. A mí me había tocado desarrollar un sistema similar en la Universidad de Tarapacá, de donde venía. De la conversación me invitó a incorporarme al equipo de trabajo. Desde entonces, se frecuentaron nuestros encuentros. Juntos fuimos a Santiago, en su vehículo, con el entonces director de la carrera de Ingeniería Comercial, Víctor Rey, a conocer la experiencia de la Universidad de Chile. A la vuelta cenamos en el hotel El Descanso de Curicó. A partir de ese viaje, se aceleró el desarrollo de un sistema de gestión curricular cuyo nucleo persiste hasta el día de hoy, resistiendo los embates de los cambios tecnológicos y de los cambios en los requerimientos. Como fruto de este trabajo, escribimos juntos un paper relatando la experiencia de construcción de un sistema para la gestión curricular que Sabino tuvo oportunidad de presentar en un congreso en Buenos Aires, Argentina. Eso fue en la segunda mitad de la década de los noventa.

Mas adelante, siendo yo director del Departamento de Informática, me vi envuelto en una encrucijada: un profesor renunció intempestivamente, dejando abandonados varios cursos y la guía de varios proyectos de título que estaban realizando los alumnos. Tuve que remediar con urgencia el problema generado. Entonces, Sabino seguía en la dirección de la CTI bajo la Vicerrectoría de Innovación y Desarrollo que en ese entonces estaba con Narciso Cerpa a la cabeza. Le pedí ayuda a Sabino para impartir uno de los cursos y guiar un par de tesis. Su respuesta fue positiva, solo me pidió que pidiera autorización a su jefe, Narciso. Fui a hablar con él y su respuesta fue negativa, que no podía autorizar a Sabino porque tenía mucho trabajo. No obstante ello, Sabino, bajo cuerda, impartió el curso solicitado y guió los proyectos de tesis. Eso no lo hace cualquiera. Esto fue en la primera década de este siglo.

En el año 2010, con motivo de la llegada y elección de rector, Alvaro Rojas, Sabino es destituido de su cargo de director del CTI y relegado a la Escuela de Ingeniería en Informática (EII) donde yo me encontraba. Sabino pagó cara su oposición a una petición que le hizo el equipo de  campaña de Álvaro a la rectoría. Petición que Sabino rechazó por estar reñida con los valores éticos que sustentaba. Lo recibimos con los brazos abiertos.

A poco de llegar a la EII, en busca de nuevas oportunidades, el director de entonces, Andrés Ruiz-Tagle, renuncia. La EII queda sin director. Todos nos mirábamos. Debíamos proponer un nombre y nadie quería ser director. En medio del silencio y la tensión, Victor Nocetti toma la palabra para proponer a Sabino. A mí no se me había ocurrido porque daba por sentado que su nombre sería rechazado en las alturas. Sabino no rechaza la proposición si es que cuenta con el apoyo de todos. Es así como su nombre sube a las alturas y para sorpresa del propio Sabino, la propuesta es aceptada y Sabino asume la dirección de la Escuela. Así como Andrés tuvo la responsabilidad de crear la carrera en el año 2005; Sabino asumía la responsabilidad de consolidarla. Apenas asumido tuvo que llevar adelante el primer proceso de acreditación de la carrera, lográndola por 5 años, todo un éxito dado que se trataba de una carrera nueva con apenas una generación titulada. Al cabo de los 5 años le tocó encabezar el segundo proceso de acreditación, alcanzando una acreditación por 6 años. Tuve el privilegio de acompañarlo en ambos procesos no exentos de dificultades y tropiezos, pero que llevó adelante contra viento y marea siempre con buen espíritu, con buena cara.

Donde sea que estés, vaya un gran abrazo Sabino de quienes te recordamos!   

febrero 17, 2022

El dilema de la derecha: ¿seguir o salir?

