noviembre 30, 2021

Las condiciones de Sichel

Transcurrida más de una semana de su amarga derrota, cuando Sebastián Sichel (SS) anunció su "paso al costado de la vida pública", retornando de sus vacaciones, decidió pronunciarse ante las presiones por sumarse a la candidatura de la ultraderecha.

Presiones que surgen de la imperiosa necesidad de responder a la decisión adoptada por una amplia mayoría de la Democracia Cristiana de respaldar a la candidatura de Boric, contrincante de Kast (JAK) en esta segunda vuelta. Si bien los partidos de la coalición ChileVamos ya se habían pronunciado a favor de JAK, su abanderado en la primera vuelta aún no lo hacía. Lo que es peor, mostraba resistencia a hacerlo, incluso durante la campaña cuando se le consultaba si apoyaría a JAK en caso que fuese éste y no él, quien pasara a una segunda vuelta. Se resistió a ponerse en ese caso aludiendo a que cada día tiene su afán y a diferencias insalvables.

Estas diferencias, entonces insalvables, son las que ahora han sido explicitadas bajo la modalidad de condiciones para un eventual apoyo suyo hacia JAK. Son nueve condiciones que bajo la óptica de SS tienen por objetivo "reforzar la democracia": 

1.      No alterar el multilateralismo de las relaciones internacionales de Chile y comprometerse a permanecer, en las instancias de participación actuales de la ONU y de otros organismos de cooperación internacional;

2.      Respetar irrestrictamente los DDHH, mantener el instituto nacional de DDHH, eliminando la propuesta de que el presidente de la república pueda declarar el estado de emergencia con la facultad para interceptar, registrar documentos y comunicaciones, así como la de arrestar a las personas en sus propias moradas o lugares que no sea cárceles, ni estén destinadas a la detención.

3.      Respetar íntegramente a las minorías y diversidades, junto con condenar y rechazar explícitamente los discursos de odio esparcidos en redes sociales por adherentes y parlamentarios afines a JAK.

4.      Comprometerse con no enviar iniciativas de retroceso respecto de la ley de interrupción del embarazo en tres causales y la ley de unión civil.

5.      Reconocer que el cambio climático está influido por las actividades humanas, junto con comprometerse a no abrir nuevas termoeléctricas ni retrasar el cierre de las actuales.

6.      Comprometerse a mantener el Ministerio de la Mujer y apoyar a las mujeres sin discriminación respecto de su estado civil, junto con aumentar las acciones conducentes a la protección mujeres víctimas de violencia intrafamiliar.

7.      Tender a disminuir el déficit fiscal, buscando el equilibrio presupuestario, priorizando el sostenimiento de programas de apoyo a hogares vulnerables.

8.      Garantizar el pago de pensiones alimenticias a madres cuyas deudas se mantienen pendientes.

9.      Mantener la lucha contra el COVID, comprometiéndose con las vacunas y con el pase de movilidad tal como se ha estado llevando a cabo.

Las reacciones frente a estas condiciones no se hicieron esperar. Uno de los brazos derechos más representativos de JAK, Rojo Edwards, reciente senador electo por Santiago Oriente, no trepidó en rechazar tales condiciones afirmando que lo que correspondía era respaldar sin matices, la candidatura de JAK, y solo entonces, sentarse a conversar. En términos militares, exige rendición total. Para evitar que escalara el conflicto, la portavoz de JAK salió a poner paños fríos, afirmando que lo que estaba en juego era la libertad de Chile versus el comunismo, marxista internacional que es la cancha donde se sienten más cómodos.  

Lo relevante es adentrarnos en las condiciones. Es claro que muchas de ellas son absolutamente salvables y ya deben estar haciéndose los ajustes en el programa de gobierno levantado para la primera vuelta. De hecho algunas ya se han sorteado y JAK ya se ha plegado a ellas. Sin embargo, hay condiciones que afectan las convicciones que sustentan la candidatura de JAK y que diferencian a la derecha de la ultraderecha. Ellas tienen relación con la aspiración de JAK por desmarcarse de organismos internacionales que presumen infiltrados por el comunismo internacional;  el desprecio que JAK y sus seguidores sienten por el irrestricto respeto a los DDHH, los que relativizan cuando se trata de delitos cometidos por miembros de las FFAA y Carabineros; el menoscabo a las minorías y el sexo femenino al que tienden los adherentes de JAK; la indiferencia ante el deterioro del medio ambiente y el cambio climático que afecta al país; y la propensión a la militarización del país relajando las condiciones para los debidos procesos en el plano judicial.

Sin duda que estas condiciones van al meollo de los problemas que enfrenta JAK. En el transcurso de los próximos días veremos qué pasa, si SS se mantiene en su postura actual de condicionar su apoyo a su inclusión dentro del programa de gobierno de JAK, o cede a las presiones.

noviembre 25, 2021

El gallito continúa

Foto por Phil Scroggs en Unsplash

Las dos primeras mayorías, las que estarán en la papeleta del 19 de diciembre próximo (Kast y Boric), obtuvieron poco más del 50% del total de votos emitidos, donde tan solo hubo una diferencia a favor del primero de 2 puntos porcentuales.

