noviembre 27, 2020

Maradona: vivió como pudo

Photo by Jack Hunter on Unsplash

Al abrir la Casa Rosada, la casa de gobierno argentino, para despedir a Maradona, el presidente Alberto Fernández sostuvo que “vivió como pudo”. Una buena síntesis. Cada uno vive tal como puede. Claro que algunos, los menos, logran sobreponerse al contexto que los rodea, pero los más, sucumben. ¿De qué depende? Vaya uno a saber! Dependerá del contexto propiamente tal, hay unos más complejos que otros; de la formación que se nos ha dado, así como del ADN que traemos a cuesta.

El ascenso del Pelusa fue meteórico. Brilló desde que agarró la pelota haciendo los malabares por los cuales nos deslumbró, se encumbró, y que finalmente lo hundieron.

La muerte de Maradona, el Pelusa, me hace recordar las de Marilyn Monroe, Elvis Presley, Michael Jackson. ¿Qué tienen en común? Muchas cosas, pero muy particularmente por haber caído víctimas de su propio éxito: ya sea porque no estaban psicológicamente preparados para ser el foco de las luces artificiales que rodean a los ídolos, como porque los acompañó una camarilla de agentes, managers del más diverso pelaje que terminan por emborracharles la perdiz. El éxito los obnubila y termina por desequilibrarlos. Marilyn, Elvis y Michael terminaron sus días rodeados de barbitúricos, drogas, escándalos y/o séquitos de médicos. Así y todo siguen brillando con luces propias, las que cobran mayor fuerza a la hora del adiós definitivo, para pasar a ser inmortales gracias a sus virtudes.

Imposible no recordar el fastuoso matrimonio del Pelusa en 1984 con su novia de entonces, Claudia Villafañe, del barrio de Villa Fiorito, cuando ya brillaba con luces propias. Un matrimonio a todo pasto, donde se tiró la casa por la ventana gastando más de 2 millones de dólares, afirmando sin arrugarse siquiera que “queremos una fiesta común de casamiento, como cualquier pareja”. Entre los invitados estaban Fidel Castro, Carlos Menem, entonces presidente de Argentina y Mauricio Macri. De ahí para adelante sus gambetas, sus goles, sus cambios de juego, sus maravillas sobre los canchas futbolísticas, empezaron a ser acompañados de la fragilidad humana, esa que nos hace perder la brújula. La partida a Barcelona, luego a Italia, donde la idolatría encontró su máxima expresión en medio de la camorra napolitana.

De ahí para adelante, el Pelusa se fue en caída libre. Siempre fue rebelde, valiente contrapunto de los poderosos, como en su tiempo lo fue Cassius Clay. Sus disputas con la dirigencia son de leyenda, así como su adhesión a regímenes políticos insostenibles. Fue usado y requetecontrausado por unos y otros, aprovechando la ciega idolatría que despertó -no obstante que su vida no tiene nada de virtuosa-, por ser considerado por muchos como el mejor futbolista de la historia.

Maradona muere en plena pandemia con todos los honores habidos y por haber barriendo con todas las restricciones impuestas a los mortales. Un funeral de película en tiempos de pandemia cuando nuestros viejos y abuelos mueren en la soledad. Pero claro, ellos no son Maradona, un ídolo que estoy seguro, recién ahora descansa en paz.  

Con todo, gracias Maradona por el disfrute que nos diste con tu futbol, por recordarnos que es un juego, al precio de terminar siendo víctima del oscuro negocio que está tras él. Así como te levantamos y hundimos en vida, en la muerte te levantamos.

noviembre 26, 2020

Independientes ¿de qué?

Desde que tengo uso de razón la relación-oposición de los independientes respecto de los políticos ha sido todo un tema que por momentos, como el actual, cobra mayor significado. Al respecto no deja de llamar la atención que para los efectos de las elecciones que vienen se estén debatiendo las exigencias para postular por parte de los independientes.

