diciembre 27, 2020

2021 ¿Qué nos espera?

Photo by Shaurya Sagar on Unsplash

Enfrentamos el 2021 con moderado optimismo pensando que no puede ser peor el que el 2020. La llegada de la vacuna contribuye a tener la esperanza de que covid19 amaine. Aventuro que dos temas concentrarán nuestra atención en el año que se está iniciando: el de la pandemia sanitaria y el del proceso constituyente. El primero, por estar contaminando el quehacer no solo nacional, sino internacional, en los más diversos campos -político, económico, social, cultural, deportivo, etc.-; y el segundo, porque se trata de un proceso inédito desencadenado por el plebiscito de octubre último con el apabullante resultado en favor de una nueva constitución por casi un 80% de quienes votaron por la opción del apruebo.

La pandemia sanitaria provocada por covid19 se ha instalado no solo en Chile, sino que a nivel mundial, sembrando incertidumbre e inseguridad a todo nivel. Países cuyas autoridades parecían estar encarando de buena forma la pandemia, al igual que sus respectivas poblaciones, están mostrando fisuras que invitan a moderar expectativas. Otros países, bajo liderazgos autoritarios y negacionistas están viendo multiplicar las desastrosas consecuencias de sus decisiones en torno a la materia. Desatada la pandemia, la carrera por las vacunas no se hizo esperar, y a fines del 2020 encontró a varias de ellas en pleno proceso de distribución. Esto supone que los respectivos laboratorios enfrascados en su desarrollo, han pasado por el “debido proceso” que conlleva toda vacuna, desde que se inicia la etapa de investigación básica o exploratoria, hasta su término con la etapa de fabricación y distribución de la vacuna.

Es así como el 2021 se inicia con un país como Chile que ha sido uno de los países que con mayor prontitud ha iniciado el proceso de vacunación. A lo largo del año se podrá hacer un seguimiento en torno a este proceso, que sin perjuicio de su urgencia, encierra interrogantes en torno a algunos de sus efectos secundarios –dolor, fiebre, hinchazón, dolor de cabeza, vómitos, diarrea, etc.), así como de la confianza/desconfianza que despierta en la población. De hecho, por diversas razones, una no despreciable proporción, del orden del 20% de las personas es reacia a vacunarse.

El otro tema que concentrará nuestra atención será el del proceso constituyente. En el próximo mes de abril, elegiremos a quienes serán los responsables de elaborar una nueva constitución, la que tendrá lugar junto con la de los gobernadores regionales, alcaldes y concejales de todas las comunas del país. Pero la elección más relevante será de los convencionales porque el resultado del trabajo que los electos realicen tendrá un impacto que va más allá del corto plazo, además de moldear el país del futuro.

Todo indica que quienes en octubre del 2020 votaron por el apruebo, verán candidatos dispersos en varias listas, mientras que quienes votaron por el rechazo, observarán a sus candidatos en una única lista. Bajo este escenario, lo más probable que quienes optaron por el rechazo en octubre del 2020 estén sobrerrepresentados en la convención constitucional. De ser así, la victoria del apruebo habría sido una victoria pírrica.

La dispersión  de quienes votaron apruebo en varias listas para la elección de abril 2021 daría cuenta de una singular crisis de difícil de dimensionar y de consecuencias imprevisibles. Crisis reveladora de que se tiene claro lo que no se quiere –el modelo neoliberal dominante-, pero no se tiene similar claridad respecto de lo que se quiere, del modelo de sociedad al que se aspira. Esto queda de manifiesto a través de las disputas en que están enfrascados distintos grupos opositores no obstante que todos pregonan la unidad.


diciembre 23, 2020

La división opositora

Fuente: https://aburrimientovital.files.wordpress.com/2014/06/02-05-2014-eneko.jpg

En Chile, hace dos meses que la ciudadanía se pronunció, mediante una abrumadora mayoría, por dejar atrás la constitución del 80 en favor de una nueva elaborada a través de una convención constituyente. El próximo año, en el mes de abril deberemos elegir a quienes tendrán la responsabilidad de construir la nueva constitución a la que se aspira. Una contundente mayoría se expresó también en contra de una convención en la que estén implicados los actuales diputados y/o senadores. Y el 11 de enero próximo deberán estar inscritas las listas con sus respectivos candidatos que aspiren a integrar esta convención.

