octubre 30, 2013

Lo que está en juego


La reacción oficialista ante la publicación del programa de gobierno por parte de Michelle no se hizo esperar. Cuál hienas al acecho de su presa, esperaron horas, días, semanas, para lanzarse con tutti con miras a descuartizarlo. No necesitaron ni leerlo porque el hambre pudo más.

No se podía esperar otra cosa. La ansiedad los corroía. Era la fase en que querían entrar para salir del letargo, del derrotismo, la fase de la esperanza. No obstante, es poco probable que esta estrategia tenga éxito, tanto porque la población pareciera tener una opinión ya formada, con independencia del programa, como porque su contenido no arroja mayores sorpresas. Los resultados de las encuestas lo confirmarían.

La confusión desde el gobierno es total cuando el Ministro del Interior afirma: "lamentamos lo que hemos conocido del programa presidencial de la candidata Michelle Bachelet. Lo lamentamos porque hoy día tenemos un país que va a avanzando, que se está desarrollando, que ha sido capaz de crecer, ha sido capaz de crear empleos, dar mejores remuneraciones, de ir por el camino correcto para poder avanzar".

Se equivoca, porque en ninguna parte del programa se desconoce que el país avanza, se desarrolla, crea empleos, da mejores remuneraciones, pero desgraciadamente lo hace por el camino incorrecto: acentuando la desigualdad, la segregación. La inmensa mayoría del país no está contento con el país que estamos construyendo. Ese es el punto medular. O transitamos por el modelo que nos rige, un modelo de progreso para unas minorías, o cambiamos de rumbo hacia un modelo de progreso para las mayorías, de menor desigualdad y segregación. Ese es el punto.

Se equivocan cuando desde el gobierno y la derecha se cree que se puede seguir creciendo con las grotescas diferencias de ingreso que tenemos. Este camino es insostenible, lo que explica la imperiosa necesidad de cambia de rumbo.

El mismo ministro, Chadwick, también objeta que "en el programa de Michelle Bachelet no hay ninguna palabra en contra de los encapuchados y favor del proyecto de ley para hacer más severas las penas y las acciones de la policía contra los encapuchados. Ahí vemos una debilidad muy importante". ¿En qué planeta vive? Ellos, los mismos que para llegar al gobierno prometieron terminar con la fiesta de los delincuentes en base a represión, hoy no pueden sino irse con la cola entre las piernas: los niveles de inseguridad de la población en el día de hoy son mayores que ayer. Los delincuentes no están de fiesta, sino que de carnaval! ¿Porqué? Porque la mirada desde la derecha es demasiado simplista, burda, que los lleva a creer que se resuelve con represión, con endurecimiento de penas, con legislación antiterrorista, con más policías, con un Estado policial. La mirada desde el centro y la izquierda es más holística, global, apunta a las causas últimas de los problemas que nos afligen, antes que a sus consecuencias. No se limita a la venta del sofá de Otto.

Por su parte, la candidata del oficialismo aprovechó de llevar agua a su molino con una declaración para el bronce: "el proyecto nuestro apunta a la Alemania de Merkel, el proyecto de ellos apunta a la Alemania del muro de Berlín". Si conociera Alemania se percataría que su proyecto no tiene nada que ver con el de Merkel, así como el de Michelle no tiene nada que ver con el de la Alemania del muro de Berlín. Por el contrario, el programa de Michelle se asemeja mucho más a la Alemania de Merkel que el programa de Evelyn. Allá no se venden los parques al mejor postor como en Chile presionados por los apetitos inmobiliarios. Allá existe una concepción de lo público mucho más arraigada que acá. Allá la relación entre los dueños del capital y los trabajadores es de una naturaleza radicalmente distinta a la que tenemos acá, donde el modelito se basa en la sumisión del mundo laboral a los designios del mundo empresarial. La Alemania de Merkel es la de la CDU, la Democracia Cristiana alemana. Ello explica que la DC chilena esté con Michelle y no con Evelyn.

