julio 28, 2018

Por la boca muere el pez

Foto de Markus Winkler en Unsplash
La región del Maule (Chile) está siendo testigo del cierre de emblemáticas empresas, en este caso, la planta que tiene la Industria Azucarera Nacional (IANSA) en Linares y la empresa de pastas Suazo en Curicó. Este hecho forma parte de una cadena de cierres o traslados de empresas regionales que se arrastra por décadas con las consiguientes consecuencias en términos de empleo.

En un caso, IANSA, se trata de una empresa nacional de origen estatal, privatizada en tiempos del innombrable. Una empresa creada en el marco de una estrategia de desarrollo y de seguridad nacional destinada a forjar una sólida base productiva en el ámbito industrial y alimentario. Contexto que explica la creación de múltiples empresas públicas (estatales). Entre otras, destacan la Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA), la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL), la Empresa Nacional del Carbón, la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC), la Empresa de Aceros del Pacífico (CAP), la Empresa Nacional de Computación (ECOM), la Línea Aérea Nacional (LAN), la Empresa periodística La Nación, la Sociedad Chilena Química y Minera de Chile (SOQUIMICH) y Laboratorios Chile. Algunas desaparecidas, en tanto que muchas de ellas privatizadas en los últimos años de la dictadura en un proceso caracterizado por la falta de transparencia. Esta falta de transparencia permite explicar su traspaso a quienes estaban arrimados al poder de entonces. Ejemplos paradigmáticos son Yuraszeck y Ponce Lerou, este último entonces yerno del innombrable.

En el otro caso se trata de una empresa privada que sucumbe frente a la despiadada competencia de empresas nacionales oligopólicas y las importaciones. Aguantó hasta donde le fue posible, pero finalmente cayó al carecer de las espaldas financieras de sus competidores. Si bien en un comienzo los consumidores se ven favorecidos con menores precios, una vez despejado el panorama se genera una oferta oligopólica con alto riesgo de incurrir en colusiones. Productores oligopólicos que finalmente terminan por perjudicar a los consumidores.

En ambos casos, al amparo de la sacrosanta eficiencia, se adoptan decisiones en las que se sacrifica al ser humano. Es un imperativo revisar esta creciente realidad que está destruyendo nuestra convivencia. Todo país con dos dedos de frente fortalece su base agrícola, subsidiándola si es necesario, no la abandona como nosotros.

Lo llamativo es que esto viene a ocurrir en el marco de un gobierno que triunfó bajo el lema “vienen tiempos mejores”. Al menos para los trabajadores de la planta de Linares de IANSA, así como para los de la empresa de pastas Suazo, y de tantas otras empresas que están reduciendo personal, los tiempos actuales están lejos de ser tiempos mejores. La pregunta que cabe hacerse es ¿para quienes son tiempos mejores?

julio 23, 2018

Entre corbatas y bingos

Desde mi regreso a Chile la política está dando muestras del nivel de sus capacidades y pensamientos, ilustrados por medio de dos casos que la retratan de cuerpo entero. Un caso está referido a lo que representa una corbata para el abordaje de una política de defensa, y el otro, al rol que cumplen los bingos en la educación chilena.

El primero tiene relación con una invitación extendida al abogado y académico, doctor en Derecho, Jaime Bassa, para exponer en su calidad de experto en defensa, a la comisión de Defensa de la Cámara de Diputados. Al asistir sin chaquete ni corbata fue cuestionado por dos diputados, uno de la UDI y el otro del partido radical (PR), por considerarlo "una falta de respeto". Ante esta objeción, se le consultó respecto de sus antecedentes académicos, a lo que respondió: "Soy abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, doctor en derecho de la Universidad de Barcelona, magíster en Derecho de la Universidad de Chile, magíster en Filosofía de la Universidad de Valparaíso. No sé si la corbata agrega a algo a lo que tengo que decir”.

