diciembre 27, 2018

Una remoción con decreto fundado por Rodolfo Schmal S.

Luego del rechazo del general director de Carabineros Hermes Soto a la petición de renuncia que le hiciera el presidente Piñera, removerlo tuvo que recurrir a la figura del “decreto fundado” en base a lo contemplado en la constitución gracias a una de las reformas establecidas durante el gobierno de Lagos.

La petición de remoción tiene su origen en la responsabilidad de mando que tiene el general Soto por la muerte del comunero mapuche Catrillanca quien fuera asesinado por carabineros pertenecientes a las fuerzas especiales policiales apostadas en la zona de la Araucanía. Esto fue confirmado luego de versiones iniciales que señalaban que los carabineros habían sido atacados, las que posteriormente se demostraron falsas ya que Catrillanca estaba desarmado.

Dado que el general Soto gozaba de inamovilidad en su cargo, el presidente tuvo que recurrir al artículo 104 de la Constitución Política para poder destituirlo. Dicho artículo establece que para ello debe emitirse un decreto fundado e informando previamente a la Cámara de Diputados y al Senado. El decreto se fundó en la necesidad de un nuevo liderazgo. Solo entonces pudo ser removido y nombrado un nuevo director general de Carabineros, siendo escogido el general Rozas. La remoción fue rechazada por la derecha encabezada por José Antonio Kast (JAK) y vista con malos ojos desde el grueso de la UDI y gran parte de RN, los mayores partidos de la coalición gobernante.

Es interesante consignar que la Constitución Política de 1980 no contemplaba posibilidad alguna de destitución de ninguno de los comandantes en jefe de las FFAA ni del director general de carabineros. Solo con las reformas del 2005, bajo el gobierno de Lagos logró incluirse el artículo al cual tuvo que recurrir ahora el presidente Piñera para destituir al general Soto. Artículo que fue resistido por la oposición derechista de entonces, la que no quería que la remoción quedara en manos del presidente. Finalmente, ante la insistencia del presidente Lagos, a regañadientes y no sin dificultades, la derecha accedió pero exigiendo un decreto fundado y informando al congreso nacional.

Hoy desde el seno de gran parte de la propia derecha que el propio JAK no trepida en calificar de “acomplejada”, se constata la necesidad de que el presidente de la república tenga la facultad de remover a los comandantes en jefe de las FFAA y de Orden, una vez que dejen de contar con su confianza. Sin embargo dentro la derecha recalcitrante se sigue viendo con malos ojos la posibilidad de que un presidente, elegido por mayorías políticas “circunstanciales”, tenga la facultad de remoción que pudiera afectar la “autonomía” de las FFAA.

En las democracias y repúblicas que se precian de tales se asume que el poder militar está supeditado al poder civil político, y que en tanto ello no sea así, lo que se vive no es más que una caricatura de democracia y de república. Una fantasía, como me dijo un amigo, donde los políticos hacen como que mandan y las fuerzas armadas y de orden como que obedecen.

Como escribiera en otra ocasión, no se le pueden pedir peras al olmo. La derecha está condenada a llegar atrasada a todas partes –tarde llegó a la ley de divorcio; tarde llegó a conceder el derecho a voto de los chilenos en el exterior; tarde llegó a la ley de igualdad de género-. La derecha intransigente, por el contrario, se resiste y le reprocha a esta derecha atrasada dejarse llevar por el viento antes que por convicciones.

Aprovecho de desearles a todos -derechistas y no derechistas, transigentes e intransigentes- un muy feliz año nuevo y que de una vez por todas vengan los tiempos mejores que se pregonan!

diciembre 25, 2018

El sueño de un pibe de 70 años (parte 2)

La semana pasada escribí en torno a una sorprendente propuesta destinada a conocer mi disponibilidad para una eventual oferta laboral. Sorprendente por dos motivos: uno, por tener ya siete décadas en el cuerpo en pleno estado de “júbilo”; y dos, porque nada tiene que ver con mi profesión de ingeniero civil industrial ni con mi trayectoria laboral como profesor universitario. La idea era ofrecerme un trabajo periodístico, destinado a difundir los temas tratados en un taller (workshop) donde invitados nacionales e internacionales expondrían sus trabajos y avances en torno a la regulación genética en el desarrollo de las plantas y la maduración de la fruta con miras a un mejoramiento en la productividad agrícola sustentable.

