abril 04, 2025

El día después de la guerra comercial desatada por Trump

Foto de visuals en Unsplash

Finalmente, Trump concretó lo que venía amenazando desde que estaba en campaña: alzar los aranceles a las importaciones procedentes de más de 150 países, declarando lo que en los países afectados denominan una guerra arancelaria.

El objetivo perseguido está dado por su slogan de campaña, hacer grande nuevamente a América (“Make Amerika Great Again” -MAGA) por la vía de reducir el déficit comercial y equilibrar el comercio exterior. Lo que buscan Trump y su gobierno, es proteger a la industria estadounidense, desalentando las importaciones de terceros países al encarecerlos por la vía de los aranceles, que no son otra cosa que impuestos a los bienes importados.

Esto lo está aplicando un gobierno de un país, EEUU, que por décadas ha estado promoviendo tratados de libre comercio destinados a facilitar el comercio exterior por la vía de la rebaja de aranceles. Tratados de libre comercio que han sido firmados con innumerables países por parte de gobiernos encabezados tanto por presidentes republicanos (Nixon, Ford, Reagan, Bush padre e hijo), como demócratas (Carter, Clinton, Obama, Biden).

Es claro que Trump está haciendo saltar por los aires lo preconizado por todos sus antecesores, incluyendo su propio partido, el republicano, del cual se ha apoderado gracias a su experiencia en el mundo de las comunicaciones, particularmente el televisivo, y su condición de multimillonario. No está de más recordar que Trump estuvo afiliado al partido demócrata al cual renunció, para después recalar en el partido republicano, del que logró tomar el control, desplazando a su dirigencia tradicional a punta de un discurso que tiene su origen en el Tea Party, una versión ultraconservadora republicana de origen religioso.

No es un misterio para nadie que Trump está buscando reventar todo un orden mundial que en su momento impulsaron los propios EEUU: un orden basado en la libre competencia, buscando facilitar el comercio mundial, por la vía de la reducción aranceles. Un orden mundial que si bien se inició al término de la 2ª Guerra Mundial, se vio reforzado en tiempos de Nixon y de Reagan, ambos republicanos al igual que Trump.

Richard Nixon lo hace en la década de los 70 ordenando a su canciller, Henry Kissinger realizar una visita secreta a la China de Mao con el propósito de reanudar relaciones diplomáticas, y por esta vía abrir y penetrar a un apetitoso mercado conformado por millones de chinos. Nixon y Kissinger hicieron la vista gorda a las características del régimen comunista imperante.

Y Ronald Reagan, también republicano, encabeza, junto con Margaret Tatcher, la cruzada neoliberal que perdura hasta hoy, donde se pregona que cada país produzca aquello en que es más eficiente, dejando que terceros países produzcan aquello en no se es eficiente.

El resultado de las acciones iniciadas por Nixon y Reagan fue todo lo contrario de lo esperado por ellos, que todo el mundo consumiera productos estadounidenses, producidos por empresas estadounidenses en EEUU. A lo largo de estas décadas el mercado norteamericano ha estado siendo invadido por bienes foráneos, y el mercado chino no ha logrado ser penetrado como se esperaba. Los campeones de la libre competencia fueron por lana y salieron trasquilados.

El declive norteamericano en el concierto mundial tanto productivo como económico, es manifiesto, al igual que la emergencia china. Esta constatación es la que a mi juicio explica el MAGA, las actuaciones de Trump. Actuaciones que parecen ser un intento por detener la decadencia de los EEUU y poner coto al crecimiento de la presencia china en el mundo.

La ofuscación de Trump la asemejo a la del matón del barrio que se apoya en la amenaza militar, donde aún ronca bajo el paraguas nuclear. Ofuscación que también es asimilable a la del berrinche del niño que ha perdido la pelota que creía suya. No se puede llevar gratis la pelota a su casa.

No hay otro camino que cerrarle el paso, plantarle cara y hacerle morder el polvo de la derrota. ¿Cómo? Mediante aranceles recíprocos, dejando de comprar productos de origen norteamericano, facilitando el comercio exterior entre nuestros países, fortaleciendo la producción nacional.

La gran lección que deja todo esto es que todo país debe tener una base productiva esencial mínima que le permita sustentarse con autonomía de las acciones de terceros. De lo contrario se corre el riesgo de quedar en pampa y aparezca un personaje como Trump que crea que nos tiene en sus manos. ¿Se entiende?

2 comentarios: