julio 29, 2011

El modelo educacional en crisis

Las movilizaciones estudiantiles están pasando a una nueva fase, quizá menos mediática, pero no por ello menos importante si es que se desea que sus ideales no se las lleve el viento, sino que muy por el contrario, aspiran a sostenerse en el tiempo.

Si bien el movimiento pingüino del 2006 no fue en vano, es claro que sus resultados dejaron sabor a poco. Al igual que ahora, dejaron en el camino a un ministro, llamaron la atención de los medios de comunicación, la clase dirigencial nacional se vio conmovida, y una ley general de educación en reemplazo de la LOCE fruto de acuerdos cupulares que dejaron sabor a poco.

Sabor a leche aguada, fruto de negociaciones a espaldas de los principales actores, consensuadas por arriba, pero no por abajo. Sabor a poco porque el mar de fondo permanece intocable: un modelo educativo nacional fraguado hace más de 30 años que no ha podido legitimarse.

Muy por el contrario, se trata de un modelo agotado que ha demostrado que no va más. El movimiento pingüino fue el primero en denunciarlo a nivel nacional. Como no fue atendido, en estos años se produjo un reflujo, pero como en el mar, este reflujo no fue sino el preámbulo de un movimiento mayor que es el que por estos meses nos aqueja.

En una reciente encuesta aplicada sobre una muestra de alumnos de posgrado se pidió que se identificaran las causas de esta movilización. Las respuestas, agrupadas en 5 grandes causas, fueron lapidarias.

La primera, el abandono o retraimiento del Estado para abrir espacio a la privatización admitiendo el negocio en la educación; la segunda, el alto costo de la educación superior, el que recae fundamentalmente en las familias por esa concepción neoliberal de que estamos impregnados como ningún otro país del mundo, de que la educación es un bien de consumo; la tercera, el traspaso de la gestión de los establecimientos educacionales a municipios sin que éstos tuvieron los recursos, ni las atribuciones ni las competencias para asumir dicho rol; la cuarta, la segmentación, la desintegración, donde los ricos se educan en medio de ricos, y los pobres con los pobres, donde unos y otros se dan la espalda, no se conocen; y por último, la mala calidad de la educación que están recibiendo nuestros jóvenes.

Los estudiantes lo tienen más claro que nosotros, los adultos. Este modelo educativo no da para más. Para remate es un modelo que no se ha legitimado puesto que fue fraguado entre cuatro paredes, y nunca ha sido plebiscitado. Este modelito no aguanta “perfeccionamientos”, ni ajustes. Lo que se requiere no es perfeccionarlo, sino sustituirlo, reemplazarlo, por un modelo que represente la otra cara: un modelo que integre en vez de segregar; un modelo que impulse la calidad en vez de degradarla; un modelo sustentado en la colaboración antes que en la competencia; un modelo cuyo eje sea el derecho a la educación en vez del lucro.

El desafío del poder establecido es oponerse a este cambio radical por la vía de esterilizar al movimiento, absorberlo, anularlo; el reto de los líderes de la movilización es evitar ser esterilizados, absorbidos, anulados. La contienda es desigual, y por ello mismo, heroica.

Emulando a Einstein, el modelo educacional que ha creado la crisis, no puede ser el mismo que va a solucionarla.

julio 22, 2011

Sin pies ni cabeza

Los cambios de gabinete del gobierno de Piñera que tuvieron lugar esta semana no alcanzo a comprenderlos. Ellos vienen precedidos por una verdadera olla de grillos desde el propio sector oficialista que pedía a gritos un giro que necesariamente debía implicar la salida de ministros.

Entre tales gritos figuraba el de la UDI que pedía la salida del Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, reprochándole que la ausencia de una conducción política, como la que existía en tiempos de José Miguel Insulza, alias el Panzer. También se le recriminaba que la criminalidad no disminuyera no obstante que uno de los slogans de la campaña presidencial había sido que se les iba a acabar la fiesta a los delincuentes. Sin embargo, Piñera hizo la vista gorda a tales peticiones, y en compensación, admitió el ingreso de Longueira al gabinete, claro que en un ministerio de pocas luces, pero al que ya por estos días está buscando sacarle brillo político.

Del primer gabinete gerencial, tecnocrático, en dos etapas, la derecha está quemando sus últimos fusibles, introduciendo políticos de la primera hora, de los tiempos de Chacarillas, cuando los entonces jóvenes Andrés y Pablo entre otros, rendían loas al capitán general mientras en las mazmorras del régimen se torturaba y violaba sin misericordia.

Tal como en el primer cambio ministerial sacó a dos senadores, Allamand y Matthei, en esta ocasión, sacó otros dos senadores, los que serán reemplazados a dedo por la UDI. De esta forma, sin querer queriendo, se vuelve al sistema favorito de la derecha, el de los senadores designados. Alegan que la Concertación sentó el precedente con una diputada, pero omiten, que fue un caso excepcional en 20 años, mientras que ahora son 4 casos en menos de 2 años.

En Educación, salió la otrora estrella de la revolución silenciosa, Lavín, enredada en medio de las movilizaciones estudiantiles y su conflicto de interés con una universidad privada, y a quien como premio de consuelo se le dio el ministerio de planificación nacional. En su lugar, pone a un abogado que no lo estaba haciendo mal en Justicia, pero que de educación nadie sabe si sabe algo.

En fin ¿qué buscan los cambios efectuados? Se presume que es para revertir el aumento del rechazo ciudadano al gobierno, enfrentar los desafíos inmediatos y prepararse para las elecciones municipales del próximo año.