Es curioso constatar que el mundo político es el que debe decidir si abre cancha a los independientes en los términos que estos desean o no. No debiera sorprendernos que quienes militan en partidos procuren poner toda clase de obstáculos o limitaciones a los independientes. Mal que mal, hay un desencanto con todas las dirigencias, sean estas políticas, religiosas, deportivas, militares, policiales, como empresariales. De allí que hoy por hoy “vende bien” el ropaje de independencia. 

Pareciera vender tan bien la independencia que hoy veo a candidatos que militan en partidos políticos publicitarse en palomas, cuñas radiales y demases sin hacer mención al partido político al que representan. En simple, postulan ocultando el partido en el que militan, al que se deben y cuyos principios que se supone respaldan.

Debo confesar que no me compro la independencia de quienes incursionan en la política por más independientes que se proclamen. Si los políticos pueden salir con su domingo siete en cualquier momento, con mayor razón podrán hacerlo los independientes. El motivo es muy simple: a diferencia de los políticos que se asume deben rendir cuenta ante sus respectivos partidos, los independientes deciden y votan según la ocasión y no tienen que rendirle cuenta a nadie.

Entre quienes se dicen independientes, hay muchos de mentira y unos pocos de verdad, una verdad relativa. Los de mentira son políticos disfrazados, que si bien no militan en partido alguno, tienen su corazón más que recostado en forma permanente a uno u otro lado del espectro político. Además suelen comulgar en la misma parroquia que los militantes de un partido específico.

Ser calificado como independiente provee una cierta aureola de santidad diferenciadora que tiende a ser muy útil, en particular en tiempos en que el prestigio de los políticos planea a muy baja altura, lo que parece ocurrir cuando se miran mucho al ombligo y se alejan de las demandas y necesidades ciudadanas. Pero los independientes de verdad, si es que existen, son escasísimos, creo que nos sobran dedos de la mano. Tampoco sabría cómo definirlos.

Uno podría pensar que independiente de verdad es quien no milita y además no se casa con ninguna postura política particular. Desgraciadamente, ni siquiera en este caso se es realmente independiente porque ahí uno queda a merced de la publicidad, de las palomas, de las promesas sin fin, del voto útil, y de la venta de pomadas al por mayor, las que abundan por doquier. Sustraerse a esta influencia requiere resistencia, autonomía, capacidad de ver bajo el agua, de reflexión y discriminación. Competencias que son provistas por una educación de calidad, la que al día de hoy, por desgracia, brilla por su ausencia.

Confieso que me resultan chocantes los independientes que incursionan en la política con discursos antipolíticos. La historia nos demuestra que los países que han caído en la tentación de dejar en manos de independientes sus destinos, suelen terminar peor que como estaban.

En síntesis, salvo excepciones, más vale fiarse más de quien milita en algún partido político, que se enorgullece de pertenecer a él, y cuyo cuerpo de ideas coincida más o menos con el que uno sostiene, antes que respaldar a un independiente que poco tenga de tal, o de quien militando oculta su adscripción política. 

noviembre 23, 2020

Jugando a nada

En esta fase de las eliminatorias para estar en Qatar 2020, la derrota ante Venezuela constituye un paso en falso que muy probablemente nos pene y deje fuera del mundial. El triunfo ante Perú fue en cierto modo engañoso. Chile jugó dos partidos en uno: un buen primer tiempo y un segundo tiempo para el olvido. La derrota en Venezuela nos retrató de cuerpo entero al delatar que de la generación dorada solo quedan destellos absolutamente insuficientes para pensar en una clasificación.

