marzo 28, 2013

Guapeando y hablando

El martes por la noche, el país se concentró en un partido trascendental para las eliminatorias del próximo mundial a celebrarse en Brasil. Chile y Uruguay se jugaban el todo por el todo. Mientras Chile venía de perder en Lima, Uruguay como local solo había logrado un escuálido empate ante uno de los colistas, Paraguay.

Chile ganó guapeando, a la uruguaya, en un partido vertiginoso. Desde hace menos de una década que ya nadie daba un peso, ni por Chile ni por Uruguay, porque sus respectivos estilos de juego se habían quedado atrás. Uruguay, por la lentitud y brusquedad de sus jugadores, apostando a los tiros a la olla para el cabezazo o el entrevero. Chile por su juego arratonado, defensivo, con mucho pase lateral o hacia atrás, sin mayores pretensiones, concentrado más que en ganar, en no perder, o hacerlo honrosamente.

Lo que vimos el martes por la noche fue todo lo contrario, a todo dar, a gran velocidad. A pesar de las múltiples bajas de ambas escuadras, de que muchos juegan en el extranjero y con poco tiempo para compenetrarse de las órdenes y estilos de los entrenadores, Sampaoli y Tabaréz. Tuvimos el privilegio de observar un partido que nos tuvo en trance los 90 minutos, con mucho roce y ocasiones de peligro por ambos lados.

Mientras que a Chile le volvió el alma al cuerpo, a Uruguay la clasificación se le pone cuesta arriba. Sin embargo, aún queda trecho por recorrer, y nadie puede descuidarse.

Al otro día del partido, a primera hora llegó Michelle, y por la noche, más o menos a la misma hora del partido del día anterior, habló. Habló en un simbólico acto en una comuna donde vivió su infancia y rodeada de dirigentes sociales para anunciar lo esperado: su postulación a la presidencia. Lo hizo luego de 3 años al mando de una organización mundial, ONU-Mujeres, en un marco de sencillez, con los suyos, sin fanfarrias, modestamente, invitando a construir una nueva mayoría política y social capaz de derribar la gran muralla que nos divide: la desigualdad. Se vio a una Michelle, a sus anchas, feliz de volver al país que la vio nacer y sufrir. Tal como en el pasado el gran desafío era derrotar a la pobreza, hoy parece que no es otro que derrotar la desigualdad, reducirla, y abandonar el estigma que tenemos de ser uno de los países con mayor desigualdad en el mundo. Para lograrlo, en plena semana santa, nos invita a construir un programa de gobierno con ese objetivo central.

marzo 22, 2013

Acusación constitucional

Con la firma de diez diputados de la oposición ha tomado forma una acusación constitucional contra el ministro de educación, Harald Beyer. El tema de fondo es el lucro en la educación, particularmente en la educación superior, lo que está expresamente prohibido por ley.

La acusación se explica en gran parte por las características de un ministro que desde que asumió, al igual que los que le han precedido, no le han hincado el diente al tema. Desde el gobierno se escandalizan porque presumen que se trataría del primer ministro que está abordando en serio el tema. Al respecto se hace necesario puntualizar que hasta el 2006, con la revolución pinguina, el lucro en la educación no era tema, no estaba instalado en la agenda pública. El malestar de entonces terminó sin pena ni gloria con el famoso acuerdo de las manitos alzadas y el resultado de una comisión con participación de todos los sectores que terminó con la LOCE para dar origen a la LGE. Los cambios introducidos fueron de índole cosmético, que no alteraron mayormente el modelo educativo imperante. Fueron cambios “en la medida de lo posible” que dejaron un sabor amargo en unos y otros.

Luego hubo un reflujo, para volver con el movimiento estudiantil del 2011, ahora con un gobierno de derechas, integrado y respaldado por quienes ven a la educación como un bien de consumo, esto es, por quienes son los papis del modelo educativo imperante. Ya no nos gobiernan quienes estaban administrándolo y sin la fuerza política –y/o voluntad política en muchos casos- para modificarlo sustancialmente, lo que pasa necesariamente por mejorar la calidad de la educación y erradicar el lucro en el sector como motor de su desarrollo.

Si la acusación constitucional contra un ministro de educación, irrumpe ahora y no antes, es porque concurren distintos factores. De partida, hoy hay mucha mayor conciencia de que no podemos seguir engañándonos y ocultando el descarado lucro que hay en la educación en general. Hoy más que nunca se sabe que el lucro en la educación superior es ilegal, y que las élites han estado lucrando a tajo y destajo a costa del endeudamiento de los más pobres. Hoy hay denuncias concretas que antes no existieron, y a las que el ministro le hace el quite e ignora olímpicamente. Hoy existen pruebas del delito, y la Universidad del Mar es un claro ejemplo de ello. Hoy se sabe que los conflictos de interés cruzan a muchos de quienes conforman el gobierno, muchos de ellos en el mundo de la educación. De hecho, un anterior ministro de educación, Joaquín Lavín, tuvo que renunciar por ello.  

