agosto 27, 2022

El plebiscito de salida: todo o nada?

Foto de Michał Parzuchowski en Unsplash

Al tenor del clima que se ha ido generando, in crescendo, cualquier diría que estamos ad portas del día del juicio final. Basta ver las redes sociales donde las mentiras más absurdas se difuminan como reguero de pólvora sin que nadie se arrugue. Cualquiera diría que nos estamos jugando la vida como país. No lo creo así. Lo que se juega es si habrá un punto de inflexión, o un punto de continuidad en la curva camino hacia el desarrollo. No creo en quiebre alguno. El país no se vendrá abajo de la noche a la mañana ni en el largo plazo por lo que se decida, así como tampoco se abrirán las grandes alamedas para que pase el hombre libre de un día para otro. Sí veremos decepción en unos, esperanza en otros. Fundadas o no, lo que estará por verse.

Al día siguiente la vida continuará. Gane una u otra opción, la tensión seguirá presente. Ganando la opción del rechazo la tensión se trasladará al interior de dicha opción entre quienes se aferrarán a la constitución del 80 y quienes rechazaron para reformarla. A estos últimos se agregarán quienes optaron por el apruebo, quienes pujarán ya sea por emprender un nuevo proceso constituyente, o por maximizar estas reformas, incorporando los elementos centrales de la propuesta constitucional que salió de la convención. En consecuencia, la tensión continuará.

Si gana el apruebo la tensión se traslada al interior de sus partidarios, entre quienes se aferrarán a la propuesta constitucional tal como salió de la convención apoyados en su legitimidad de origen, y quienes están por introducir modificaciones que apunten a limar sus aristas más controvertidas.  A estos últimos seguramente se le sumarán quienes optaron por el rechazo para reformar, buscando incidir en ellas.

Esta tensión será tanto mayor cuanto más estrecho sea el resultado, el cual revelaría la fosa existente entre los partidarios de una y otra opción. Cuanto más holgado sea el triunfo de cualquiera de las dos opciones, menor será la tensión que emerja el día después. En todo caso, si nos atenemos al aire imperante, lo más probable es que el resultado final sea por una diferencia menor a los diez puntos porcentuales.

El drama de Chile es justamente ese, la fosa ideológica imperante y que dificulta la comunicación, el diálogo. Una fosa que tiene ribetes sociales, económicos, culturales y políticos. Mientras no abordemos de frente, sin engaños este abismo, y creamos que podemos imponer nuestras diametralmente opuestas visiones sin intentar siquiera establecer espacios de comunicación estaremos postergando toda posibilidad de desarrollo.

Con este espíritu y de cara a un futuro más ecológico, de mayor equilibrio entre el factor trabajo y el capital, voy por el apruebo.

No olvidemos que en el juego del todo o nada, la historia nos dice que lo más probable que nos quedemos con la nada misma. Es ir por lana y salir trasquilado. 

agosto 16, 2022

Desde Międzywodzie, Polonia

Estas líneas están siendo escritas desde Międzywodzie, un pueblo balneario polaco a poco más de 100 km al norte del río Oder, río que separa a Polonia de Alemania. Aquí fue donde justo hace unas semanas se produjo la mayor catástrofe ecológica de la reciente historia de Polonia sin que hasta ahora se sepa el origen ni qué sustancias tóxicas vertidas han causado la muerte de la vida marina en el segundo río más largo del país. Es una catástrofe que perdurará por décadas y que en el tiempo probablemente afectará las tierras agrícolas colindantes del río Oder, la economía y el turismo, tanto alemán como polaco de la zona.

Hasta acá llegué en tren desde Berlin con un trasbordo en Stettin, primera ciudad polaca que está en la frontera con Alemania. Mientras en el tren de Alemania íbamos cómodamente sentados, en el tren polaco tuvimos que ir el par de horas del trayecto parados porque iba lleno. Mientras en Alemania no hubo control alguno de pasajeros, en Polonia los controles andaban a la orden del día con inspectores que pasaban una y otra vez. En este tren llegamos hasta una ciudad llamada Międzyzdroje. Desde aquí no tenía más alternativa que tomar taxi para llegar a Międzywodzie. Uno de los problemas de esta estadía reside en que no entiendo el polaco, que las palabras son impronunciables para nosotros, y que son raros los polacos que hablan algún otro idioma, como el alemán o el inglés. Buscan compensar esto con una amabilidad a toda prueba y la incomunicación procuran resolverla disponiendo siempre de un celular con un traductor a mano.