Mi aceptación a la propuesta fue instintiva e inmediata sin conocer siquiera las condiciones económicas. Me despedí agradecido de quien me hizo la propuesta y quedó en avisarme cuando tuviese alguna respuesta que darme. Quedé viendo estrellitas de felicidad, de pensar que se hubiesen acordado de mí, y de la oferta, que consistía en escribir en torno a los temas que se tratarían en el taller para el común de los mortales. Esto implica “bajar a tierra” los términos sofisticados o de alto nivel que se abordarían. El desafío no era menor porque se trata de una disciplina que nada tiene que ver con la que he tratado toda mi vida, la regulación genética en la agricultura, en la producción de fruta y maderas, donde mis conocimientos son nulos. Así y todo, que se confiara en mi capacidad inquisitiva e investigativa a esta altura del partido, me animó fuertemente.

Pasaron los días y no pasaba nada. Ya estaba convencido que todo había quedado en nada, que todo no había sido más que un sueño, el famoso sueño del pibe.

Mal que mal, en mi adolescencia, cuando me llegó la hora de ver qué estudiar en la universidad, mis opciones favoritas eran periodismo o arqueología. Sin embargo, en mi casa rechazaron mis opciones con el argumento de que “no querían muertos de hambre en la familia”. Eran otros tiempos. Resignado solo atiné a preguntar: entonces ¿qué estudio? La respuesta, luego de una brevísima cavilación fue: ingeniería. ¿Porqué? pregunté. “Porque le pegas a las matemáticas” se me respondió y yo agaché el moño. No veía por dónde rebelarme, el horno no estaba para bollos, de hecho ya me había rebelado en otra ocasión con un desastroso resultado. Ya escribiré sobre esta rebelión en tiempos de boyscouts de la iglesia de El Bosque en tiempos de Karadima! Así que arrugué sin complicarme mayormente, ni caer en depresiones ni sesiones psicológicas que por esos tiempos no existían.

Volviendo al tema que nos convoca, cuando ya estaba resignado a que no pasara nada, recibo un whatsapp de quien me había contactado para decirme que ya estaba todo listo, que se me iba a elaborar un contrato a honorarios por un valor total de $ 300,000 brutos (equivalentes a unos 400 euros o 450 dólares). El taller tendría una duración de un día completo y mi responsabilidad era difundir previamente la realización del evento, luego el evento propiamente tal, y posteriormente sus resultados, todo en un vocabulario accesible al ciudadano de a pie. El valor a pagar no era para volverse loco, pero a esta altura del partido, como jubilado, por hacer algo que me apasiona, servía para pasar un lindo año nuevo.

Firmo el contrato, el cual debe ir instancias superiores para su aprobación, lo que se asume como un mero trámite de toma de razón. Sin embargo, el contrato no es aprobado en razón a que el suscrito no es periodista, por lo que el contrato debe respaldarse con los fundamentos correspondientes en aras de la transparencia en tiempos de “transparencia”. Se insiste, ahora enviando el contrato con carta complementaria en que se incorporan los antecedentes que acreditan mi función periodística por casi 50 años en diversos medios de comunicación regional, nacional e internacional. Cuento corto, al final el contrato fue aprobado y por estos días debo estar recibiendo la millonaria.

Respecto de la experiencia vivida y el taller que ya tuvo lugar, me ha hecho reflexionar varias cosas, de las que daré cuenta una próxima columna. Continuará!

diciembre 20, 2018

La resurrección del innombrable

Una joven diputada de Renovación Nacional (RN) en el último Consejo general de su partido, sin vergüenza alguna, se declaró orgullosa de ser pinochetista, y al mismo tiempo, partidaria del orden, la libertad y la democracia. Por afirmarlo se declaró valiente y pidió la misma valentía a quienes asistían al Consejo, muchos de los cuales respaldaron y aplaudieron la alocución de la diputada.

No me calza ni lo uno ni lo otro. Uno, la asociación del pinochetismo con el orden, la libertad y la democracia; y dos, que por afirmarlo se considere valiente.

