marzo 24, 2021

Los triunfos obnubilan .... se aprende más con las derrotas

Gustavo Espíndola on Unsplash


Como nunca antes hemos tenido tantos candidatos y tantas elecciones al mismo tiempo, en un mismo año y con una pandemia en nuestras espaldas. En esta ocasión me centraré en las elecciones presidenciales de fin de año, donde ha irrumpido un nuevo candidato, sumándose a los muchos ya existentes, Gabriel Boric, lanzado al ruedo por un movimiento llamado Convergencia Social, y ahora también respaldado por Revolución Democrática, ambos adscritos al Frente Amplio.

Pocas veces se ha visto que a menos de un año se tengan tantos candidatos, o pseudocandidatos, tanteando el terreno sin que asome ninguno como favorito de lado y lado. Si bien las encuestas posicionan desde hace tiempo a no más de dos como potenciales ganadores (Lavín y Jadue), los bajos porcentajes que les favorecen, y la gran proporción de indecisos, revelan que estamos ante un escenario que está extremadamente líquido, y donde puede ocurrir cualquier  cosa. Lo único que se podría asegurar es que, si concurren más de dos candidatos, como es lo más probable que se dé, nadie ganará por mayoría absoluta, y que por tanto, habrá segunda vuelta.

Al menos hasta ahora, por la derecha y la centroderecha ya están corriendo, o probando como viene la mano, 6 candidatos (José Antonio Kast, Joaquín Lavín, Evelyn Matthei, Mario Desbordes, Ignacio Briones y Sebastián Sichel); en tanto que por la izquierda y la centroizquierda, hasta ahora van 7 candidatos (Daniel Jadue, Pamela Jiles, Paula Narvaez, Luis Maldonado, Ximena Rincón, Heraldo Muñoz y Gabriel Boric). Si bien se sabe que para julio están programadas las primarias presidenciales, cuyos resultados para quienes participen en ellas son vinculantes, se desconoce tanto qué coaliciones irán a estas primarias. Tampoco se sabe quiénes son los candidatos que estarán disponibles para ir a ellas, quienes optarán por saltárselas para estar en la papeleta de noviembre, así como quienes tirarán la toalla de aquí a noviembre.

Lo más probable es que los resultados que arroje la convocatoria que tendrá lugar en abril para elegir convencionales, gobernadores, alcaldes y concejales, nos den mayores pistas, apuntalando a unos y hundiendo a otros. Entre paréntesis, no podemos obviar que esta convocatoria está en riesgo por una pandemia que está afectando con mucha fuerza a todo el país y que impide que la atención se centre en la justa electoral de abril. Sin perjuicio de ello, llama la atención que para la elección de convencionales, la derecha haya logrado concentrarse en una única lista, mientras la izquierda se ha desperdigado en una multiplicidad de listas. Con ello está farreándose la posibilidad de cambios sustantivos a nivel constitucional dado que bajo el sistema electoral en que se desarrollará la elección de convencionales, es un hecho que la izquierda estará subrepresentada. Ello ocurrirá por su propia incapacidad para levantar la mirada y superar el extremo divisionismo que le afecta.

Lo paradojal estriba en que la presencia de una derecha reunida en una única lista para la elección de quienes elaborarán la nueva carta fundamental, es consecuencia directa de la aplastante derrota experimentada en el plebiscito de octubre del año pasado. Allí su opción de mantener la actual constitución a duras penas sobrepasó el 20%, mientras la opción de cambiar la constitución obtuvo casi el 80%. El contundente triunfo de quienes querían cambiar la constitución, por el contrario, ha contribuido a  dar por ganado lo que no se ha ganado aún, creyéndose que la partida estaba ganada. La frustración que muy probablemente sobrevendrá traerá secuelas insospechadas.