Todos saben, todos sabemos, ahora más que nunca, que en muchas universidades se lucra descaradamente, y se siente que las autoridades educacionales, faltan a la verdad, y que no son todo lo diligentes ni transparentes para enfrentar la crisis y que las circunstancias aconsejan. Hoy se tiene un ministro cuya soberbia le hace ningunear las conclusiones de una comisión investigadora de la Cámara de Diputados. Hoy ya no se toleran acuerdos de manitos alzadas. Hay una maduración en la sociedad que ya no tolera lo que se toleraba en el pasado.

Esas son las razones de fondo por las que se acusa constitucionalmente al ministro Beyer. Si es posible que se acoja o no, está por verse. La lógica de “en la medida de lo posible” presume que lo posible es lo que determina la correlación de fuerzas políticas en el parlamento, no la calle. Este es un punto central que se hace necesario dilucidar. Si la calle no vota, si quienes conforman los movimientos sociales no votan, la travesía será más larga, más tortuosa. Si los movimientos sociales no se expresan políticamente, difícilmente sus demandas podrán concretarse y lejos estaremos de la posibilidad de que no haya lucro en la educación y de una educación pública, gratuita y de calidad.

La acusación constitucional es un acto de responsabilidad política. Para que nunca más una autoridad pueda darse el lujo de hacerse el loco frente a las ilegalidades de las élites sin que le caigan las penas del infierno.

marzo 14, 2013

Innovando: el caso de Medellín

Para sorpresa mundial, la ciudad colombiana de Medellín, capital de la bella región de Antioquia, con una población por sobre los dos millones de habitantes, acaba de obtener el título de más ciudad más innovadora a nivel mundial. Título concedido por un instituto de caracter mundial (Urban Land Institute), sin fines de lucro, independiente, y cuya misión es promover la creación y mantenimiento de ciudades prósperas capaces de sustentarse por sí mismas, mediante una apropiada distribución de uso de los suelos urbanos.

A dos décadas de la muerte del mayor narcotraficante en la historia, Pablo Escobar, Medellín logra sacudirse del rótulo de ser la ciudad del narcotráfico, y del crimen y la violencia consiguientes, gracias a una estrategia de progreso que incluye la esfera urbanística, social, cultural y tecnológica, impulsada activamente por sus autoridades y habitantes. De ello puedo dar fe, por haber tenido el privilegio de conocerla hace casi una década atrás y volver a visitarla hace menos de 5 años. Me consta que en esos años, la ciudad se caracterizaba por su militarización y sus controles. De hecho, en mis recorridos por razones laborales, debí estar siempre con al menos un acompañante. No hay que olvidar que entonces, Medellín registraba más de 5,000 asesinatos anuales.

Por esos años, ya se veía un Medellín pujante, brioso, cuyos habitantes tienen un fuerte sentido de pertenencia y orgullo, a pesar del estigma de ser considerada como una ciudad violenta. Hoy, Medellín se posiciona a mucha honra como una ciudad pujante y la más innovadora a nivel mundial, luego de competir con 200 ciudades participantes en un concurso en que llegó a la final con otras dos ciudades: Nueva York y Tel Aviv, cuyos presupuestos para emprender innovaciones eran infinitamente superiores.

Medellín ganó gracias a un proyecto urbano integral iniciado hace menos de 10 años, impulsado por su alcalde de entonces, y que incluyó la implementación de un sistema de transporte público que integra la red de metro con buses y teleféricos que facilitan el acceso a barrios populares y su uso por parte de sus habitantes; la descontaminación del río Medellín, la construcción de modernos edificios basada en severas normas ambientales internacionales; el despliegue de establecimientos educacionales de calidad, centros de salud, bibliotecas, parques biblioteca especialmente diseñados por prestigiosos arquitectos, nuevos centros culturales (acuarios, jardines botánicos y museos), y retenes policiales en aquellos sectores que en el pasado eran dominados por la delincuencia.

A Medellín se le cambió la cara: ya no se le asocia con el narcotráfico, sino que con la innovación. En pocos años le cambiaron el pelo! Ellos mismos se lo cambiaron, con el trabajo mancomunado de todos: de sus habitantes, con sus autoridades. Todos juntos!!! Como para emularlos!!!

marzo 06, 2013

¿Chávez ha muerto? ¿Chávez vive?