Personalmente soy partidario del orden, la libertad y la democracia, pero no soy pinochetista. Y no lo soy precisamente porque bajo su régimen no hubo ni orden, ni libertad, ni democracia, sino el poder del terror, la imposición del miedo, la restricción de las libertades y la ausencia de democracia. El orden, la libertad y la democracia no se imponen por decreto ni con el peso de las bayonetas. Por el contrario, para que sean reales, deben ser fruto del diálogo, de conversaciones cara a cara sin amenazas, de igual a igual, frente a frente, sin eufemismos y sin armas sobre ni debajo de la mesa. La conquista del orden, la libertad y la democracia es un proceso de mejoramiento continuo, permanente, que debe trabajarse día a día mediante una disposición, una actitud abierta, honesta, positiva en favor de los más débiles. El pinochetismo, a mi modesto entender, es la antítesis de lo expuesto.

Por otra parte, afirmar que “Yo soy pinochetista, y lo digo sin problemas. Soy una agradecida del gobierno militar" no veo qué tiene que ver con la valentía. La valentía es un concepto que va más allá de hacer o decir cualquier cosa. Como ha sostenido el filósofo español José Antonio Marina, la ausencia de miedo es temeridad, no valentía. Esta última está asociada a fijarse un objetivo y mantenerlo contra viento y marea, no obstante los riesgos, esfuerzos y/o dificultades que conlleven. Es una contradicción arrogarse la condición de valiente en las condiciones actuales, con viento a favor en medio de un resurgimiento de una ola populista que tiende a sacralizar el militarismo y el anticomunismo. No se es valiente por respaldar a quienes tienen el monopolio de las armas para que las usen a favor de unos y en contra de otros compatriotas.

Todo lo contrario. Valientes son quienes insisten incansablemente en la defensa de los DDHH y la búsqueda de una justicia que les ha sido esquiva. Valientes son quienes no pierden la fe en la posibilidad de vivir en un país donde coexistan pacíficamente el orden, la libertad y la democracia. Valientes son quienes luchan por estos ideales a pesar del riesgo de una resurrección del pinochetismo.

diciembre 18, 2018

El sueño de un pibe de 70 años (parte 1)

En las postrimerías de mi existencia, con 70 años y a menos de un año jubilado, recibí una oferta digna de un análisis psicopatológico, del mundo en que vivimos, de una suerte de mundo al revés.

A comienzos de semana, un amigo, a través de una de las redes sociales -whatsapp-, me envía un mensaje consultando si podía ir uno de estos días a la universidad en que trabaja, y donde trabajé por más de 20 años hasta el año pasado para tomarnos un café en su cafetería. Respondí que si quería podía ir al día siguiente a la hora que le viniera bien. Dicho y hecho, nos juntamos a las 11 de la mañana en la cafetería.

Al otro día, quienes fueron mis alumnos se sorprenden de verme en el campus universitario. Algunos se acercaron a saludarme o conversar, al igual que mis excolegas, quienes aprovechan de ponerme al día en sus peripecias académicas y preguntarme como va esa vida de jubilado.

Me encontré con quien me había llamado, nos fuimos al café y me cuenta que quería anordar dos temas: uno, de un taller que tendría lugar pronto, con invitados nacionales e internacionales en torno al mejoramiento de la productividad agrícola sustentable. Mi amigo (Raúl), junto con otros, está a cargo de su organización y lo que le interesa es que su contenido, resultados y conclusiones se den a conocer a nivel local, regional, nacional. Por ello, en una de las reuniones preparatorias del taller analizaron esto de la difusión y en primera instancia pensaron en algún periodista, pero no veían quien podía ser que se manejara con lo que llaman periodismo científico. En medio de las reflexiones Raúl se acuerda que yo escribo sobre lo divino y lo humano, poniendo mi nombre sobre la mesa. Pide autorización para conversar conmigo afirmando que Rodolfo pone en fácil lo que puede ser difícil, y que si bien no es periodista, escribe desde hace más de 40 años. Los demás aceptaron la propuesta y le autorizaron para auscultar un posible interés de mi parte e iniciar conversaciones conmigo.