Si tuviésemos que definir en pocas palabras el minuto actual, diría que Chile está jugando a nada. Atrás quedaron los tiempos de un patrón de juego marcado por la vertiginosidad del juego, la capacidad de anticipación, la concentración, la agresividad, al ataque ganando o perdiendo, posicionamiento de los jugadores y pases siempre hacia adelante, con independencia de si se está ganando o perdiendo, y del rival que se tiene por delante. Un juego que cautivó a la afición, que dejó atrás toda una historia de juego arratonado, defensivo, buscando el milagro, la buena suerte, conteniendo el aire hasta el último minuto. Donde no pocas veces se hizo célebre la frase “jugamos como nunca y perdimos como siempre”.

Al tenor de los partidos que se jugaron en esta fase, todo indica que estamos viviendo un serio retroceso futbolístico. Para desentrañar los misterios de lo que está ocurriendo, nada mejor que intentar identificar los factores que nos hicieron brillar en el concierto futbolístico como nunca antes: 1) un cuerpo de entrenadores encabezados por quienes tenían convicciones profundas y mentalidades ganadoras, ofensivas: Bielsa y Sampaoli fueron sus máximos representantes; y 2) un plantel de jóvenes jugadores formados en sus respectivas canteras que se fueron forjando a punta de sacrificio y disciplina, y fogueando en las ligas más competitivas del mundo.

Desafortunadamente, el minuto actual difiere diametralmente de esta realidad. No se cuenta con un entrenador con las características suicidas de Bielsa ni de Sampaoli. Rueda tiene sus pergaminos, es una persona seria, responsable, con los pies en la tierra, pero sin la audacia de quienes dirigieron a la generación que nos dio no solo triunfos, sino que la alegría de verlos jugar.

En la primera fase eliminatoria, ante Uruguay se perdió en los últimos minutos, al igual que Colombia nos empató también en los últimos minutos. Y ahora Venezuela nos gana en los últimos minutos. ¿Qué nos dice esto? Que estábamos jugando con calculadora en mano, como en los viejos tiempos. Aguantando el resultado. Con Uruguay nos conformábamos con el empate, con Colombia aguantando el triunfo y con Venezuela parecíamos conformarnos con el empate. Con Perú si bien tuvimos un primer tiempo encomiable, el segundo nos hizo recordar tiempos idos multiplicando hasta el infinito los pases laterales y hacia atrás. Con Bielsa o Sampaoli habríamos seguido atacando contra viento y marea.

Claro, el plantel del que se dispone hoy no es el mismo de ayer. Posiblemente ese sea el motivo de la mayor cautela de Rueda. Toda estrategia y/o táctica suele estar determinada por los recursos disponibles, por el adversario que se tiene al frente, y por los objetivos que se tracen. Pero también hay intangibles implicados: los grados de confianza/desconfianza que se tengan. Y hoy por hoy todo indica que la confianza que nos teníamos, se está revirtiendo de la mano de un futbol con el que difícilmente llegaremos a alguna parte. 

Ojalá estuviésemos a tiempo para dar vuelta esto y retomar la senda que tanta alegría nos reportó.

noviembre 14, 2020

AFP: ¿seguirán tal cual?

Por estos días se estaría aprobando que los afiliados a las AFP puedan sacar un segundo 10% de sus fondos previsionales. Las razones que sus impulsores aducen se centran en las dificultades que atraviesa la población con motivo de la pandemia y la insuficiente respuesta desde el gobierno para socorrer a quienes se han visto más afectados por la pérdida de sus trabajos y/o la baja de sus ingresos.

Los parlamentarios que han promovido esta iniciativa al momento de aprobarse el primer 10% celebraron como si de un triunfo se tratara. Que para resolver un problema actual haya tenido que hipotecar el futuro para enfrentar el presente constituye todo un fracaso para el país, los trabajadores, el gobierno, el parlamento y el sistema de las AFP. Por lo mismo, más que un triunfo es una derrota.

Para el país porque entra en una espiral que nadie sabe cómo terminará. Desgraciadamente la historia, la experiencia señala que por esos derroteros los perdedores son los más débiles, los de abajo. Es un fracaso para los trabajadores porque para resolver sus acuciantes compromisos actuales no tienen más alternativa que recurrir a sus propios escasos fondos previsionales que se asumen reservados para su vejez.