Hasta la fecha todo indica que la derecha irá unida, y la oposición fuertemente desunida. El camino para un cambio constitucional a fondo que abrió el pasado 25 de octubre se está transformando en un camino de derrota que asegura el mantenimiento de la actual constitución, o con modificaciones irrelevantes. Como el camaleón que cambia de color según la ocasión para sortear el momento.

Después no habrá espacio para lamentos, aunque las recriminaciones mutuas no se harán esperar, y de hecho ya se han desatado, amplificadas en los medios de comunicación convencionales así como en las redes sociales. Los actores involucrados lanzan infructuosos llamamientos a la unidad, como quien canta a la galería. Todos afirman haber trabajado por la unidad, pero el resultado hasta la fecha es un indicador de que ello no ha sido así. La desconfianza, la búsqueda de protagonismo, convierten en letra muerta palabras altisonantes, sin percatarse que se va camino al abismo.

Olvidan el mensaje tras el estallido del pasado 18 de octubre del 2019 y lo que costó convocar a la ciudadanía a volcarse al plebiscito constitucional. Y habiéndose pronunciado con claridad por esta última opción, llegada la hora de la verdad, la de elegir a quiénes han de tener la responsabilidad de construirla, asoman la fragmentación partidaria y la multiplicidad de candidatos que esconden su militancia o adhesión a una u otra corriente de opinión pública. Sin querer queriendo se está bloqueando una vía de no violencia activa, seguro camino a una frustración de consecuencias imprevisibles de las cuales se tendrán que hacer responsables quienes tienen en sus manos la conducción de los partidos y movimientos políticos y sociales actuales. Todo ello por no haber estado a la altura del desafío que el minuto actual exige.

Si bien el fin de año pilla al gobierno en mal pie, con bajísimos porcentajes de adhesión, tiene una altísima probabilidad de que salga con la suya, no solo en materias constitucionales, sino que también en las próximas elecciones de concejales, de gobernadores, de alcaldes. Todo esto a vista y paciencia de una oposición que no atina, paralogizada, bloqueada por sí misma. En toda democracia que se precie de tal, se asume que cuando una coalición de gobierno tiene una baja adhesión ciudadana, en la próxima elección es reemplazada por la coalición opositora. Salvo algún milagro que por nuestra naturaleza humana nunca debemos descartar, en esta ocasión parece difícil que eso ocurra.

diciembre 18, 2020

La carrera por la vacuna

Photo by Daniel Schludi on Unsplash

Cualquiera diría que estamos en una suerte de la carrera hípica del año con varios pingos en la recta final y con la meta a la vista. Solo que en este caso en vez de pingos, tenemos vacunas corriendo.

Dados la extensión y profundidad que ha alcanzado la pandemia, de la que no ha escapado nadie, el protagonismo ha pasado a manos de los laboratorios que están tras las vacunas en carrera –Pfizer, Moderna, Sinovac, etc.-. La población está expectante, y ello se explica porque las medidas adoptadas hasta la fecha para combatir el covid19 se han mostrado insuficientes y/o ineficaces.

Hasta los países que inicialmente habían mostrado signos de enfrentar exitosamente la coyuntura –Alemania, Uruguay, Nueva Zelanda y Suecia entre otros-, no han podido evitar recaídas, resurgimientos, recrudecimientos. Se han ensayado toda clase de fórmulas, las que han ido desde políticas duras –cuarentenas, cierres de fronteras, restricciones, sanciones y otras- hasta políticas blandas o laxas basadas en recomendaciones que apelan al ejercicio de una libertad responsable por parte de la población. Todas han fracasado.

¿Qué es lo que ha fracasado? ¿Las políticas implementadas? ¿La capacidad de atención sanitaria? ¿Los gobernantes? ¿Los gobernados? Confieso que creo que quienes hemos fallado somos nosotros mismos –los gobernados-, más allá de los errores que puedan haber cometido los gobernantes, que nuestras conductas no han estado a la altura del trance en que nos encontramos. Las aglomeraciones, las congestiones, el irrespeto por las medidas de prevención adoptadas que observamos a diario, dan cuenta de una realidad que no se condice con la coyuntura en la que estamos.

Ya estamos en el último tramo del año, adportas de las fiestas de fin de año, y como nunca, la pandemia nos está invitando a cambiar, a mirarnos introspectivamente, a reflexionar sobre la fragilidad, el sentido, o el sinsentido de nuestras vidas.

En vez de ello, tenemos clavada nuestra mirada en el tablero de la carrera tras la vacuna milagrosa que nos permita sortear el obstáculo que encierra covid19 dentro de nuestra existencia, de nuestras actividades familiares, laborales, productivas, financieras, sanitarios. No es para menos, pero junto con ello, nos haría bien aprovechar el fin de año para repensarlo todo, para hacer un alto en el camino, levantar la mirada, mirarnos con otros ojos, relacionarnos de mejor manera con los demás y con la naturaleza, la que nos provee el pan nuestro de cada día.

Estamos llegando al final de una carrera cuyo término aún se desconoce. Ya parecen ser varias las vacunas que están logrando sortear las etapas que encierra su desarrollo, un desarrollo que se ha visto acelerado por presiones provenientes de las más diversas esferas –económicas, políticas, sanitarias-. Para el proceso de vacunación que se viene encima solo nos cabe confiar en que tales presiones hayan respetado los niveles de seguridad y de confianza a los que tenemos derecho.

Está la tentación por seguir viviendo como lo hemos estado haciendo hasta ahora, de dar vuelta la página una vez derrotada la pandemia. Sería un craso error desaprovechar la oportunidad de hacer un alto en nuestras existencias para ver en qué estamos fallando e implementar los correctivos correspondientes. De otro modo volveremos a tropezar con la misma piedra.   

diciembre 16, 2020

No hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera

Photo by Josh Appel on Unsplash

El primer 10% que se autorizó extraer del fondo que cada uno tiene en la correspondiente AFP tuvo como origen la insuficiente y tardía reacción del gobierno para encarar las dificultades financieras que aquejan a las familias a raíz del desplome de la actividad laboral en tiempos de pandemia.

El gobierno se opuso desde un principio, por principio, dado que se trata de recursos provenientes de cotizaciones obligatorias, cuya acumulación está destinada a la vejez de los cotizantes. No obstante ello, el proyecto asociado fue aprobado en el parlamento, no solo con votos opositores, sino que de la propia coalición gobernante, ChileVamos. Ello se dio no obstante la presión desde el gobierno enfatizando las consecuencias negativas y amenazando con recurrir al tribunal constitucional, carta segura a jugar en tiempos de apremio. Por razones políticas la amenaza no se concretó y el proyecto fue aprobado sin mayores consecuencias, dando un respiro a una economía que se venía abajo.

No se apagaban aún los ecos del primer 10% cuando desde el congreso nace un nuevo proyecto que va tras un segundo 10%, que también es aprobado. Ello, no obstante que desde esferas oficialistas se vuelve a insistir en sus efectos negativos, razón por la cual amenaza con vetarlo. Finalmente el gobierno resuelve presentar un proyecto alternativo con variantes menores de carácter impositivo, pero que mantiene la esencia del proyecto original. La mona por más que se vista de seda, mona queda.

Ahora, tanto en el gobierno como en la oposición festejan que este segundo 10% se haya logrado para antes de las fiestas de fin de año. Todo esto en plena pandemia, la que se encuentra en su esplendor, como si estuviésemos con ánimo y salud para celebrar a costa de nuestros propios ahorros. Lo demuestra la reacción que se observa por estos días, con el centro lleno de gente, las calles congestionadas de vehículos y con el coronavirus circulando a sus anchas.

Para rematarla, cuando aún no se apagan los ecos del segundo 10%, ahora se nos viene la ola del tercer 10%. Como dicen por ahí, no hay primera sin segunda, ni segunda sin tercera. Y así vamos rematando nuestro futuro al mejor postor.

¿Qué nos dice todo esto? Nos dice que tanto el gobierno como la oposición se han sacado el pillo a costa nuestra, de nuestros propios recursos. Es algo francamente inverosímil.

Nos dice que el sistema de AFP carece de toda legitimidad, que cayó en su propia trampa al insistir una y otra vez, majaderamente, que los recursos son de cada uno, como si esa fuese su virtud. Todo ello con la esperanza de que los propios dueños de los fondos –cada uno de nosotros- fuésemos sus máximos defensores. Lo que se asume estaba reservado exclusivamente para el futuro, ahora está para urgencias, o para lo que a cada uno se le antoje. Total, es platita de cada uno, y por lo mismo, cada uno sabrá qué hacer con ella.

Está claro que tras todo esto está el deseo, confesado o inconfesado, de reventar un esquema de pensiones impuesto a sangre y fuego en tiempos del innombrable cuya alma mater no hemos sido capaces de alterar sustantivamente desde el inicio de la democracia en 1990, esto es, a lo largo de 30 años.

diciembre 10, 2020

¡Oh!, Y ahora, ¿quién podrá defenderme?

https://www.uniminutoradio.com.co/chapulin-elcolibri/

En el mundo político pareciera que reina el desconcierto, y me atrevería a afirmar que a nivel mundial, latinoamericano, nacional, regional y local. Esto es, a todo nivel. Ausencia de liderazgos en el buen sentido de la palabra. A nivel mundial solo es posible rescatar la figura de Angela Merkel en Alemania y en los otros niveles no existe ni asoma ninguna que pueda servirnos de modelo. Quienes detentan el poder político en la actualidad, son un desastre de marca mayor. En USA el mejor ejemplo es Trump, así como en Rusia lo es Putin. El primero surgido desde la farándula televisiva, y el segundo desde las catacumbas de la KGB en los tiempos de la Unión Soviética.

En nuestra América Latina, Bolsonaro y Maduro, si bien están en posiciones antípodas, son un reflejo extremo de la mediocridad que nos invade. Entre ellos están todos los demás, sin que nadie logre escapar a este diagnóstico que se extiende más allá de la política. Una mediocridad extensiva a prácticamente todos los ámbitos –militar, religioso, empresarial, académico, deportivo, sindical-.

Para qué hablar de nuestro país. Que un gobierno de derecha que cuenta con una adhesión inferior al 10% en el último tramo de su período tenga la posibilidad de ser seguido por otro gobierno del mismo signo, es bastante ilustrativo de una oposición que no atina, con la brújula perdida. Por lo general, en toda democracia, cuando un gobierno es mal evaluado, es reemplazado por un gobierno de signo opuesto, o al menos, de distinto signo. Acá, al paso que vamos, veremos otro gobierno igual solo que con otra cabeza al frente.

Y en nuestra región, la del Maule, pareciera que nos hacemos eco de la desorientación política en que nos hallamos. Como botón de muestra, para la próxima elección de gobernadores, mientras la coalición gobernante se apresta para llevar un único candidato, George Bordachar de RN, desde la oposición emergen múltiples candidatos, como quien saca conejos de un sombrero. Una de ellas, Cristina Bravo, de la DC ganadora de las últimas primarias en representación de la Unidad Constituyente. Todo parece indicar que ella será secundada por candidatos provenientes de Revolución Democráticas (RD), del Frente Regionalista Verde Social (FRVS), y del Partido Humanista (PH). Como para regalarle la gobernación a la coalición oficialista ChileVamos.

Todo ello es muy ilustrativo de la desorientación imperante, del individualismo dominante, de la vaciedad discursiva, de la ausencia de proyecto, de que todos juntos demos la hora, camino al abismo en medio de la pandemia. Como en su momento expresara Chapulín Colorado: ¡Oh!, Y ahora, ¿quién podrá defenderme?

diciembre 08, 2020

El futuro que nos espera

Photo by Possessed Photography on Unsplash

La pandemia está poniendo en jaque nuestro modelo de vida, la sociedad que se ha construido en el tiempo de un modo que nunca imaginamos ni en nuestros peores sueños. En el mundo, en el país, en nuestra región, en nuestra ciudad. Lo está alterando todo, nuestras rutinas, nuestras maneras de trabajar, de ganarnos el sustento, de relacionarnos con los demás. Está por verse si los cambios que estamos viviendo llegaron para quedarse o si se batirán en retirada una vez sorteado el desafío que tenemos al día de hoy. Lo más probable es que muchos aspectos de nuestra vida retomen su cauce previo a covid19, pero otros tomarán otros cursos de acción.

Uno de los grandes perdedores es el sector turístico donde el impacto está siendo brutal. Al disminuir nuestra movilidad, nuestra sociabilidad, por voluntad propia o por restricciones impuestas por las autoridades al tráfico terrestre, aéreo y marítimo, se está afectando la actividad hotelera, gastronómica y comercial. Para salvar al sector turístico o atenuar la baja se está posibilitando viajar con un pasaporte sanitario, una suerte de certificado de salud que a futuro será mucho más fácilmente generado gracias al apoyo de la creciente capacidad de las actuales tecnologías de información y comunicación (TICs).

De allí que entre los ganadores están quienes se desenvuelven en el campo de la informática, entre ellos, quienes lo hacen en materia de análisis de datos y particularmente de los grandes volúmenes de datos –los big data-. Las empresas y profesionales inmersos en este campo, serán capaces de rastrear el comportamiento de las personas e identificar a quienes se salten cuarentenas u otras restricciones, lo que será tipificado como delito. Otro sector, dentro de la informática cuyo desarrollo está siendo acicateado por la pandemia, es el de la inteligencia artificial que está permitiendo incrementar la seguridad mediante el reconocimiento facial por la vía de clasificar a las personas según distintos parámetros, incluidas sus temperaturas corporales.

Otra consecuencia de la pandemia, es el reforzamiento de la reducción de las transacciones comerciales a través del dinero físico y el aumento de las transacciones electrónicas. Por razones de higiene se está imponiendo aceleradamente el pago con tarjeta, vía celulares u otros dispositivos. El comercio electrónico va cobrando más y más fuerza en detrimento del comercio tradicional. El comercio ambulante, informal también se está viendo afectado al haber menos dinero físico.

Todas nuestras transacciones comerciales serán registradas y monitoreadas por el Estado, dificultando la evasión impositiva. A su vez, nuestra privacidad e intimidad quedarán en entredicho. Por lo mismo, la delincuencia más preocupante ya no será la que se de en la calle, sino que pasará a ser la cibernética. El tema de la seguridad de las transacciones que se lleven a cabo en la nube y en interrnet, alcanzará su máximo esplendor.

La pandemia ha puesto definitivamente sobre la mesa el tema del teletrabajo que se encuentra en pleno auge, y lo más probable es que termine dominando la escena. No se trata de un mero cambio de lugar de trabajo, donde todo lo que hacíamos en nuestro puesto de trabajo físico ahora lo hagamos en nuestras casas. Va mucho más allá. Por más que ahora nos reunamos virtualmente a través de las distintas plataformas informáticas disponibles, no es lo mismo que hacerlo físicamente. El trabajo en equipo se resiente. La frontera entre la vida en casa y el trabajo se difumina, se torna borrosa. Esto ya se venía dando desde antes de la pandemia con los celulares, los computadores en casa, que nos permitía trabajar en casa, pero la pandemia lo ha reforzado. Está la sensación de que nos pasamos trabajando, que en todo minuto nos están monitoreando, que debemos estar disponibles siempre. Inevitablemente esto resiente la vida privada, la vida en familia.

Por último, el teletrabajo y el teleestudio están modificando la arquitectura urbana, la demanda de oficinas y la construcción de viviendas deberán ir asumiendo espacios laborales, y de estudio, al interior de ellas no previstas en el pasado. Y las desventajas del hacinamiento y de la congestión, inherentes a las grandes ciudades están abriendo cancha a la resurrección del campo, a un retorno a la romántica ruralidad.

