mayo 27, 2015

La violencia policial

Pareciera que estuviésemos inmersos en una sociedad que para resolver sus problemas, no encuentra nada mejor que actuar violentamente, olvidando que la violencia solo conduce a situaciones peores. En estos días, con motivo de las protestas estudiantiles, la violencia policial está nuevamente en el candelero. Lo peor es que la consecuencia no es la imposición del orden, sino las víctimas que deja.

La violencia policial se asume que es una respuesta en situaciones extremas orientadas a imponer un orden, y por lo mismo, su magnitud debe ser en proporción a la amenaza. Dado que quienes tienen el monopolio de las armas, sus responsabilidades son mayores, y por lo mismo, requieren capacidad de discernimiento, de reflexión y de tomas de decisiones difíciles en breves intervalos de tiempo. Cuando esa capacidad no existe se reacciona de la misma manera cualquiera sea la amenaza.

Todo indica que la formación policial parte de un diagnóstico errado. La presencia policial está destinada a dar seguridad, no provocar miedo, ni provocar, ni amedrentar. Visualizan las protestas, como virtuales amenazas, como la proximidad de un combate. Meten en un mismo saco a violentos y pacíficos, a encapuchados con estudiantes, a quienes andan con bombas molotov con quienes van premunidos de banderas. Olvidan que las protestas son una expresión democrática, que va siendo uno de los pocos espacios que tiene la población para expresarse. La responsabilidad y el rol de los carabineros en una protesta es proteger a los manifestantes, aislarlos del lumpen, de los encapuchados, de los violentos.

Esta responsabilidad de proteger a quienes se expresan pacíficamente no se logra parapetándose o infiltrándose a la espera del más mínimo asomo de violencia para actuar con tutti; sí se logra acompañando y protegiendo a quienes protestan. No hace mucho tuve ocasión de estar en Praga, donde no sin estupor pude observar cómo los policías flanqueaban a los manifestantes, protegiéndoles. Esta filosofía, esta concepción es la que extraño.

Acá pareciera que seguimos con la lógica militarista, policial, castigadora, la que no ha logrado ser modificada.

No son pocos quienes adhieren a esta lógica de la “mano dura”, del “castigo ejemplar” que está cobrando muchas víctimas, particularmente entre nuestros jóvenes. Lo peor de todo que esto puede terminar por configurar una manera de ser pasiva, arratonada, todo para evitarnos “mayores” problemas y/o víctimas entre nuestros más cercanos.

La violencia policial que hemos estado viendo últimamente, ahora inocultables gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación, parecen señalarnos que no se trata de “excesos”, sino que de una política de represión que en democracia no debe tener cabida.

En democracia se asume que las fuerzas policiales están supeditadas al poder civil, al poder político, esto es, que no se mandan solos. Por tanto, al poder político le cabe su dosis de responsabilidad que no podemos soslayar. Los hechos son más que elocuentes.

De seguir así, será necesario encontrar otras fórmulas distintas, imaginativas para protestar sin pagar los dolorosos costos que se están pagando, particularmente en términos de vidas tronchadas. Hace más de medio siglo, en la India, Mahatma Gandhi señaló un camino: la desobediencia civil.

mayo 21, 2015

Un rebelde indomable

Recientemente, en la capital del reino, Santiago de Chile, en medio de la primera protesta estudiantil del año, la Universidad de Talca otorgó el grado de Doctor Honoris Causa a Ricardo French Davis, chileno, economista. Este grado, se otorga en muy contadas y especiales ocasiones. Como bien sostuviera Carlos Massad, expresidente del Banco Central al hacer su presentación, se otorga a quienes se distinguen por su trayectoria y contribución al país desde el ámbito de sus competencias. En el caso de Ricardo, lo es por su contribución en el ámbito económico y de las políticas públicas desde los más diversos organismos nacionales e internacionales.