En el caso del bingo, la guinda de la torta la puso el Ministro de Educación, Gerardo Varela, quien en el marco del aniversario de la organización de apoyo a la educación Enseña Chile, afirmó que “Todos los días recibo reclamos de gente que quiere que el ministerio le arregle el techo de un colegio que tiene goteras, o una sala de clases que tiene el piso malo. Y yo me pregunto: ¿por qué no hacen un bingo?". Frase que llamó la atención por su crudeza. A modo de explicación, sin que se le arrugara la cara, remató sosteniendo: “Por qué desde Santiago tengo que ir a arreglar el techo de un gimnasio. Son los riesgos del asistencialismo, la gente no se hace cargo de sus problemas, sino que quiere que el resto lo haga”. A diferencia de anteriores desaguisados, en este no hubo improvisación alguna, por cuanto se trató de un discurso leído.

El caso de la corbata es revelador del nivel de formalismo imperante, de la importancia que se le asigna a las formas, antes que al fondo, al contenido de lo que se debate, así como al trato que se da a unos u otros en un país donde los delitos de los pobres se castigan con todo el peso de la ley, mientras que ante los delitos cometidos por los personajes de cuello y corbata se mira al techo.

El caso del bingo revela la mirada imperante a nivel gubernamental, del neoliberalismo que azota al país, donde se asume que cada uno debe arreglárselas como puede, donde el individualismo prima por sobre lo colectivo. Una mirada que empapa y rebalsa el ámbito educacional: lo empapa porque se educa para tener más antes que para ser más; para que prime un espíritu competitivo antes que colaborativo; y lo rebalsa porque invade otros ámbitos, particularmente el de salud y el previsional, donde cada uno tiene que rascarse con sus propias uñas, o a punta de bingos.

No obstante que estos hechos parecieran invitarnos al pesimismo, el optimismo no debe abandonarnos, porque aún no hemos perdido la capacidad de sorpresa, para asombrarnos ante este tipo de discursos y hechos. Mientras mantengamos y acrecentemos esta capacidad para sorprendernos y elevar nuestras protestas podemos seguir creyendo en que otro mundo es posible.

La solución a los problemas de Chile no pasa por bingos ni por corbatas.

julio 20, 2018

La tragedia de Nicaragua

Sandino debe estar revolcándose en su tumba por lo que está viviendo Nicaragua. Se asumía que luego de salir de la dictadura de Somoza, sobrevendría la democracia, y con ella el desarrollo. No hay que olvidar que el derrocamiento del Somoza en 1979 dio origen a lo que se llamó la revolución sandinista, la que debió enfrentar la agresión de los EEUU de Norteamérica en tiempos de Reagan a través del financiamiento de los “contra”, como se denominó a la guerrilla contrarevolucionaria. No obstante este adverso contexto, en sus primeros años, bajo la conducción de Daniel Ortega, se impulsó la participación, la alfabetización y la reforma agraria, entre otras acciones orientadas al mejoramiento de las condiciones de la población. Todo ello bajo un esquema democrático, lo que posibilitó que en 1990 triunfara la oposición a la revolución sandinista.

Esta oposición logra gobernar por más de 15 años, hasta el 2007, año en el que Daniel Ortega, el pueblo nicaragüense vuelve a depositar su confianza en él para encabezar el gobierno. Desde entonces, por ya más de 10 años, se encuentra gobernando un país, sin lograr sustraer a las grandes mayorías de la pobreza en que se encuentran.

Hoy, Nicaragua vuelve a concentrar la atención mundial, por el alto nivel de conflictividad social existente y la dura represión policial, militar y paramilitar por parte de los adeptos al gobierno sandinista para enfrentar lo que en un inicio fue una protesta universitaria contra la inacción gubernamental para encarar un desastre ecológico provocado por incendios, deforestaciones e invasiones ilegales en una reserva biológica. Posteriormente las motivaciones de las protestas se extendieron a otras esferas, destacándose las relacionadas con la reducción de las pensiones, así como los aumentos en los impuestos a trabajadores y empleadores.

La reacción gubernamental no pudo haber sido peor de la que fue. No obstante que el gobierno echó pie atrás en muchas de sus medidas, la violenta represión gubernamental no hizo sino agravar la situación. Daniel Ortega, ya no es ni la sombra de lo que fue, pasando a ser un represor más que solo busca sostenerse a como dé lugar.

Qué es lo que viene? No se sabe. Al igual que en Venezuela, no se visualiza que Ortega y su camarilla den un paso al costado, ni convocatoria a elecciones anticipadas con garantías a todos los sectores. Tampoco se visualiza una oposición unida capaz de vertebrar un proyecto nacional.