La sociedad digital que ya venía en camino, está siendo consolidada por la pandemia, para bien de unos y mal de otros.

diciembre 02, 2020

Las vueltas de la vida

Fuente: Artefactos, 1972

Una empresa estatal chilena, ENDESA, fue creada a fines de la primera mitad del siglo pasado (1943) como una filial de CORFO, para hacerse responsable de la generación, transmisión y distribución de energía, constituyéndose en la base del desarrollo eléctrico del país. En 1987, en tiempos del innombrable, se inició su proceso de privatización al amparo de una ideología, la neoliberal, impuesta a punta de bayonetas bajo la tesis de que todo lo estatal tiende a ser ineficiente, y lo privado, eficiente. En la Constitución del 80 quedó marcado, per secula seculorum, la prohibición de emprender actividades empresariales como parte del estado de Chile en aquellos ámbitos en que pueden hacerlo los privados. 

Pues bien, recientemente se ha tomado conocimiento que la mayor empresa de distribución y transmisión de energía eléctrica (CGE) en nuestro país, en nuestra región y en nuestra ciudad, Talca, heredera de ENDESA, ha sido comprada por parte del mayor grupo eléctrico en el mundo, la empresa china, la Corporación Estatal de la Red Eléctrica de China. Importa consignar que CGE está presente en 14 regiones del país y que satisface la demanda de alrededor de la mitad de la población. Esta operación, realizada por una cifra cercana a los 3,000 millones de dólares, complementa a la compra efectuada el año pasado de la empresa Chilquinta que se desenvuelve en el mismo ámbito que CGE.

 

En síntesis, una empresa estatal chilena, pasa a ser privada en razón de que todo lo estatal huele a ineficiente, y resulta que ahora, los dueños privados lo venden a una empresa estatal china, que es lo mismo que decir que la venden al partido comunista chino. Negocio redondo que hace recordar la memorable frase de nuestro antipoeta, Nicanor Parra: “la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”.

 

Si bien la operación no ha sido cerrada dado que aún requiere su aprobación por parte de las autoridades y porque la Fiscalía Nacional Económica (FNE) puede presentar reparos. Se trata de una operación que inevitablemente despierta suspicacias, difícil de tragar. Resulta raro, por decir lo menos, que lo que no puede hacer el estado chileno sí lo pueda hacer un estado foráneo. Cómo explicarán esto nuestros neoliberales chiliensis que han estado pregonando por décadas las virtudes de una privatización hecha entre gallos y medianoches. Seguramente, encogiéndose de hombros harán la vista gorda afirmando que “business is business” (negocios son negocios). Más raro aún es que se rechace la posibilidad de que el estado chileno asuma actividades empresariales y sí lo pueda hacer un estado de un país de las colosales dimensiones de China dirigido por un partido comunista. Lo que los comunistas chilenos no pueden hacer, sí lo podrían hacer los comunistas chinos.

 

El ministro de energía, Juan Carlos Jobet, afirmó sin arrugarse: "Este anuncio -que aún debe ser analizado por la FNE- es una clara y nueva señal de que los inversionistas están mirando con buenos ojos las modernizaciones del sector energía y que confían en la institucionalidad y las reglas del juego de nuestro país". Es importante señalar que la misión de la FNE no es evaluar potenciales riesgos geopolíticos o estratégicos.


Algunos entendidos e involucrados en el tema ya están pauteando a reguladores y políticos afirmando que no ven amenaza alguna en la compra dado que se trata de un sector fuertemente regulado. Lo relevante es que de concretarse el negocio, más de la mitad del mercado de distribución eléctrica quedaría en manos de comunistas chinos. Me pregunto: ¿qué diría el innombrable? ¿Qué dirán los nacionalistas chilenos que no quieren que Chile se transforme en Chilezuela? ¿Qué dirán los neoliberales chilenos?  

 

¿Qué nos dijeron las primarias?