Para el gobierno porque sus políticas han sido absolutamente insuficientes, por más que traigan a colación cifras que den cuenta del “gran esfuerzo” llevado a cabo. La percepción ciudadana es otra, y ello queda ilustrado con el simple hecho de que parlamentarios de la propia coalición gobernante se han sumado a la opción de extraer el 10%. Es un fracaso del parlamento y de los partidos políticos por su incapacidad para forzar al gobierno a adoptar acciones conducentes a que las familias puedan sortear la pandemia sin que tengan que recurrir a sus propios ahorros previsionales.

Y para las AFP constituye un fracaso por su incapacidad para legitimarse, a lo largo de sus cuatro décadas de existencia. Creadas en tiempos del innombrable, entre cuatro paredes y a espaldas de la gente, cayeron presas de sus propias promesas al asegurar al momento de la creación del sistema que otorgarían pensiones equivalentes entre el 70% al 100% del sueldo en el presente año. Previsiones que no se han cumplido en absoluto por los más diversos motivos: mayor esperanza de vida, discontinuidades laborales, bajos sueldos. Sin embargo, todas estas razones eran totalmente esperables salvo que en su momento se haya supuesto que la esperanza de vida no aumentaría, que las personas no tendrían períodos sin cotizar, y que los sueldos serían altos. Todo un engaño que se confirma al constatar que el mundo de las FFAA y Carabineros se excluyó del sistema que prometió lo que no debió prometer.

Quizás lo único positivo de todo esto, es que finalmente, emerja un sistema previsional obligatorio de carácter público que exprese un espíritu de solidaridad junto con uno voluntario de carácter privado que dé cuenta del esfuerzo individual.

noviembre 11, 2020

Tanto va el cántaro al agua que al final se rompe

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En estos días se ha estado aprobando en el parlamento la posibilidad de extraer el segundo 10% de los fondos que las personas disponen en las AFP. Esto ha traído como consecuencias inmediatas en el plano político, y probablemente en el mediano y largo plazo cambios de mayor alcance como serían profundas modificaciones en el sistema de pensiones que nos rige.

En el plano político generó una fisura, quiebre o factura en la coalición gobernante, ChileVamos, cuyas dimensiones aún no se conocen en toda su dimensión; en la oposición está siendo un factor de unidad que tampoco nadie sabe cuánto durará ni su envergadura.

En lo inmediato acá no visualizo ningún triunfador y sí tres grandes derrotados: el gobierno, el sistema de AFP y los trabajadores. Estos últimos no me imagino que puedan sentirse triunfadores cuando al final del día deben recurrir a sus ahorros previsionales obligatorios destinados a su vejez para salvar un angustioso presente agravado por la pandemia de covid19.

El gobierno se ha equivocado medio a medio al no agotar todas las instancias para disponer de los recursos que la realidad actual exige. Si en algo ha destacado el gobierno en estos días, es por su inacción, y lo que es peor, por dar señales equívocas. Que en medio de este cuadro el Servicio de Impuestos Internos (SII) se dé el lujo de condonar el pago de más de mil millones de pesos multas e intereses a los famosos hermanos Carlos, procesados y condenados por el caso PENTA, es una bofetada al común de los mortales. Más allá de que el SII esté facultado legalmente para decidir como decidió,  no se puede estar afirmando que el gobierno ha hecho todos los esfuerzos imaginables por ayudar a los más desfavorecidos, y al mismo tiempo andar condonando a condenados por el solo hecho de ser parte de las élites de este país. La rebelión de parte significativa de la bancada parlamentaria oficialista es bastante reveladora al respecto.

