octubre 31, 2012

Lo bueno, lo malo y lo feo

Los resultados de las recientes elecciones municipales, cuyos ecos y consecuencias aún resuenan, cuestan digerirlos porque tienen de todo. Su relevancia reside en que se trata de las primeras elecciones bajo este gobierno, y también las primeras bajo la nueva ley de inscripción automática y voto voluntario.

Normalmente, los resultados de las primeras elecciones de un gobierno tienden a ser favorables a éste, lo que no fue este el caso. El gobierno, y los partidos que lo sustentan, la UDI y RN, que conforman la Alianza, miraban con optimismo las encuestas que sostenían que el cuadro político actual se mantendría, y confiaban que las encuestas que señalaban la baja popularidad gubernamental y del presidente Piñera serían desmentidas. En este plano los resultados no pudieron ser más catastróficos para sus expectativas, y alentadores para la oposición. Desde la noche misma del domingo, en el Palacio de la Moneda, el ambiente se cortaba con cuchillo.

Mal que mal el gobierno, la Alianza, la UDI y RN, perdieron en todos los planos: en número de alcaldes y de concejales; en cantidad de votos de alcaldes y concejales; en cantidad de personas gobernadas por alcaldes aliancistas. Eso, sin mencionar los casos más emblemáticos o significativos, como fueron los de Providencia, Santiago, Ñuñoa, Concepción.

La alta abstención, nos dice que también perdió la democracia como sistema político de convivencia. Que más del 60% de la población habilitada para votar no votara es una muy mala señal que debemos saber leer o interpretar. Si bien puede ser un tanto prematuro un análisis acabado de la abstención, me atreveré a aventurar algunas razones, todas ellas interelacionadas. La abstención revela un desencuentro entre el mundo ciudadano y el mundo político. Este último no respondería a las expectativas o demandas ciudadanas. Por otra parte, se observa un mundo político impotente, limitado, incapacitado para responder a las demandas.

La política ha perdido peso. La economía manda. El poder económico prima por sobre el político. Este es un fenómeno mundial que viene de la mano del neoliberalismo, del término de los sueños, de las utopías. Los altos niveles de abstención son una consecuencia de este fenómeno. El poder económico se ha apropiado de la política, y cuando no se apropia de ella, la cercena. Al final del día tenemos las dos cosas: una política cautiva del poder económico. En este plano, parece milagroso que a pesar del caudal de recursos económicos que despliega la derecha en tiempos de campaña y de los medios de comunicación que concentra, que no tenga más votos que los que tiene.

Por último, los resultados de estas elecciones revelan, una vez más, la importancia de la unidad y las consecuencias nefastas de las divisiones. El caso más notorio es el de Recoleta, cualesquiera sean las motivaciones, lo concreto es que la derecha perdió una alcaldía por ir dividida; lo mismo ocurrió en el otro lado, cuando la oposición fue dividida, como fue el caso de La Florida. Son raros los casos sin consecuencias nefastas para quienes van divididos. Uno de ellos fue el de Arica, donde a pesar de que la oposición fue dividida, el gobierno no fue capaz de aprovechar la contingencia, lo que se explica tan solo porque uno de los candidatos opositores era un modelo de honestidad a toda prueba, lo que fue reconocido por la ciudadanía. Hoy por hoy, ese es uno de los atributos claves que de alguna manera explican la popularidad de Michelle.

Para unos y otros, las lecciones son claras. Una, que la división solo conduce a la derrota; dos, que es necesario sintonizar con la ciudadanía; y tres, que hay que empoderar a la política para viabilizar los sueños. Se me queda en el tintero, lo que anoto para recordarlo con miras a una futura crónicas: un análisis sobre si fue acertado o no que el voto sea voluntario.

octubre 26, 2012

Invitación de un filósofo

Dado que mañana tendrán lugar las elecciones municipales y que estas horas están destinadas a la reflexión, es momento propicio para resaltar la invitación que nos formulara Humberto Maturana, destacado biólogo y filósofo chileno, el domingo pasado en un programa televisivo nocturno. Una invitación a conversar, a escuchar, a encontrarnos, a respetarnos.

Me atrevería a sostener que esta invitación es válida no solo para quienes vivimos en Chile, sino que está destinada a sociedades que enfrentan serios problemas de convivencia, facturadas por lacerantes desigualdades de todo orden, origen de abusos que se resisten a abandonarnos.

Tales problemas necesariamente deben ser enfrentados si se aspira a resolverlos, o al menos mitigarlos. Para ello, Maturana, planteó sus conceptos ante un panel de periodistas que una vez efectuados sus planteamientos, solo atinaba a contemplarlo y escucharlo, no sin nerviosismo por la lentitud y calma de las reflexiones, poco común en el ámbito televisivo. Nos dio una clase magistral, de esas que extrañamos en medio de una televisión cuya calidad ha venido decayendo paulatinamente.