Kast puso todas sus fichas a la necesidad de imponer el orden a cualquier costo para resolver los problemas de seguridad que aquejan a la población. Boric, en cambio, las puso en la necesidad de realizar profundas transformaciones para resolver la brecha de desigualdad imperante.

Fuera de carrera quedaron los otros cinco candidatos. Quien quedó en la tercera posición, Parisi, es el caso más enigmático. Su discurso antipolítico y  antiinmigratorio caló hondo, particularmente en el norte del país. Le siguen, ocupando la cuarta y quinta posición, los dos candidatos de las coaliciones que han gobernado el país desde 1990 cuando se inició la transición. Primera vez que quedan fuera de carrera, todo un símbolo del término de una etapa. Tanto Sichel como Provoste se presentaron con el foco puesto en la necesidad de realizar cambios en orden. Sichel desde una perspectiva más de derecha privilegiando el orden, en tanto que Provoste poniendo el acento en los cambios, pero sin descuidar el orden.

En consecuencia, para la segunda vuelta tendríamos una suerte de choque de trenes, quedando fuera quienes quieren cambios con orden. La gran paradoja reside en que la segunda vuelta lo más probable que será decidida por quienes quieren transformaciones en orden, con gradualidad. Esto es, por los votantes de los candidatos que ahora no estarán en la papeleta y/o por quienes se abstuvieron en esta primera vuelta, y resuelvan votar ahora.

A diferencia de lo que muchos sostienen, acá no han ganado las candidaturas extremas dentro del eje político derecha-izquierda, puesto que en dicho caso tendríamos frente a frente a los representantes de la ultraderecha y la ultraizquierda. Pero la ultraizquierda representada por Artés quedó fuera de juego, no así la ultraderecha, la que por primera vez logra catapultarse. Digo la ultraderecha porque Kast salió de las costillas de la UDI, con posturas que están a la derecha de este último partido. En consecuencia, lo que se tiene por delante es una candidatura que está a la derecha de la derecha, o sea, a la ultraderecha versus una de izquierda, la de Boric.

Cabe destacar que poco más del 50% de quienes tienen derecho a votar, no votaron. Atraerlos es el gran desafío de Kast y Boric, por lo que identificarlos para reconocer su perfil, puede ser crucial para el resultado final. Por otra parte se puede inferir que los votantes de Artés, lo más probable que en esta segunda vuelta no voten o voten nulo; que la mayoría de quienes votaron por Sichel, ahora lo hagan por Kast; y que quienes votaron por Provoste y MEO lo hagan por Boric. Pero para que ello ocurra, tanto uno como el otro, Kast y Boric, tendrán que morigerar sus respectivos programas de gobierno, esto es, deberán “centrarse” en forma creíble.

Curioso es entonces constatar que quienes alcanzaron los dos primeros lugares tendrán que limar los aspectos más severos de sus programas para incorporar nuevos adherentes. Tarea que deberán efectuar con suma pericia para no perder votos de quienes están atrincherados tras Kast y Boric. Es lo que ya hemos estado viendo en esta primera semana posterior a las elecciones y que no ha estado exenta de conflictos tras bambalinas.

A lo anterior cabe agregar que los resultados de las elecciones parlamentarias suponen que en el próximo congreso las fuerzas políticas gobiernistas y opositoras serán tales, que difícilmente alguna podrá imponer sus condiciones. Esta nueva realidad política, impedirá que alguna de las partes pueda hacer lo que quiera si es que se respeta la institucionalidad vigente, lo que necesariamente forzará la negociación. Una negociación muy compleja dado el alto nivel de fragmentación partidaria que ha emergido.

En síntesis, el gallito continúa.

noviembre 21, 2021

A vuelo de pájaro

Photo by Nila Maria on Unsplash

En este somero análisis me remitiré a los resultados de la elección presidencial que arroja varias sorpresas, la mayor de ellas, la irrupción de Parisi al tercer lugar no obstante su ausencia del país. Habiendo hecho su campaña en modo virtual, no presencial, desde Estados Unidos, acusado por una millonaria deuda de pensión alimenticia, su posición por encima de los candidatos de las coaliciones que han gobernado el país en los últimos 30 años, es todo un signo de los tiempos que corren.

Signo que se complementa con el dado en la última elección de convencionales, donde la Lista del Pueblo, hoy desaparecida, obtuvo una imprevista votación que descolocó al mundo político.  Ahora, quien da el batacazo es la Lista de la Gente, la que llevó como candidato a la presidencia a Parisi. Que haya alcanzado una votación similar al candidato de la centroderecha (Sichel) sin mayor respaldo financiero, sin presencia física y sin mediar primaria alguna nos tiene que estar diciendo algo. Lo mismo respecto de su ventaja por sobre la candidata de la centroizquierda (Provoste).