El otro tema que quería conversar era del mismo orden, pero en torno a un programa de investigación agrícola que se quería postular a un concurso y que tendría 3 componentes: de formación, investigación y difusión. Esta última debería hacerse cargo de difundir los trabajos de investigación que incluye el programa, así como sus actividades de formación (cursos, talleres, etc.). Raúl quería saber si podía incluir mi nombre en la postulación. De aceptar, y si el programa es adjudicado, ahí tendría que estar trabajando también.

Por último, Raúl afirmó que en ambos temas hay presupuesto y que recibiría unos honorarios cuyo monto está en el aire porque primeramente querían saber si me interesaba participar.

Cuando me contó todo esto en torno a un café y un "muffin", una suerte de galletón, tanto el café como el muffin los encontré más sabrosos que nunca.

A Raúl le agradecí que se acordara de mí, que me dejaba el ego a la altura de las nubes, que nunca imaginé que me llegaría una oferta de este tenor a esta altura de mi vida, que encontraba fantástica la propuesta con independencia de las platas y que aceptaba encantado.

Cuando nos despedimos quedé alucinado como un niño, agarrándome la cabeza. Habiendo altos niveles de desempleo juvenil y que me llegue esto sin que lo busque ni lo necesite, me hizo pensar que estaba alucinando, soñando despierto.

Luego pasaron los días, las semanas, sin noticias de Raúl. No quise llamarlo para no importunarlo. En una de esas todo quedó en nada. No me hice mala sangre, total, aunque al final todo esto quedara en nada, lo soñado y lo bailado no me lo quitaba nadie. Fueron minutos, días de gloria. Vi todo como un meteorito, como el sueño de un pibe de 70 años.

Al cabo de unas semanas me llama Raúl. 

Continuará!

diciembre 13, 2018

Lo que esconde la no firma del pacto migratorio

El gobierno de Chile resolvió no sumarse a la firma del pacto migratorio de las Naciones Unidas sobre la base de que entra en contradicción con los objetivos que tiene el país dado que su obligación es proteger los intereses de los chilenos. Para confirmar lo señalado, sostuvo que “restringe nuestra soberanía y puede perjudicar a nuestros compatriotas”, agregando que “yo quiero discutir la política de migración en Chile con los chilenos y no con los funcionarios internacionales”. Luego remata afirmando que “Yo sé que para mucha gente estar en buena con los organismos internacionales es muy importante por razones obvias. A mí me interesa más estar en buena con el país, con los chilenos, y estamos haciendo lo que tenemos que hacer".

Como anillo al dedo le vino el respaldo del expresidente Frei Ruiz-Tagle, al afirmar éste que “no podemos aceptar que de afuera nos estén fijando las condiciones en que entra la gente”. Su padre, Frei Montalva, debe estar agarrándose la cabeza en su tumba ante tamaña expresión.

Quisiera dejar constancia de al menos cuatro hechos que me llaman la atención. Uno, que el pacto restringiría la soberanía y pueda perjudicar a los chilenos. Esta afirmación me recuerda los tiempos del innombrable, que no estaba disponible para firmar pacto alguno que restringiera su poder para hacer lo que se le antojara internamente, abusando del poder al amparo de la fuerza. Dos, no querer discutir políticas migratorias con funcionarios internacionales, sino que con los chilenos. Sin embargo, no duda en discutir políticas económicas y financieras con el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial. Tres, quienes apoyan la decisión de no firmar el pacto son casi todos, si no todos, hijos de inmigrantes y tienen pendiente resolver el llamado problema mapuche, los únicos no migrantes de este país llamado Chile. Y cuatro, esta decisión coincide con un alza del populismo de derecha que en nuestro continente está siendo liderado por Brasil con Bolsonaro a la cabeza, otro hijo de inmigrantes italianos y que aspira reducir a los nativos a la mínima expresión.

Es importante consignar que el pacto, firmado por más de 150 países, procura abordar la problemática migratoria, que de por sí suele tener tras sí una tragedia –escapando de guerras, de crisis económicas, hambrunas, desastres naturales-. Si nos damos el trabajo de leer el contenido del pacto, y los ejes que contiene, observaremos que solo persigue una migración segura, ordenada y regular. En ningún caso apunta a facilitar la migración de delincuentes ni privilegiar a los inmigrantes por sobre los connacionales.