Foto de Patrick Schneider en Unsplash

Luego de los resultados de una primera votación de normas por parte del pleno de la Convención Constituyente (CC), un grupo de constituyentes de la derecha se declaró en “estado de reflexión”. Éste sería una suerte de estado de recogimiento con miras a evaluar la pertinencia de continuar siendo parte de una CC que les incomoda, en la que sienten que no tienen nada que hacer.

A juicio de tales constituyentes este estado se explicaría porque los dos tercios que se exigen para la aprobación de las normas no serían suficientes para moderarlas. La tesis en juego no sería otra que la de abandonar el buque en el que se habrían embarcado, ya sea porque visualizan que el puerto de destino no es el que ellos quisieran, porque les incomodan los otros pasajeros con quienes comparten la travesía, o porque están a disgusto con la tripulación al mando del buque.

Traigo a colación la metáfora del buque porque en estricto rigor la opción de abandono no existe dado que ya estamos en alta mar. Quienes se embarcaron lo hicieron porque fueron seleccionados por medio de una votación de la población luego de haberse inscrito para la travesía. Abandonar en estas circunstancias, en medio de aguas tempestuosas y revueltas es una suerte de suicidio, salvo que en las cercanías hubiese alguna otra embarcación de salvataje que los recoja.

Otro paralelo que podríamos hacer es con el futbol. Son los mismos que no querían jugar el partido para no perder la punta dada mi condición de puntero –seguir con la constitución actual-. Pero la ciudadanía resolvió vía plebiscito, por casi el 80%, que el partido debía jugarse. Se juega el partido y no alcanza siquiera a terminar el primer tiempo cuando parte de quienes van perdiendo, deciden entrar en “estado de reflexión” para ver si seguir en la cancha o retirarse, largar la esponja.  Todo porque el partido no se está jugando como ellos pensaban, sino que porque hay un equipo que estaría avasallando, pasando máquina, y por lo mismo, dividiendo a los chilenos.

Esto lo sostiene una constituyente de ChileVamos, Carol Bown, una de las que no quería jugar el partido porque estaba cómoda en la punta de la tabla, esto es, con la constitución que tenemos. Una constitución que según su parecer nos uniría y a la que se llegó sin jugar ni un solo partido con todos los jugadores en la cancha. Una constitución elaborada entre 4 paredes, fuera del escrutinio público que está en riesgo. En cambio ahora, con una CC abierta, sujeta al escrutinio público, reclama porque avizora una constitución que divide. El doble estándar en acción.

Perdieron el plebiscito, luego se la jugaron por tener al menos el tercio de los convencionales. No alcanzaron al tercio y ahora se la juegan por el fracaso de la CC apostando a que se está pasando máquina como si la mayoría de los dos tercios fuese una banda armada hasta los dientes guiada por oscuros intereses y donde todos piensan lo mismo. Y si la CC no fracasa, les queda un último cartucho: el plebiscito de salida donde se jugarán el todo por el todo por el rechazo con el propósito de que sobreviva en gloria y majestad la constitución actual.   

Dentro del propio equipo de constituyentes de ChileVamos y de los republicanos,  hay voces disonantes que entienden que no están dadas las condiciones para abandonar la cancha, que el partido hay que jugarlo hasta el final, que para eso entraron la cancha, aunque se pierda y por goleada. Por último, no hay que olvidar que  este partido no es el último. Después viene el definitivo, el del plebiscito de salida. La orden es prepararse para este último partido. Esta orden es válida para ambos equipos, el que quiere cambiar la constitución actual y el que quiere mantenerla.

Es importante resaltar que quienes quieren una nueva constitución no la tienen regalada. El campeonato no lo tienen asegurado. No hay que olvidar que después viene el partido definitivo, el del plebiscito de salida, al que se deberá llegar con una constitución moderna, bien aspectada, que recoja lo que el país está demandando, donde nadie sea capaz de poner el pie encima de otro y que tengamos una relación armoniosa con el medio ambiente.


febrero 06, 2022

El problema de la distribución del poder

Foto de Kelly Sikkema en Unsplash

Un gran amigo sureño y nortino al mismo tiempo, porque nació en el sur, pero vive en el norte cautivado por una ariqueña, ha dicho que se cumple una regla eterna. Aquella que nos dice que los más dialogantes son quienes tienen poco poder y viceversa: quienes tienen todo el poder no dialogan jamás.