Fuente: http://enlalinea.cl/elecciones-primarias-2020-que-elegimos-en-calama/

 Las primarias realizadas el pasado domingo se inscriben dentro del propósito de involucrar a la ciudadanía en la elección de los candidatos que han de representar a los distintos partidos y movimientos políticos en escena. En esta ocasión se trataba de los candidatos a gobernadores y alcaldes.

Si bien es un tanto prematuro efectuar una evaluación rigurosa, al menos es posible efectuar algunas reflexiones sobre un proceso que está en sus inicios y del cual no existe mayor tradición en el país. Como en todas las cosas podemos poner el acento tanto en el vaso medio vacío como en el vaso medio lleno. Haré mención a dos aspectos en los que falta mucho trecho por recorrer, tanto por parte de los partidos como de los ciudadanos.

Uno de los aspectos negativos, en muchas regiones, en el caso de los candidatos a gobernadores, y en muchas comunas en el caso de los candidatos a alcaldes, se relaciona con que las distintas alianzas políticas en carrera siguen privilegiando “la cocina”, entre cuatro paredes, a la hora de escoger el candidato. Con ello se sigue impidiendo que la ciudadanía se pronuncie respecto de quienes quieren que sean los candidatos en sus correspondientes regiones o comunas. Lo otro negativo se vincula con la baja participación ciudadana, por debajo del 5%, lo que constituye toda una contradicción si se considera que las primarias se instituyeron precisamente para promover la participación y reducir “la cocina”. Lo expuesto es signo tanto de desencanto como de ausencia de ejercicio de ciudadanía, de apatía.

También podría calificarse negativamente lo que no deja de llamar la atención: que ni el partido comunista ni el partido republicano hayan participado en las primarias para que los ciudadanos tengan la oportunidad de escoger entre los distintos candidatos en carrera. En ambos casos han optado por nominar sus candidatos sin la mediación ciudadana, una manera bien particular de hacer política muy distinta a la que proclaman.

Pero también hay aspectos positivos asociados. De partida, hubo primarias en muchas regiones y comunas, lo que revela un esfuerzo por salir de las madrigueras políticas para exponerse públicamente y delegar poder en la gente para que decida quienes han de ser los candidatos. Insuficiente aún dado que falta mucho por avanzar, dado que siguen nominándose muchos candidatos bajo cuerda. Esto vale para todos los sectores. Pero así y todo se trata de un paso en la dirección correcta. También cabe valorar positivamente la participación ciudadana por más menguada que esta haya sido. Meritorio es que hayan quienes se dieron la molestia de concurrir a votar en un contexto marcado por la pandemia, escasa información disponible, y un profundo desprestigio de la dirigencia política, el que se extiende a todo tipo de dirigencias –económica, religiosa, sindical, militar, deportiva-.

Respecto de los resultados es imposible hacer una proyección de lo que viene. No obstante me atrevería a avizorar un escenario en el que se reviven los tradicionales tercios o los cuartos luego de décadas de binominalismo forzado.  Los tercios (izquierda, centro y derecha) o los cuartos (izquierda, centroizquierda, centroderecha y derecha) dependiendo de las alianzas que finalmente se logren configurar para las próximas elecciones.

Los tercios estarían dados por una eventual alianza del Frente Amplio con el PC por la izquierda; la Unidad Constituyente bloque que se podría asimilar a lo que fue la Concertación por el centro; y un acuerdo que se podría alcanzar por la derecha entre los partidos de ChileVamos y el partido republicano de José Antonio Kast.

La otra posibilidad es que se dé un escenario de los cuartos en caso que la coalición de ChileVamos y el partido republicano no logren conformar una única lista.

Cabe señalar que, aunque poco probable, también se podría tener un abanico dado por los quintos, esto es, de cinco coaliciones (extrema izquierda, izquierda, centro, derecha y extrema derecha). Lo que ocurra definitivamente dependerá del curso que tomen las negociaciones con calculadora en mano, del peso que se asigne a la defensa de principios que se consideren como intransables en relación al logro de cuotas de poder.