noviembre 30, 2007

Desbande parlamentario

Foto de Hansjörg Keller en Unsplash
Una nueva mayoría conformada por la minoría opositora y la adhesión de senadores que fueron elegidos en listas de la Concertación rechazó la solicitud por mayores fondos para el Transantiago. Sin haber llegado siquiera a la mitad de su período presidencial, el único gobierno de la Concertación que logró partir con mayoría parlamentaria, hoy se encuentra en minoría, en las cuerdas. Ese es el hecho crudo y real. Entre las circunstancias bajo las cuales se está dando esta situación mencionaré tan solo las más evidentes. La muerte de Pinochet, así como la distancia que gran parte de la derecha ha tomado respecto de su figura, están debilitando la cohesión entre los partidos de la Concertación. Esto, a pesar que el propio ejercicio del poder ejecutivo y la gobernabilidad que han dado a lo largo de estos años debieran haberla cohesionado. 

A esto se agrega el agotamiento de un modelo económico-social que registra avances y logros, pero que a la fecha ha sido incapaz de reducir el alto nivel de inequidad imperante, y que por el contrario, tiende a incrementarla. El progreso que muestran las cifras presenta signos de agotamiento, aflorando problemas de carácter cualitativo no resueltos. La agenda actual está copada por temas vinculados a la calidad en los servicios y/o productos que reciben los más pobres en materia de educación, salud, vivienda, transporte y previsión. Es ahí donde están los nudos a desatar. Y para desatar estos nudos las fórmulas van desde la búsqueda de acuerdos hasta la polarización pasando por negociaciones y movilizaciones. 

Entre estas posturas existe una infinidad de matices, ya que cuando se habla de acuerdos se debe especificar si se trata de acuerdos de cúpulas o de bases, y si de cúpulas se trata, qué clase de cúpulas. Porque hoy las voces que más tienden a escucharse son las de sectores empresariales y políticos con asientos en el parlamento. Representación que deja mucho que desear por un sistema binominal cuyo punto fuerte, según la derecha, residía en su supuesta capacidad para dar gobernabilidad y estabilidad, las que ahora están cautivas de congresistas “díscolos”, bajo el pretexto de que se deben a la ciudadanía antes que a sus partidos. Bajo este argumento la adhesión y cohesión partidaria se hace pebre, en desmedro de la democracia propiamente tal. 

La democracia no se reafirma haciendo caso omiso o debilitando a sus instancias partidarias. Mal que mal los partidos son organizaciones a las cuales se adhiere voluntariamente. Bajo un régimen parlamentario, la pérdida de la mayoría en el congreso habría motivado la disolución del congreso por parte del gobierno y la convocatoria a elecciones anticipadas para que la ciudadanía se pronuncie si respalda al gobierno con una nueva mayoría parlamentaria, o esta se la concede a la oposición para que encabece un nuevo gobierno. Como estamos bajo un régimen presidencial, los tiempos que vienen se avecinan duros dado que se deberá gobernar bajo una legislatura con dominio opositor y en un ambiente político fuertemente crispado, donde se deberá estar negociando caso a caso quedando a merced de chantajes puntales. Lo que nos puede costar caro.

noviembre 23, 2007

El loco en su salsa

La categórica derrota de Chile ante Paraguay ha tenido el mérito de reponer las cosas en su lugar. Sí, porque los medios de comunicación, en forma cuasi automática y prácticamente sin excepción, habían abierto expectativas a partir de la llegada del loco Bielsa a la conducción del seleccionado nacional. Expectativas que no tenían respaldo alguno. Nadie desconoce los pergaminos del loco, ni los antecedentes de que venía precedido, pero es un ejercicio de irresponsabilidad creer que un entrenador, por más pedrigee que tenga sea capaz de hacer milagros.

Los resultados de una selección dependen no solo del entrenador, sino de otras dos variables claves: el proceso y los jugadores. Y del primero no veo nada. La nómina de jugadores se elabora en las semanas previas a los compromisos y el equipo se para a última hora de acuerdo al estado físico en que se encuentren. Así, sin un proceso preparatorio, pueden llegar lejos otros países, como Argentina y Brasil, que cuentan con canteras inagotables de jugadores, aparte de quienes se encuentran jugando activamente en el extranjero. No es el caso nuestro. No podemos darnos el lujo de parar un equipo sobre la marcha sin sufrir las consecuencias. No contamos con jugadores ni habrá entrenador alguno, por más loco que sea, que logre milagros.