Lo señalado demuestra una vez más que las derrotas enseñan más que los triunfos. Éstos tienden a enceguecer, a obnubilar, a perder la brújula, todo lo contrario de lo que suelen producir las derrotas, las que invitan a la reflexión, a la maduración, al aprendizaje. En su momento sostuve que el triunfo del apruebo en el plebiscito de octubre del año pasado corría el gran riesgo de convertirse en una victoria pírrica. Y así me temo que sea. Haciendo el símil futbolístico, cuando muchos creían que el partido había terminado, la realidad era que recién había terminado el primer tiempo, que vendría un entretiempo donde si el contrincante lo aprovechaba, podría revertir el resultado alcanzado cambiando su estrategia para el segundo tiempo. El partido termina cuando sean elegidos los convencionales. Incluso más, ni siquiera entonces se podrá festejar, ya que solo deberíamos hacerlo el día que emerja una constitución con la que concuerden no solo unos pocos, ni siquiera una mayoría, sino una gran mayoría, para que el país la sienta suya. Cuando sobrevenga ese día podremos cantar victoria y festejar con bombos y platillos.

marzo 17, 2021

RBU: ¿podremos vivir sin trabajo?

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En una anterior columna, titulada Dándole vueltas a la RBU, hice alusión a la necesidad de ir a una renta básica universal, rompiendo de esa forma la tradicional asociación entre trabajo e ingreso económico. Todo ello en razón de un desarrollo científico-tecnológico sin precedentes cuya capacidad de destruir fuentes de trabajo está superando con creces su capacidad para crear nuevas fuentes laborales. Postulo que vamos hacía un mundo que debiera permitirnos vivir bien sin la urgencia de tener un trabajo remunerado.

Es importante comprender que el concepto asociado a la RBU nace en medio de un contexto marcado por lo que se ha llamado la 4ta revolución industrial que está incrementando significativamente la incidencia del factor capital en desmedro del factor trabajo. Y dentro de éste, el trabajo rutinario, operativo, mecánico, en favor del trabajo intelectual del más alto nivel. Lo prueba la pérdida de peso de los sindicatos de trabajadores y el ascenso de las organizaciones empresariales. La pandemia lo está acelerando. El neoliberalismo en su salsa.

El resultado de esta revolución en la que estamos inmersos, como una ola que nos atrapa, es la automatización de una multiplicidad de tareas y funciones, la que si bien genera nuevos puestos de trabajo –más sofisticados, más intelectuales, que exigen más alto nivel educativo-, destruye muchos más –los rutinarios, de menores exigencias educacionales, de mayores exigencias físicas-. Todo ello conduce a un incremento de la cesantía, la que se ha sorteado, al menos hasta ahora, por la vía del invento de las tarjetas de crédito que posibilitan el consumo presente con ingresos futuros. Esto es, endeudándonos, con todas las consecuencias que ello implica en el ámbito de las familias y empresas. Consecuencias en lo financiero, en lo sociológico y psicológico. Ya lo estamos viendo.

Entre las observaciones recibidas se incluye aquella que sostiene que el trabajo está siempre presente, con o sin renta, con o sin esfuerzo. Mirado el trabajo como una actividad, un proceso o una tarea destinada a producir un resultado con independencia del esfuerzo que implique, o de los ingresos que genere, sin duda que estará siempre presente. En este plano, trabajo siempre habrá. El punto es que lo que se entiende habitualmente por trabajo está asociado a la percepción de ingresos económicos. Este es el cordón umbilical que el portentoso desarrollo científico-tecnológico está poniendo en jaque, en duda, en la picota. Es la máxima bíblica “te ganarás el pan con el sudor de tu frente” la que está siendo zarandeada. En estricto rigor, desde una perspectiva positiva podríamos afirmar que vamos hacia un mundo con más trabajo intelectual, no necesariamente remunerado, con más tiempo libre u ocioso para hacer lo que queramos, desarrollar trabajos voluntarios, sociales, etc. Más que una educación o formación para el trabajo, quizás debiéramos pensar en una educación para vivir mejor, para el mayor tiempo libre que se asume debemos tener. De otro modo, ¿qué sentido tiene todo el progreso que vemos en todos los ámbitos si al final no sabemos qué hacer con el tiempo libre?