Si uno se remite al discurso de Parisi, observamos que se esfuerza por desmarcarse del eje derecha-izquierda y sacarle el jugo al actual descrédito del mundo político. Tal como en su momento lo hizo para la elección de convencionales la Lista del Pueblo, que a poco andar se desintegró atrapado en sus propias trampas. Lo concreto es que hoy por hoy, lo más probable es que los votantes de Parisi sean quienes definirán quién ganará la segunda vuelta presidencial que tendrá lugar en poco menos de un mes más. La definirán ya sea absteniéndose, o inclinándose a favor de Kast o Boric.

La otra sorpresa está dada por la irrupción de Kast, a quien no le hizo mella su débil presentación en el último debate presidencial.  Irrupción que da cuenta de que ha sabido sintonizar con los crecientes sentimientos de inseguridad que afectan a las personas mediante un impacto centrado en la necesidad de imponer el orden en medio de  un creciente clima de violencia. Su discurso se impuso con creces al impulsado por el otro representante de la derecha (Sichel).

La ultraizquierda, por su parte, quedó sumida en la irrelevancia, sin mayor influencia para inclinar la balanza en la segunda vuelta. Discrepo con quienes sostienen que el país vive un período de polarización. Ese habría sido así si para la segunda vuelta se enfrentaran Kast con Artés, lo que no es el caso. Lo que ha ocurrido es que dentro de la derecha, se produjo un fuerte corrimiento hacia la ultraderecha, no así en la izquierda, donde la ultraizquierda a lo más tiene una presencia meramente testimonial.

Se asume que la mayoría de los votantes de Sichel se cuadrarán tras Kast, así como los de Provoste lo harán tras Boric, en tanto que entre los votantes de Enriquez-Ominami, podríamos presumir que un tercio se inclinará a favor de Kast y dos tercios en favor de Boric.

Lo concreto es que:

1.    las dos primeras mayorías, suman tan solo poco más del 50%, por lo que deberán ser capaces de atraer a quienes hoy votaron por quienes quedaron relegados, así como a quienes hoy se abstuvieron;

2.  la crisis política se está expresando en un debilitamiento de los partidos políticos que dominaron la política chilena desde los 90, los que están quedando fuera de juego si siguen posponiendo una imprescindible autocrítica;

3.   la crisis política también se está traduciendo en una multiplicación de pequeños partidos que sin duda dificultará la gobernabilidad del país;

4.   el polo representado por la ultraderecha ha logrado absorber a su favor a gran parte de la derecha blanda o social;

5.   el comportamiento de los votantes de Parisi y de quienes no votaron en esta primera vuelta, será clave a los resultados que arroje la segunda vuelta;

6.   Décadas de estabilidad partidaria están abriendo paso a un período de inestabilidad política, o de ajuste, cuya duración es imprevisible;

7.    Hoy los vientos soplan a favor de Kast, pero como en el futbol, nadie puede cantar victoria hasta el pitazo final.

noviembre 20, 2021

Invitación a la reflexión

Photo by Rebe Pascual on Unsplash

Para unos, este es el día de las elecciones, en tanto que para otros, cuando éstas ya tuvieron lugar y por lo tanto, con los resultados a mano: sabiendo quienes de los candidatos presidenciales van a la segunda vuelta, quienes son los diputados y consejeros electos en la región y el país.

Es buen momento para bajar la tensión que todo evento electoral trae consigo para hacer un alto, un aro en el camino, antes de volver a entrar a la vorágine que traerá consigo la segunda vuelta. Todo esto asumiendo que ninguno de los candidatos a la presidencia alcance la mayoría absoluta, lo que en los días previos se daba por descontado.

Cualesquiera sean los resultados finales, en democracia solo cabe acatarlos y reflexionar sobre lo que nos dicen. Resultados que serán dulces para unos, los menos, y amargos para los más. Las reflexiones girarán en torno a los niveles de participación/abstención en las distintas contiendas; las comunas y grupos etarios con mayor/menor participación electoral; las tendencias en relación a las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales últimas; los resultados de las últimas elecciones de convencionales para la elaboración de una nueva constitución, de gobernadores regionales y alcaldes; los avances de los candidatos independientes que van dentro de postulaciones partidarias y por fuera de ellas; los comportamientos del electorado en relación a candidaturas provenientes de mundos ajenos al de la política propiamente tal; la rigurosidad de las metodologías con que se han desarrollado las encuestas que se han estado aplicando.

Estas reflexiones tienen lugar en un momento de descrédito de la política y de la institucionalidad imperante, a poco más de tres décadas del término de la dictadura.  Cabe recordar que al inicio del actual período de transición democrático iniciado en 1990, la política alcanzó su máxima expresión, tanto por el nivel de interés por participar en el devenir de la nación como por las expectativas de cambio generadas.

