febrero 28, 2012

El engaño como negocio


Las heridas que dejó el terremoto siguen abiertas sin visos de cerrarse. Quienes vieron destruidas sus modestas viviendas y no tienen recursos están a merced de un Estado que supuestamente está regentado por un gobierno de excelencia, de los mejores, que no ha estado a la altura de las circunstancias. También se ha dado el caso de edificios de mayor valor, construidas recientemente por empresas constructoras de renombre, que se vieron afectadas por el sismo. Por lo general, estas empresas, tienden a rehuir sus responsabilidades, ya sea en el diseño como en la construcción. Entre los casos más emblemáticos, destaca el de la Inmobiliaria Numancia en Viña del Mar que al día de hoy no ha asumido sus responsabilidades en las fallas de uno de sus edificios.

Al drama de ver afectadas sus propiedades, ricos y pobres, se agrega la batalla que deben dar contra los dueños de las empresas constructoras, y en muchos casos, también deben lidiar con empresas aseguradoras contratadas, pero que a la hora de la verdad, recurriendo a los más inverosímiles argumentos, también eluden sus compromisos.

Para sostener las batallas legales en curso no solo hay que tener infinita paciencia, sino que recursos. Como dijera nuestro héroe Arturo Prat, la contienda es desigual. Desigual porque tanto inmobiliarias como constructoras y aseguradoras, cuentan con verdaderos ejércitos de bien pagados bufetes de abogados destinados a pervertir la justicia tal como la entendemos los mortales. A los daños en sus propiedades, los propietarios deben agregar los gastos que demandan sus abogados para defender sus derechos. Desigual, porque hay asimetría de información. Los propietarios de las viviendas afectadas no tienen porqué saber de leyes ni de características constructivas, a diferencia de los dueños de las constructoras e inmobiliarias se conocen todas las triquiñuelas legales al revés y al derecho. Están en eso. A partir de allí obtienen sus jugosas utilidades.

Lo expuesto es un atentado contra la propiedad, contra la confianza que el funcionamiento del libre mercado exige. No de los terroristas convencionales, de aquellos que desde el anonimato lanzan bombas y/o destruyen bienes de propiedad pública y privada, sino que de terroristas de alcurnia, que construyen sus fortunas a partir del engaño, de la mentira. Son los principales destructores de la economía social de mercado.

En 1925, Joaquín Edwards Bello afirmaba que en Chile “al publico se le estafa desde el desayuno, porque la leche que bebe tiene un tanto de agua y el café un tanto de achicoria. En el fardo de pasto encontramos un adobe y en un barril de miel un adoquín. ¡Qué de raro tiene que en un edificio se encuentre arena en vez de cemento roca!" Cualquiera diría que fue escrito en la actualidad.

febrero 24, 2012

Lo que se llevó el tsunami


El tsunami del 27F del 2010 se produjo en las postrimerías del gobierno de Michelle, a días del traspaso de mando a quienes durante 20 años habían constituido la oposición. El tsunami trastocó las prioridades de todos. Mientras el equipo gobernante saliente estaba haciendo las maletas para asumir un rol opositor, un Sebastián energizado ya había designado su equipo ministerial con claros rasgos gerenciales y tecnócratas. En una ceremonia rimbombante, a cada futuro ministro le dio una carpeta y un pendrive conteniendo las tareas que le esperaban. Se trataba de comunicar una sensación de vértigo, de velocidad, de capacidad, de modernidad, de otra forma de gobernar, de que llegaban los mejores.

El tsunami lo alteró todo. Quienes nos gobernaban tuvieron que recargar sus pilas viviendo sus últimos días como autoridades en condiciones dramáticas, forzados a enfrentar imprevistamente, el segundo mayor terremoto del que se tiene registro en el mundo. Y quienes el 11 de marzo asumirían las riendas gubernamentales vieron alteradas sus prioridades y sus planes. La nueva realidad hacía propicia, como nunca antes en la historia del país, la oportunidad para poner en acción “la nueva forma de gobernar” por parte del “gobierno de los mejores” que la coalición triunfante en las elecciones presidenciales había proclamado a lo largo de la campaña.

Sebastián, exultante, no se amilanó ante la adversidad y partió como caballo de carrera. Pocos días después de asumir la primera magistratura llegó a afirmar que en 20 días habían hecho más que la Concertación en 20 años.

A dos años de entonces, todo parece un globo que se ha ido desinflando. Un gobierno grande en materia de anuncios, y pequeño en obras; un gobierno que ha debido efectuar ajustes ministeriales forzados por conflictos que le estallan en la cara, sin capacidad alguna de anticipación.