La izquierda latinoamericana ha perdido la brújula, su supremacía ético-moral, socavando sus propios ideales. Urge una reingeniería que restaure su razón de ser, oponiéndose con fuerza contra todo asomo de corrupción y autoritarismo, venga de donde venga.

julio 17, 2018

Trump: un peligro público

Pocas dudas caben que Trump asumió la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica para buscar camorra, jugar a la guerra como quien juega a las bolitas. Su actual periplo por Europa así lo ilustra. Le gusta estar en estado de lucha contra lo que sea. Eso parece energizarlo, darle adrenalina. Se las da de matón como lo ilustran sus gestos, sus actitudes, sus decisiones, sus polémicas. Está en su salsa.

En la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) subió y bajó a sus aliados por sus bajos gastos militares, conminándolos a aumentarlos significativamente. Cabe recordar que la OTAN nace con posterioridad a la segunda guerra mundial, en tiempos de guerra fría y de un mundo bipolar, como una suerte de fuerza disuasiva, en defensa de Europa, frente a la amenaza que podía representar la Unión Soviética. Hoy, Trump reta vía twitter a sus aliados, como un vulgar patrón de fundo. Pareciera que le será más fácil negociar con Putin que con sus aliados. Mal que mal, su acceso a la presidencia en el año 2016, se explica en gran parte gracias a la intervención rusa en el proceso electoral estadounidense. No pocos estiman que Trump está debilitando la democracia, que admira a Putin, y recelan de su forma de encarar tanto la política nacional como internacional, pasando por alto protocolos e institucionalidades. Como prueba de ello citan los encuentros sostenidos con los líderes norcoreano y chino, así como sus opiniones sobre distintas personalidades que encabezan gobiernos que se asumen aliados. En concreto, se entendería mejor con quienes son sus adversarios que con sus aliados.

De hecho, llega a Inglaterra, uno de sus aliados más fieles, disparando contra el plan para salir de la Unión Europea de la primera ministra May, el famoso brexit, y contra el alcalde de Londres, calificando su desempeño como terrible. Sus calificaciones son más propias de matones que de presidentes. ¿Qué se cree? Si bien posteriormente se desdijo, lo concreto es que sus dichos son pan de cada día.

Por otra parte, Trump también se ha declarado en guerra comercial con medio mundo, empezando con China, pero que se extiende a la Unión Europea. Todo por considerar que no han tratado comercialmente en forma justa a los EEUU, arrogándose el derecho a decirle a la primera ministra May lo que debería hacer. ¿Qué se cree?

Respecto de la inmigración, sin arrugarse siquiera, consideró que es una vergüenza la aceptación de inmigrantes por parte de Europa, la que estaría perdiendo su cultura. ¿Qué se cree? ¿Con qué derecho pretende restringir la inmigración cuando él mismo es un inmigrante?

En síntesis, Trump es un peligro público que nos desafía a todos.

julio 13, 2018

Una final de miedo

Este fin de semana se define quién será el nuevo campeón del mundo, Francia o Croacia. También se dirimirá quienes ocuparán el tercer y cuarto lugar entre Inglaterra y Bélgica. No manejo estadísticas, pero presumo que es primera vez que entre los cuatro primeros solo se incluyen dos países que han sido campeones una sola vez.

Ha sido un mundial lleno de sorpresas de todo orden. Sorprende que Croacia, esté en la final; sorprende que Alemania haya quedado tempranamente en el camino, al igual que Brasil, ambos países habitualmente protagonistas y serios postulantes a campeonar; sorprende la distancia entre el futbol que se practica en el viejo continente; y sorprende el impacto de la inmigración en el juego que se practica en los distintos países.

Durante el desarrollo del mundial de futbol pudimos distinguir al menos dos fases: la primera, los partidos correspondientes a los grupos donde, dos países de cuatro, pasaban a los octavos de final, y la segunda, la de los octavos hasta ahora. En la primera, salvo excepciones, los partidos se distinguieron por su naturaleza especulativa, conservadora, con mucho juego de medio campo, triangulaciones, esperando triunfar a partir de algún error del rival.