Reflexiones que nos invitan a pensar en qué ha pasado desde entonces para llegar a la situación actual en el que pareciera primar el desorden y el malestar, una suerte de no saber qué hacer. Como si la política hubiese perdido su norte, ya sea porque la calidad de la política se ha ido desgastando o porque los actores políticos han perdido peso y/o credibilidad. Mientras unos enfatizan la necesidad de imponer el orden a como dé lugar, otros ponen el acento en la necesidad de introducir profundos cambios en sectores claves de la vida nacional – educación, salud, pensiones-.

Más allá del análisis de los resultados que surjan, se debe analizar el rol que están jugando las redes sociales, donde irresponsablemente se disparan falsedades al por mayor, cual bombas de racimo, desde lo que parecieran ser oscuros comandos centrales de dudoso origen que sería de interés público investigar. Lo mismo vale respecto de los financiamientos de las distintas campañas.  

Al país le embarga un cierto pesimismo dadas las difíciles circunstancias que se han vivido, agravadas por la pandemia y los sucesivos escándalos que se denuncian. Sin embargo, a pesar de todo, debemos ser capaces de sobreponernos, de confiar en que sabremos salir adelante por la vía política, por la vía del diálogo, de tender puentes, de enfatizar los intereses comunes por sobre lo que nos separa.

Los resultados de estos comicios nos darán algunas pistas para dónde queremos ir, pero lo más probable que estas pistas sean equívocas, estén sujetas a interpretaciones para uno u otro lado, salvo que ellas sean suficientemente contundentes para que den espacio a una única interpretación y reconocida por todas las opciones en juego.

Lo que estamos viviendo no es exclusivo de nuestro país. Se inserta en un contexto mundial en movimiento que está influyendo. Las migraciones, los nacionalismos, el cambio climático, así como la irrupción de China como potencia económica, están alterando el tablero político mundial con consecuencias difíciles de prever. En este marco tienen lugar elecciones cuyos resultados muy probablemente arrojen sorpresas que nos inviten a repensarlo todo de cara a la segunda vuelta.

noviembre 16, 2021

El desinfle de Kast

Ya tuvo lugar el último debate presidencial previo a la primera vuelta. Estuvo movido, el punto alto lo marcó Marco Enriquez-Ominami (MEO) disparando a diestra y siniestra, jugándose los últimos cartuchos. Kast que estaba punteando en las encuestas, se desinfló, mostrándose inseguro, dubitativo, paralogizado, nervioso, todo lo contrario que en ocasiones anteriores en los que llamó la atención por su aplomo, tranquilidad, seguridad. Ahora fue todo lo contrario.

Qué explicación puede darse para tener una perfomance tan débil? Apostaría a tres factores. Uno que le jugó en contra fue el favoritismo con que llegó a este debate. A los debates anteriores llegó como outsider, donde no tenía nada que perder. En esta ocasión, dado que había asumido la delantera en las encuestas, sí tenía mucho que perder, y por lo mismo, se chupó, se bloqueó, mostró la hilacha. Dos, en el curso de la semana cometió una torpeza mayúscula en una conferencia de prensa al rendir tributo a los candidatos disidentes del régimen de Ortega en Nicaragua que se encuentran encarcelados. Al rendir tributo a ellos, un periodista le dijo que no había tenido la misma reacción en tiempos del innombrable. En un error garrafal no forzado, Kast respondió que el innombrable no había encarcelado a nadie. Esta respuesta, le está costando cara porque le tiraron toda la caballería encima de exiliados, torturados, desaparecidos, despedidos, etc. Hasta el otro candidato de la derecha, Sichel, se lo echó en cara. Y tres, se puso sobre la mesa su programa de gobierno, un programa añejo, ultraconservador, schönstatiano, opusdei, discriminador, en el que da cuenta de su discriminación contra las madres solteras o divorciadas. A ello se agrega su negativa a creer en el cambio climático al más puro estilo Trump o Bolsonaro. Toda la pachorra que había mostrado hasta este debate se le vino al suelo como lo mostraron las imágenes televisivas en que se le observó totalmente desencajado.

Desconozco si esto será suficiente para que no alcance a llegar a la segunda vuelta, pero al menos implicará un quiebre en la tendencia hasta ahora. También es digna de mencionar la arremetida de MEO, quien fue el único que encaró de frente a Kast. Difícilmente  sea suficiente para que alcance a llegar a la segunda vuelta. Si se me encima para calificar a los candidatos según su desempeño en el debate, en una escala del 1 al 7, ella sería la que sigue:

MEO (6): incisivo, punzante, narcisista, se la jugó el todo por el todo, cual Quijote derribando molinos de viento                       

Sichel (5): cuando no tenía nada que perder mostró aplomo, seguridad y conocimientos, diferenciándose sin titubeos de Kast                                               

Boric (4): tranquilo, jugó a no arriesgar su expectante posición, reforzando la necesidad de cambios claves sin atemorizar al votante de centro                  

Yasna (4): buscó garantizar gobernabilidad y la necesidad de implementar cambios en orden y en paz

Artés (3): en lo suyo, un discurso añejo, da la impresión de estar viviendo a comienzos del siglo pasado

Kast (2): descolocado, no fue capaz de transmitir la seguridad que normalmente da estar encabezando las encuestas                                                                     

Lo que finalmente ocurra este domingo es una caja de Pandora. No sé cuál será el grado de influencia que tendrá este debate presidencial; tampoco sé qué tan creíbles son las encuestas que han estado circulando.

