enero 25, 2019

El cuento de la meritocracia

A propósito del proyecto que el gobierno ha denominado admisión justa, la derecha ha invocado la necesidad de restituir la selección en el ámbito educativo basado en la necesidad de valorar el esfuerzo de los estudiantes y no dejar su admisión a merced de una tómbola. El fundamento subyacente es el de la meritocracia. Quiénes son los que invocan la meritocracia? Las élites, gran parte de los sectores de clase media, y también, no pocos de los sectores más pobres.

Si hiciésemos un estudio de las élites, a quienes solemos identificar como los dirigentes que conducen, toman decisiones en sus respectivos campos de acción –político, empresarial, deportivo, eclesiástico, militar-, llegaremos a la conclusión de que en su inmensa mayoría accedieron a ella no por mérito ni esfuerzo, sino que esencialmente por cuna, por nacimiento, por herencia. Basta ver los apellidos que se repiten una y otra vez. Ahí están los Larraín, los Errázuriz, los Irarrázabal, los Chadwick, los Sweet, los Luksic, los Angellini, entre otros. Están donde están porque nacieron en cunas de oro, lo que no quiere decir que no sean personas de esfuerzo, pueden serlo, pero con el puro esfuerzo, y sin el apoyo de sus respectivos clanes familiares y las redes de contacto asociadas, la inmensa mayoría de ellos no estarían donde están. También hay otros apellidos no tan rimbombantes, que efectivamente han salido adelante a pulso, a punta de mucho esfuerzo, pero son los menos.

Si similar estudio hiciésemos a nivel de quienes pertenecen a la clase media, lo más probable que la mayoría estime que son personas de esfuerzo, que han transpirado la gota gorda, sobretodo quienes han logrado escapar de la pobreza. Por lo mismo, tales familias tienden a identificarse fuertemente con la selección en el ámbito educativo, pensando que la selección está basada en el reconocimiento del esfuerzo de sus hijos y de las propias familias. Se pasa por alto que quien selecciona es el establecimiento educacional y no la familia. Se asume que las calificaciones de los estudiantes son una medida de sus esfuerzos, cuando abundantes evidencias señalan que más que sus esfuerzos, las calificaciones son resultado de un entorno, un contexto, un ambiente de aprendizaje, una familia. Esto es especialmente válido en las primeras etapas del proceso educativo educación básica y media-. Por tanto, la selección no es por mérito ni por esfuerzo del estudiante, sino que fundamentalmente por factores externos.

En consecuencia, la selección, al menos en los niveles de educación básica y media, termina por segregar en vez de integrar, propósito perseguido por la vía de la tómbola. Otro mecanismo existente en otros países es por la vía de las cuotas, donde los establecimientos educativos deben reservar cuotas de vacantes para determinados grupos de estudiantes –de origen indígena, de sectores vulnerables, de inmigrantes u otros-.

Dentro de los sectores más pobres, es probable que también nos encontremos con quienes estimen que es válido que los establecimientos seleccionen a quienes ingresan a sus aulas por sus calificaciones. Son quienes ya se han resignado, quienes han asumido que son pobres por flojos, porque se lo merecen. Son quienes se han comprado el discurso imperante, que quienes están en las capas medias son porque se lo merecen, así como quienes conforman las élites. Es el discurso que supone que todos estamos donde nos corresponde en base a nuestros esfuerzos.

Un periodista, Daniel Matamala, graficó muy bien en qué terminan los esfuerzos de los de abajo, y las cunas de los de arriba en una columna titulada Pedro, Juan y Diego.

Por momentos pienso que todo es al revés. Que arriba están los que menos la trabajan y abajo los que más la trabajan. A quienes les ha ido bien en esta vida les seduce creerse el cuento de que lo que son y tienen es fruto de sus esfuerzos, obviando otros factores, así como la existencia de muchos que se han esforzado tanto a más, sin recompensa alguna.

Las banderas de la meritocracia y del esfuerzo están en manos equivocadas. El mundo al revés.

enero 19, 2019

La gobernanza democrática desafiada

En Chile, a lo largo de diversas ciudades, en un esfuerzo descentralizador, por estos días ha estado desarrollándose el Congreso Futuro. Una de las charlas, titulada el poder de los ciudadanos, concierne a la desconfianza de los ciudadanos en sus gobiernos, la que nos invita a buscar alternativas de gobernanza.

Esta creciente desconfianza se da a pesar de tener gobiernos que se asumen democráticos, o sea, que han sido elegidos por sus ciudadanos. En cierto modo esto representa una contradicción, dado que si somos nosotros quienes elegimos a quienes nos gobiernan, entonces se supone que debiésemos confiar en ellos. Sin embargo, ello no es así. Qué está pasando?