Le he venido siguiendo la pista desde la década de los 60, en tiempos de Frei Montalva, y sus características centrales se mantienen incólumes. La expresión que mejor lo retrata fue la que dio el propio Massad: un rebelde indomable. Yo lo tenía por un rebelde indoblegable, que para el caso viene a ser lo mismo. He seguido su trayectoria con admiración, tanto por su lucidez y claridad conceptual, como por su bondad. El propio rector de la Universidad de Talca, Álvaro Rojas, lo resaltó al catalogarlo como “un hombre bueno” en todo el sentido de la palabra.

Siempre me llamó la atención que en su larga trayectoria mantuviera un bajo perfil, sin asumir cargos de primera línea, ya sea como ministro o presidente del Banco Central. Si en las elecciones presidenciales de 1970 hubiese ganado Radomiro Tomic, no me cabe duda que su nombre era fijo en el gabinete. De hecho, él fue actor importante en la estructuración del programa económico de Tomic. Posteriormente, con la llegada de los gobiernos de la Concertación no pocas veces sonó su nombre.

Dos son los factores que han incidido en ello. Por un lado su modestia, su sencillez, no ambicionar cargos. Se sentía incómodo promoviéndose a sí mismo. El otro factor, su pensamiento económico de avanzada que no pocas resistencias provocaba. En su exposición, al recibir el grado de Doctor Honoris Causa, Ricardo, premunido de hojas sueltas que por momentos revoloteaban al azar, se paseó por las últimas 5 décadas de nuestra historia económica como Pedro por su casa. Hizo alusión a que los mercados no pueden andar sueltos y que el Estado no puede ser neutral en un contexto de desigualdad. Con eso lo dijo todo, resumiendo con ello, su postura, su posición de hoy, de ayer y de siempre en favor de la justicia y la democracia.

Para el decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca, Arcadio Cerda, la incorporación de Ricardo a su cuerpo académico, es un honor. Sí, un honor y una responsabilidad porque Ricardo sintetiza como pocos la necesidad de que la economía esté al servicio del hombre y la sociedad, no al revés.

mayo 15, 2015

La Copa América

El próximo mes el país se enfrascará en la Copa América, con lo que todo lo demás pasará a segundo plano, lo que posibilita que la política se dé un respiro luego de un cambio de gabinete que no solo concitó la atención nacional, sino que también la internacional. Cambio que quedó marcado no tanto por su extensión, sino que por su profundidad dado que se cambió el equipo político y el económico, representados por el reemplazo de Peñailillo por Burgos en el Ministerio del Interior, y el de Arenas en Hacienda, por Valdés. La idea que pareciera inspirar estos cambios es avanzar en las reformas pendientes a través de un clima de menor crispación política, de mayor diálogo, tanto en el ámbito político como económico. La reacción de “los mercados” no se hizo esperar, y en una primera reacción ven con buenos ojos esta nueva fase.

El mercado político, esto es, la oposición de derechas, ha visto signos de moderación, de freno al ímpetu con que se estaban llevando las riendas del poder político. Para deducir esto, los medios de comunicación que los representan destacaron una frase para el bronce del nuevo Ministro del Interior: “No me gustan las retroexcavadoras porque van para atrás, y yo quiero ir para adelante”. Esta frase da para otra columna.

El mercado económico también reaccionó favorablemente, en la esperanza de que los cambios que se avecinen logren amortiguarse dada la confianza que les inspira el nuevo Ministro de Hacienda, confianza que no logró tener el ministro saliente.

Todo esto ha dejado en segundo plano la desvergonzada relación financiera entre parte del mundo político y empresarial, que hacen dudar que nuestros representantes en el parlamento y en los municipios efectivamente representen a quienes les votamos y no a quienes les financian sus campañas.

Mientras tanto, el país se sumergirá en el éxtasis futbolero que se avecina. Si bien se aseguraba que Chile era un firme candidato al título; hoy, se duda de ello, tanto por el alza de algunos de los equipos rivales gracias al buen momento de sus figuras estelares, como por el mal momento de algunas de nuestras piezas esenciales, de los principales equipos del campeonato local –Universidad de Chile, Colo Colo y Universidad Católica- y la ausencia de una renovación, de una generación de relevo de similar peso a la actual. No se ven los herederos del rey Arturo ni del niño maravilla, Alexis. La defensa hace agua y los artilleros andan con la pólvora mojada. Las lesiones hacen el resto para mirar con aprensión las posibilidades de aprovechar la condición de local por parte de Chile.