Los números no me cuadran. Me cuesta creer una segunda vuelta con Kast y Boric en la papeleta a dos años de una revuelta social y a menos de un año de la elección de constituyentes donde la derecha blanda y dura fue barrida. Me suena más una segunda vuelta entre Boric con Sichel. Kast representa la derecha nostálgica, la dura, es como si el innombrable fuese elegido democráticamente. No me calza.

En el plebiscito del 1988, el innombrable se la jugó por seguir otros 8 años. Perdió, por lo que tuvo que convocar a elecciones a fines de 1989, y su candidato, Hernán Büchi, perdió como era de esperarse. Habría sido una contradicción que ganara en circunstancias que un año atrás la ciudadanía había dicho que quería dar vuelta la página.

Pero en política todo puede ser, toda acción genera una reacción, lo dice el principio de Newton. Lo mismo que en el futbol. Hay favoritos, pero no siempre ganan. De repente, hay sorpresas, el que se veía como más débil gana el partido al que se veía como más fuerte jugando un partidazo y anulando a quien se daba por ganador.

Nada se puede descartar, pero en general se da lo que se vislumbra como lo más probable. Y hoy por hoy, la corriente juega a favor de la izquierda, de los desencantados de la Concertación que no quieren virar hacia la derecha, sino que todo lo contrario, quieren realizar los cambios que se prometieron ya en 1990 pero que se han pospuesto una y otra vez por distintas circunstancias, dado que todo estaba dado por la medida de lo posible. El centro político parece acorralado, pero en los tiempos que corren no se puede dar por muerto a nadie. A la derecha tampoco, ni la dura ni la blanda. La única que se puede dar por muerta es a la izquierda trasnochada representada por Artés.

noviembre 11, 2021

¿Valdrá la pena votar? ¿Por quién votar?

Photo by Arnaud Jaegers on Unsplash

El próximo domingo nos corresponderá votar en medio de una vorágine política marcada por la aprobación de la acusación constitucional al presidente de la república de una maratónica sesión, y el rechazo al cuarto retiro del 10% de los fondos disponibles por parte de los trabajadores en las AFP. Ambas resoluciones fueron adoptadas en la Cámara de Diputados, por lo que no son definitivas. Ahora deberán pasar al Senado, instancia de la cual saldrá la resolución definitiva.

Los ánimos se encuentran un tanto exacerbados por la crítica situación socioeconómica que se está viviendo y estar adportas de las elecciones presidencial, de diputadores, senadores y consejeeros regionales. Las redes sociales como instancia de comunicación están contribuyendo muy lastimosamente, no a informar más y mejor, sino que a amplificar, confundir y desparrramar como reguero de pólvora falsedades al por mayor desde comandos centrales creados exprofeso con el propósito de enlodar a los rivales en carrera. Lo expuesto no hace sino multiplicar las dificultades que encierra la decisión de por quién votar.  

Dificultades que se explican por cinco factores: desprestigio de la política. La gran cantidad de candidatos en carrera, la existencia de muchos candidatos desconocidos, la ausencia de propuestas por parte de los candidatos, y la aparición de candidatos que ocultan su filiación política.

La política está viviendo días difíciles, sin duda alguna, y no solo en Chile, sino que en todo el mundo, lo que se explica porque ella ha sido capturada por intereses económicos inconfesables y porque la vocación de servicio político está por los suelos. Cuando se ingresa a la política para hacer negocios o ganar plata, se la está prostituyendo. 

Lo ideal sería que la gran cantidad de candidatos en carrera se debiera a una extendida vocación de servicio por parte de ellos. Desafortunadamente, las señales existentes en torno a los escándalos que giran en torno a quienes ejercen altas funciones públicas, inducen a pensar que es el interés económico el gran impulsor de muchas candidaturas.

También invita a la sospecha la proliferación de candidatos desconocidos, sin mayores antecedentes, o con antecedentes más que discutibles. De la lista de candidatos a diputado, senador o consejero regional, intente hacer el ejercicio de identificarlos, saber qué hacen, si los conocían hace 5 o 10 años atrás. Con suerte quizás sepamos algo del 50% de los candidatos.

Por estos días vemos nuestras calles y parques inundados de carteles publicitarios y grupos distribuyendo volantes dando a conocer las características de los candidatos. En general solo contienen palabras vacías que se lleva el viento, sin mayor respaldo y sin propuestas factibles de implementar. Pura voluntad sin base alguna.