Los escasos logros de Chile y los chilenos son a punta de esfuerzos, de sangre, sudor y lágrimas. No somos un país mayormente dotado. Todo nos cuesta. Somos un país terremoteado, donde de la noche a la mañana todo se nos puede derrumbar; donde debemos reconstruir con bases sólidas para que todo el andamiaje y el esfuerzo desplegado no se nos vengan abajo una y otra vez.

Acaba de terminar esta primera fase de las eliminatorias y ya todos los jugadores han vuelto a lo suyo. Incluso el loco regresó a Rosario. No hay proceso alguno hasta la próxima fase, o hasta que se logre programar un partido preparatorio, donde no podrán estar todos.

Respecto del plantel de jugadores, convengamos que nos falta mucho aún. Si bien como nunca antes contamos con jugadores en el extranjero, pocos son los fogueados, que registran continuidad en equipos de clase mundial. Para remate esos pocos se nos lesionan (Alexis Sánchez), se hacen expulsar (Arturo Vidal), faltan a la disciplina (Jorge Valdivia) o se automarginan (Raúl Pizarro).

Por eso, a la hora en que empiezan a asomar las primeras críticas al loco por parte de los mismos que lo ensalzaban, no le pidamos peras al olmo. Perdón, al loco Bielsa. No fue él quien infló nuestras expectativas.

noviembre 16, 2007

¿Porqué no te callas?

Esta expresión, junto con el video retransmitido una y otra vez gracias a Internet, emitida por el rey de España en plena cumbre de presidentes y jefes de Estado latinoamericanos, ha dado la vuelta al mundo como reguero de pólvora.

Llamó particularmente la atención por provenir de quien ha sido el decano de estas cumbres y desempeñar un rol silencioso, contemporizador, moderador, articulador. Se puede especular si lo sacó de las casillas la permanente interrupción de Chávez a Zapatero, o las alusiones al carácter fascista de Aznar, o la verborrea de Chávez. Cualquiera sea el motivo de fondo, lo concreto es que proviniendo del rey adquiere un tufo especial, como la expresión de quien se dirige a un vasallo, una suerte de rémora de tiempos coloniales.

Quien por el contrario, mantuvo la calma, fue Zapatero, a quien se le había concedido la palabra por un tiempo limitado y que se veía persistentemente interrumpido por Chávez. Zapatero hizo gala de un talante democrático que lo situó por encima del rey y de Chávez, no solo por su reacción física, sino por sus palabras y solidaridad hacia un compatriota, aún cuando fuere uno de sus más acérrimos rivales, como lo es Aznar.

Zapatero sabe más que nadie quien es Aznar, no solo un expresidente de España, sino que un oscuro personaje que intentó ocultar la verdad respecto de los responsables del atentado en la estación de Atocha en Madrid a horas de las elecciones generales; que a espaldas de la opinión pública respaldó la política invasora de Bush en Irak, no solo de palabra, sino que enviando tropas españolas a la región; que en sus andanzas por el mundo como expresidente intenta promover la teoría del desalojo de los gobiernos que no comulgan con la derecha. La defensa de Zapatero a los ataques verbales de Chávez hacia Aznar responden al viejo axioma de los grandes estadistas y que pocos están dispuestos a practicar: lo cortés no quita lo valiente. Con su actuación, Zapatero se sacó los zapatos.

El incidente tuvo el mérito de poner sobre la mesa una realidad candente: las fisuras que alejan las posibilidades de entendimiento en nuestro continente. Fisuras que tienen que ver con latentes conflictos fronterizos o comerciales que pueden emerger en cualquier momento, pero sobretodo con enfoques, visiones que van desde países donde dominan posturas neoliberales extremas que responsabilizan al Estado de todos los males, hasta aquellos que proclaman nacionalismos y socialismos trasnochados que satanizan actuaciones privadas.

Lo triste, es que estas mismas fisuras ilustran cuán lejos estamos de la unidad latinoamericana tantas veces proclamadas, y particularmente del desarrollo al que aspiramos.

noviembre 09, 2007

Intereses usureros

No obstante que desde los tiempos bíblicos se prohibe la usura, en la actualidad ella campea como Pedro por su casa. Bajo el actual modelo económico cualquiera diría que es un concepto obsoleto. Conceptualmente la usura podemos entenderlo como todo cobro por encima de un cierto valor razonable. Ahora qué se entiende por razonable es lo que se deja en el limbo, aunque legalmente se establece como todo cobro por sobre una tasa de interés máxima legal. Claro que ésta suele sortearse por la más diversas martingalas de que hacen gala muchas empresas, particularmente las dominantes. Sí, porque además de las tasas de interés han creado comisiones, ya sea por mantención y/o administración anual y mensual de deudas como por avances en efectivo, pagos en cuotas, etc.

