septiembre 25, 2009

Evaluando el debate presidencial

En relación a debates con ocasión de elecciones pasadas, sin perjuicio que subsisten importantes debilidades, hay mejoras sustantivas bajo el formato actual del debate que le han dado mayor dinamismo.

Lo que parece quedar en la retina fue la denuncia de Frei cuando se abordó el tema de la corrupción y la transparencia. Sin embargo el debate fue algo más que eso, en particular, permitió a la ciudadanía conocer los planteamientos generales de cada uno de los candidatos, sobretodo del de menor visibilidad.

Sin perjuicio de lo que digan las encuestas, desde el punto de vista de las expectativas, el gran ganador fue Arrate, candidato que representa a la izquierda dura, la sobreviviente, la que reivindica, orgullosamente, la obra y el legado de Allende. Digámoslo con todas sus letras: Arrate fue quien mostró más aplomo, seguridad, conocimientos y claridad conceptual. Representó esa otra mirada que no está en las otras candidaturas, la de los perdedores, la de los postergados, los discriminados. Para los cánones actuales, Arrate encarnó el derecho a soñar. Fue el único que se desmarcó del pragmatismo, de la resignación que se ha apoderado del grueso de la sociedad, en la que me incluyo. Los demás candidatos no estuvieron a su altura perdidos en la trama de la realidad, de lo concreto. Arrate vio el bosque que los demás no vieron concentrados en las virtudes y defectos de los árboles que configuran el bosque.

De Marco se esperaba mucho más. Era la ocasión para que desplegara sus dotes comunicacionales –como profesional de las comunicaciones en su calidad de cineasta- y que aprovechara el debate para ganar puntos. Era el que más tenía para ganar. No deja de llamar la atención que siendo el más joven de todos los candidatos no tuviera mayores sueños, como sí los conserva el candidato de mayor edad, Arrate. Marco parecía el más aterrizado, preocupado de las finanzas, de la responsabilidad, emplazando a los otros candidatos. Los papeles parecían invertidos.

De Frei, los que conocen su parquedad, no se habían forjado mayores expectativas, por lo que difícilmente pueden haberse visto defraudados. Tan solo sorprendió el misil lanzado al corazón de Piñera al reflotar el eterno dilema que Piñera no ha logrado dilucidar y que terminó por acaparar la atención periodística: su incapacidad para separar sus negocios de la política.

De Piñera se esperaba mucho más. Su elocuencia y facilidad de palabra debieron haberle darle réditos, pero se engolosinó con un mensaje siempre en torno a lo mismo: la puerta giratoria, el candado, etc. Se le observó sin chispa, desencajado, con una expresión fría, poco creíble. Cuesta creerle refiriéndose a los más pobres a uno de los hombres más ricos del país, si es que no es el más rico. El símil con Berlusconi es inevitable. En consecuencia, si hubiese que mencionar al gran perdedor de la jornada, no es sino Piñera, así como el gran ganador fue Arrate.

Del contenido del debate no hubo nada mayormente destacable, salvo las denuncias y alusiones de Arrate, las que invitan a reflexionar en torno a los altos niveles de desigualdad que dominan a nuestra sociedad y la imperiosa necesidad de adoptar medidas conducentes a la construcción de una nación más integrada.

Con todo, es difícil que el debate haya alterado mayormente las preferencias ciudadanas por cada candidato, aunque se visualiza que la distancia entre los candidatos hoy es menor que ayer. Si tuviésemos que distribuir 100 puntos entre ellos, podríamos pensar en 40, 30, 20 y 10 entre el primero (Piñera) y el último (Arrate), con un margen de error de 5 puntos. Si miramos el debate como la largada de la campaña, tendremos segunda vuelta entre Piñera y el segundo, que de momento sería Frei. Todo parece apuntar a que los 10 puntos de Arrate se van a Frei y que los votos a disputar serían los de Marco. De ellos la mitad se van para la casa, ya sea porque se abstendrán en la segunda vuelta o votarán nulo o blanco, porque son votos de protesta que no aceptan, o están cansados de verse enfrentados al dilema del mal menor. Por tanto, son los 10 puntos restantes de Marco los que inclinarían la balanza. Si así fuera, no cabe duda que la llegada final será milimétrica.

Para tranquilidad de los lectores, mis previsiones no son infalibles, por el contrario, rara vez acierto.

septiembre 17, 2009

Pragmatismo y gradualismo

La semana de fiestas patrias se inició marcada por la muerte de Boeninger, ex rector de la Universidad de Chile en tiempos de la Unidad Popular, ex director del Centro de Estudios para el Desarrollo, think tank de la Concertación, ex ministro del primer gobierno de la Concertación, ex senador designado. Todo esto, de acuerdo a lo que sostiene en su última entrevista, sin que haya levantado la mano para pedir un cargo. No cabe duda que su influencia está muy por encima del bajo perfil que siempre cultivó. La Concertación fue lo que fue y es lo que es, por lo que Boeninger promovió e impulsó: la negociación, los acuerdos, los consensos. No pocos adscribieron sin ganas a ese talante que Aylwin describió como el camino de lo posible. Quienes se han estado desencantando, se han ido marginando e intentando crear sin éxito nuevos referentes. No obstante los avatares que ha debido encarar, y contra todo pronóstico, la Concertación está por completar 20 años de andadura gubernamental, reconociéndosele ya como la coalición más exitosa en la historia política nacional.

La gran duda, y para lo cual seguramente nos falta perspectiva histórica, es si las concesiones y acuerdos adoptados entre el plebiscito del 88 y las primeras elecciones presidenciales del 89, fueron los más pertinentes. Sin embargo, preciso es reconocer que un país con posturas tan distantes, no habría resistido una política de choque después de una dictadura. O se tendían puentes, o volveríamos a tener una dictadura.

Hoy, en un país con menos temores, con FFAA inhibidas de intervenir, a pesar del descrédito de los políticos, pareciera que estamos disponibles a debatir entre distintas alternativas de futuro con mayores grados de libertad que en el pasado.

En plena semana de la chilenidad, Magdalena, hermana de Sebastián, el candidato presidencial de la derecha, lanzó un misil inesperado: reflotó una entrevista que le hiciera la revista farandulera COSAS a Marco, uno de los candidatos rebeldes. Entrevista en la que Marco se lamenta de ser chileno, que preferiría ser italiano, y que las fondas y ramadas no le interesan para nada, que cuando va a ellas solo ve votos. Así de simple, desenfadado y con total desparpajo dijo lo que muchos piensan pero no dicen. El tema de una eventual descontextualización de lo que dijo es lo de menos. Lo importante que no pudo desmentirlo. Tú y yo podemos decirlo, pero alguien que a futuro quiere ser candidato a presidente, simplemente no puede decirlo sin tener que pagar un alto precio por ello, el precio de que se lo echen en cara.

Tengo la duda si Magdalena se salió de madre antes de tiempo, sin querer, o bien, lo hizo porque estén sonando las alarmas en el comando de Sebastián. En el primer caso significa que era uno de los misiles que le tenían guardado para una eventual segunda vuelta luego de inflarlo con miras a debilitar a Frei, pero que se le escapó; en el segundo caso significaría que están empezando a temer más a Marco para una segunda vuelta que a Frei. Y por tanto, que prefieren hundirlo ahora porque después quizá no alcancen a pararlo.

Sospecho que el misil fue premeditado, lanzado porque con Marco en segunda vuelta el escenario político puede volverse incontrolable. El naipe se barajaría de otra forma y ahí todo puede ser.

Finalmente, la semanita se adereza con la visita de Aznar, el peón de Bush en Europa, para respaldar la alternancia en el poder a nombre de la estabilidad. La verdad que en Chile la alternancia la hemos tenido desde los 90 porque cada uno de los gobiernos de la Concertación ha tenido su propio sello, su propia identidad. Es imposible desconocer la diferencia que ha existido entre los 4 gobiernos que hemos tenido hasta la fecha. Nadie puede ignorar que el de Bachelet tiene una impronta propia, diferenciada de la de Lagos, así como el gobierno de Aylwin tuvo su propio sello. Los 20 años de Concertación no han desestabilizado al país, muy por el contrario, le ha dado una continuidad, una estabilidad inédita y desconocida por estos lares.

septiembre 11, 2009

¿Del cielo al infierno?

Desde chico que no he podido sustraerme al embrujo del futbol, aunque por largos años me alejé de él. Los partidos anodinos, con mucho mediocampo, defensas cerradas, juegos arratonados, resultados escuálidos, y estadios vacíos, me desalentaron.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, como un imán que atrapa, sigo las peripecias futboleras, acicateado por un futbol más atractivo, una generación de jugadores de excepción con una disposición distinta, virada, respecto de lo que estábamos acostumbrados.

Si a esto agregamos la disponibilidad de un técnico como el loco Bielsa y la privilegiada posición que estamos ocupando en estas eliminatorias, podemos entender que antes de los traspiés de esta última fecha sintiéramos que estábamos tocando el cielo.

Los dos últimos partidos nos han vuelto a tierra, a la realidad. El empate con Venezuela, frustrante porque estando en las nubes, no lo teníamos contabilizado. Y la derrota ante Brasil, frustrante porque si bien estaba dentro de los pronósticos, los teníamos en el bolsillo al remontar un marcador adverso, tener un jugador adicional. Hubo pasajes en los que Chile parecía estar bailando samba ante los brasileros. Sin embargo, al final tuvimos que morder el polvo de la derrota.

¿Qué pasó? Siendo estos momentos de frustración y rabia es bueno hacer un alto y aterrizar. Seguimos encumbrados, en la parte alta de la tabla, y nuestras posibilidades de clasificar continúan vigentes. Sin embargo cabe preguntarse ¿en qué fallamos? Y la verdad es que fallamos en lo de siempre: cuando creemos que tenemos los partidos en el bolsillo, los perdemos o empatamos por desaplicaciones, por desconcentración, por pifias puntuales, por falta de regularidad. Aunque debemos convenir que estos momentos, son cada vez los menos gracias a un plantel de jugadores jóvenes excepcionales capaces de mirar de frente a cualquiera. Ya nos paramos sin problemas en cualquier cancha del mundo, sin apocarnos, con osadía. Ante Brasil, en su casa, jugamos de igual a igual, con una actuación que nos dignifica.

