octubre 31, 2006

Voluntarismo bomberil insostenible

Escribo estas líneas a raíz de un reciente amago de incendio. Llamas acompañadas de un humo denso y amenazante indujeron a la alarma de la vecindad. Al llamado telefónico arribó poco después el carrobomba para entrar en acción. Fue penoso observar el estado en que se encontraban las mangueras: salía más agua por sus perforaciones que por el pitón. Siendo ya de noche, y debiendo entrar en acción las linternas, éstas se encontraban con sus baterías agotadas. No obstante ello, el fuego logró ser controlado gracias al esfuerzo bomberil. Omito muchos detalles para no aburrir al lector, pero el hecho permitió constatar la realidad bajo la cual operan los bomberos: una precariedad total de recursos para una actividad que además es voluntaria. En los tiempos actuales esto es un anacronismo total. En la actualidad los efectos de los incendios pueden llegar a ser devastadores. Voy a citar tan solo dos factores: hoy existe mayor propensión a favor de los incendios como consecuencia del calentamiento global, esto es, de las mayores temperaturas; y la mayor densidad poblacional. El primer factor afecta la propensión hacia el incendio por los fuertes calores, el segundo factor incide en el impacto de un incendio por la fuerte concentración de personas y difucltades de acceso al sitio del suceso. Si a esto agregamos la acción inescrupulosa de no pocos, y el carácter voluntario que tiene el quehacer de los bomberos, solo nos cabe concluir que estamos ante una bomba de tiempo. La solución pasa por profesionalizar la actividad y asignarle los recursos que permita a sus actores desenvolverse como tales. Como en muchos otros temas, todos sabemos lo que ocurre, y aunque todos sabemos los cambios que hay que hacer, las fuerzas de la inercia, del statu quo, impiden la realización de tales cambios. Hace ya mucho tiempo que la actividad bomberil requiere una urgente cirugía mayor. Uno de nuestros orgullos nacionales es el ser el único país del mundo –al menos ese es el dato que dispongo- donde los bomberos son voluntarios. A pesar del desarrollo de nuestras ciudades, del avance tecnológico, de la envergadura que pueden asumir los incendios en la vida moderna y de los costos que ellos encierran, nuestros bomberos siguen siendo amateurs, no profesionales. Nuestros hombres del fuego son pobres de solemnidad y eso nos llena de orgullo y satisfacción. Cuando uno de ellos muere en pleno acto de arrojo por la mera satisfacción del deber cumplido, la patria le llora, le rinde pleitesía. Pero como con plata se compran huevos, para financiar sus actividades que demandan carros bomba, mangueras, escaleras cada vez más sofisticadas, periódicamente se deben realizar campañas de donaciones voluntarios y a las empresas se les piden aportes extraordinarios. La solución pasa por profesionalizar la actividad y asignarle los recursos que permita a sus actores desenvolverse como tales. Como en muchos otros temas, todos sabemos lo que ocurre, y aunque todos sabemos los cambios que hay que hacer, las fuerzas de la inercia, del statu quo, impiden la realización de tales cambios. Hace ya mucho tiempo que la actividad bomberil requiere una urgente cirugía mayor. Todos sabemos que los tiempos no están para bollos, pero así y todo, seguimos manteniéndonos enhiestos y orgullosos de nuestros cuerpos de bomberos voluntarios, aunque de cuando en cuando en sus cuerpos directivos asomen escándalos por malos manejos financieros, así como bomberos que se aprovechan de la ocasión tentándose con pertenencias ajenas.

octubre 20, 2006

Por un desarme total

A raíz de la reciente prueba nuclear efectuada por Corea del Norte se ha reactivado la amenaza nuclear. EEUU ha advertido que adoptará medidas en caso que se produzca una nueva prueba similar. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas ha aprobado una resolución que sanciona a Corea del Norte por la realización del ensayo nuclear subterráneo. Las fuerzas del “bien” procuran atajar a las fuerzas del “mal”. De esta forma se nos presenta la noticia.