Todo esto me hace recordar cuando en su momento informé, urbi et orbi, que jubilaba. Dentro de las múltiples respuestas recibidas destaco dos extremas. Una, de un amigo de mi infancia escolar, quien me dijo que acababa de jubilar y que estaba cumpliendo el sueño de su vida: construir instrumentos musicales de cuerdas. Para ello se fue preparando disponiendo de las máquinas y herramientas apropiadas. Hoy está “trabajando” en lo que quiere, sin que por ello se le esté pagando. La segunda respuesta vino de un amigo de mi adolescencia universitaria, quien había jubilado dos años atrás. Desde entonces, ha estado en tratamiento producto de una depresión severa ya sea porque fue forzado a jubilar o porque su vida era el trabajo. Sin trabajo habría caído en una suerte de pozo negro. Como pueden observar, dos realidades extremas al final de toda una vida de “trabajo remunerado”. Uno se sintió liberado, el otro deprimido. No escapará a la comprensión de los lectores, que para cualquiera con dos dedos de frente la opción deseable es la primera. Claro que eso no siempre depende de la voluntad de uno. Mal que mal, como expresara Ortega y Gasset, uno es uno y sus circunstancias. Lo ideal es mantener a raya las circunstancias y que uno tenga la manija.

Bueno, pero ¿qué tiene que ver todo esto con el RBU? Pues que con una buena RBU podemos darnos el lujo de vivir como queremos, haciendo lo que queremos, disminuyendo aquellos trabajos que hacemos por obligación, pero que no nos gustan. Para eso estamos automatizándolo todo, para sublimarnos, tener una vida más plena, más tranquila, menos tensionada. De lo contrario ¿para qué sirve el progreso? ¿de qué progreso estamos hablando?

En otra columna espero poder abordar el punto ¿cómo lo financiamos? La pregunta del millón! 

marzo 13, 2021

La maldita pandemia

Photo by Quino Al on Unsplash

La pandemia tiene al mundo patas arriba. En Chile también estamos afectados. Sus estragos económicos, sanitarios, sociales siguen vigentes al igual que el cansancio y la incertidumbre, a pesar de que ya han hecho su aparición las vacunas.

Respecto de los comportamientos de gobiernos y de las personas, es difícil identificar a aquellos países con resultados que podríamos calificar como exitosos en su batalla contra covid19. Quienes parecieran haber contenido en alguna instancia la pandemia, cantando victoria antes de tiempo, por una u otra razón, no han podido evitar rebrotes.

En Chile ya llevamos poco más de un año con la pandemia a cuestas y no se ven signos de que amaine, sino que todo lo contrario. Todo ello no obstante que ya tenemos vacuna, que está en marcha un exitoso programa de vacunación que nos tiene en buen pie en términos de la cantidad de personas vacunadas. Los contagios y los muertos por covid19 persisten, al igual que la velocidad de propagación del virus.

Preocupante además porque la primera línea de los equipos de salud, si bien siguen vivamente comprometidos con dar batalla, muestran signos de agotamiento; también de decepción al observar que una alta proporción de la población incumple los protocolos establecidos para enfrentar la pandemia. El personal de salud –médicos, paramédicos, y de apoyo- se empiezan a preguntar si vale la pena poner en riesgo su salud y privarse de descansos al observar que la tasa de ocupación de camas está alcanzando niveles críticos, mientras la población es habilitada para concurrir a gimnasios, cines o casinos.

Hay algo que no calza, indicio de que no lo estaríamos haciendo bien y que debemos mejorar sustancialmente. Las autoridades de gobierno han gestionado bien y oportunamente el proceso de compra de la vacuna. El sistema de salud primario se ha lucido en el proceso de vacunación. Hasta ahora se observa pleno respeto a las prioridades de vacunación, a diferencia de lo que se ha dado en otros países, donde altas autoridades se han saltado la fila –véase los casos de Perú y Argentina-.

La pregunta que debemos hacernos es ¿en qué estaríamos fallando? Aventuraría dos hipótesis.

La primera, a nivel poblacional, un comportamiento que raya en la irresponsabilidad más absoluta por parte de no muchos, pero que incide. Las aglomeraciones, al igual que la participación en fiestas clandestinas, y el incumplimiento de los aforos y protocolos establecidos, son solo algunos ejemplos que están obstruyendo el abatimiento de la pandemia. Un exitoso proceso de vacunación no basta si va acompañado de un relajamiento en las conductas. Estos son los momentos claves que exigen aperrar para enfrentar la pandemia, dejarla atrás cuanto antes y que afecte al menor número de personas.