Por lo demás, todos sabemos que una cosa es lo que diga un programa, que expresa una voluntad de hacer lo que se dice o escribe, pero otra cosa, es lo que se pueda hacer. Y eso no depende solo de Michelle y de la coalición que la respalda, sino que de la correlación de fuerzas parlamentarias que emerja de las próximas elecciones. De no haber una mayoría parlamentaria contundente, difícilmente podremos esperar cambios como los que muchos esperan en el país. Cambiar el modelito que tenemos no es broma: la institucionalidad vigente exige mayorías sustantivas que el binominalismo dificulta severamente. Eso pareciera no entenderlo las candidaturas alternativas que lanzan ideas al voleo como si esto fuese un juego. Otra cosa es con guitarra.

A modo de ejemplo, en el ámbito educacional, lo más sustantivo que propugna Michelle es terminar con el lucro, esto es, que la educación deje de ser un negocio. Tendremos un Congreso que lo hará posible? También piensa allegar más recursos, lo que implica una reforma tributaria. Tendremos un Congreso que lo hará posible? En lo político postula cambiar la Constitución nacida en dictadura y que hasta la fecha solo se ha podido reformar en todo aquello que la derecha admite. ¿será posible cambiarla con el parlamento que salga de estas elecciones? Lo mismo vale en lo que se refiere a las relaciones laborales, la salud, la previsión. Difícil, muy difícil, pero de nosotros depende.

En fin, para qué seguir.

octubre 23, 2013

Arroz graneado

Estas elecciones están marcadas por la cantidad de candidatos presidenciales, dificultando con ello que el candidato electo emerja en la primera vuelta, puesto que la lógica indica que mientras más candidatos, más difícil se visualiza que uno de ellos alcance el 50% más un voto requeridos.

Sin embargo, observando el escenario, de los nueve candidatos, hay al menos cinco que difícilmente logren superar el 1%, con lo que en conjunto no sobrepasarán el 5%. Entonces uno se pregunta: ¿para qué postulan? ¿son postulaciones testimoniales? O ¿en qué planeta viven?

De los otros cuatro candidatos, el favoritismo se inclina claramente hacia Michelle. De hecho no hay dos opiniones al respecto, como lo prueba que la gran duda reside tan solo en si alcanzará el 50% en primera vuelta. Ello se explicaría porque hay un punto en el que Michelle no ha logrado ser superada por ninguno de sus oponentes: es la única candidata que emergió de primarias con una contundente votación. Evelyn es una candidata de carambola porque no surge de primarias, a pesar que la derecha se sometió primarias. Todas las dificultades que ha debido enfrentar tiene su origen en ese pecado original: nace de la depresión del ganador de la primaria y del veto al contendor por parte de la UDI. Los demás candidatos presidenciales surgen sin primarias, por iniciativa propia, o del Espíritu Santo, sin vivir el vía crucis que implica la llegada a la presidencia peldaño a peldaño. Son los candidatos chantas.

Marco Enriquez-Ominami ya vivió su minuto de fama en las elecciones pasadas cuando logró prender, pero en estas elecciones dejó de ser la novedad, que en estos momentos monopoliza Franco Parisi. Así como el MEO logró poner fin al ciclo concertacionista, abriendo cancha para que la derecha llegara al gobierno por la vía democrática, Franco parece destinado a boicotear su continuidad.

Afortunadamente, en términos políticos, en Chile a los aventureros no les suele ir bien. Los llaneros solitarios no logran ir más allá de un 20% cuando mucho. Tenemos el ejemplo de Fra Fra en los 90, que creó un partido para sí mismo, Unión de Centro Centro; el de Marco en la elección pasada, y que ahora creó el partido PRO que gira en torno a su figura; ahora quizá sea el minuto de Parisi, pero no llegará lejos. La propia Evelyn le está dando como caja. A lo más causará daño en el sector más afín a sus ideas, como fueron los casos del Meo y del Fra Fra. Todas candidaturas condenadas al fracaso en un país como Chile, a pesar del desprestigio que padece el quehacer político.