Hemos entrado a la era de la información, de una era donde había poca información, que no era accesible, estamos pasando a una era de mucha información, gracias a la revolución de la informática y las comunicaciones. Venimos saliendo de un tiempo en el que nuestras decisiones estaban basadas en muy poca información. Hoy manejamos mucha más información que en el pasado, y ello está abriendo nuestros ojos, nos está permitiendo ver lo que antes no veíamos: que nuestros representantes en los gobiernos y en los parlamentos, han estado conformando leyes con un cierto sesgo a favor de determinados grupos sociales, económicos o culturales. En USA un estudio llegó a la conclusión que lo que se tiene no es un sistema democrático, sino que un sistema oligárquico, donde una élite conformada por los más ricos y poderosos se encarga de concebir, diseñar e implementar leyes que los beneficien pensando en sus propios intereses, aun cuando sea en desmedro de los intereses de los sectores medios y bajos. Lo mismo podríamos sospechar que ha estado ocurriendo en nuestros países.

Si bien esto no es nuevo, de alguna manera se intuía, pero gracias a las sucesivas elecciones que el sistema democrático pone a nuestra disposición, escogíamos nuevos políticos para conformar los gobiernos y los congresos. A pesar de esto, las leyes que se promulgan tienden a favorecer a los mismos de siempre. Una y otra vez. Y cargamos los dardos a los políticos sin percatarnos que el problema no son ellos, sino que el sistema.

Más que cambiar a los políticos, lo que se ha comprobado que no tiene los efectos esperados, lo que habría que cambiar es el sistema político. Vaya tarea monumental. Al lado de los asombrosos y vertiginosos avances que hemos experimentado, y seguimos experimentando en el ámbito tecnológico, el ámbito político parece petrificado, los gobiernos y los parlamentos actuales no parecen muy distintos a aquellos que existían hace más de 100 años atrás.

De una era en la que teníamos que tomar decisiones con muy poca información, pasamos a una era de exceso de información donde no faltan quienes no trepidan en generar maliciosamente información falsa para que sea difundida como reguero de pólvora vía redes sociales. En el campo político ya está ocurriendo, incluso por parte de algunos de los propios políticos para obtener los votos que requieren, distorsionando el sentido de la democracia, contribuyendo con ello a su desvalorización.

Para evitar que se nos siga tomando el pelo, que sigamos votando por quienes nos engañan una y otra vez estamos obligados a tener la capacidad para filtrar información proveniente de las fuentes tradicionales y no tradicionales –redes sociales-, para distinguir aquella que es relevante de la que no lo es, así como darnos el trabajo y tener la capacidad para verificar la información que recibimos. Pero eso no bastará si no logramos controlar y manejar la información disponible asegurando que los gobiernos y parlamentos, no interfieran en ella. Esto implica implementar sistemas en distintas nubes –con la información distribuida en miles de computadores con los cuales interactuemos directamente, y que sean autónomos de los gobiernos y los parlamentos.

De este modo, los gobiernos y parlamentos perderán el poder monopólico que en distintas materias disponen actualmente, forzándolos a combatir este empoderamiento ciudadano con un comportamiento más eficiente y respetando sus intereses, no solo los de las élites. La tentación de los gobiernos por limitar, controlar o prohibir la construcción de estas nubes de información no estará disponible. Para allá vamos.

enero 10, 2019

El sueño de un pibe de 70 años (parte 3 y final)

En su momento prometí compartir algunas reflexiones en torno a mi reciente primera experiencia periodística rentada y que ya di a conocer en columnas anteriores (ver parte 1 y parte 2). Una experiencia muy positiva que se tradujo en 6 columnas en torno a la biotecnología en la agricultura, en entrevistas radiales y televisivas a los invitados nacionales e internacionales al workshop, y en una nota final.

Una primera reflexión señala que cuando estás relajado, sin apremios, sin apuros, sin mayores necesidades, parecen llegar oportunidades que suelen ser esquivas cuando más las necesitas. Quizá por lo mismo. Cuando estás necesitado, la tensión, el apremio, por algún lado se transmite. No basta con posar, con hacer ejercicios de relajación, con recetas ni nada por el estilo. Hay que ser como se es y no otra cosa. Tratar de simular suele no resultar. Debo puntualizar que esto no necesariamente es cierto siempre. No faltan quienes deben estar necesitados, tensionados, apremiados, para ver y aprovechar oportunidades. Incluso más, en uno mismo pueden darse que en distintos momentos de la vida la necesidad, la tensión sea el motor que ponga en acción las capacidades que tenemos. No conozco ley escrita al respecto.