Sostuvo que los problemas que nos aquejan, surgen de la “no conversación”, de que no estemos conversando, a lo más, estamos hablando, pero sin escuchar a nuestros interlocutores; agregando que no escuchar es fuente de resentimiento. No nos respetamos, quizá, a lo más, nos toleramos, aguantamos, lo que es muy distinto. Para resolver tales problemas, propone abrir espacios de trabajo conjunto, conversar, lo que supone diálogo, no monólogo, reconocer en el otro una posición que puede ser tanto o más válida que la propia. En vez de centrarnos en las diferencias, invita a preguntarnos: ¿qué podemos hacer juntos? 

Esta invitación me recuerda una similar formulada por un movimiento surgido al alero de las movilizaciones estudiantiles del año pasado, encabezado por Giorgio Jackson, que desde su propio nombre busca remecernos: revolución democrática. Se trata de revolucionar la forma en que nos miramos, con que abordamos las tareas que tenemos por delante.

Cuando niño, Maturana vivió en una mediagua, sabe lo que es la pobreza, la vivió, no se la contaron. Él mismo, en una entrevista, afirmó que salió adelante gracias a que tuvo suerte, la suerte de tener una educación gratuita, que le permitió cursar estudios básicos, medios y superiores en Chile, para posteriormente graduarse en el extranjero, y hoy ser autor de múltiples libros, algunos de ellos verdaderos clásicos en su disciplina. También tuvo la suerte de tener salud gratuita, porque en caso contrario no lo tendríamos con nosotros. Se libró de una enfermedad del pulmón gracias a la medicina pública que lo mantuvo gratis en un hospital público por un año. Por ello, él mismo reconoce que es lo que es gracias a Chile, a que tuvo el privilegio de crecer en un país con una educación pública y una salud pública gratuitas. En el Chile de hoy, quizá ¿cuántos Maturana nos estamos farreando?

octubre 19, 2012

Cuando alguien se va

No importa si la muerte viene sin previo aviso, o es fruto de una enfermedad. Ella no se espera, ni se desea. Vivimos una sociedad, una época en que no esperamos la muerte, no la recibimos con los brazos abiertos. Es la expresión de querer vivir.

Sin embargo, la muerte está estrechamente ligada a la vida. Todo lo que tiene un inicio, tiene un fin. El nacimiento de una vida conduce inexorablemente, más temprano para unos, más tarde para otros, al término de esa vida.

Escribo estas líneas luego de intentar llevar consuelo a lo inconsolable que es la muerte de un ser querido, del padre de una alumna que se fue sin despedirse, imprevistamente. El Señor se lo llevó a su regazo, a su hogar definitivo, el mismo al cual todos iremos. Entre cánticos y aplausos se le dio el último adiós.

Viví una experiencia similar hace ya más de 50 años, con tan solo 12 años, siendo un niño. De un día para otro, quedé sin padre. Dos años después, también se me fue mi madre. De repente sentí el vacío, el abismo, el desamparo. Hasta hoy los lloro, se me aprieta el corazón cuando los recuerdo, pero también siento que me acompañan desde lo alto. Que guían y siguen mis pasos, que celebran mis triunfos y mis derrotas.

La vida continúa. Somos aves de paso. Quizá nos hace falta una mayor preparación para recibir lo inevitable y lo natural. Son momentos de reflexión, de unión, de comunidad.

La madurez también importa

La expulsión de Gary Medel, en un partido por las eliminatorias para el próximo campeonato mundial, pone sobre la mesa algunas cosas que son importantes de considerar. De partida, era un partido clave, ante un rival de fuste, y en el que por la condición de local, era necesario ganarlo. A ello se agrega que al frente se tenía un rival al que no se podían otorgar ventajas gratuitas. Antes de esta fase Chile lideraba las posiciones; al terminarla, con dos derrotas inapelables, entramos en zona de peligro y la clasificación se pone cuesta arriba.

Recientemente, el mismo jugador, nuestro querido Gary Medel, volvió a ser expulsado en un partido en el que su equipo, Sevilla, iba ganando. Y estaba jugando nada menos que ante el Barca de Alexis, Messi, Villa, Xavi, Fabregas. Una vez más su temperamento lo traicionó.

Quedar fuera del próximo mundial no es broma, sobre todo cuando estamos ante una generación de jugadores como nunca antes en nuestra historia futbolística hemos tenido. Nunca tantos jugadores nacionales son protagonistas de las principales ligas mundiales.

Lo concreto es que lo ocurrido demuestra una vez más que no basta con ser un buen, un excelente jugador. Recordemos el caso del mismo Maradona. Su trayectoria futbolística se vio truncada por razones ajenas al futbol propiamente tal. Un buen jugador, al igual que en todas las esferas laborales, no es solo aquel que juega bien a la pelota. La sociedad actual demanda competencias adicionales que trascienden lo futbolero. La inteligencia futbolística ya no está concentrada en la habilidad de las piernas, sino que en la capacidad para integrarse a un equipo de trabajo, de no perder el foco, de separar lo relevante, lo principal, de lo accesorio, irrelevante o secundario.

El sitial que ocupa el futbol en los medios de comunicación, coloca a los futbolistas como modelos a seguir. Modelos de comportamiento y que por tanto, interesan a la sociedad toda. En la actualidad tenemos casos ejemplares, dignos de ser admirados, seguidos. Ahí está Messi, el Pulga, trabajador, incansable, distribuidor, sencillo, goleador, sin palabras de más. Entre los nuestros me atrevo a destacar a Matías, Mati-gol, quien no la ha tenido fácil. De pocas palabras, técnica depurada, siempre con la cabeza en alto, ha sido capaz de mantener su vida privada fuera de las luces faranduleras.

Otro ejemplo de que no basta con ser un buen jugador es el de nuestro arquero Johnny Herrera quien está siendo formalizado por conducir en estado de ebriedad. Si nos limitáramos a sus virtudes futbolísticas hace rato que debiera haber sido convocado a la selección nacional. La única razón por la que no lo ha sido es porque lo futbolístico no se agota en el juego dentro de la cancha, sino que se extiende más allá de ella. Tiene que ver con la forma como nos relacionamos, y comportamos, con los demás jugadores, con el público, con la sociedad. Tiene que ver con el nivel educacional-cultural, aunque no se agota en él. Más bien, diría que tiene que ver con la madurez.

No hay nada nuevo bajo el sol. Lo expuesto es válido no solo en el ámbito deportivo; se extiende más allá de él. De nada sirve tener una estrella en un ámbito específico, si no es capaz de comportarse como tal. Basta ver en nuestros respectivos entornos laborales para percatarnos de ello. Tipos que saben mucho, capos, estrellas, pero que como personas, son un desastre. Es lo que algunos llaman inteligencia emocional, o la inteligencia para relacionarse con los demás.

Salud democrática

Se nos vienen las elecciones municipales 2012, las primeras con un nuevo padrón incrementado en alrededor de 5 millones de potenciales electores que supuestamente le agregan una dosis de incertidumbre a sus resultados.

Esta incertidumbre se explica porque estos nuevos posibles electores son fundamentalmente jóvenes que no estaban disponibles para inscribirse voluntariamente en un contexto de voto obligatorio. En base a la oferta electoral existente, que no ha variado mayormente respecto de elecciones anteriores, no visualizo mensajes, contenidos que atraigan a este segmento electoral. Incluso más, al tener el voto un carácter voluntario, existe el riesgo de que algunos de los que votaban, ahora no lo hagan.

Antes nos vanagloriábamos de los bajos niveles de abstención en comparación con otros países, sin embargo se trataba de una comparación engañosa cuando el voto era obligatorio. Ahora sí nos podremos comparar, y me temo que salgamos mal parados. Un alto nivel de abstención será una señal de mala salud democrática, esto es, de desinterés por lo público, de rechazo a la oferta electoral disponible.

Siendo Chile un país en cuyo subconsciente prima una lógica neoliberal, intentemos un ejercicio clásico económico, el de la oferta y demanda de un bien o servicio. En nuestro caso de las elecciones municipales, la oferta estaría constituida por los programas municipales de los distintos candidatos, tanto a alcaldes como a concejales; la oferta de los candidatos a alcaldes estaría contenida en sus propuestas de gobierno comunales, y la de los candidatos a concejales, en sus propuestas de fiscalización.

Si nos ponemos una mano en el corazón, salvo contadas y honrosas excepciones, estas propuestas parecieran no existir. A lo más, frases hechas que nos machacan una y otra vez hasta que la publicidad penetre a concho. Y esto implica recursos millonarios. Por tanto, los candidatos con mayor disponibilidad de recursos tienen todas las de ganar con independencia de las ideas que tengan, si es que las tienen. Para rematarla, suelen mostrar rostros y ocultan los partidos a los que se adscriben. Una democracia con una oferta de estas características sería como una mesa coja de una pata.

Por el lado de la demanda existe una gran cantidad de ofertas difícil de diferenciar de la que solo se conocen frases hechas. Por tanto, se estima que somos estúpidos, incapaces de distinguir entre la buena comida y la comida chatarra. En síntesis, asume que no tenemos educación, o que tenemos una mala educación, esto es, que no somos capaces de reflexionar, de discernir entre alternativas supuestamente distintas. Por tanto cada candidato se promueve como quien publicita un bien de consumo cualquiera. Así llegamos a una mesa coja de dos patas, y por tanto, inestable.

En consecuencia, para afirmar esta mesa, nuestra democracia, se hace necesario poner el foco en la educación para tener ciudadanos inmunes a cuentos del tío, y desligar el poder económico en la oferta electoral. Hoy, el que pone más plata sobre la mesa, tiene mayores probabilidades de ganar, lo que corroe la esencia de la democracia.

Con todo, me quedo con esta mesa coja antes que con una dictadura. De lo que se trata, es de tener una mesa más firme, que cojee menos. En base a este criterio inclinaré mi voto.