Frente a una inocente
pregunta en torno al golpe, declaró que éste era inevitable, al igual que las
muertes que se produjeron en los dos primeros años subsiguientes.
¿Qué es lo
inevitable que ocurra? ¿Qué es inevitable? Inevitable es todo aquello que va a ocurrir,
que va a darse, hagamos lo que hagamos. Inevitable es todo aquello que ocurrió,
ocurre y ocurrirá sin que nosotros seamos arte ni parte, sin que nosotros
podamos hacer nada para impedirlo.
Inevitable es la
muerte, al menos hasta ahora. Podremos estirar la cuerda, y de hecho la hemos
estirado. Basta ver cómo ha aumentado la esperanza de vida. Pero al final del
día, al menos hasta ahora, nuestra andadura por esta vida es finita. Al final
del día caerá el telón. Eso es lo inevitable.
El golpe no fue
inevitable. Para que se produjera, concurrieron elementos, personas, hechos
ambientes, climas, comportamientos, que pusieron sus respectivos granos de
arena para hacerlo posible. El golpe no fue producto de un rayo divino que apareció
por obra y arte del espíritu santo para iluminar al innombrable diciéndole: “Levántate
y da el golpe”. Un innombrable que no fue sino el brazo ejecutor de lo que, al
conmemorarse los 40 años del golpe, el presidente Piñera magistralmente identificó
como los cómplices pasivos.
Este es el golpe que Evelyn
tildó de inevitable en circunstancias que todo era evitable. Podemos conversar,
discutir, discrepar en torno a las responsabilidades, las decisiones, las actitudes,
las posiciones, los roles que cada uno de nosotros cumplió en ese aciago
período de nuestra historia, pero de allí a calificar al golpe de inevitable
hay mucho trecho.
Y para qué hablar de
las muertes, que en los años inmediatamente siguientes al golpe, Evelyn
califica de inevitables. Acá no hubo
guerra civil. El golpe se dio con las cartas marcadas. El golpe se dio sobre
seguro, sabiéndose que no habría resistencia, como lo demuestra el control
inmediato sobre todo el país por parte de la dictadura apenas instalada. No encontró resistencia que merezca el nombre de tal.
Todo lo que sobrevino
después no tuvo sino un propósito: amedrentar, inhibir, decapitar cualquier
asomo de rebelión. Y para ello no se trepidó en nada, recurriéndose a todo,
vulnerándose incluso las reglas propias de una guerra, que para el caso ni
siquiera existió. El titular de un vespertino de la cadena mercurial fue muy elocuente:
“Exterminados como ratones”.
¿Eran inevitables las desapariciones? ¿las torturas? ¿las violaciones? ¿las vejaciones? Que ahora, a más de medio siglo de entonces, vengan a decirnos que todo esto era inevitable, indigesta, por decir lo menos. Y nos fuerza a impedir que sea “inevitable” que, como resultado de la próxima contienda electoral presidencial, esta visión asuma la conducción del país.
Estimado Rodolfo, respecto al título de periodista que se atribuye Checho Hirane, tiempo atrás Jorge Cavada, periodista de TV le cuestionó dicho título insistiendo que no era periodista por cuanto no había cursado dicha carrera cumpliendo con toda la malla curricular, Hirane reconoció que había cursado un diplomado, no recuerdo en qué materia, y con eso él se considera “periodista”. Saludos
ResponderBorrarGracias por el alcance, eliminaré la expresión de periodista.
BorrarDisculpa es Rafael Cavada.
ResponderBorrarOk! Gracias! Quien eres?
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