Con todo, no hay que perder la esperanza. Los partidos hay que jugarlos hasta el último minuto. Ninguno se debe dar por perdido, ni por ganado. Al igual que la vida. Hay que jugársela hasta el final, hasta que las velas no ardan. Con la bandera al tope. Esto vale en futbol y en todo lo demás.

mayo 08, 2015

Cambio de gabinete: las formas también importan

Cuando el país estaba centrado en las peripecias de algunos políticos, ejecutivos y empresarios por justificar lo injustificable, o en los alegatos en la Corte internacional de Justicia en torno a la demanda boliviana para obligar a Chile a negociar una salida al mar, Michelle, de golpe y porrazo, en un dos por tres, anuncia un cambio de gabinete. Lo hace en una entrevista a un animador de televisión privada, diciendo lo que en otra entrevista, de hace poco menos de un mes atrás dijo que no haría a un periodista de la televisión estatal. Para asegurarse que no se filtrara la noticia, tan solo pocos minutos antes de la entrevista le pidió la renuncia a todos los ministros. Anuncia un cambio de gabinete e informa que dentro de las próximas 72 horas tendrá decidido quienes son ratificados, quienes se van, y quienes llegan.

Fallaron las formas, no así el fondo. En efecto, el cambio de gabinete se veía venir desde fines del año pasado, que se desactivó porque se estaba logrando la aprobación de importantes leyes, pero que se aceleró con el caso CAVAL primero, y luego con las boletas ideológicamente falsas. Los involucrados pertenecen al mundo empresarial, profesional, ejecutivo y político, lo que revela la crisis ético, moral y política que estamos viviendo. El cambio se pensaba que sería a la vuelta de vacaciones, o al término del primer año del gobierno, el 11 de marzo, o ahora para el 21 de mayo. Por tanto, se trata de un cambio esperado por todos, moros y cristianos, de derecha a izquierda.

Cambio esperado y cantado como consecuencia de múltiples factores, que permiten visualizar quienes seguramente se irán. Entre estos factores destaca la invisibilidad de muchos de los ministros. Apenas se les conoce, no sé si por déficit comunicacional o porque no han hecho nada. Otros, por encontrarse salpicados por boletas, informes y/o pagos recibidos de PENTA o SOQUIMICH.

Desde que tengo uso de memoria, es primera vez que un cambio de gabinete se anuncia de esta forma. Algunos quieren darle un toque mágico afirmando que Michelle dio un golpe comunicacional, que asumió el liderazgo que la ciudadanía le demanda al tomar el toro por las astas. No obstante mi posición favorable a sus políticas, no puedo sino discrepar de la forma tan burda, con aires de improvisación y cierto dejo de irrespeto por quienes han sido sus máximos colaboradores en todo este tiempo. Las formas también importan. Tampoco recuerdo un cambio de gabinete sin tener claridad sobre quienes se van y quienes se quedan, ni quienes vienen. Ahora todos están en ascuas, en estado de espera. Algunos esperando una llamada de confirmación, en tanto que otros, una de invitación a ser parte del gabinete.

Si bien es cierto que el cambio de gabinete es condición necesaria para superar la crisis política que se está viviendo, junto con recuperar la confianza y credibilidad ciudadanas, no es suficiente. Es clave dilucidar la orientación que adoptará el gobierno en la fase que viene y el rol que jugarán los partidos políticos en la conformación del nuevo gabinete y en esta nueva etapa. ¿Será un gabinete para poner el pie en el acelerador con miras a implementar el programa por el cual fue elegida Michelle? ¿o para poner el pie en el freno?

La duda se despejará cuando se conozca el nuevo gabinete. Por sus rostros e historias, los conoceréis. ¿Volverán los viejos tercios? ¿O llegará una nueva camada? Lo más probable es que veamos una mezcla. La capacidad para gestionar esta mezcla, sin perder el norte, será el mayor desafío de Michelle para recuperar su liderazgo y credibilidad. En caso contrario, los años que quedan se convertirán en una agonía.