En tiempos de la guerra fría, la amenaza de la guerra nuclear era pan de cada día. Tanto EEUU como la entonces Unión Soviética tenían la capacidad nuclear suficiente para destruir el mundo. Paradojalmente esa misma capacidad constituyó el disuasivo para que no ninguna de las dos potencias nucleares hiciera uso de ella. Con el derrumbe del imperio soviético a fines de los 80, se produjo una sensación de alivio al pasarse de un mundo bipolar a un mundo unipolar en el que no habría necesidad de recurrir a la amenaza nuclear.

Sin embargo la realidad ha resultado ser más fuerte. Desde entonces, si no antes, el imperio dominante –léase EEUU- no ha hecho sino alimentar la proliferación nuclear. Ella no se ha detenido, y a EEUU le cabe una cuota importante de responsabilidad, especialmente a sus traficantes de armas. El club nuclear ha sido alimentado en lo sustancial por los mismos estadounidenses que hoy ponen el grito en el cielo por el ensayo nuclear norcoreano.

La conducta de los países que poseen bombas nucleares es hipócrita y me hace recordar a aquel “niño” que teniendo un “juguete” no quiere que otro “niño” tenga un “juguete” similar, por lo que intenta quitárselo. Acá la única reacción decente y racional que cabe es el desarme total. Estamos hablando de “juguetes” con una capacidad de destrucción que excede nuestra imaginación.
Las investigaciones conducentes a la primera bomba atómica se iniciaron en 1942, siendo detonada la llamada bomba A en 1945 en el desierto de Nuevo México (Estados Unidos). El responsable de dicho proyecto, Julius Oppenheimer, años después se opuso a su desarrollo, lo que le valió la acusación de “pro-comunista”. Desde entonces se han efectuado innumerables pruebas, inicialmente a nivel de superficie, y posteriormente de carácter subterráneo. Las explosiones de Hiroshima y Nagasaki mostraron a la faz del mundo las consecuencias de un ataque nuclear sobre la población civil.

Desde entonces las pruebas nucleares han ido en aumento y más y más países realizan esfuerzos por incorporarse a este “selecto” club. Actualmente 8 países cuentan con bombas atómicas para hacer pedazos el mundo una y otra vez.

Insisto, si queremos ser serios y no ofender la razón, lo único que cabe es detener este irracional proceso de armamentismo nuclear e iniciar un proceso de desarme nuclear sin excepciones. Cualquier otra política no es más que música y no hace más que justificar la pretensión de más y más países por poseer “juguetes” nucleares. En definitiva: ¿por qué yo no puedo tener el juguete que tienes tú?

octubre 06, 2006

Al fin una mirada global a la educación

El Consejo Asesor Presidencial de Educación entregó recientemente su tan esperado informe de avance cuyo informe definitivo saldrá a fines de año. Recordemos que este consejo nació gatillado por las masivas protestas estudiantiles, que si bien partieron por temas operativos tales como los pases escolares y el precio de la PSU, terminaron por objetar la educación en su conjunto, desde la formación del profesorado hasta la ley orgánica constitucional de educación (LOCE), pasando por la jornada escolar completa (JEC), la gestión, la segmentación, el financiamiento y el estatuto docente, entre otros temas.

Los pingüinos pusieron sobre la mesa lo que estaba escondido bajo la alfombra: los problemas que enfrenta la educación en Chile. Hoy existe la posibilidad cierta de abordarlos en su conjunto, sistémicamente, por parte de todos los actores involucrados.

Si hacemos un repaso del enfoque con que estos temas eran enfrentados, veremos que primaba una visión reduccionista, parcial. Por ejemplo, la LOCE fue promulgada el 10 de marzo de 1990, esto es, un día antes que la Concertación asumiera la conducción del gobierno. No hay que ser muy avispado para asumir que ello no fue obra de la casualidad y que esta ley, junto con la municipalización educacional en 1981, ha condicionado todo el desarrollo de la educación hasta la fecha.

Desde entonces -en virtud de una correlación de fuerzas políticas condicionada por un sistema electoral binominal concebido como traje a la medida de la derecha-, lo que se ha hecho no son sino parches.

En lo sustantivo, la LOCE no ha sido tocada. El estatuto docente generado en los primeros años de la Concertación nació ante el cuadro de absoluta indefensión en que se encontraba el profesorado, pero no miró sus eventuales consecuencias. La JEC parece haber centrado la energía en la infraestructura física, obviando la habilitación de dicha infraestructura y el aprovechamiento de la mayor disponibilidad de tiempo. El mayor financiamiento que ha tenido la educación no ha logrado expresarse en mejores resultados educativos, olvidando la fuerte reducción del gasto público en educación en los tiempos aquellos.

La deficiente gestión educacional municipal, tan vapuleada y no sin razón, tiene su origen en que el traspaso de las escuelas y liceos realizado en 1981 desde el Ministerio de Educación a los municipios se realizó sin ser acompañado del correspondiente traspaso de atribuciones, recursos y capacidades. Qué otra cosa podíamos esperar entonces que no fuera la realidad educacional actual?

Lo mismo vale respecto de la gestión de los establecimientos, cuyos directores fueron designados por su afinidad con el régimen militar en carácter de inamovibles. Solo recientemente ha podido modificarse esta situación para que dichos cargos sean resueltos por concurso.
En fin, para qué seguir. Por ello creo que la labor que está realizando el consejo de educación es una oportunidad preciosa, tanto para encarar sistémicamente el problema educativo nacional, como porqué en él participan no solo los expertos, sino que todos los actores involucrados –profesores, apoderados, estudiantes, universidades, gobierno-.

octubre 02, 2006

Reciclables

Vivimos tiempos de vorágine, donde todo parece cambiar incesantemente. La vida útil de los bienes/servicios se está reduciendo progresivamente, salvo la de nuestras vidas, pero no la de nuestro período laboral. Me asombra constatar la frecuencia con la que renovamos nuestro vestuario, nuestros electrodomésticos, nuestros conocimientos, nuestros trabajos. En cuanto a los bienes y servicios, ya sea por la atosigante publicidad que nos invita a estar a la última moda, ya sea por la aparición de nuevos modelos de los mismos productos con nuevas y mayores capacidades. Me asombra constatar la volatilidad de los puestos de trabajo. Parecen acabarse aquellos tiempos en los que se ingresaba a una empresa y se jubilaba en ella. El nuevo paradigma es el de “andar a salto de mata”, cambiarse de un lugar a otro, con la correspondiente reducción del nivel de compromiso de la empresa con el trabajador, y de éste con la empresa. Quienes tienen las competencias y/o los pitutos más apetecibles del mercado son los que no pueden sustraerse a la seducción de niveles de remuneración más elevados en nuevos puestos de trabajo para satisfacer sus crecientes y sofisticadas necesidades. Ello aún a costa de mayores niveles de tensión, de deterioro de la vida familiar y de la convivencia social. Todo sea por “ascender”. Quienes no tienen las competencias más demandadas y/o los contactos requeridos corren serio riesgo de ver cercenada su permanencia en el mercado laboral. Surge entonces la necesidad de capacitarse, de renovarse, de multiplicarse, de recrearse, de reinventarse, de buscar nuevos horizontes, nuevas oportunidades. En efecto, lo que empezó como “algo lógico” en la evolución del mundo, está terminando por desestabilizar y precarizar nuestro trabajo. Bajo esta realidad, ¿cuántos de nosotros podemos creer que podremos llegar a la edad de jubilar “trabajando”? ¿no habrán otros más jóvenes, más actuales, capaces de ser más eficientes, más productivos? El progreso, la modernidad, los avances, la innovación, la globalización, la competitividad, como quiera que se definan, muestran estas características que se pueden resumir en el surgimiento de la persona de “usar y tirar” como de alguna manera lo anticipara Aldous Huxley en su “Un mundo feliz”. En este contexto, de aceptación acrítica, impotente y sin mayor reflexión de lo que ocurre en los tiempos que vivimos, como si todo fuera irremediable, lo que empezó como un camino de progreso liberador, se está volviendo en contra nuestra. En un mundo reciclable, donde es bicho raro aquel que se mantiene por años con el mismo trabajo, el mismo automóvil, viviendo en la misma casa y con la misma señora, no debiera extrañarnos que de la noche a la mañana nos quieran tirar a la basura, ni que se le haga el quite al compromiso, y a la responsabilidad consiguiente.