Por último, para rermatarla, los candidatos se presentan ocultando su filiación política, como si fuesen independientes de toda una vida. Y quienes lo hacen dentro de la lista de algun partido, lo hacen como independientes. Este ocultamiento si bien se explica por el desprestigio de la política, delata un engaño. A ello agréguese que en la papeleta de votación encontrará candidatos que en elecciones anteriores postularon por una tienda y hoy lo hacen por otra, como quien se cambia de camisa. 

Todo lo señalado de los párrafos anteriores invita a pensar si vale la pena votar. Y no es para menos. El problema reside en que está comprobado que mientras menos sea el universo de votantes, mayor es la incidencia de posturas extremas, las de quienes juegan al todo o nada, debilitándose la democracia. El fanatismo se apropia de la democracia, mientras una mayoría silenciosa toma palco con los consiguientes perjuicios para sí misma. En democracia, por más limitaciones que esta tenga, y que por cierto las tiene, el cauce de las inquietudes ciudadanas es a traves del voto, votando, no quemando ni lanzando piedras ni destruyendo bienes públicos y/o privados. La democracia va más allá de votar cada número de años, exige organización, vigilancia, análisis de las distintas opciones en juego, votar responsable e informadamente. No podemos eludir nuestra responsabilidad. Cuantas veces nos quejamos de los políticos y no obstante ello, los reelegimos una y otra vez. 

Todo candidato requiere ser elegido no solo por una mayoría de votos contundente a su favor para concretar lo que promete, sino que de una gran mayoría del universo electoral, esto es, de una baja abstención. De esta forma los ganadores emergen bien empoderados. Por lo señalado, no obstante el pobre escenario en que nos encontramos, estimo que la peor decisión que podemos tomar sería la de no votar.

Y para saber por quien votar, cada uno de nosotros deberá darse el trabajo de desentrañar lo que hay tras cada candidato, su trayectoria, su vocación de servicio, su filiación partidaria. En democracia, si no queremos que nos metan el dedo en la boca una y otra vez, este trabajo es inevitable. 

noviembre 08, 2021

La Araucanía tiene una pena

Photo by Cecilia Skaf on Unsplash

La violencia que afecta diariamente a la región de la Araucanía  revela un conflicto entre el Estado y el pueblo mapuche que no parece haber sido atendido, abordado, ni resuelto oportuna y debidamente. De otra forma cuesta entender que este conflicto se perpetúe y no nos quiera abandonar afectando las vidas de muchas personas. Un drama que más temprano que tarde termina afectando a todos. Imposible tomar palco, desentenderse de él. ¿Cuál drama podrá preguntarse? El desencuentro entre dos mundos, el del Estado de Chile y el de los indígenas. Si bien hay períodos históricos en los que la violencia ha amainado, siempre vuelve.

Hay muchas preguntas sin respuestas. Hay muchas interpretaciones de acuerdo al cristal con que se quiere mirar. Ha habido múltiples intentos por abordar el conflicto. Todos fracasados. La desconfianza permea a todos los sectores. Desde el Estado, si bien han existido iniciativas conducentes a su resolución, todas ellas han fracasado. Y hoy, al Estado no se le ocurre nada menos y nada más que una política de militarización, abandonando todo diálogo sin imposiciones al amparo de los cortes de carreteras que obstaculizan el libre flujo vehicular, de las quemas de camiones que prestan servicio a las empresas forestales que operan en la región, de la necesidad de imponer el estado de derecho.

Todo esto ocurre en un período en el que se tiene un gobierno nacional encabezado por una coalición de derecha, ChileVamos, que ganó las elecciones con el slogan de vendrán “tiempos mejores” asegurando ser capaz de imponer el orden y la seguridad. Al revés de lo que se prometió, La realidad diaria nos dice que tenemos más desorden y más inseguridad.

Como en tantas otras cosas, es imperativo levantar la mirada, salir del área chica y hacer un esfuerzo por ver sin anteojeras lo que está pasando. Lo más fácil es asumir que el conflicto se debe a la infiltración de grupos terroristas y narcotraficantes a los cuales habría que combatir con toda la fuerza que franquea la ley. 

Olvidan que el pueblo mapuche es el grupo social más discriminado, pobre y marginalizado del país según las encuestas que anualmente realiza CASEN. Esta exclusión supone necesariamente hacerse cargo de la génesis histórica del conflicto que surge con la ocupación de la Araucanía, que continúa con la política de colonización implementada y la usurpación de tierras en que vivían los mapuches. Estos hechos, están asociados a un pueblo que tiene una especial relación con la tierra y con la madre naturaleza que difiere sustantivamente de la imperante en la sociedad moderna. 