El otro gran derrotado es el sistema de AFP que observa estupefacta cómo a casi 40 años de impuesto sin discusión pública, en reemplazo del sistema de reparto imperante, no ha logrado legitimarse. No lo ha logrado a pesar de haber estado pregonando, a lo largo de todas estas décadas, virtudes que la inmensa mayoría de la población no ha logrado visualizar ni vivir. Cayó presa de promesas iniciales incumplidas, de utilidades que no se condicen con el servicio prestado, ni con las comisiones cobradas. Comisiones que son cobradas cuando recauda las imposiciones a los imponentes, como a los pensionados cuando jubilan.

No obstante lo expuesto, más allá de las comisiones cobradas, de las rentabilidades de los fondos, de las utilidades de las AFP, el mar de fondo es la precariedad laboral: una gran cantidad de empleos inestables y frágiles que generan grandes lagunas previsionales, y con bajos sueldos que originan bajos niveles de cotización. Ahí está la madre del cordero!

A lo expuesto se agrega que a las AFP se les está pasando la cuenta al exacerbar el individualismo al insistir una y otra vez que los fondos son de propiedad del trabajador. Y así llegamos al día de hoy en que cada uno quiere sacar su 10% porque son suyos y solo suyos. Y así sucesivamente el mismo argumento se repetirá para una segunda, tercera y enésima vez. No hay quien lo pare sin importar sus consecuencias en futuras pensiones. Solo importa el presente.

Al final, el agua se reencontrará con su cauce, y lo más probable es que finalmente tengamos un sistema de cotizaciones obligatorias de reparto y de carácter público, conviviendo con un sistema de cotizaciones voluntarias privado.

Al resistirse a los cambios que en todo momento aconsejaban las circunstancias, los defensores de las AFP han caído en lo mismo que cayeron los defensores de la actual constitución. Creyeron que podían abusar de él estirando indefinidamente la cuerda sin percatarse que con ello estaban socavando, debilitando lo que defendían.

Tanto va el cántaro al agua que al final se rompe.

noviembre 09, 2020

USA ¿qué nos dice la derrota de Trump?

Tras varios días de incertidumbre, USA ya tiene presidente electo luego de una estrecha victoria del candidato demócrata, Joe Biden, sobre el actual mandatario, Donald Trump. En lo inmediato, las razones del resultado se explican esencialmente por dos factores: uno, la masiva votación, y particularmente la que se hizo llegar por correo, de amplia mayoría demócrata; y dos, los estragos ocasionados por covid 19 y su subestimación por parte de la administración de Trump.  Para conocer en detalle los motivos de la derrota de Trump habrá que desmenuzar la votación final para conocer el comportamiento de los distintos sectores de la sociedad norteamericana –mujeres, jóvenes, urbanos, educacionales, económicos, laborales y raciales-.

El resultado no fue apabullante, como muchos esperaban, sino que todo lo contrario, ajustado, tan ajustado que hasta el momento de escribir estas líneas, Trump no reconoce los resultados y ya está planteando recurrir a las instancias legales correspondientes. Mientras Joe Biden es declarado presidente electo, Trump sale a jugar al golf, en una más de sus tantas excentricidades a las que nos tiene acostumbrados y que han jalonado sus cuatro años de gobierno. Como quien sale a jugar a las bolitas con el respaldo de 70 millones de norteamericanos que votaron por él gracias a sus políticas, acciones, actitudes, decisiones y/o expresiones sin pelos en la lengua. Queda la duda de quién, Trump o Biden, representa la América Profunda, o lo que llaman el “American way of life”. Lo más probable que ambos! Y es justamente ese el nudo gordiano que afecta no solo a USA, sino que a muchos países del orbe.

Los desafíos que Biden se planteó en su primera alocución después de su triunfo, son tres: unir a un país agrietado en todos los planos; enfrentar y detener el cambio climático; y combatir la pandemia del corona virus. Como puede verse, sus desafíos son los contrarios a los de Trump, quien a lo largo de sus 4 años de gobierno profundizó las grietas que afectan a USA y despreció olímpicamente tanto el cambio climático como la pandemia del corona virus. Trump, le dio la espalda al mundo científico acogiéndose a teorías conspirativas.