Moros y cristianos decretan duelos nacionales. De izquierda a derecha se rinden ante un ícono latinoamericano cuyo legado está por verse. Al final, pareciera que todos los muertos son buenos, quizá, con algunas excepciones.

Uno habla y escribe desde dónde está parado, o sentado. Desde su posición. Nadie lo hace en el limbo. Por ello es importante identificarse, de modo que quienes me escuchan o leen sepan desde dónde lo hago, desde qué posición. Para no llamarnos a engaño. Por ello parto dejando claro que Chávez nunca ha podido ser un santo de mi devoción. Como tampoco lo ha podido ser Castro, ni Pinochet. Hoy, todos le cantan loas. Yo, no estoy en condiciones de hacerlo. A continuación van mis razones.

Y nuestros juicios, nuestros pareceres, son resultado de las fortalezas y las debilidades encontradas, con sus correspondientes pesos o valorizaciones que dependen de nuestra formación de nuestras escalas de valores.

Al haber de Chávez podemos contabilizar su defensa de los desposeídos, los de abajo, los siempre postergados, y sus políticas sociales en su favor; su compromiso con la integración latinoamericana; su independencia de USA. Fue un clásico caudillo militar que puso freno a la corruptela de las élites enquistadas en los partidos mayoritarios de Venezuela que se repartían el poder político y económico gracias a los recursos petroleros, que en vez de posibilitar el desarrollo del país, solo ha servido para sumirlo en el subdesarrollo. No fue un clásico dictador porque su génesis es electoral, pero siempre jugó en los límites de la democracia.

Al debe de Chávez está su nula contribución a la integración de la sociedad venezolana, una tarea compleja, pero insoslayable si es que aspiraba dejar algún legado. Es cierto que Venezuela estaba dividida social y económicamente antes de su ascenso al poder, pero ahora que se fue, también lo sigue estando, no sé si más o menos que antes, pero la polarización política sigue presente. El énfasis puesto en la integración latinoamericana, me hubiese gustado haberla visto también a nivel de política interna.

Su personalismo, o su personalidad, le impidió institucionalizar la revolución bolivariana, la que con su muerte, quedó huérfana. Hoy, en Venezuela tenemos instalado un modelo político autoritario, paternalista, asistencialista, que se sostiene con los petrodólares, acompañado de un modelo económico que está dando pie a la aparición de mercados negros de los más diversos productos.

Para mis cánones de lo que se entiende por una verdadera democracia, donde el poder político y económico está suficientemente distribuido como para ninguna persona ni sector pueda salirse de madre, ni subyugar a otros, la democracia venezolana, como tantas otras, es frágil. Si bien contaba con una oposición que lo legitimaba, era una oposición debilitada por su propia composición. Mal que mal, las élites están allí heridas por haber sido desalojadas por Chávez. Élites responsables del propio ascenso de Chávez.

Una democracia frágil porque la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, era relativa al estar siendo paulatinamente cooptados por el poder ejecutivo encabezado por Chávez. Aunque reconozcamos que esta separación, por lo general es más formal que real, salvo quizá en las democracias más consolidadas.

¿Qué es lo que viene? Difícil predecirlo. Cada vez que cae o muere una leyenda, un caudillo, un dictador, deja tras sí un mar de dudas existenciales. Todo puede ser. ¿Será capaz de sobrevivir, de institucionalizarse, la revolución bolivariana a la desaparición de su líder? Lo dudo. Más bien, temo un retroceso, que las élites vuelvan por sus fueros bajo otros ropajes.

Para la izquierda clásica, Chávez constituye un referente que procurarán convertir en leyenda; para una izquierda renovada, Chávez será un referente solo por su pasión bolivariana en pos de la integración latinoamericana, sus acciones a favor de los más postergados, y su valentía para pararse ante el imperio norteamericano. Claro que con dólares en el bolsillo, porque en ningún momento dejó de venderles el codiciado petróleo a buen precio.

Uno de los dramas no resueltos de estos personajes es el de la sucesión. Cuando mueren, es difícil encontrar a alguien que les llegue a los talones. De alguna manera se las arreglan para ser insustituibles. Cuando ya no están, dejan tras sí una estela de intrigas, rencillas, dudas, disputas difíciles de sortear.

Sumando y restando las fortalezas y debilidades de Chávez, a mi modesto entender, el saldo es negativo, más allá del impacto emocional que siempre nos produce la muerte de alguien, sobre todo cuando tuvo el poder de cambiar las cosas en sus manos.