La segunda, a nivel gubernamental, de autoridades, la adopción de decisiones que no se entienden. Bajo el esquema de paso a paso, periódicamente vamos pasando de una fase a otra sin que se sepa cuáles son los criterios bajo los cuales se toman tales decisiones. Esta falta de transparencia no invita precisamente al acatamiento de las decisiones que se adoptan, las que finalmente se presume que obedecen a presiones de grupos de interés. Alguien sabe ¿cuál fue el criterio aplicado para el otorgamiento de los permisos de vacaciones? ¿cuál es la lógica que está tras la decisión para que una comuna pase de una fase a otra? ¿por qué dos vecinas contiguas, fuertemente comunicadas, estén en distintas fases? Si tales criterios existen, no se conocen, y por tanto habría una falla en la política de comunicación. En tal sentido los mensajes que se transmiten son equívocos. No se entiende que se promueva un relajamiento cuando los indicadores de contagios y/o de ocupación de camas alcanzan niveles críticos. 

Si se mejoraran estos aspectos, cabría esperar una positiva reacción por parte de la población con miras a remar todos juntos para el mismo lado y de este modo dejar cuanto antes atrás esta maldita pandemia.

marzo 10, 2021

España: reordenando el naipe político

Photo by Javier Martinez on Unsplash

Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, España, del Partido Popular (de derecha), en forma sorpresiva, ha dado un golpe a la cátedra al convocar a elecciones anticipadas, alternativa contemplada en el sistema político español.

La decisión fue gatillada por la moción de censura presentada por Ciudadanos (partido de centroderecha) junto con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en Murcia, comunidad donde Ciudadanos (Cs) gobernaba en coalición con el PP. La decisión se sustenta en irregularidades asociadas a abusos de poder y corrupción en el proceso de vacunación contra covid19 que afecta a la comunidad de Murcia. Irregularidades vinculadas a pasar por alto las listas de espera por parte de altos cargos del gobierno regional. Lo mismo que hemos visto en Perú, Argentina, Brasil y Paraguay. En Chile, al menos hasta ahora, nos hemos librado de caer en estos “deslices”. Como resultado de esta moción de censura, quien asumiría la conducción en Murcia, con el apoyo del PSOE, sería una representante de Cs.

Debemos tener presente que en España rige un modelo político autonómico, donde cada comunidad tiene su propio gobierno, y dada la fragmentación política que ha emergido de las últimas elecciones, ningún partido político tiene la fuerza suficiente para gobernar por sí mismo, viéndose forzado a hacerlo en coalición. En Murcia, al igual que en algunas otras comunidades, el acuerdo alcanzado en el año 2019 entre el PP y Cs fue que la presidencia fuera ejercida por un PP con el apoyo de Cs. Al respaldar la moción de censura presentada por el PSOE, Cs lo que hizo fue desahuciar el acuerdo en consideración a las irregularidades arriba mencionadas.

Esta decisión, de carácter regional, está teniendo un impacto nacional cuyas dimensiones y esquirlas aún no se dimensionan. Es así como en la comunidad de Madrid, su presidenta Díaz Ayuso, expulsa a los representantes de Cs en su gobierno y resuelve convocar a elecciones anticipadas, previendo que la moción de censura presentada en Murcia también tuviera lugar en Madrid. De hecho, el PSOE y Más Madrid (MM), una escisión de Podemos, la presentaron contra Díaz Ayuso. La duda ahora está en qué tuvo lugar antes, lo que deberá resolverse en instancias judiciales. Según lo que se resuelva habrán o no elecciones anticipadas.

Es preciso resaltar que Díaz Ayuso, con tan solo 42 años, es un todo un personaje dentro de su partido, el PP, ya que tiende a correr por la libre. Si bien fue aupada por su líder nacional, Pablo Casado, con la venia de Aznar, su postura más cercana a VOX que de Cs, incomoda a no pocos dentro del PP. Sin duda que Díaz Ayuso se está jugando al todo o nada al apostar por su victoria en unas elecciones anticipadas. Una jugada arriesgada en un escenario volátil.