Dos, cuando me llegó el momento de postular a la universidad quería estudiar periodismo o arqueología. Sin embargo, en mi casa la respuesta fue negativa porque no querían muertos de hambre en la familia!!!! Así de simple. Hoy una respuesta de este tenor es impensable, pero en esos tiempos era bastante común. Pregunté: ¿entonces qué estudio? La respuesta fue categórica: ingeniería. El horno no estaba para bollos, así que eso estudié. Pero como el agua que se escurre por algún lado, mi interés por el periodismo se ha estado expresando, ya por màs de 45 años, escribiendo columnas o papers, y ahora con esta oferta laboral periodística caída del cielo que me dejó viendo estrellas.

Tres, toda mi vida ha sido como pisando huevos hasta que colgué los guantes. Mi primer trabajo lo perdí por el golpe del 73. Trabajaba en el Banco Central de Chile en una unidad responsable del control de divisas. Me echaron sin preguntarme nada, simplemente suprimieron la unidad en que trabajaba porque de inmediato se implementó una nueva política económica y los dólares que escaseaban empezaron a aparecer como por arte de magia en virtud de que se había decretado libertad cambiaria. Por lo mismo perdió sentido el control de divisas. Ya estaba casado y de un día para otro quedé con una mano adelante y otra atrás estando en mi último año de la universidad. Mi tesis para titularme como ingeniero civil industrial, se fue al tacho de la basura tanto porque se trataba de un tema vinculado a mi trabajo que ya no tenía -la planificación de la producción de la línea de productos electrodomésticos-, como porque a quien era mi profesor guía de la tesis, Sergio Bitar, lo relegaron a la isla Dawson por haber sido ministro en el gobierno de Salvador Allende. Busqué trabajo enviando mi curriculum a todas partes. Ni siquiera me respondían o llamaban a entrevistas. Ya tenía el síndrome del perseguido, por ser uruguayo en tiempos de tupamaros, y por lo mismo estaría en una lista negra. Más encima, para rematarla, en esos tiempos tenía una frondosa barba roja, ahora más rala y encanecida con el paso del tiempo. Toda una facha de comunista, marxista leninista, ultra, pero pura facha porque mi cerebro era incapaz de adherir a dictaduras del proletariado o a una concepción de la sociedad como de luchas de clases. Recién al cabo de un año, que sobreviví a punta de trabajos esporádicos y un emprendimiento en el sector educativo, logré encontrar un trabajo estable. Desde entonces, siempre he andado con el temor a perder el trabajo, y ahora, por primera vez en mi vida, a los 70 años, vienen a buscarme para ofrecerme un trabajo temporal, pero precioso. Como para no creerlo!.

enero 09, 2019

La mona, por más que se vista de seda, mona queda

En la semana tres pasos en falso a nivel gubernamental dan cuenta de un gobierno que parece tropezarse solo a falta de una oposición con claridad conceptual. Uno, las explicaciones del ministro del Interior, Andrés Chadwick, frente a las declaraciones de un general en retiro; dos, el aumento de sueldo a una cifra cercana a los 10 millones de pesos mensuales de Fernanda Bachelet, de tan solo 27 años, hija de un amigo de Piñera, para trabajar en una de las oficinas comerciales de ProChile en USA; y tres, la nominación de Benjamín Salas, de la misma edad e hijo de la ministra del deporte, como asesor presidencial en la APEC 2019 que se realizará en Santiago. Estos dos últimos casos hacen estallarle al gobierno, en su propia cara, las acusaciones de amiguismo y nepotismo.

El primer caso está referido a las inverosímiles explicaciones dadas por Chadwick, donde se explaya en torno a las interferencias en la comunicación que mantuvo con un general de carabineros, ahora en retiro. Este último, en sus declaraciones ante la fiscalía, sostuvo que el ministro, desde el primer minuto fue informado y sabía que Catrillanca estaba desarmado y que los carabineros no estaban siendo atacados. Cuesta creer que hayan sido las interferencias y dificultades en la comunicación hayan inducido al ministro a error.

En el segundo caso, el de Fernanda Bachelet, ya se dio vuelta la página gracias a que ella decidió dar un paso al costado. Sin embargo quedó al desnudo el castillo de naipes que se había montado al afirmarse en primera instancia que había accedido al cargo merced a un concurso público. Posteriormente pudo comprobarse la falsedad de ello cuando desde el propio personal de la cancillería tuvo que desmentirse la existencia de concurso alguno.

El tercer caso da cuenta del nepotismo existente. Si bien debe reconocerse que no es un fenómeno nuevo, no deja de llamar poderosamente la atención porque una de las críticas más fuertes a los gobiernos anteriores de la Concertación y de la Nueva Mayoría, era justamente el del nepotismo. Sin embargo, al lado de lo que estamos observando por estos días, las fuerzas de gobierno anteriores parecen niños de pecho al lado de quienes conforman la actual coalición gobernante de Chile Vamos,.