Estamos frente al choque de dos culturas, a la imposición de una cultura sobre otra, no existiendo disposición para legislar a fondo sobre este punto. Dos visiones se contraponen con mucha fuerza: la de una sociedad chilena cuyo desarrollo se mira en el mundo occidental, global, moderno, en contraposición a una sociedad constituida por mapuches cuya identidad se encuentra gravemente herida como consecuencia de una prolongada y despiadada colonización que solo acepta al mapuche sumiso y anecdótico. Todas las políticas implementadas por sucesivos gobiernos sobre la materia han sido meramente paliativas, chuteando la pelota hacia adelante dado que la violencia originaria sigue presente. Los enfrentamientos crecen, se radicalizan y se judicializan. Nadie, hasta la fecha, ha tomado el toro por las astas.

Desde la década de los 80 en plena dictadura, existe un despertar indígena, del orgullo por una identidad étnica que se había apagado a punta de humillaciones, precariedades y abandonos. Despertar que se expresa de múltiples formas a fines del siglo XX. Renace con fuerza y violencia con la Coordinadora Arauco Malleco (CAM) que se rebela frente a la visión de Chile como un país que representa a “un pueblo, una nación, un Estado”. Renace cuando un dirigente mapuche, Víctor Ancalaf, le dice en un cara al presidente de entonces, Frei Ruiz-Tagle “fuera del territorio mapuche” en pleno acto de inauguración de una planta de la empresa maderera Mininco afincada en la zona.  El mismo Ancalaf denuncia que “los mapuches llevamos cientos de años habitando estas tierras y hoy estamos arrinconados, empobrecidos, marginalizados por la llegada de empresas transnacionales que no respetan nuestros derechos y por un gobierno chileno, demócrata según se dice, que trabaja codo a codo con estos usurpadores”.

 Así es como se va abriendo espacio a la concepción de un país que representa a más de un pueblo, multicultural. Mientras no seamos capaces de asumir esta realidad, difícilmente la violencia cederá paso a la paz. Tan solo el diálogo honesto, sin subterfugios ni dilaciones ni engaños,de igual a igual, será capaz de conducirnos a una paz duradera.

noviembre 04, 2021

La banalización de los DDHH

 Fuente: https://sites.google.com/site/bioeticapreuc/ddhh 

En Chile, con motivo de la próxima contienda electoral, han asomado preocupantes concepciones en torno a los derechos humanos (DDHH). Concepciones que los banalizan, con extrema liviandad. Desde la izquierda dura, particularmente la que tiende a estar tras la candidatura de Artés, se encuentran quienes los vinculan con el derecho a la educación, la salud, la vivienda, las pensiones y un largo etcétera, mientras soslayan lo que ocurre en los regímenes que tanto admiran, donde las libertades individuales, sindicales y políticas se encuentran severamente conculcadas mediante la violencia de un aparato estatal represivo, comprometiendo con ello el respeto irrestricto a los DDHH.

En la derecha dura los DDHH están siendo abordados por los adeptos a la candidatura de Kast con una frivolidad que nos retrotrae a los tiempos del innombrable. Tiempos donde los eufemismos sobre la materia andaban a la orden del día y que hoy parecen querer volver por sus fueros. Es así como hasta ahora han defendido las violaciones a los DDHH en que incurrieron las fuerzas armadas y de carabineros. En su defensa, a lo más han calificado tales violaciones como hechos aislados, o como lamentables excesos, no reconociendo hasta la fecha la existencia de una política de exterminio opositor. Política aplicada por los organismos represivos creados exprofeso para estos efectos. El caso de los degollados fue uno de los más emblemáticos. El país fue testigo de una política de violación de los DDHH que incluyó despidos, torturas, desapariciones, asesinatos, secuestros, fusilamientos, persecuciones y exilios.  

El concepto de los DDHH adquiere preeminencia en 1948 cuando la Asamblea de las Naciones Unidas resuelve aprobar la Declaración Universal de los DDHH. Ésta surge como consecuencia de los horrores de la segunda guerra mundial donde se ocupó todo el poder del aparato estatal para sojuzgar, humillar y gasear a personas en razón de su raza, orientación sexual, pensamiento religioso o político. Lo que se persigue con tal declaración es poner límites al poder político y al poder militar, esto es, que nadie desde el aparato estatal y al amparo de éste, a nombre de la patria, de la libertad, de la justicia, o de lo que sea, pueda hacer lo que se les antoje sin responder por las consecuencias de sus acciones.

En democracia se asume que el poder militar está subordinado al poder político. Desgraciadamente, desde el inicio de la transición democrática esta subordinación ha sido dudosa, por decir lo menos. El poder político ha tenido un comportamiento signado por el temor, comprometiendo con ello la esencia de lo que implica un régimen democrático en forma. En este sentido se puede afirmar que la transición democrática estuvo mal parida desde el minuto que quien perdiera el plebiscito del 88 se diera el lujo de continuar por un año más, reasumir luego la comandancia en jefe del Ejército, para posteriormente pasar a ser senador vitalicio en virtud de las disposiciones constitucionales fraguadas por él mismo.