Agrega este amigo y sempiterno optimista, a quien no le entran balas, a propósito de la convención constitucional, que actualmente en Chile el poder estaría bastante repartido, y que por lo mismo todos estarían obligados al diálogo! Remata afirmando que “ya saben lo que pasa si no lo hacen!”.

Resulta fácil constatar que quienes tienen todo el poder, o creen tenerlo, son reacios a dialogar. La tendencia a hacer uso y abuso del poder disponible, invita a no dialogar. Este poder se puede expresar en múltiples formas. Ya sea en términos económicos, con una buena billetera en mano; en términos militares, poniendo sobre la mesa el arsenal disponible; en términos socioculturales, exponiendo las credenciales académico-profesionales; y en términos políticos, aludiendo a respaldos electorales.

Tenemos a mano lo que ha ocurrido en la órbita sindical. Desde la década de los 70 el factor trabajo ha ido perdiendo terreno en favor del factor capital, cuyo poder desde entonces se ha vuelto incontrarrestable. Todo lo contrario de lo que venía ocurriendo hasta entonces, cuando el factor trabajo iba aumentando lenta pero progresivamente su peso en la sociedad y en el mundo de la empresa de la mano de los colegios profesionales y de los sindicatos. De la mano de Reagan, Tatcher y el innombrable, junto al desarrollo científico-tecnológico, el poder empresarial terminó aplastando el poder sindical a punto tal que ha horadado al mundo político. Es así como el grueso de quienes conforman el congreso actual, provienen del mundo empresarial antes que del sindical. Esta falta de equilibrio ha limitado la posibilidad de diálogo no solo desde el advenimiento de la democracia, sino que desde los albores de la república.

Todo esto se ha visto puesto en jaque desde la explosión social,  la que forzó al mundo político para llevar a cabo una convención que se haga responsable de elaborar una nueva constitución. Y a la hora de la elección de convencionales surgió un caleidoscopio de personajes nunca antes visto que ha dejado en ascuas a las élites que habitualmente han detentado el poder.

Hoy se tiene una convención que no deja de sorprender, con personajes que provienen de los más diversos mundos, la mayoría desconocidos para quienes históricamente han detentado el poder. Sorprende porque estamos ante una convención donde el diálogo se hace inevitable porque nadie tiene el poder de imponerse sobre otros. Y allí donde hay equilibrio de poderes, el diálogo, la concesión mutua, se hace imposible de esquivar.

No es un camino fácil ni rápido, está lleno de obstáculos, de espinas, pero que necesariamente debemos recorrer si queremos alcanzar la paz social, requisito insoslayable para emprender el camino hacia un verdadero desarrollo, sostenible, en el que todos seamos partícipes.

Lo que estamos observando, no solo en la convención, sino en la conformación del nuevo gobierno y del nuevo congreso, es una suerte de redistribución del poder que da cuenta de una nueva realidad, tanto política, económica, como cultural. Estamos ante un poder más distribuido, el que facilita el diálogo, a diferencia de un poder concentrado en una élite que inhibe, imposibilita el diálogo.