Los tres casos, son verdaderos botones de muestra, sobre todo los dos últimos, de lo lejos que estamos de ser un país donde se haga carne la meritocracia y la igualdad de oportunidades. Esto, a pesar de que nos enjuagamos la boca una y otra vez con tales expresiones. Vemos que una vez más se ponen en jaque ambos conceptos que tanto pregonaron las fuerzas de Chile Vamos en la última campaña electoral, caballito de batalla con el que fustigaron al anterior gobierno.

Las 3 torpezas mencionadas dan cuenta de la importancia que tiene la existencia de una oposición propiamente tal. Si existiese una oposición fuerte, difícilmente el gobierno se andaría disparando a los pies como es lo que está ocurriendo. En efecto, el gobierno sería más ciudadoso, más cauteloso y no andaría haciendo chambonadas como las que estamos observando. De allí que, al paso que vamos, la principal oposición al gobierno está en su propio seno.

enero 03, 2019

Lo que se viene en el 2019

Con escaso margen de error se puede vaticinar que se nos viene un año movido, con ribetes especiales y que sacarán más de una roncha. De alguna manera lo que se dio el 2018 fue un anticipo y no es para menos. Mal que mal lo que se da son tendencias. Y de lo que no cabe duda es que hay un cambio de eje que se está dando a nivel mundial, global. La comunicación instantánea, las redes sociales, están posibilitando el “contagio” como reguero de pólvora. Incluso las mentiras, las medias verdades, las noticias falsas.

Resulta sintomático que luego de décadas intentando girar hacia la izquierda, buscando profundizar la democracia en lo político, combatir la pobreza junto con reducir la desigualdad en lo económico, e incrementar las libertades individuales en lo valórico, hoy se está observando un suerte de orden de “virar hacia la derecha”. Un viraje hacia el autoritarismo en lo político con miras a imponer orden y seguridad, hacia el neoliberalismo en lo económico, y hacia el conservadurismo en lo valórico. Todo ello a como dé lugar.

Las razones que impulsan este viraje varían según el país que se trate, aunque muy probablemente tengan algún tronco común. Estas razones son múltiples –la inmigración, la inseguridad, la precariedad del empleo, la corrupción, entre otras-, pero en esta ocasión solo haré mención a dos de ellas: la corrupción y la infiltración.

La corrupción solía estar asociada a la derecha, y de hecho la sigue afectando. El tema es que se ha expandido a la izquierda, perdiendo la superioridad moral que tenía en este plano. Se asumía que desde el gobierno la izquierda debía combatir la corrupción, y en no pocos casos ha caído en tentación, terminado siendo cooptada. Eso lo está pagando caro, mucho más caro que la derecha porque la gente que confió en la izquierda se ha sentido defraudada, y por lo mismo vota con rabia. A la gente no le importa tanto que la derecha sea mucho más corrupta que la izquierda, como que ésta haya “pisado el palito”. De hecho, lo más probable que al final de este nuevo ciclo que se abre los actuales niveles de corrupción sean irrisorios al lado de los que se vienen. En no pocos casos, quienes se han erigido como jueces son tantos o más corruptos que aquellos a quienes han condenado. Por la boca muere el pez.

La infiltración comunista es otro argumento que se ha estado levantando, al igual que en la década de los 70 cuando se inició el ciclo de las dictaduras militares, todas ellas encaminadas a extirpar el cáncer marxista, el yugo marxista. Caballito de batalla que es resucitado en la hora actual aun cuando ya no estamos en tiempos de guerra fría ni existe la Unión Soviética. Pero sirve para aleonar a las FFAA y las distintas corrientes conservadoras religiosas de los distintos países que ven con malos ojos todo lo que huela a comunismo o socialismo. En su reciente discurso inaugural, el nuevo presidente brasileño puso énfasis en intervenir la educación con miras a erradicar toda influencia comunista. No deja de llamar la atención que el foco esté puesto en esta infiltración y no en la creciente influencia del narcotráfico en los más diversos niveles de decisión.

Para recuperar el ascendiente que en su momento tuvo la izquierda, necesariamente debe asumir la responsabilidad que le corresponde por haber llegado la realidad en que se encuentra en la actualidad. Un análisis retrospectivo e introspectivo respecto de las ideas que la conforman, así como de su comportamiento, le haría bien a ella misma, así como a los países en que actúa.

En síntesis, lo que se viene es preocupante, por no decir alarmante, y exigirá lo mejor de nosotros si es que no queremos convertirnos en ovejas manejadas a su antojo por pastores armados hasta los dientes.