Lo concreto es que los naipes, los comportamientos de los distintos partidos políticos, se barajarán de otra manera como consecuencia de lo que se está viviendo. Las coaliciones dominantes muy probablemente se reconfiguren, tanto a un lado como a otro. Por el lado de la derecha, el PP se sentía más cómodo con Cs que con VOX, pero lo ocurrido no hace sino facilitar un encuentro PP-VOX que muchos no veían con buenos ojos. Curiosamente, esto también impacta al gobierno nacional, encabezado por Pedro Sánchez, cuya coalición PSOE y Podemos no ha andado como un coche sobre ruedas, dado que su andadura que ha estado plagada de fricciones. Para el PSOE no deja de ser tentador romper con Podemos y aliarse con Cs, sin embargo su viabilidad es muy discutible, esencialmente porque Cs viene de baja. Siendo un partido que entró en escena con mucha fuerza en poco tiempo, también ha ido bajando su peso electoral con mucha rapidez. Las recientes elecciones en Cataluña así lo confirman.

Lo concreto es que el tablero político español está de miedo y es imposible prever en qué terminará.

marzo 04, 2021

Cuando un amigo se va

 

Se nos fue, físicamente para siempre, en la plenitud de su existencia, con 56 años, un amigo a quien conocí a poco de llegar hace ya más de 25 años, Sabino Rivero, Ingeniero Civil en Informática de la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM)  quien trabajaba entonces en el centro de informática de la Universidad de Talca. A poco de llegar a Talca, en la segunda mitad del año 1995  tuve el privilegio de conocerlo y acompañarlo en un proyecto inédito que le tocó liderar destinado a crear un sistema para la gestión curricular, “hecho en casa”, desarrollado con recursos propios, apoyado por el personal que trabajaba en el centro. Dicho sistema ha sorteado todos los desafíos hasta el día de hoy y se mantiene como el núcleo del sistema vigente en la universidad, cambiando esencialmente su interfase con el usuario para adaptarse a los requerimientos de los usuarios con las nuevas tecnologías de información.

Posteriormente el destino quiso que nos reencontráramos. Frente a la intempestiva renuncia de un académico, y siendo yo director de departamento, le solicité apoyo para guiar un par de tesis y terminar de impartir un curso. Su apoyo fue total e inmediato, sin condiciones, ni vacilaciones.

Años después, en el 2010, las vueltas de la vida lo alejaron del centro de tecnología de información, destinándosele a la escuela de ingeniería en informática empresarial creada en el 2005. Desde el primer minuto se puso a disposición de la escuela, entonces liderada por el ingeniero Andrés Ruiz Tagle, a quien le correspondió la fase de creación de la carrera con un sello propio, el de aprender haciendo en estrecho contacto con las empresas de la región. En el 2011, Ruiz Tagle emprende nuevos derroteros y a la escuela se le solicita un nombre para dirigirla. Sabino estaba recién incorporado a ella. A uno de los académicos se le ocurre proponer su nombre. Pensé que no aceptaría, pero él no dudó en aceptar que su nombre fuera propuesto a la rectoría si generaba consenso entre sus colegas. Esta reacción retrata una de sus características: su disponibilidad, su apertura a enfrentar nuevos desafíos.

Con Sabino se da inicio a una nueva fase en el desarrollo de la escuela, la que denominamos de consolidación. Con el apoyo de todos los académicos de la escuela, y un proceso de acreditación en marcha, consigue que en el año 2012 ella se acreditada por 5 años, todo un logro para una carrera nueva y con un título único en todo el país. Terminado ese período, logra una nueva acreditación por 6 años, expresión de reconocimiento a un trabajo de participación en el que estuvieron implicados egresados, alumnos, académicos, administrativos, autoridades. En todo este proceso Sabino mostró dotes de liderazgo no clásico, un liderazgo blando. Lo prueba el hecho de que lo quieren moros y cristianos, alumnos y egresados, colegas. superiores y subordinados. A cada problema le buscaba su solución. A cada alumno un consuelo. Acá muestra otra faceta de su personalidad: veía el vaso medio lleno, no medio vacío.

