febrero 16, 2017

Nacionalpopulismo a la vista

Con la irrupción de Trump, el tablero político mundial se encuentra en jaque. Pocos con dos dedos de frente se hubiesen imaginado que los dardos contra el neoliberalismo, la versión descarnada del capitalismo, provendrían del nacionalpopulismo. El comunismo, el socialismo, el humanismo, el liberalismo parecen verse sobrepasados por esta nueva ola nacionalista y populista.

Una ola que es consecuencia del descrédito de los principales actores de la política, quienes han defraudado las expectativas, las esperanzas de los ciudadanos que depositaron su confianza en ellos. Descrédito que tiene su origen en la corrupción, la que a su vez se explica por la subordinación de la política a la economía. Esta última es la que ha estado definiendo el quehacer político, reduciéndola a la más mínima expresión, máximo logro del neoliberalismo que se ha asociado al internacionalismo y a la globalización por la promoción de tratados de libre comercio, el derrumbe de las barreras arancelarias, de las restricciones al comercio exterior.

Lo curioso es que esta ola nacionalista y populista que está inundando al mundo entero está siendo encabezada por quienes más han usufructuado de estas políticas neoliberales. Es el caso de Trump en EEUU, quien ahora reivindica la protección de los intereses nacionales con independencia del resto del mundo. Y quienes se han visto más perjudicados con las políticas neoliberales no atinan sino a volcar sus ojos en personajes como Trump.

Los causantes últimos del descrédito de la política y los políticos, los dueños del dinero, lograron lo que parecía imposible, que los ciudadanos depositen su confianza en ellos. Desgraciadamente la historia es bastante elocuente al respecto. Basta recordar que los más grandes conflictos, tanto a nivel mundial, como nacional, han tenido lugar cuando la política ha sido asumida por personajes que se dicen ajenos a ella –independientes, apolíticos, militares, religiosos, empresarios-.

Lo expuesto no exime a la clase política de su responsabilidad en la situación actual que se está viviendo y nos obliga, más que nunca, a redoblar los esfuerzos por atajar una ola que nos retrotrae a tiempos de barbarie que lleva a vernos como enemigos antes que como hermanos.

febrero 10, 2017

Ardiente verano

Este verano ha estado marcado, en lo nacional, por los mayores incendios que se registran a lo largo de la historia del país, y en lo internacional, por la irrupción con todo por parte de Trump, como si de un superman se tratara, en sus primeras semanas en la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU).

Los incendios parecen estar ya bajo control, en fase de extinción de los últimos focos, luego de semanas de incertidumbre y dudas. Ahora se entra en fase de análisis, evaluación y reflexión. Ojalá se desprendan las conclusiones correspondientes, se diluciden las causas para poder abordarlas con efectividad y evitar que se repitan. Todo ello con la mirada puesta en el largo plazo de modo de no tropezar dos veces con la misma piedra.

El caso de Trump me hace recordar la expresión de la retroexcavadora con la que se acusó al gobierno de Michelle desde sus primeros días. Al lado de la retroexcavadora con que llegó Trump, la de Michelle era de juguete. Esto, a pesar que Michelle llegó a la presidencia con la mayoría de los votos, a diferencia de Trump, quien es presidente de EEUU gracias al peculiar sistema electoral vigente en ese país, no obstante que obtuvo 3 millones de votos menos que su contrincante demócrata, Hillary.

Lo que está impulsando Trump sí que es una retroexcavadora por cuanto está sacando de cuajo lo que ha sido la esencia del espíritu americano publicitado por décadas, desde que tengo uso de razón. Espíritu caracterizado por su talante abierto a la inmigración, multirracial, promotor de las libertades, no solo en su territorio, acogedor con los perseguidos, sino que en el mundo, la tierra prometida

Trump nos está mostrando la otra cara, la que estaba oculta, la cara por la cual sentían vergüenza, la de la discriminación, la del intervencionismo, la de aquel que se cree superior, la de quienes creen que pueden imponer su voluntad.

Lo que el mundo se pregunta es ¿cuál es la verdadera cara de EEUU? La que ha pregonado desde su independencia o la que representa Trump y sus seguidores?

febrero 02, 2017

Gestión de incendios

Todo indica que la fiebre de incendios que ha estado azotando al país, se está controlando, tanto gracias a los miles de voluntarios como a la colaboración nacional e internacional. Esta última muy significativa, además de encerrar todo un simbolismo que tanto USA como Rusia se encuentren representados con dos aviones de características tan diferenciados y especiales.

La cantidad de incendios en esta época de cada año, al igual que la superficie, y la cantidad de damnificados, aumentan año a año, tendencia que proseguirá inevitablemente si no reaccionamos, si no hacemos nada, si superado “el percance” damos vuelta la página hasta el próximo año. Sería el clásico caso de un país conducido por una agenda concentrada en lo urgente, sin abocarse a lo importante. Incapaces de prevenir, nos pasamos de urgencia en urgencia, tapando hoyos.

Tenemos que dar por hecho que el clima ha cambiado, que los veranos son cada vez más calurosos, que las abundantes y eternas nieves de nuestra majestuosa cordillera, que eran nuestra gran reserva, ya no son tan abundantes ni tan eternas, y por lo tanto aumentan las posibilidades que se incendien nuestras praderas y bosques.

Sobre esa realidad no podemos hacer nada, pero sí podemos actuar para que nuestras praderas y bosques no se incendien tan fácilmente, y para ser más eficaces y eficientes cuando se incendien actuando sobre la gestión de ellos. Esto implica revisar nuestras leyes, normas y comportamientos sobre la materia.

¿Tiene sentido que nuestro cuerpo de bomberos siga siendo voluntario? Si bien nos enorgullece su comportamiento, su sacrificio, su ejemplo, acá estamos frente a una realidad que demanda algo más que voluntarismo y solidaridad: se requiere profesionalismo, recursos tecnológicos y capacidad de manejo.

Lo ocurrido da como para pensar en tener más y mejores aviones para combatir incendios, o en reconvertir los aviones de guerra que tenemos y que por más de un siglo no han entrado en acciones de guerra, excepto para bombardear el palacio de gobierno.

¿Tiene sentido que no tengamos un capacidad mínima de acción por la vía aérea sabiendo que muchas áreas donde se encuentran nuestros bosques son de difícil acceso? Resulta un tanto grotesco observar como vecinos desesperados procuraban salvar sus modestas pertenencias apoyándose con lo que tenían a mano. Tercermundismo puro y duro.

Mientras no cambiemos este enfoque difícilmente saldremos del subdesarrollo. Quizá una de sus características sea justamente esta, la de no tener tiempo para abordar lo importante por estar sumergidos en resolver urgencias.

Así nos la hemos pasado en lo que concierne a la reforma educacional, la reforma de la salud, la reforma previsional, la reforma tributaria, la reforma laboral. Resultado: al final terminamos siendo un país a medias, con el desarrollo a la vista, inalcanzable para los más.

No he tocado el tema de los pirómanos, que es otro punto sobre el que no se me ocurre qué hacer salvo el de generar conciencia por la vía educacional, pero esto último solo serviría para reducir los incendios provocados por negligencias. Me cuesta creer que estemos ante una suerte de banda pirómanos concertados para actuar.