octubre 27, 2005

¿Sentimientos de culpa?

El último comentario recibido comienza con la sugestiva frase: “Por favor no mas mea culpas por el golpe del 73!!” centrando la responsabilidad de lo ocurrido en Chile hace ya más de 30 años en el gobierno norteamericano encabezado por Nixon, eximiendo indirectamente al gobierno de Allende de toda responsabilidad, o minimizándola.

Compartiendo en lo sustantivo el planteamiento de mi querido lector, lo que nos anima no son sentimientos de culpa, sino que la aspiración de aprender a partir de lo ocurrido. Más allá de plantear culpas y responsabilidades de otros, por lo demás suficientemente conocidas y que el tiempo se está encargando de desnudar, se trata de identificar en qué fallamos nosotros, cuáles fueron nuestras responsabilidades. Tener al frente a regímenes que no trepidan en actuar gangsterilmente, como ocurrió con el gobierno norteamericano de entonces, es un dato que no se puede soslayar y que querámoslo o no, condiciona nuestra propia actuación. No tomar en cuenta una determinada realidad político-social puede conducir a males peores que los que se desean evitar.

Lo que estoy afirmando ni yo mismo me lo creo en plenitud pues sé que conlleva el alto riesgo del chantaje. Es una disyuntiva desagradable, “penca”. Es aplicar el axioma de “hacer lo que se puede, no lo que se quiere” en contraposición a “hacer lo que se quiere”. La frase “voluntad es poder” está bien para el bronce o para quienes tienen el poder a su lado, pero para los que no tienen el poder, no lo es.

Quién define lo que se puede y lo que no se puede? Quienes tienen el poder. El gobierno chileno, a mi modesto entender, está transitando por el camino de lo posible, de lo que las circunstancias y el poder que dispone le permiten, no lo que aspira. No se trata de que hayamos matado nuestros sueños. Éstos se encuentran plenamente vigentes, su concreción se encuentra pospuesta hasta que las circunstancias y el poder lo permitan. Lenta, parsimoniosamente se han ido extendiendo las fronteras de lo viable, pacíficamente, democráticamente, traspirando la gota gorda. Que se puede hacer más? Avanzar más rápidamente? Es muy probable, pero no resulta fácil evaluar cuán viable es estirar más o menos estas fronteras, porque al otro lado también hay fuerzas que intentan estirarlas en sentido contrario.

Por momentos pareciera que “nadie sabe para quien trabaja”. Desde los partidos comunista y humanista se busca abrir una alternativa distinta a la Concertación, conducta muy legítima por lo demás y con argumentos muy sólidos que no podemos sino compartir, particularmente cuando de denuncias se trata. La Concertación se ha fosilizado, pero comunistas y humanistas no ofrecen una alternativa viable en las circunstancias actuales. Y en la práctica no están sino reforzando a las fuerzas de derecha. Como la tesis del MIR en los 70: “hay que extremar las contradicciones del sistema para que explote, porque de ahí saldrá el sol y la luz consiguiente”. En concreto, la actuación del PC y del PH debilita la Concertación y favorece a la derecha. Es duro lo que estoy afirmando porque el concepto de viabilidad es relativo y viene dado por la correlación de fuerzas reales existentes y también podría decirse lo contrario: que fortaleciendo a la Concertación indirectamente se estaría fortaleciendo a la derecha.

Mi visión, no temo en reconocerlo, antes que en sentimientos de culpa, se basa en que en el pasado nos pasamos películas, nos creímos el cuento, sin dimensionar la magnitud de los asesinos que teníamos al frente mientras hacían gárgaras con la democracia. Hasta el día de hoy no dejan de sorprendernos. Mi visión se basa en que los líderes de entonces nos aleonaban a los veinteañeros para “parar al fascismo”, “crear milicias populares”, sin sospechar siquiera la que se venía. El sufrimiento de los que no sobrevivieron a la barbarie, y de los que alcanzamos a sobrevivir, no puede ser en vano.

No hemos renunciado a la justicia social, a vivir en una sociedad más justa, con menos inequidad, sí hemos renunciado a dejarnos matar.

octubre 21, 2005

Ofertones electorales

A pesar que del primer debate entre los 4 candidatos presidenciales no me había hecho mayores expectativas, he quedado con una sensación de defraudación. Mucha palabrería, mucho ofertón electoral, poca sustancia. Es cierto que en el lapso de tiempo disponible no resulta fácil expresar conceptos, ideas, proyectos, pero con todo debería existir la capacidad para dibujar los sueños y caminos para alcanzarlos. Nada de eso ocurrió. Todo indica que el país discurre por una senda, la que uno puede apostar que no sufrirá mayores alteraciones a pesar de las críticas y objeciones que se le hacen.