Sin previo aviso, intempestivamente, covid19,  traicioneramente se lo llevó, dejándonos en la estocada a quienes tuvimos el privilegio de su amistad y/o de conocerlo. Hoy despedimos a un hombre bueno, sencillo, modesto, que nos quiso y se hizo querer. Tranquilo, mesurado, tolerante, abierto, sociable, amante de la naturaleza y de la parrilla.

Fueron muchas las ocasiones en que compartimos jornadas de trabajo y convivencia. Este es un adiós que duele doblemente por irse en la plenitud de sus condiciones y dejar un sentimiento de orfandad en su familia y entre los amigos que tuvimos el honor de contar con él.

Con todo, para quienes seguimos en este derrotero, tendremos que superar su ausencia física animados por su ejemplo de profesionalismo, sencillez, calidez y humildad. Mientras lo recordemos seguirá viviendo en nuestros corazones.

marzo 03, 2021

Dándole vueltas a la renta básica universal (RBU)

 


En el ámbito público, se ha estado dando un debate, desde el inicio de la pandemia respecto de si priorizar la economía del país o la salud pública. Este debate tiene su origen en que sin trabajo es imposible vivir, y sin salud te puedes morir.

La afirmación de que sin trabajo es imposible vivir, a esta altura del desarrollo científico-tecnológico y de lo que vemos a diario, es a lo menos discutible. A propósito de esta afirmación, en una sobremesa familiar, en medio de la conversación me atreví a sostener que vamos hacia un mundo sin trabajo tal como lo hemos concebido hasta ahora. Por tanto, más temprano que tarde, tendremos que romper el cordón umbilical entre trabajo e ingreso al que estamos habituados por los siglos de los siglos. Esto implica que, irremediablemente tendremos que ir hacia lo que se ha dado en llamar renta básica universal (en adelante RBU), una suerte de piso que nos permita vivir con independencia de si tenemos o no trabajo.

Esta concepción se ha visto reforzada gracias a la pandemia, la que ha puesto de manifiesto la fragilidad del mundo laboral. Bastó un covid19 para que muchas actividades disminuyeran su nivel habitual o se dejaran de realizar –turismo, hotelería, gastronomía, comercio-, lo que motivó que muchos perdieran sus empleos, el consumo descendiera significativamente. La consiguiente grave crisis sanitaria y económica, ha impulsado a los distintos gobiernos del mundo a implementar fórmulas orientadas a amortiguar el impacto pandémico.

En materia sanitaria, aprovechando la entrada en escena de las vacunas, han puesto en marcha procesos de vacunación, con mayor o menor éxito según el país que se trate; en materia económica, se han activado subsidios de cesantía e ingresos familiares de emergencia. Estos últimos no son sino un prolegómeno de lo que se entiende por RBU. Su única diferencia estriba en que el primero, tal como su nombre lo indica, es de emergencia, y por lo mismo se asume temporal, a diferencia de la RBU que tiene carácter permanente. Digo que es un prolegómeno porque si el desempleo se mantiene en el tiempo, la RBU va ir cobrando fuerza para evitar males mayores. De hecho, aun cuando la pandemia quede atrás en el tiempo, la RBU se irá consolidando a medida que se profundicen los procesos de automatización, disminuya la demanda de empleo por parte de las empresas, se agudicen los conflictos sociales por la falta de empleo.

Estamos inmersos en una sociedad que tiene una capacidad de destrucción de puestos de trabajo que está muy por encima de su capacidad de creación de nuevos puestos de trabajo. Si a la fecha esto no se ha puesto de manifiesto ha sido tan solo gracias a la aparición de las tarjetas de crédito que nos han permitido incrementar nuestro consumo en base a endeudamiento. Este endeudamiento encierra un costo que va más allá de los usureros intereses cobrados, que terminan expresándose en tensiones, depresiones, obesidades, y las más diversas psicopatías.

En la sobremesa familiar fue inevitable que surgieran dos puntos que para quienes se oponen a la RBU son cruciales. Uno de ellos tiene relación con la anomalía que implica la percepción de un ingreso sin trabajar, y el otro tiene que ver con ¿cómo lo financiamos? Estas observaciones espero abordarlas en próximas columnas.