El tradicional eje político izquierda-derecha pareciera estar quedando atrás, para ser reemplazado por uno nuevo, que está por definirse, y donde está en juego si construimos una sociedad basada en lo peor o lo mejor de nosotros.

diciembre 06, 2018

Entre olas (parte 3 y última)

La actual ola de transición democrática que viven varios países de América Latina parece que tienen sus días cantados. En Europa, la ola comunitaria iniciada al término de la segunda guerra mundial y ampliada a los países que conformaban la Europa Oriental con la caída del muro de Berlín, también parece estar llegando a su fin.

En nuestro continente, la elección de Bolsonaro en Brasil parece dar cuenta de ello. Bolsonaro, al igual que tantos otros que están emergiendo desde las catacumbas, lo hacen con un discurso simple, sin rodeos, que no requiere mayor reflexión, apelando a la antipolítica. Son políticos que simulan no serlo con un discurso antipolítico, basados en la ley del talión, de la imposición del más fuerte, manipulando nuestras emociones e inseguridades y apuntando sus dardos hacia los grupos humanos más vulnerables y fáciles de identificar: los inmigrantes, los negros, los homosexuales, los mapuche.

No resulta difícil visualizar que vivimos tiempos de rechazo a la política y los políticos por gran parte de una población, la que se siente defraudada, con una gran rabia, la que vuelca esencialmente contra el centro y la izquierda, no a favor de la derecha, sino que de la ultraderecha. En consecuencia, todo indica que se está ente el inicio de una ola de repliegue, de retorno a un discurso nacionalista, antiglobalizador encabezado ahora por Trump. Un tiempo que se asemeja al vivido en Europa antes de la segunda guerra mundial.

En Chile, su más genuino representante es José Antonio Kast, quien clavó su primera estaca en las últimas elecciones, obteniendo un nada despreciable 8%. Desde la derecha jaquea a la derecha, así como en su tiempo, la izquierda era jaqueada por la izquierda. Para él, y no pocos como él, Piñera pareciera estar “más interesado en agradar a la izquierda que de defender las convicciones propias y cumplir el mandato de los chilenos”. Tanto JAK como otros están convencidos que la izquierda está dominando la agenda de gobierno. Igual que en tiempos de la Concertación y de la Nueva Mayoría, cuando desde la ultraizquierda estaban convencidos que la derecha estaba dominando la agenda de gobierno.

Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezarse dos veces o más con la misma piedra. Espero que no. La salida que salvará al ser humano y a la madre tierra es la ola humanista, la ola del equilibrio, la sensatez, la armonía, la paz interior, y la solidaridad entre nosotros. Entre la ola populista y la humanista, no hay por dónde perderse!

Entre olas (parte 2)

En América Latina, agotadas las dictaduras militares de la primera mitad del siglo XX, emergen débiles gobiernos democráticos con escasas bases electorales y precarias institucionalidades en la mayoría de los países como consecuencia de los altos niveles de analfabetismo existentes. La efervescencia política imperante es cortada de raíz en la segunda mitad del siglo pasado, en un contexto de guerra fría capitaneada por USA y URSS, mediante dictaduras militares instaladas con el beneplácito y financiamiento norteamericano para hacer frente a la influencia de la revolución cubana.

Esta ola militarista coincide en el tiempo con una revolución científico-tecnológica sin precedentes y que abre espacio a una globalización que derriba fronteras geográficas para el flujo financiero, comercial y humano en la que estamos inmersos hasta la actualidad. Algunos de los más significativos representantes de esta ola son Pinochet en Chile, Videla y otros en Argentina, Castelo Branco y otros en Brasil, Álvarez en Uruguay, Banzer en Bolivia. Los une su visceral anticomunismo, su dependencia y obsecuencia ante el poder norteamericano, y un brutal atropello a los más básicos derechos humanos expresado en exilios, torturas, desapariciones, asesinatos por agentes del Estado. A ello se agrega una gobernanza en que se privilegian consideraciones económicas y tecnocráticas por sobre los aspectos políticos, los que son denostados persistentemente.

Como consecuencia del desprestigio en que fueron cayendo las dictaduras militares, esta ola es seguida por una de transiciones democráticas, complejas y frágiles, esencialmente por dos factores. Uno, porque si bien las FFAA no están en la primera línea de fuego, conservan un poder político que es difícilmente compatible con una democracia a secas, con todas sus letras. Y dos, porque la política ha visto cercenadas sus atribuciones en favor del poder financiero dada una realidad económica, marcada por el neoliberalismo, caracterizada por un tóxico cocktail de creciente inseguridad laboral, corrupción e injusticia en todos los planos que el mundo político no ha sido capaz de resolver.