No dejó de llamarme la atención los ataques que de derecha a izquierda se lanzaron contra el gobierno encabezado por Lagos, a pesar de contar con una mayoritaria aprobación ciudadana que ningún otro gobierno anterior ha alcanzado. Ataques que no fueron neutralizados por Michelle, quien se asume que representa su continuidad.

Quedé con la percepción que gane quien gane, da lo mismo: la incidencia de la política en la vida nacional –y me atrevería a afirmar que a nivel mundial- pareciera ser insignificante. El poder político habría sido asaltado por el poder económico. Quizá de siempre haya sido así, pero antes uno tenía la sensación que podía cambiar el curso de la historia. Hoy en cambio prima una sensación de impotencia, que las cartas están echadas. A veces me pregunto para qué hacemos elecciones, para qué tanta fanfarria, cuando las encuestas ya lo predicen todo.
Las puesta en escena fue sintomática, cual paleta de colores, los candidatos se dispusieron físicamente de izquierda a derecha en el mismo orden de pensamiento. En el extremo izquierdo estaba la candidatura del PC y PH, luego Michelle de la Concertación, Sebastián en representación de la derecha de RN, y por la extrema derecha, Joaquín.

Este último, siguiendo el libreto fijado por su comando y fiel a su discurso de las últimas semanas se centró en su tema favorito, el de la mano dura con fuertes ataques tanto al gobierno de Lagos como a la candidatura de Michelle. Su discurso se apoya en la legítima aspiración de orden y seguridad que anida en cada uno. Sin embargo su enfoque está centrado en acciones represivas antes que en abordar las causas profundas y que se centran en la desigualdad, la que si bien se remonta a tiempos históricos, fue agravada con la dictadura, no ha sido resuelta bajo los gobiernos de la Concertación, y bajo el paradigma político-económico vigente no se visualizan soluciones de fondo.

Y ese es el déficit que me dejó el debate: frases de buena crianza, conejos que salen del sombrero, voladores de luces. Como que nadie la da con el palo al gato.
Tomás me interpreta totalmente en sus denuncias, particularmente cuando enrostra a la derecha su cara de palo por aspirar a ser alternativa de gobierno para consolidar un modelo económico que en vez de resolver el tema de la desigualdad, lo agudiza. Si bien también comparto con Tomás sus críticas a la Concertación, a la que responsabiliza por administrar el modelo imperante sin mayores pretensiones de modificarlo sustantivamente, otra cosa es con guitarra. Con todo, la Concertación debe hacer más, debe reafirmarse en sus principios antes que en el pragmatismo, porque esa senda terminará por anularla como fuerza capaz de cambiar el curso de la historia.

No obstante mi voto no estará con Tomás, por una razón eminentemente práctica. No estoy para saludos a la bandera ni votos testimoniales. Yo voto por la alternativa que más me gusta solo cuando tiene posibilidades reales de triunfo; en caso contrario voto por quien menos me disgusta. No estoy disponible para que como consecuencia de mi opción de voto tenga alguna opción de triunfo, y gane quien no deseo de manera alguna que gane. Ello, tan solo por darme el gustito de votar por quien más me gusta. Menos para que haya una segunda vuelta que solo ayuda a envalentonar a la derecha, que ya se dio el gustito seis años atrás cuando logró llevar a Lagos a una segunda vuelta, debilitando su candidatura y precarizando su gobierno.

Quiero decirlo con todas sus letras: este principio básico que rige mi actuación electoral tiene su raíz en el golpe del 73, donde por “quererlo todo, nos quedamos con nada”.

En lo personal, mi alternativa, hoy por hoy, es Michelle, para que con un triunfo contundente en una primera vuelta tenga la fuerza suficiente, para enfrentar los poderes fácticos de la derecha y efectuar los drásticos cambios que se requieren con el suficiente piso político para que no se le mueva el piso.

octubre 12, 2005

Islas cárceles

Uno de los candidatos a la presidencia ha querido poner sobre la mesa el tema de la delincuencia a raíz de ser una de las preocupaciones centrales de los chilenos. Si bien acierta al ponerlo sobre la mesa, se equivoca medio a medio en la forma de abordarlo, así como en las medidas que propone. De hecho lo banaliza, lo faranduliza, lo trivializa, lo manipula, lo manosea, lo trapea, lo chacotea, lo caricaturiza.