Se banalizan los DDHH cuando desde el entorno de Kast se afirma que Krassnoff no violó los DDHH no obstante que fue condenado por ello, y sosteniendo que los tribunales se pueden equivocar; se banalizan los DDHH cuando se promueve una amnistía para los condenados de Punta Peuco; se banalizan los DDHH cuando se justifican “los excesos” de organismos aduciendo los más diversos motivos como si sus ejecutores se mandaran solos; se banalizan cuando se promueve una reducción del aparato del Estado al mismo tiempo que se apoya un aumento de la militarización del país.

Me resisto a creer que la mayoría del país esté disponible para menospreciar y pasar por alto los DDHH a favor de la militarización de la política. Sin embargo, no es descartable en un contexto de corrupción y desprestigio de la política, junto a un extensivo desorden e inseguridad que el gobierno se muestra incapaz de resolver. Cabe destacar que los países libres no lo son por la vía de incrementar el poder de amedrentamiento de la ciudadanía alentando un Estado coercitivo y militarizado. Me asiste la convicción de que el orden y la seguridad tan ansiados por todos, no se alcanza por esa vía, sino que por el camino del diálogo frente a frente entre las distintas fuerzas políticas que abracen la democracia en su sentido más pleno.

 

noviembre 02, 2021

En la puerta del horno


Ya estamos a menos de tres semanas de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales. Todo apunta a que la madre de las batallas será la presidencial. Como en no pocas oportunidades, se tiende a pensar que estas son las más trascendentales desde el inicio de la transición, en la que se juega el destino de Chile. Se nos asegura que nos jugamos al todo o nada, a la estrategia de nosotros o el caos. Así fue en el plebiscito del 88 cuando los seguidores del innombrable se plantearon en esos términos, o en las primeras elecciones presidenciales de fines del 89 cuando ganó la entonces inédita Concertación liderada por partidos que en el pasado históricamente habían sido rivales deciden encontrarse para emprender un camino común. Así fue también a fines del 99 cuando la presidencia fue disputada por Lagos y Lavín.

Hoy las banderas vuelven a agitarse con fuerza, la cordura parece perder terreno, abriendo paso a la politiquería barata, a los populismos de lado a lado que viven momentos de éxtasis, exacerbando sus posiciones. Ahora, con el apoyo de redes sociales que multiplican al por mayor y al unísono, cual bombas de racimo, mensajes cargados de extremismo. De esta forma, se  relegan a un modestísimo protagonismo de segundo o tercer plano, la moderación, la racionalidad, el diálogo, la política con mayúscula.

Lo que está ocurriendo en estas últimas semanas es muy probable que prosiga hasta el día de las elecciones, y no solo eso, sino que se prolongue hasta la segunda vuelta. Los ánimos están exaltados, lo que no favorece a nadie, ni a unos ni a otros. La realidad en que se encuentra el país no nos permite dar un salto al vacío, ni quedarnos petrificados bajo una sociedad cansada de ser abusada.

En un extremo se tiene a un candidato, José Antonio Kast, que saliendo de las vísceras de la derecha, promete orden y seguridad allí donde el desorden y la inseguridad campean. Casualmente aspira suceder a un gobierno del mismo signo, que ganó las elecciones con las mismas banderas. Desafortunadamente la realidad actual nos dice que el desorden y la inseguridad de hoy son sustancialmente superiores a las de cuatro años atrás. Lo normal es que cuando a un gobierno le va mal, sea sucedido por una coalición del signo opuesto al vigente. Pero claro, en política lo normal no siempre se da.

En el otro extremo tenemos a un candidato, Eduardo Artés, que pretende emular los tiempos previos de la guerra fría, como si en estos 50 años no hubiese pasado nada. Anclado en una concepción de la sociedad constituida por trabajadores de la primera mitad del siglo pasado, no se percata del torrente de agua que ha pasado bajo el puente. Torrente que se expresa en el paso de una sociedad industrial a una sociedad basada en el conocimiento, esto es, allí donde el trabajo manual ha debido abrir paso al trabajo intelectual. 

Entre ellos están los otros candidatos, de los cuales dos, Parisi y MEO, nadie sabe qué pretenden al disparar de chincol a jote aprovechando y medrando del descrédito de la política. El desafío de los restantes candidatos en carrera, Sichel, Provoste y Boric es introducir mesura, realismo, diálogo, vasos comunicantes, paños fríos, viabilidad para concordar cambios destinados a reducir fuertemente los abusos que se observan a diario y que tienen a la población con los pelos de punta. Transformaciones indispensables que por su envergadura requieren mayorías claras si no se quiere agregar más inestabilidad de la que ya existe y sobra. Lo que se necesita es más certidumbre, no más incertidumbre. Paz, no más violencia. Mientras no entendamos esto los abusos no terminarán y seguiremos en las tinieblas.