Desde poco antes de llegar a la frontera todo huele a tercermundismo, partiendo desde los controles en el tren, el deterioro de las construcciones, o su falta de mantenimiento. La moneda es el sloty, no el euro a pesar de que están incorporados a la Union Europea. Es un paso que Polonia tiene pendiente dado que se resisten a abandonar el control sobre su moneda. Todo un jaleo porque al euro te lo castigan fuertemente.

Hasta acá llegué en plan familiar, en lo que es pueblo balneario, de turismo no masivo, tranquilo, de clase media polaca y algunos turistas alemanes. Resido en una cabaña familiar, a unos 200 metros de la playa, por lo que una vez desocupadas las maletas y nos fuimos a la playa. Espectacular! Amplia, de arenas blancas, circundadas por bosques nativos, con la gente regresando a sus casas porque ya estaba refrescando. Luego salimos a caminar por el pueblo, en un ambiente clásico de balneario, lleno de vitalidad, con familias de todas las edades. 

Estando en un clásico pueblo balneario los días no se diferencian mucho unos de otros. Ayer fue uno de esos días clásicos: levantarse con calma y desayunar, para a media mañana ir caminando a la playa. A pesar de lo amplias que son las playas no es fácil encontrar espacio porque cada familia se instala con “su cerco” de alrededor de un metro de altura, lo que no dejó de llamarme la atención. No se ven muchos quitasoles, a pesar del fuerte sol imperante, pero sí cercos de similar género que los quitasoles y que las familias traen enrollados bajo el brazo. Por cada metro de género tiene un pequeño palo. Estos cercos los instalan martilleando los palos para que se afirmen en la arena. Resulta curioso ver a cada familia premunida de sendos martillos golpeando estos palos. Es una forma de marcar territorio, de privatizar temporalmente un espacio público. Estos cercos los venden en el comercio local y también los alquilan en la misma playa, y tienen distintos largos (metrajes) dependiendo del gusto del consumidor y/o del tamaño del grupo familiar: hay de 8m, 10m, 12m, 14m y 16m.

Esto me llamó fuertemente la atención porque Polonia es un país que perteneció a la órbita soviética que tuvo uno de los regímenes más dictatoriales detrás de la cortina de hierro, que ahora está en la Unión Europea. De un marco donde todo era público, estatal, si es que alguna vez hubo un alto espíritu público en su población, hoy por el contrario, parece predominar el espíritu de cada uno con lo suyo. Toda una señal de que de un extremo se tiende a ir hacia otro extremo. 

Polonia ha sido un país sufrido. No olvidemos que Polonia ofreció una gran resistencia a la invasión nazi cuando Hitler decidió iniciar la segunda guerra mundial invadiendo su territorio; que fue “liberado” por tropas rusas, y que tuvo que pagar un alto precio por esta “liberación”:  estar bajo el radar del comunismo de la URSS, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, quienes instalaban a sus gobernantes. Uno de ellos fue Gomulka, quien cayó producto de la rebelión de los polacos, forzando la instalación de Jaruzelki, otro títere del Kremlin. De allí para adelante el espíritu polaco se expresó de la mano de Lech Walessa, dirigente sindical y presidente del sindicato Solidaridad, quien inició la rebelión de la mano del entonces arzobispo de Kracovia, Karol Wojtila, y que posteriormente la iglesia católica, en una genial maniobra política entroniza como papa, colaborando con ello al derrumbe del imperio soviético y del pacto de Varsovia al que estaba adscrito Polonia.

Bueno, ya me estoy yendo por las ramas. En la playa me sumergí en las saladas aguas de lo que es el mar Báltico. Pensaba que eran aguas heladas y saladas, pero al lado de las del Pacífico las siento cálidas y no tan saladas. Mientras tanto, en Chile el invierno parece arreciar al igual que las mentiras y noticias falsas en torno al plebiscito de salida que se avecina.

agosto 12, 2022

La cosa está que arde

Foto de Roi Dimor en Unsplash

Me encuentro fuera del país, pero sigo con las antenas puestas en el devenir político nacional, y a partir de la información que recibo de moros y cristianos, observo que el clima está que arde a pesar de encontrarnos en pleno invierno. Cualquiera diría que el mundo se viene abajo a propósito del plebiscito en torno a la constitución. Mi voto será para el apruebo y, sin perjuicio de que puedo estar equivocado, se fundamenta en cuatro pilares:

En primer lugar, pinta, dibuja, bosqueja, traza de alguna manera, el país que se quiere, el marco conceptual, el futuro, una visión sin entrar en mayores disquisiciones respecto de las posibilidades y limitaciones que la realidad pueda imponer para alcanzar ese futuro. Justamente esa es una de las críticas que los partidarios del rechazo le reprochan: excesivo énfasis en los derechos sin entrar a precisar en el camino para llegar a ese país que se quiere. Un país que deja de darle la espalda a la tan necesaria regionalización; un país que reconoce y deja de discriminar a sus pueblos originarios; un país que aspira a una economía basada en la colaboración antes que en la competencia despiadada; un país que consagra un derecho a la educación y la salud donde se deje atrás la odiosa discriminación entre quienes disponen de recursos económicos y quienes no los tienen; un país que tiene el debido respeto por el medio ambiente sin zonas de sacrificio; un país donde la justicia no sea letra muerta para los de abajo y sí lo sea para los de arriba.

En el papel todo muy bonito, porque el papel aguanta mucho, y habrá que ver cómo se cristaliza, cómo se remueven los obstáculos que impiden alcanzar ese país deseado tan distinto al país que tenemos y cuya impronta está dada por su desigualdad, discriminación y clasismo histórico.

En segundo lugar porque ha sido elaborada por una convención constitucional que tiene un origen democrático a toda prueba, característica inédita, sin precedentes, en la historia nacional, con participación no solo de expertos constitucionalistas, sino que de ciudadanos de a pie provenientes de movimientos sociales. No ha sido elaborada a puertas cerradas, sino en forma pública por moros y cristianos, por quienes saben de constituciones y por quienes viven las consecuencias de las constituciones. Esta amalgama pareciera ser algo que la comunidad mundial observa con especial atención por sus particularísimas características.

Para unos lo que se votará será un engendro que nos conducirá al infierno, para otros será una constitución que nos conduciría al paraíso. No creo ni en lo uno ni en lo otro. Eso se verá en el camino y dependerá de nuestras conductas, de nuestras reacciones, de nuestra capacidad de adaptación. Pero su génesis democrática le provee de una sólida base de la que carece la constitución actual del 80.

En tercer lugar, la recalcitrante y ciega oposición que ha jugado un rol de defensa de sus intereses de corto plazo sin visualizar el abismo, la fosa que ha ido creando impidiendo la unidad nacional que el país tanto necesita. Una oposición que desde el primer minuto, y en todo momento, se ha opuesto tenazmente a todo cambio a los amarres dejados por la constitución del 80, salvo cuando éstos ya no le servían como es el caso de los senadores designados y del sistema electoral binominal; una oposición que por primera vez ha perdido la capacidad de veto que ha tenido a lo largo de todas estas décadas. Una oposición que se la jugó para que todo artículo de la constitución tuviese la aprobación de dos tercios confiada en que tendría el tercio de los convencionales electos requerido. Al no obtenerlo se ha empeñado en una campaña de desprestigio sin precedentes de los convencionales y de la convención propiamente tal. En consecuencia, su rabiosa opción por el rechazo estaba cantada de antemano, con independencia del contenido de la propuesta constitucional. Es una oposición que apuesta por el pasado, que no cree que de una convención con la participación popular haya podido emerger algo decente, sino que solo algo que puede menoscabar sus mezquinos intereses.

Por último, el cuarto motivo por el cual no votaré rechazo, es porque veo una derecha oculta, parapetada tras sectores de la centroizquierda, donde se encuentran muchos de mis amigos, sectores que los medios de comunicación convencionales y las redes sociales vinculadas a la derecha se han encargado de poner a la palestra.

Si bien lo ideal habría sido que de este proceso emergiera “la casa de todas y todos”, los extremismos de todo orden, lo han imposibilitado, entre ellos, el de una derecha obcecada que se automarginó desde el minuto que no alcanzó siquiera a tener el tercio de los convencionales dedicándose a torpedear cualquier iniciativa.