Sus propuestas son simples, básicas, sin capacidad alguna de recoger toda la complejidad que el tema tiene ni la relación causa-efecto que posee en otras variables. Estas propuestas se reducen a mano dura, más carabineros, más cárceles, y ahora último saca de la manga la creación de una isla-cárcel. Apela a lo instintivo, a la búsqueda de seguridad que anida en cada uno de nosotros. Desgraciadamente la realidad es más fuerte.

De sus acciones cuando fue alcalde, ya sea en Las Condes como en Santiago, no queda nada. Ni las peras de agua, ni los buses ejecutivos, ni las playas mapochinas, ni las canchas de nieve, ni los botones de pánico. Y ahora nos viene a vender la pomada que es capaz de detener la delincuencia. Por momentos siento que ofende nuestra más mínima inteligencia.

Primero, su visión de la delincuencia es unilateral. Si, porque sus denuncias apuntan a robos, asesinatos, violaciones, escapes en que no están involucrados delincuentes de cuello y corbata o uniforme. No le he escuchado ni una sola palabra sugiriendo mano dura contra Pinochet y sus secuaces, comprometidos en múltiples procesos. En estos casos, conminado a responder, solo atina a afirmar, suavemente, que hay que dejar que la justicia actúe.

Segundo, su receta pone el acento en la represión. Si, solo se le ocurre imponer leyes draconianas, dar más poderes a los policías para reprimir, más carabineros. Solo falta que sugiera cortar las manos a quienes roben, cortar el pene a quienes violen, cortarles la cabeza a quienes asesinen. Ojo por ojo, diente por diente.

Tercero, su enfoque es mercantil. Si, tiene la convicción que es un problema de incentivos. Que el delincuente no tiene incentivos para no delinquir, ni desincentivos para delinquir. Es la lógica económica aplicada al mercado delincuencial. Lo último que se le ocurrió es mandar a los delincuentes a una isla. Que se pudran. De esta manera el delincuente razonará: si asesino corro el riesgo que me manden a una isla y allá me podriré. Por tanto, no me conviene asesinar. Lógica impecable, pero que no funciona en la práctica. Si fuera por eso más vale matarlos a todos y nos ahorramos cárceles, su mantenimiento, y capaz que tengamos un país de las mil maravillas.

Cuarto, no va al meollo, esto es, a las causas de la delincuencia. Y estas causas, desafortunadamente son múltiples y tienen su base en la persistente desigualdad en una sociedad que excluye, que no proporciona oportunidades laborales a que no tienen las competencias requeridas por el mercado, y que por el contrario, solo ven caminos cerrados.

Quinto, las islas cárceles han sido abandonadas por sus altos costos y no cumplir con la función rehabilitadora que se presume tiene toda cárcel.

En fin, el tratamiento que Lavín da al tema es poco serio, irresponsable, que impide abordarlo como corresponde.

octubre 06, 2005

Duración de las carreras universitarias

Por momentos pensé que se trataba de una estrategia futbolística cuando un ministro de Estado hizo mención al modelo 4-2-2, pero los números no me calzaban pues tradicionalmente se habla del 4-3-3, 4-2-4 u otros como táctica o posicionamiento de los jugadores en una cancha para encarar a un equipo rival.

Pero no, el ministro estaba hablando del modelo de educación superior que están implementando –o tratando de implementar- algunos países de mayor desarrollo. Esto va en línea con la idea de cotejarnos con quienes están por sobre nosotros en materia de desarrollo.

El modelo 4-2-2 apunta básicamente a que los programas de pregrado -las carreras profesionales- no tengan una duración superior a 4 años, en tanto que los programas de posgrado, ya sea de magíster como de doctorado, 2 años cada uno. Considerando que acá nuestras carreras profesionales clásicas tienen una duración de 6 años, un modelo de estas características en nuestro país tendría un carácter revolucionario pues involucraría su acortamiento en 2 años. La reacción ha sido inmediata.