Esto cambió radicalmente en la segunda fase, dado que ahora se jugaba al todo o nada, donde la derrota significaba irse para la casa. Y los equipos empezaron a mostrar su real poderío. Los partidos empezaron a ser de meta y ponga, a toda velocidad. Cada país mostró su esencia y su verdad. Argentina, México, Brasil, Uruguay y Colombia sucumbieron ante el avance arrollador de equipos europeos enriquecidos por la inmigración tanto africana como sudamericana.

El campeonato nos ha permitido visualizar una creciente distancia entre el futbol nuestro y europeo. Quizá sea un poco prematuro especular respecto de sus causas, pero por el momento me atrevería a aventurar un par de motivos. Desgraciadamente nos llevan años luz en cuanto a profesionalismo, disciplina, trabajo físico. Si a ello le agregamos la técnica que han logrado incorporar gracias a los inmigrantes y jugadores venidos de estas latitudes, se podrá comprender la dinámica y vertiginosidad de los partidos, así como la resistencia física de jugadores capaces de resistir físicamente enteros partidos de más de 90 minutos.

A lo señalado podríamos agregar la corrupción que ha afectado a la confederación sudamericana de futbol, la CONMEBOL, y al futbol en general, así la temprana partida al futbol europeo de quienes son nuestros mejores jugadores, y la pobreza en que se debaten los principales actores.

Todo ello podría explicar por qué al lado de los partidos que hemos estado presenciando, los nuestros parecen pichangas de barrio.

Quién ganará la final? No lo sé, sólo sé que el mejor futbol de este minuto estará presente, y que quien gane será un digno campeón capaz de haber dejado en el camino a muchos equipos de fuste.

julio 11, 2018

Desde Alemania


Conversando en Berlín con un amigo, le consulté por su posición política respecto de la actual canciller de Alemania, Angela Merkel. Me dijo que no había votado por ella. No dejó de extrañarme, haciéndole ver mi admiración por ella en virtud de su postura frente a un tema álgido, como es el de la inmigración, al resistir las presiones por sumarse a las políticas antiinmigratorias de otros gobiernos europeos. Sí, se me respondió, su postura en esta materia es intachable, pero no olvidemos que Alemania se encuentra entre los 5 países mayores exportadores de armas, junto con Estados Unidos, Rusia, China y Francia.

Esto último no deja de ser una contradicción cuando estos mismos países son quienes están en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, organismo creado después de la segunda guerra mundial con el propósito de promover la paz en el mundo. Lo expuesto da cuenta de la hipocresía imperante en el ámbito político mundial. Mientras los dueños de las empresas fabricantes de armas de los mayores países exportadores de armas se enriquecen, los países que más compran se desangran en guerras que los empobrecen más y más.

Otros países que destinan una importante proporción de sus productos geográficos brutos a la compra de armamentos, lo hacen bajo el argumento de la necesidad de aplicar políticas nacionales de defensa disuasivas. Los países que más necesitan destinar recursos a educación, salud y previsión, terminan destinándolos a financiar a sus Fuerzas Armadas. Éstas, tal como la demuestra la historia de América Latina, han terminado por disponer de un poder político que ni siquiera las transiciones democráticas han sido capaces de desmontar como es debido.

Actualmente, el tema migratorio está condicionando la política alemana produciéndose una primera crisis en la coalición gobernante, gatillada por la postura antiinmigratoria de uno de los tres partidos de gobierno, la CSU (los otros dos son la CDU y el SPD). Esta posición de la CSU, así como la creciente oposición que está enfrentando Merkel al interior de su propio partido, la CDU, se explica por la gangrena que se está produciendo a su derecha con el crecimiento del AFD, una fuerza populista de ultraderecha y que se asocia a los neonazis, quienes alimentan la xenofobia y el populismo. Hasta la fecha, no sin grandes esfuerzos, Merkel ha logrado sortear las dificultades que la realidad actual plantea.

Alemania, y Europa en general, deben entender que el flujo migratorio no es por azar. Nadie se va de su país, de su hogar, por voluntad propia. Lo hace escapando de guerras, de pobrezas, de persecuciones. Cuando el diferencial social, económico, cultural excede ciertos rangos, las migraciones son imparables. La historia así lo señala. Mal que mal, todos somos hijos de migrantes. Incluidos quienes proponen restricciones que sus propios antepasados habrían sido incapaces de sortear.