Lo que no es posible obviar es que casi la mitad de los norteamericanos votó por lo que representa Trump. Basta ver quiénes son sus aliados en el exterior para percatarse de ello. Aventuro dos razones de la votación alcanzada: 1) en lo político, Trump simboliza al outsider, quien desde fuera de la política, hace política a punta de un discurso que engancha muy bien con un sentir ciudadano que se halla muy extendido: “que se vayan todos”, “los señores políticos”, o el de “barrer con los políticos” que de tiempo en tiempo agarra vuelo; y 2) en lo económico, Trump expresa el populismo y nacionalismo económico, el proteccionismo en oposición a la globalización, la preferencia por las barreras arancelarias como modo de recuperar empleos perdidos por la apertura económica.

En síntesis, no hay que olvidar que la derrota de Trump se explica esencialmente por mirar sobre el hombro la pandemia del coronavirus, antes que por sus extravagancias, twits o políticas económicas.  Y que su alta votación simboliza un desprecio por la clase política convencional.  En consecuencia hay todo un mensaje a quienes día a día hacen política: es hora de reivindicar la política en el buen sentido de la palabra, lo que implica hacer bien su trabajo si no quieren ser invadidos desde fuera de ella. De lo contrario, en 4 años más capaz que tengamos a Trump regresando en gloria y majestad.

noviembre 03, 2020

El día D en USA


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Como nunca antes, hoy se juega el futuro de USA, y dada su influencia, no solo en USA, sino que del mundo. La razón esencial es la figura de Trump, cuya retórica, imprevisibilidad, forma de ser y gobernar a lo largo de su presidencia se han caracterizado por romper todo convencionalismo, tradición y diplomacia.

Su eventual a la reelección es todo un reto, o amenaza, que concierne a todos quienes habitamos en el planeta tierra en los más diversos ámbitos.

Si bien esto ha sido así desde el término de la segunda guerra mundial, hoy lo es más que nunca. El derrumbe de la Unión Soviética (URSS) y el desplome del comunismo en las últimas décadas del siglo que se fue, hizo emerger a USA como única potencia mundial. Sin embargo, a poco andar, de entre las cenizas de la revolución cultural de Mao, surge China como una nueva potencia con el respaldo de una cultura milenaria.

En este contexto, pareciera que estamos viviendo un período de transición, entre un tiempo que se va, el del predominio mundial sin contrapeso de USA, a otro tiempo, el que viene y cuyos contornos aún no se avizoran con claridad. Hoy USA se visualiza como un imperio en decadencia. Trump es todo un símbolo con su slogan “make America great again” al que se aferran sus adherentes. USA ha ido perdiendo su poder blando (soft power) para ir apoyándose en el poder puro y duro (hard power), sin medias tintas, sin matices. La figura de Trump se asemeja a la del canto del cisne que se resiste a morir, a la de quien no quiere ver ni asumir la realidad.

Lo que está en juego es si en USA se seguirá gobernando a punta de twits, negando el cambio climático, promoviendo el supremacismo blanco, dando la espalda a la pandemia del coronavirus, eludiendo una y otra vez la realidad de los hechos como si con ello se pudiese torcer el curso de la historia.

Para rematarla, si los resultados no son favorables a Trump, ha amenazado con denunciar fraude, lo que conllevaría disputas legales cuya prolongación en el tiempo no harían sino acelerar un proceso de decadencia que parece inexorable: Proceso que en tanto no se asuma y enfrente, seguirá su curso más rápida o lentamente, ya sea que gane Trump o su contrincante demócrata, Joe Biden.

Desafortunadamente, nos guste o no, el futuro del mundo depende en gran medida de los resultados de una elección que pocos se atreven a predecir. Los pronósticos van desde una apabullante victoria de Biden hasta un ajustadísimo triunfo de Trump.