El problema de fondo reside en que los más pobres, los más necesitados, y también los no tan necesitados, terminan pagando las ganas por los bienes y/o servicios que adquieren, mucho más que los poderosos que se pueden dar el lujo de pagar al contado.

Incluso nos tientan a comprar vía tarjetas. En el pasado, hasta con el respaldo de la teoría económica, todo producto que comprabas tenía un único precio contado menor que si la adquisición la hacías en cuotas. Hoy es al revés. En las grandes tiendas si voy a comprar y quiero pagar al contado me cobran más que si pago con tarjeta. Ejemplo: un producto X contado vale $ 40,000, pero con tarjeta vale $ 30,000 y caemos como pajaritos porque al final terminamos como Pepito: pagando doble o más.

Vía planes de marketing que recurren a mensajes subliminales, apelando al subconsciente para generar dependencias y/o adicciones, nos meten el dedo en la boca una y otra vez resaltando rebajas y ocultando intereses y comisiones o presentándolos en formatos que no se entienden.

Para rematarla nos encontramos inmersos en una sociedad que nos consume de modo tal que no nos hacemos tiempo para enterarnos siquiera si nos están estafando, aunque se tiene la percepción que existe una estafa brutal. Y cuando uno tiene la certeza que se le está estafando, y quiere encarar legalmente el caso, al frente se encuentra con que las empresas se apertrechan con equipos de abogados tan curtidos en estas lides que a uno lo hacen abandonar la aventura de intentar defender lo suyo.

Si bien uno pensaría que existen instituciones estatales encargadas de protegernos en este ámbito, como la Fiscalía Nacional Económica o el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC), la verdad que están castrados de nacimiento, porque fueron creados de forma tal que a lo más pueden “informar” o “advertir”, porque carecen de atribuciones fiscalizadoras propiamente tales. Esto porque se asume que estamos bajo un régimen de libre mercado, donde todos somos mayorcitos y sabemos lo que hacemos en medio de una supuesta libre competencia entre las empresas. Como para creer en el viejo pascuero.

noviembre 02, 2007

La señora K

El domingo pasado tuvo lugar la elección presidencial argentina, donde triunfó ampliamente Cristina Fernández de Kirchner por sobre una decena de candidatos, ninguno con posibilidades reales de amagar su victoria.

Las razones que explican una votación por sobre el 40% y a una distancia mayor de 20 puntos porcentuales se centran en el deseo de continuidad y la desconfianza respecto de los restantes candidatos, ninguno confiable.

Kirchner no quiso repostularse aún cuando tenía asegurada la victoria, y en su lugar puso a su mujer endosando su potencial votación. Cristina no ganó tan solo por ser la mujer de Kirchner; ella tiene su propio capital político, es abogada, senadora nacional, tiene pensamiento propio.

Así y todo, en Chile una situación como la planteada en Argentina –que un presidente sea sucedido por su mujer- no es posible. Y no es posible simplemente por impresentable, por pudor. De la misma forma que en Chile ningún presidente osaría intentar modificar la constitución para posibilitar su reelección aunque su mandato cuente con la aprobación ciudadana. Ha sido posible en Perú en tiempos de Fujimori; en Venezuela con Chávez, quien se las arregló para repetirse el plato; al igual que Lula en Brasil o que Uribe en Colombia. Ni se arrugaron para hacerlo. Pero en Chile no ha sido posible. El único que intentó hacerlo fue Pinochet, mediante el plebiscito en el que pretendió que la ciudadanía lo ratificara. Y ya sabemos lo que le ocurrió a pesar de contar con todo el peso del poder armado y del Estado.

La elección de Cristina se da en una coyuntura especial. No sería la primera mujer presidenta en Argentina, porque ya lo fue Isabelita de Perón, pero ésta asumió a la muerte de Perón por ser su compañera de fórmula, pero no porque ella en particular fuera elegida. Si bien Cristina es elegida por su propio peso y con el impulso de su marido, cabe agregar un dato no menor, cual es el antecedente de que a este lado de la cordillera preside el gobierno una mujer llamada Michelle.

El voto argentino constituyó un importante respaldo a lo realizado por Kirchner, quien con tan solo un respaldo de poco menos del 25% de la ciudadanía, proveniente de una provincia del sur, fue capaz de revertir el proceso de decadencia con que sucesivos gobiernos sumieron a la Argentina mediante políticas neoliberales que desembocaron en explosivos estallidos sociales. Proceso que desarrolló con una sólida postura ante el FMI y privilegiando los intereses nacionales por sobre los foráneos.