Desafortunadamente, lo más probable es que cualquiera sea la opción ganadora –apruebo o rechazo- lo será por un escaso margen, lo que de alguna manera dificultará su implementación. Esto no hará sino prolongar el impasse, con las negativas consecuencias en materia de desarrollo económico y social al que el país aspira. Con todo, cualquiera sea el resultado final, solo cabe que todos los sectores lo acaten con auténtico talante democrático y un espíritu de paz y concordia nos invite a ponernos en los zapatos del otro. Tenemos que saber ganar y perder, es parte de la esencia del juego democrático que pocos parecen entender.

agosto 03, 2022

Desde Ludwighafen, Alemania


En Alemania, el lago de Constanza es conocido como el Bodensee, y tanto Alemania como Suiza y Austria tienen ribera en él. Los amantes de las travesías en bicicleta pueden recorrerlo completamente gracias a una ciclovía de más de 250 km. Es un gran lago con más de 500 km2 de superficie rodeado de densos bosques y pequeños pueblos que adquieren especial vitalidad en estos tiempos de oleadas de calor que recorren Europa y que invitan a sumergirse en sus aguas.

Por una semana me encuentro en Ludwigshafen, un pueblo de no más de 5,000 habitantes, lejos del mundanal ruido, en compañía de la familia, esposa, hijos y nietos, que viven cerca de estos parajes, empapándome de las travesuras de los nietos cuyas personalidades empiezan a aflorar en un mundo completamente distinto al que me tocó vivir, tanto en términos de tiempo, como de lugar. Insertos en un ambiente desarrollado y altamente tecnologizado, y cuyo máximo representante en la vida diaria es el celular. Cuesta encontrar a alguien caminando sin el celular en sus manos.

Por el celular me entero de dónde estoy parado y de lo que está ocurriendo en el mundo. En Chile, en medio del sucio debate constitucional en que se está inmerso en que sin querer queriendo están aflorando intereses de clase de quienes se sienten amenazados. Y como por obra del Espíritu Santo, aparece un gran y perfecto socavón cilíndrico en Atacama. Aún se desconoce su origen.

En Estados Unidos de Norteamérica, Trump ha resuelto volver por sus fueros revolviendo el almanaque luego de meses de silencio. Sigue levantando las banderas del supremacismo blanco y de que se le arrebató el triunfo en la última elección a punta de un fraude sin aportar prueba alguna. La cantidad de armas que posee la población civil y la polarización que muestra la sociedad norteamericana están abriendo la posibilidad, aún remota, de una guerra civil.

En Italia cayó el gobierno del tecnócrata y europeísta Mario Draghi. Si bien no debiera llamar la atención porque las crisis de los gobiernos es parte del folklore político italiano, lo concreto es que la convocatoria a elecciones en los próximos meses abre la posibilidad de un triunfo de la extrema derecha. Triunfo que vendría de la mano de Giorgio Meloni, admiradora de Mussolini, acompañada de las fuerzas de la derecha encabezadas por Silvio Berlusconi, el mismísimo, y Matteo Salvini. El drama que encierra su eventual triunfo radica en sus consecuencias para la unidad europea porque se trata de fuerzas nacionalistas que se oponen al europeísmo reinante.

Mientras tanto, en Ucrania la guerra sigue su curso a vista y paciencia del mundo, pero su popular presidente Zelenski, ya está empezando a ser cuestionado. A 5 meses del inicio de la invasión rusa, el desgaste de su figura se está empezando a sentir dados los avances rusos en territorio ucraniano. El fuerte control existente sobre los medios de comunicación está imposibilitando conocer en toda su dimensión el tenor y la magnitud de la oposición imperante. Si bien el tiempo corre en contra, tanto de Zelenski como de Putin, el jerarca ruso, este último tiene a su favor los avances alcanzados.

No obstante la oposición china y la amenaza de represalias, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de USA, visitó Taiwan para testimoniar el apoyo norteamericano al gobierno taiwanés. Todo está que arde y hay numerosos signos de que estamos retornando a los tiempos de las guerra fría.

Para rematarla, estando acá en Ludwigshafen, el gobierno norteamericano informa que dio muerte al líder de Al Qaeda y sucesor de Bin Laden, Ayman al Zawahiri, en Afganistan, mediante un dron. Biden afirma que se hizo justicia. Vaya democracia! Por sí y ante sí sin mediar proceso judicial alguno se lo echaron. Es lo que en la jerga popular creo que se llama asesinato, el retorno a los tiempos de ojo por ojo, diente por diente. La tentación de combatir al terrorismo mediante otro terrorismo, el del Estado.