La nueva forma de gobernar y el gobierno de excelencia que postulaban quienes han tomado las riendas del poder político, son slogans que han quedado en el desván de los recuerdos. Ahora afirman que no basta con la excelencia si no va acompañado de humanidad; que no es suficiente hacer bien las cosas, si no se comunican apropiadamente. ¿Qué significa esto? Significa que están convencidos que están haciéndolo bien. Lamentablemente los que pagamos los platos rotos somos nosotros, quienes no están en el Olimpo, sino quienes están en el mundo real, como los damnificados de Dichato.

Como broche de oro, uno de los nuevos ministros tuvo que renunciar por conflicto de intereses a menos de 3 días de haber asumido el cargo. Y lo quieren poner como ejemplo de honestidad. Andan más perdidos que el teniente Bello. En síntesis, un cambio de gabinete sin pies ni cabeza.

julio 15, 2011

Plebiscito educacional

El jueves tuvo lugar un conjunto de marchas a lo largo del país destinadas a expresar la oposición existente al modelo educacional imperante. En Talca, desde distintos sectores, los manifestantes, convergieron hacia la céntrica 1 sur para desembocar en la Plaza de Armas.

Mientras marchaba, un colega me hablaba de la epopeya de la 1 sur por sus especiales características. En Talca es poco habitual expresarse con esta masividad, diversidad y entusiasmo, particularmente bajo una copiosa lluvia que se resistía a batirse en retirada.

Masividad, porque a despecho de que los medios de comunicación informaran de una concurrencia estimada en mil quinientos personas, la verdad es que a ojo de buen cubero, considerando el número de cuadras que copó la marcha, no menos de 4000 personas participaron en ella. Cifra que es todo un récord para la ciudad. Diversidad, porque en ella nos encontramos niños, jóvenes y viejos; hijos, padres, apoderados y abuelos; hombres y mujeres, familias enteras; estudiantes, profesores y administrativos. Entusiasmo que la persistente lluvia no amilanó, sino que por el contrario, alentó y que se expresó en cánticos acompañados de trompetas, pitos y tambores que resonaban con fuerza.

Los letreros eran bien ilustrativos del sentir imperante y me permito recordar la leyenda de uno de ellos: “El sistema pinta de democrático, pero huele a dictadura”. Creo que esta leyenda retrata de cuerpo entero la realidad nacional y que tiene en el modelito educativo a uno de sus representantes más emblemáticos.

No deja de impresionar ver a los jóvenes preocupados por lo grande, mientras otros parecen ensimismados en lo pequeño o en sus respectivos metros cuadrados. Lo que parecen estar buscando no es perfeccionar el modelo educacional que tenemos, sino que por el contrario, reemplazarlo por otro con distintas bases. Reclaman que el modelo que tenemos fue impuesto a la fuerza hace ya más de 30 años y no se ha legitimado, entre otras razones por ser uno de los más caros del mundo, sin que por ello esté asociado a una mayor calidad, cuyo peso financiero deben sobrellevar las familias, además de tender hacia la segmentación de la sociedad y concebir a la educación como un negocio. Los jóvenes de hoy aspiran un modelo educativo que en vez de segmentar, integre; cuyo motor sea la solidaridad y la vocación de servir antes que el lucro. Para dirimir el impasse lo que corresponde es plebiscitar el modelo educativo que queremos.

julio 07, 2011

El modelo educacional chileno

Las movilizaciones que están teniendo lugar son la expresión de una crisis que se arrastra, al menos desde comienzos de la década de los 80 cuando la dictadura impuso un modelo educativo, a sangre y fuego, en todos los niveles –básico, medio y superior- y que se ha mantenido incólume hasta la fecha. A lo más se ha adobado, matizado sus aristas más ásperas, pero sus ejes esenciales siguen vigentes: profundizar la concepción de la educación como un negocio vía su privatización y validando, lenta, pausada y pacientemente el lucro. El resultado es lo que tenemos y que la propuesta gubernamental no hace sino reforzar a contrapelo de los reclamos y las movilizaciones estudiantiles.

Constituimos un modelo inédito a nivel mundial, que no existe en ningún país del mundo, lo que abre la sospecha de ser una suerte de prueba de ensayo, de experimentación. No hay país en el mundo donde la carga del costo de educar recaiga tan fuertemente en las familias, mientras el Estado se retrae. A pesar que en las dos últimas décadas el gasto público en educación ha aumentado, este incremento ha sido absolutamente insuficiente para compensar la caída que hubo en tiempos del innombrable.

De los ideólogos de este modelito educativo, entre los que destacan con letras doradas, tanto el actual presidente como su ministro de educación, cuesta pensar que no persigan otra cosa que consolidarlo, justamente lo contrario de lo que reclaman los estudiantes, centrado en el lema educación pública, gratuita y de calidad. Mal que mal, sienten aversión por todo lo estatal y adoran todo lo privado, convencidos que la privatización y la competencia nos conducirá a una educación de calidad.

No pueden creer siquiera en la posibilidad de un sistema de educación pública de calidad. Sin embargo, es posible, y de hecho existe. A modo de ejemplo se tiene el caso de Finlandia, donde el sistema educativo completo, desde la guardería infantil hasta el universitario es casi enteramente público y gratuito, con profesores altamente calificados, valorados y respetados, que trabajan con amplios grados de autonomía con cursos pequeños, donde no se segrega en base a rendimiento, donde no existen los rankings escolares y existe una alta interacción con las familias y el medio. No existen centros de “excelencia”, porque cada establecimiento debe ser un buen establecimiento. Todo esto, ocupando menos tiempo de clases y de estudio, y con más juego y diversión.

El ejemplo de Finlandia, que no es ningún país comunista, demuestra que lo que plantean los estudiantes no es una locura, muy por el contrario, es absolutamente viable.