El tema es complejo y tiene sus bemoles. Por un lado, efectivamente, en la práctica, las carreras en nuestro país son extremadamente largas. Siendo las carreras en sí definidas para ser cursada en un determinado número de años, en la realidad el tiempo que realmente los alumnos cursan sus carreras supera con creces ese número, con excepción de unas pocas carreras. O sea, carreras cuya duración es de 6 años, terminan siendo cursadas por los alumnos en 7, 8 y más años. Este retardo revela problemas que pueden ir desde que los mecanismos de selección que se aplican a la entrada no son los más adecuados, que los programas de estudio se encuentran excesivamente recargados, hasta que los procesos y/o recursos educativos que se están implementando no son los apropiados.

Por otro lado, en nuestro país existe un proceso de selección para el ingreso a las universidades a través de una prueba nacional, el PSU (Prueba de Selección Universitaria), la que más que seleccionar académicamente, pareciera que lo hiciera económicamente. Existiendo y aplicándose esta selección, se presume que los alumnos aceptados en las universidades se encuentran aptos para cursar las carreras seleccionadas. Sin embargo, los niveles de repitencia, deserción y retardo que dominan la escena universitaria siembran dudas al respecto.

¿Y de dónde provienen quienes ingresan a las universidades? De una educación básica y media cuyos niveles de calidad están fuertemente cuestionadas. Una baja calidad en estos niveles impacta negativamente sobre la educación superior, lo que por cierto no exime a ésta de la responsabilidad que le cabe en lo que le corresponde.

En este contexto, cualquier disminución en la duración de las carreras debe ser abordado un términos sistémicos, lo que implica necesariamente abordarlo en conjunto con el tema de cómo llegan los alumnos (calidad en la educación básica y media) y dónde van a parar las personas y profesionales que forman las universidades (sociedad y mercado laboral).

octubre 01, 2005

No siempre se gana

Nos encontramos ante una orden de captura internacional contra Andrónico Luksic, heredero de la mayor fortuna en este país, y sobre otros dos ex ejecutivos de Luchetti Perú, todos declarados reos contumaces por no presentarse a declarar ante los tribunales peruanos.

Los tres están siendo inculpados por tráfico de influencias, imputación respaldada mediante cintas de video que fueron exhibidas en el Congreso peruano, donde se muestra a uno de los ex ejecutivos de Luchetti participando en una reunión con uno de los personajes más siniestros de los tiempos de Fujimori: Vladimiro Montesinos, en su tiempo asesor presidencial y jefe de seguridad nacional. Por ello se les llamó Vladivideos. Montesinos fue el responsable de montar todo un sistema de recaudación y distribución de fondos basado en el chantaje, apoyándose en la filmación subrepticia de las reuniones que sostenía. Es así como en sus redes cayeron militares, políticos, jueces, empresarios. Pocos escaparon a su embrujo. Actualmente se encuentra preso por corrupción y tráfico de armas.

Hace ya 10 años el grupo Luksic inicia la construcción de una planta industrial en Perú con una inversión sobre los US$ 30 millones teniendo las autorizaciones correspondientes que posteriormente fueron anuladas por razones medioambientales. En este contexto Montesinos aparece ofreciendo sus buenos oficios para levantar las restricciones. No es necesario pensar mal para percatarse que estos buenos oficios no surgen a título gratuito.

Dado el tiempo transcurrido desde la ocurrencia de los hechos, se apeló a la prescripción del caso, lo que fue rechazado por los tribunales peruanos. La defensa reclama discriminación porque se establece un período de 8 años en circunstancias que en otros casos se ha otorgado prescripción de 6 años.

Cuando se trate de causas en que se encuentren chilenos involucrados, resulta difícil pretender pensar que no exista discriminación, tanto en Perú como en Bolivia. Quienes alguna vez han pisado suelo peruano o boliviano conocen de sobra los sentimientos antichilenos que se encuentran fuertemente enraizados en la cultura popular de dichos países y que tienen un origen que se remonta a la historia y que ha sido perpetuado por sus sistemas educacionales.

Me cuesta creer que Luksic, así como muchos otros empresarios, no estén en conocimiento del terreno arenoso en el que incursionan. Ellos más que nadie saben que invertir en Perú o en Bolivia, así como en muchos otros países, no es broma, sobre todo cuando de inversiones chilenas se trate. Y si lo hicieron era porque esperaban rentabilidades consistentes con los riesgos que corrían. No siempre se gana. Los riesgos tienen su costo.