Con todo, la ciudadanía parece desconfiar más de los aventureros políticos que se las dan de independientes, que de quienes tienen un domicilio político; se desconfía más de candidatos de último minuto que de candidatos con trayectoria conocida. Algún grado de madurez pareciera que tenemos como para que la mayoría no quiera escuchar cantos de sirena. En política, rara vez hay atajos.

octubre 17, 2013

Camino hacia Brasil

Chile ya tiene pasajes para el mundial de futbol en Brasil. La clasificación no estuvo exenta de tropiezos, entre los que destacan la renuncia del loco Bielsa con motivo del cambio de directiva de la entidad rectora del futbol profesional, los desaguisados de algunos jugadores en tiempos del Bichi Borghi, su caída, y la nominación de Sampaoli como director técnico nacional.

La clasificación le hace justicia a un plantel de lujo, a un seleccionador como Sampaoli, de pocas palabras, sobrio, mesurado, que ha sabido sortear obstáculos y dirigir un plantel no exento de egos y figuras. Una clasificación que también le hace justicia a un país y que refleja los cambios experimentados en las últimas décadas.

Ya no somos los mismos de antes. Por eso nos clasificamos. Tenemos la ecuación perfecta: una generación dorada de jugadores y un entrenador que no se amilanan ante nada ni nadie y un entrenador de la misma escuela que el loco. Un obsesivo, un coach, un conductor, un orientador que logró revertir el bajón que nos pudo costar caro. Los dirigentes, dieron en el blanco cuando nominaron al pelao Sampaoli.

Este equipo está para cosas grandes. Los primeros 45 minutos ante Colombia lo retrató tal cual. Fueron minutos fueron celestiales, donde los jugadores parecían de otro planeta, como si jugaran de memoria, de toque, al ataque, sin parar, bajo el sofocante y húmedo calor de Barranquilla, de visita. Se fueron 3 a 0 al descanso, como para tocar el cielo. El cansancio, la confianza, el relajo pasó la cuenta. Al final se empató a duras penas, raspando, pero se conquistó un punto de oro que permitió llegar al último partido con las posibilidades intactas.

En Santiago, ante Ecuador, se vio otro partido. De más nervio, con más control, no tan desenfadado como ante Colombia, con el pie en el freno, más calculador, y por lo mismo menos espectacular, pero efectivo al 100 por 100. En un dos por tres, dos goles dieron la tranquilidad para festejar. Era imposible no clasificar con este equipazo, pero claro, no se podía cantar victoria. Había que esperar los 90 minutos, como en la política, hay que esperar los resultados que emerjan de las urnas. A veces el pan se quema en la puerta del horno.

Chile y los chilenos ya no son los mismos de antes. Los jugadores son reflejo de aquello. Se paran de igual a igual donde quiera que estén. Ya no entran arratonados a buscar el empate o a no perder por goleada. Esos tiempos se fueron, ojalá para siempre. Por el contrario, ahora salen desvergonzadamente a ganar con todo. Hay ambición. Y eso trasciende al futbol.

octubre 12, 2013

En la recta final

Estamos entrando a los 30 días finales de la campaña presidencial, parlamentaria, y ahora con el agregado de la de los consejeros regionales (cores). No sé si me estaré poniendo viejo, pero no recuerdo haber sido testigo de una campaña con tantos recursos, y tan pocas ideas, tan llena de frases hechas que no significan nada: me muevo por ti, síganme los buenos, sobran razones, etc.

Tan estúpidos somos como para que nos decidamos por mensajes sin contenidos, sin respaldos, sin evidencias? Y más encima, la mayoría esconde su domicilio político, en circunstancias que la elección es política. Todo esto en momentos que el país pide a gritos lo contrario: más transparencia, menos abusos; más generosidad, menos egoísmo; más competencia, menos monopolios; más regulación, menos trampas.

Las próximas elecciones se dan en un país cuando la conmemoración de los 40 años del golpe y los 25 años del triunfo del No en el plebiscito han dado lugar a recuerdos y reflexiones como nunca antes. Reflexiones que han remecido a todos, pero muy particularmente a la derecha y que la ha sumergido en una crisis existencial que hace prever un desastre electoral.