Sin embargo algo nos sigue faltando. Como en la construcción de una casa, ya tenemos la obra gruesa, y lo que nos fallan son las terminaciones, para lo cual se requiere algo más que maestros chasquillas. Es el gran salto que nos falta y eso requiere disciplina, profesionalismo, un proceso. Aún no estamos como para llegar y juntar a los mejores, ponerlos a cargo de un buen técnico y ya está. No, ni siquiera Argentina y Brasil que cuentan con planteles estelares de sobra pueden darse ese lujo en la actualidad.

Por eso creo que la actuación de Chile es entusiasmante, pero para que lo que estamos haciendo sea consistente, sustentable, hace falta un proceso de largo plazo, una política deportiva de largo alcance que no veo por ninguna parte. Un proceso que nos otorgue la disciplina para estar los 90 minutos inmersos en el partido sin distraernos, y con la sangre fría para no debilitar el equipo mediante expulsiones infantiles. Mientras no dispongamos de esta política deportiva, y de este proceso, los resultados serán siempre efímeros, sujetos al chiripazo, generándonos alegrías y tristezas intermitentes.

septiembre 04, 2009

Nadie puede cantar victoria

Estando por entrar al período electoral propiamente tal, definido por el período legal de campaña, ya se tiene una fotografía del momento producida por el CEP, a quien todos parecen creerle. El cuadro muestra pocos cambios en relación a la foto tomada tiempo atrás. Sintetizando, se tiene una distribución del orden del 40% (Piñera), 30% (Frei), 20% (Enriquez-Ominami) y 10% (Indecisos, no saben, etc.).

En realidad todos tienen algo menos que esos porcentajes, pero más o menos, este es el panorama. Tanto Piñera como Frei aparecen estancados, en tanto que Marco crece. En estricto rigor, más allá de las sonrisas forzadas y el optimismo de la boca para afuera, todos debieran tener profundas razones para sentirse defraudados.

Piñera hace rato que está parado, que no crece, que es incapaz de cruzar el umbral del 50% a pesar del tiempo que lleva en campaña y de los millones que nos tira por la cara con una campaña publicitaria atosigante e ilegítima por estar fuera de los plazos legales. En términos económicos cada voto le está costando más de un ojo de la cara. Pareciera que tuviera recursos como para tirar por la ventana.

Frei parece una hormiga trabajadora, perseverante, que no se arruga ni se arredra ante nada, pero su porcentaje, a esta altura del partido, deja que desear. Y deja mucho que desear porque con la adhesión ciudadana que concita el gobierno, su candidatura debiera estar punteando. Ni siquiera sumando los porcentajes de todas las candidaturas, sin incluir a Piñera, alcanzan el porcentaje de aprobación de Michelle.

Este pareciera ser un fenómeno inédito, en el que la población ha disociado a Michelle de la Concertación. Como si ésta no tuviese nada que ver en el accionar de Michelle, como si el éxito de Michelle fuese a pesar, y no gracias a la Concertación. Como si la Concertación no tuviese nada que ver con las políticas que está implementando Michelle y que la ciudadanía califica como exitosas. Esto a pesar que Michelle se declara y actúa como concertacionista. Por tanto, lo que pareciera estar limitando las posibilidades de Frei, serían las peleas chicas que se han dado al interior de la coalición concertacionista a vista y paciencia de todos.

Marco en tanto crece por debajo de lo que necesita para el tiempo disponible, a un ritmo insuficiente para alcanzar a llegar a la segunda vuelta, aunque suficiente como para dañar a la candidatura de Frei. Por momentos da la sensación que su estrategia apunta a posicionarse para las elecciones del 2014, sin importarle el daño que su presencia y sus ataques generan en las posibilidades de Frei.

Los resultados de la encuesta lo confirman: Piñera no sube, pero no baja, o sea, la irrupción de Marco no le perjudica; Frei baja levemente, o sea, Marco crece a partir de la baja de Frei y de algunos indecisos. Para Piñera el mejor escenario es una segunda vuelta entre él y Marco, momento en el que sacará toda la artillería de ataque que mantiene guardada contra él.

Sin embargo este escenario lo veo muy poco viable, dado que de acá a diciembre será poco más lo que podrá avanzar. Por tanto, lo más probable, lo casi seguro, es que tendremos una segunda vuelta entre Frei y Piñera. Mientras más avance Marco, más debilita las opciones de Frei. En consecuencia, sin querer queriendo, está jugando a que gane Piñera, olvidando que una vez instalado, será muy difícil destronar a una derecha que haya logrado concentrar, acumular bajo su férula el grueso del poder económico, comunicacional y político.