Entre olas (parte 1)

Estamos siendo testigos de una resurrección del populismo de derecha, que generalmente se asocia a la ultraderecha o al fascismo. El último botón de muestra es el resultado de las recientes elecciones en Andalucía, España. De la nada misma, VOX, la ultraderecha española, sin mayor trascendencia hasta la fecha en toda España, se catapultó con una votación por sobre el 10%. Porcentaje alcanzado en una región con tradición de izquierda y que en las más de tres últimas décadas ha sido gobernada por el partido socialista obrero español (PSOE). Los otros dos partidos de derecha, Ciudadanos y Partido Popular (PP) se apresuraron en mostrarse disponibles para formar gobierno con VOX aprovechando que juntos conforman una mayoría.

No resulta fácil encontrar las razones que explican esta debacle para todos los partidos, muy especialmente a la izquierda (PSOE y Podemos de Iglesias), aunque también a la derecha tradicional (PP) y la nueva derecha (Ciudadanos). Ahora parece que estamos regresando a una vieja nueva ola.

Es preciso destacar que en el tiempo, y en diferentes partes del mundo, hemos estado inmersos en distintos tipos de olas políticas. Europa en la primera mitad del siglo pasado fue remecida por la ola fascista o nacionalsocialista que desembocó en la segunda guerra mundial. Tiempos en los que en América Latina muchos países vivieron dictaduras o gobiernos encabezados por militares: Somoza en Nicaragua, Trujillo en república Dominicana, Pérez Jimenez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Batista en Cuba, Perón en Argentina.

Luego de haber sido escenario de una cruenta guerra que trascendió sus fronteras, en la segunda mitad del siglo XX caracterizada por la guerra fría, los países occidentales europeos se reconstruyen democráticamente y comienzan a forjar la Unión Europea para dejar atrás los tiempos de nacionalismos. Mientras tanto, Europa oriental cae dentro de la órbita soviética-comunista al amparo del Pacto de Varsovia.

La ola populista

Estamos siendo testigos de una resurrección del populismo de derecha, que generalmente se asocia a la ultraderecha o al fascismo. El último botón de muestra es el resultado de las recientes elecciones en Andalucía, España. De la nada misma, VOX, la ultraderecha española, sin mayor trascendencia hasta la fecha en toda España, se catapultó con una votación por sobre el 10%. Porcentaje alcanzado en una región con tradición de izquierda y que en las más de tres últimas décadas ha sido gobernada por el partido socialista obrero español (PSOE). Los otros dos partidos de derecha, Ciudadanos y Partido Popular (PP) se apresuraron en mostrarse disponibles para formar gobierno con VOX aprovechando que juntos conforman una mayoría.

No resulta fácil encontrar las razones que explican esta debacle para todos los partidos, muy especialmente a la izquierda (PSOE y Podemos de Iglesias), aunque también a la derecha tradicional (PP) y la nueva derecha (Ciudadanos). Ahora parece que estamos regresando a una vieja nueva ola.

Es preciso destacar que en el tiempo, y en diferentes partes del mundo, hemos estado inmersos en distintos tipos de olas políticas. Europa en la primera mitad del siglo pasado fue remecida por la ola fascista o nacionalsocialista que desembocó en la segunda guerra mundial. Tiempos en los que en América Latina muchos países vivieron dictaduras o gobiernos encabezados por militares: Somoza en Nicaragua, Trujillo en república Dominicana, Pérez Jimenez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, Batista en Cuba, Perón en Argentina.

Luego de haber sido escenario de una cruenta guerra que trascendió sus fronteras, en la segunda mitad del siglo XX caracterizada por la guerra fría, los países occidentales europeos se reconstruyen democráticamente y comienzan a forjar la Unión Europea para dejar atrás los tiempos de nacionalismos. Mientras tanto, Europa oriental cae dentro de la órbita soviética-comunista al amparo del Pacto de Varsovia.

En América Latina, agotadas las dictaduras militares de la primera mitad del siglo, emergen gobiernos débiles democráticos con escasas bases electorales y precarias institucionalidades en la mayoría de los países como consecuencia de los altos niveles de analfabetismo existentes. La efervescencia política imperante es cortada de raíz en la segunda mitad del siglo pasado, en un contexto de guerra fría capitaneada por USA y URSS, mediante dictaduras militares instaladas con el beneplácito y financiamiento norteamericano para hacer frente a la influencia de la revolución cubana.

Esta ola militarista coincide en el tiempo con una revolución científico-tecnológica sin precedentes y que abre espacio a una globalización que derriba fronteras geográficas para el flujo financiero, comercial y humano en la que estamos inmersos hasta la actualidad. Algunos de los más significativos representantes de esta ola son Pinochet en Chile, Videla y otros en Argentina, Castelo Branco y otros en Brasil, Álvarez en Uruguay, Banzer en Bolivia. Los une su visceral anticomunismo, su dependencia y obsecuencia ante el poder norteamericano, y un brutal atropello a los más básicos derechos humanos expresado en exilios, torturas, desapariciones, asesinatos por agentes del Estado. A ello se agrega una gobernanza en que se privilegian consideraciones económicas y tecnocráticas por sobre los aspectos políticos, los que son denostados persistentemente.

Como consecuencia del desprestigio en que fueron cayendo las dictaduras militares, esta ola es seguida por una de transiciones democráticas, complejas y frágiles, esencialmente por dos factores. Uno, porque si bien las FFAA no están en la primera línea de fuego, conservan un poder político que es difícilmente compatible con una democracia a secas, con todas sus letras. Y dos, porque la política ha visto cercenadas sus atribuciones en favor del poder financiero dada una realidad económica, marcada por el neoliberalismo, caracterizada por un tóxico cocktail de creciente inseguridad laboral, corrupción e injusticia en todos los planos que el mundo político no ha sido capaz de resolver.

Esta ola de transición democrática en América Latina pareciera tener sus días contados. En Europa, la ola comunitaria iniciada al término de la segunda guerra mundial y ampliada a los países que conformaban la Europa Oriental con la caída del muro de Berlín, también parece estar llegando a su fin.

En nuestro continente, la elección de Bolsonaro en Brasil parece dar cuenta de ello. Bolsonaro, al igual que tantos otros que están emergiendo desde las catacumbas, lo hacen con un discurso simple, sin rodeos, que no requiere mayor reflexión, apelando a la antipolítica. Son políticos que simulan no serlo con un discurso antipolítico, basados en la ley del talión, de la imposición del más fuerte, manipulando nuestras emociones e inseguridades y apuntando sus dardos hacia los grupos humanos más vulnerables y fáciles de identificar: los inmigrantes, los negros, los homosexuales, los mapuche.

No resulta difícil visualizar que vivimos tiempos de rechazo a la política y los políticos por gran parte de una población, la que se siente defraudada, con una gran rabia, la que vuelca en contra del centro y de la izquierda, a favor de la ultraderecha. En consecuencia, todo indica que se está ente el inicio de una ola de repliegue, de retorno a un discurso nacionalista, antiglobalizador cuyo máximo representante pareciera ser Trump. Un tiempo que se asemeja al vivido en Europa antes de la segunda guerra mundial.

En Chile, su más genuino representante es José Antonio Kast, quien clavó su primera estaca en las últimas elecciones, obteniendo un nada despreciable 8%. Desde la derecha jaquea a la derecha, así como en su tiempo, la izquierda era jaqueada por la izquierda. Para él, y no pocos como él, Piñera pareciera estar “más interesado en agradar a la izquierda que de defender las convicciones propias y cumplir el mandato de los chilenos”. Tanto JAK como otros están convencidos que la izquierda está dominando la agenda de gobierno. Igual como en tiempos de la Concertación y de la Nueva Mayoría, desde la ultraizquierda estaban convencidos que la derecha estaba dominando la agenda de gobierno.

Dicen que el hombre es el único animal capaz de tropezarse dos veces o más con la misma piedra. Espero que no. La salida que salvará al ser humano y a la madre tierra es la ola humanista, la ola del equilibrio, la sensatez, la armonía, la paz interior, y la solidaridad.