La derecha ha solido tener el sartén por el mango, así como hoy siente que no lo tiene, y por lo mismo pone el grito en el cielo; y desde la izquierda no pocos creen tener ahora el sartén por el mango, y no le faltan ganas de freir a la derecha en ella (leer acá). De lo que se trata es que nadie pueda hacer lo que se le antoje con su contrincante, y para eso es clave que el poder esté altamente distribuido.


febrero 02, 2022

Bajando la guardia antes de tiempo

Foto de Jan Kopřiva en Unsplash

La variante omicron, a pesar de visualizarse como menos peligrosa que las variantes anteriores de covid-19, sus consecuencias no son menores, por el contrario, amenazan con ser mayores en virtud de un cierto hastío, hartazgo, cansancio que se va haciendo extensivo tanto a nivel poblacional como de las élites dirigenciales y las propias autoridades de toda índole. Autoconvencidos unos y otros que la pandemia estaba siendo vencida, y que se batía en retirada, ha habido un relajamiento respecto de las medidas preventivas, de consecuencias imprevisibles. Bajada de guardia asociada al distanciamiento social, al uso de mascarillas, al lavado de manos, al cumplimiento de los aforos que está amenazando con prolongar y agravar el estado de cosas.

No se trata de alarmismo, sino de ver lo que está ocurriendo. Los datos duros no nos dicen que la pandemia está amainando, sino que todo lo contrario. Si bien la tasa de muertes y de hospitalización por esta variante es menor que con otras variantes, su tasa de contagio es más alta, y por lo mismo, en términos de números absolutos estamos viendo un recrudecimiento en el n° de muertos y de congestión hospitalaria debido al alto n° de personas que concurren a centros de salud afectados por omicron.

Es para agarrarse la cabeza observar que en las playas atestadas de personas sin mascarilla y sin distanciamiento social. Si en pleno verano estamos como estamos no es difícil pensar en cómo estaremos en invierno, cuando el virus esté en todo su esplendor, como de hecho está ocurriendo en el hemisferio norte. Acá, en temporada estival el sistema de atención primaria se encuentra trabajando a tope. Mientras tanto el partido de los negacionistas, de los antivacunas ve incrementado el número de sus adeptos al alero de una ciudadanía que ansía recuperar sus libertades deslizando el concepto de que no debemos aceptar bajo el alero de lo que no tienen empacho en calificar de dictadura sanitaria. Sin querer queriendo, esta postura se ve alentada por gobiernos que parecen estar dando palos de ciego, sin saber qué hacer, balanceándose entre privilegiar el salvataje de vidas o de seguir manteniendo vivo el andamiaje económico.

Lo que estamos viviendo no es farándula ni una realidad virtual, sino real, por lo que haríamos bien en no hacernos eco de información sin mayor respaldo científico, ni de versiones o mentiras bien o mal intencionadas que circulan tanto en medios de comunicación como en redes sociales. Lo que menos podemos hacer cada uno de nosotros, para no agravar el actual estado de cosas, es adoptar las medidas personales que ya conocemos –uso de mascarillas, distanciamiento social, lavado recurrente de manos, cumplimiento de aforos-.

Además, debiésemos seguir a pies juntillas las recomendaciones provenientes de organismos dedicados al tema sanitario, como lo es la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto último debido a que estamos ante un problema global, que trasciende las fronteras nacionales, por lo que las soluciones nacionales no tienen sentido alguno. Problemas exigen acciones conjuntas, al igual que frente al cambio climático. No se saca nada con que un país adopte medidas si otros países no hacen lo mismo. Somos más dependientes que nunca, sin embargo no veo acción conjunta alguna.

Sin ir más lejos, Dinamarca, por sí y ante sí, sin consulta a terceros países, a la Unión Europea, ni a nadie, acaba de eliminar todas las restricciones para frenar covid-19 porque su gobierno consideró que la variante omicron no encierra peligro alguno para sus habitantes. Esto implica que Dinamarca “se cansó” y que resolvió que se puede andar sin mascarillas y que la vida retoma su normalidad total, no obstante que los muertos por covid-19 se han incrementado en los últimos 50 días y que una alta tasa de contagio aún persiste dentro y fuera de sus fronteras.

Mientras cada uno de los países siga actuando por su cuenta, no tardaremos en contagiarnos todos, vacunados o no, y esperar que por obra del birbiriloque, el virus resuelva disolverse después de dejar la crema, o como dijera un ministro de salud de un lindo país esquina vista al mar, se vuelva “buena persona”.