Por primera vez en todas estas décadas, la derecha ha tenido que mirarse a sí misma por la conducta adoptada antes, durante y después del golpe. El propio presidente, lo dijo con una crudeza brutal. Hizo mención a los cómplices pasivos, forzando a sus colaboradores a mirarse a sí mismos o mirar al techo; hizo mención a que quienes votaron por el Sí estaban equivocados; y para rematarla, ordena cerrar el penal Cordillera donde se encontraban los más conspicuos violadores de derechos humanos y el propio director de la policía secreta chilena.

No pocos lo han secundado, pero siguen siendo muchos los que se resisten a renegar de una dictadura cuyo propósito de exterminio opositor ya nadie osa desmentir.

Las nuevas generaciones y la apertura del país al mundo, están haciendo lo suyo. Hoy somos un país más abierto, más tolerante, pero aún nos falta mucho por conquistar. Persisten déficits en muchas áreas que el próximo gobierno no podrá escabullir: educación, salud, previsión, relaciones laborales, entre otras, son áreas donde se requerirán cambios significativos si queremos vivir en un país mejor. De nosotros depende levantar propuestas viables y creíbles para tener el país que queremos. Y eso pasa por votar, dejando de lado cantos de sirena.

octubre 07, 2013

El cierre de un penal

La decisión de cerrar el penal Cordillera por parte del presidente Piñera, sacó roncha, particularmente entre sus adherentes, quienes fueron los primeros sorprendidos. No es primera vez que Piñera sale con su domingo 7, puesto que con motivo de los 40 años del golpe, golpeó la cátedra al expresar que bajo la dictadura debía reconocerse que habían coexistido cómplices activos con cómplices pasivos. Nadie sabe cuál será su próxima movida.

Muchos afirman que se trata de una decisión adoptada con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2017 para dar origen a una nueva derecha, que apunte a desmarcarse de la dictadura. No es tarea fácil, pero al país le haría bien el surgimiento de una derecha que reniegue de la dictadura, así como al país le ha hecho bien una izquierda que reniegue de dictaduras y que valore la democracia que en su momento no valorizó apropiadamente.

Con todo, cualquiera sea el interés que movió a Piñera, su decisión va en la dirección correcta, y el motivo aducido no admite discusión: la igualdad ante la ley. La crítica que se le hace respecto de la oportunidad, habría que hacérsela al Mamo, porque fue quien se la dio en bandeja al ser entrevistado por diversos medios de comunicación. La soberbia del Mamo, sus declaraciones, su trato al personal que tiene la responsabilidad de custodiarlo, delataron privilegios que no pudieron menos que sorprender al país. Mal que mal, el Mamo está condenado, y no por tribunales populares, sino que por los tribunales de justicia, siguiendo todos los procedimientos que le franquea la ley. Y condenado por delitos no menores: violaciones a los DDHH.

Hoy cuesta entender cómo fue posible que se construyeran cárceles especiales para violadores de los DDHH. Lo que hoy vemos parece un teatro del absurdo, puesto que el penal de Cordillera fue construido en tiempos de los gobiernos de la Concertación, y es cerrado por un gobierno de la derecha. Para explicar esto que parece inexplicable habría que irse a un contexto dado por tiempos donde no era tan simple encarcelar a quien fuera el mandamás de los organismos responsables de la represión, del exterminio de los dirigentes opositores de entonces. Ningún otro país lo ha hecho.

Si bien, el contexto puede servir para explicar muchas cosas, en ningún caso sirve para justificar la construcción de penales cuyos reclusos cuentan con privilegios que se quisieran tener muchos quienes no estamos recluidos. Que las condiciones de reclusión de un violador de DDHH, que abusó del poder coercitivo del Estado, que abusó del monopolio de las armas que el país le confió por ser un soldado de la patria, sean sustancialmente mejores que las de aquel que está condenado por robar gallinas, por girar un cheque sin fondos, o por cometer cualquier otro delito, es lo que la decisión de Piñera desnudó.

Lo ocurrido habla bien del país, habla de avances importantes, habla de que hoy no se admiten privilegios que antes sí se admitían. Al César, lo que es del César.