A dos años del tsunami, el gobierno en vez de dar cuenta de avances tangibles en materia de reconstrucción, solo atina a tratar de poner el foco en las reacciones de las autoridades políticas al momento de producirse el terremoto-maremoto. La proximidad de las elecciones municipales pareciera poner nerviosos a los partidos de gobierno, quienes parecen más interesados en destruir el cariño que la gente siente por Michelle y en ocultar el retraso y el déficit que se observa en el proceso de reconstrucción.

Al paso que vamos, cualquiera diría que la nueva forma de gobernar también se la llevó el tsunami.

febrero 17, 2012

Con el paso cambiado


A no pocos les ha llamado la atención ver a un gobierno de derechas que, al menos aparentemente, esté asumiendo la defensa de consumidores y/o trabajadores por la vía de la fiscalización, con ministros, subsecretarios, seremis en terreno. Consumidores estafados hasta la médula y trabajadores mal pagados y más encima intoxicados, han dado motivo para que el gobierno rasgue vestiduras aplicando, o amenazando con aplicar, multas millonarias que al lado de las utilidades que las malas prácticas generan a las empresas, no son sino multas ratonas que no les hacen ni cosquillas.

Aún asumiendo que nuestros gobernantes estén actuando de buena fe es imposible pensar en la posibilidad que las acciones gubernativas pasen a mayores. Mal que mal, este es un gobierno empresarial, de los palos gruesos, imagen que la ciudadanía tiene grabada a fuego no por la maldad de la Concertación y de la oposición en general, sino que por poderosas y objetivas razones. Basta ver los antecedentes del propio presidente y sus ministros, todos con un largo historial empresarial y que los sitúa dentro del selecto grupo de familias que concentran la mayor parte de la riqueza nacional.

A lo expuesto se agrega una institucionalidad estatal precaria y frágil como consecuencia de políticas antiestatistas que vienen desde los tiempos del innombrable gestadas por quienes hoy nos gobiernan. Lo que se está viviendo es el resultado de décadas de prédicas promercado con consecuencias positivas y negativas. Entre las negativas, y que más llaman la atención, destacan los abusos sobre los más débiles quienes terminan pagando dos y más veces por los mismos bienes que lo que pagan los poderosos. Con plata en mano los precios son muy distintos que con las famosas tarjetas plásticas de crédito. Si a esto se agrega una educación de mala calidad y una publicidad agobiante, el pastel está servido.

Es por ello que la cruzada pro defensa de los más débiles en que se ha empeñado el gobierno se hace difícil de creer. Los mismos que por años se han negado a empoderar al Estado para que pueda asumir a cabalidad su rol fiscalizador en un ambiente promercado, y que les ha permitido enriquecerse a manos llenas, no serán los que revertirán esta situación.

En consecuencia, presumo que toda la parafernalia montada desde las alturas del poder político y económico no tendrá mayores consecuencias, y que no es sino parte de una estrategia destinada a desmarcarse de la imagen empresarial que posee el gobierno y la alianza de partidos que lo sustenta y para congraciarse con consumidores y trabajadores.

El gobierno sabe que tiene a los empresarios en el bolsillo, porque es su sostén natural, por lo que puede darse el lujo de asumir arrestos a favor de los consumidores. Esto, tal como la Concertación desde sus primeros años tuvo a los trabajadores en su bolsillo, y para validarse ante los empresarios no dudó en solicitar a los trabajadores que amainaran sus demandas largamente postergadas en aras del progreso y la paz social. Bajo la presidencia de Lagos, uno de los máximos dirigentes empresariales llegó a afirmar que los empresarios lo amaban. Hasta que la ciudadanía le quitó la confianza a la Concertación para entregársela a quienes instalaron un modelito económico que demanda un nivel ético muy por encima al existente. Un nivel ético que haga impresentable la inequidad salarial imperante que beneficia a unos pocos en perjuicio de muchos.

febrero 10, 2012

Insaciables


Según la prédica neoliberal, estaría en la naturaleza del ser humano ser insaciable, aspirar a más y más, particularmente cuando se trata de bienes materiales. Está en la esencia de la ideología, del dogma neoliberal que el motor del desarrollo es el egoísmo humano. Aún más, el propio Adam Smith, el de la mano invisible del mercado, el creador de la ideología liberal, expresó que el egoísmo es un rico recurso natural que sirve para crear riqueza.

Esto se expresa en la existencia de individuos que no se sacian con nada, que siempre lo que tienen se les hace agua y no encuentran freno para sus pretensiones. Si a alguien se le ocurre objetar sus aspiraciones, la desacreditación cae como una loza sobre él.

Los insaciables no tienen límites y son los responsables de las inequidades, son quienes las producen. En las organizaciones los insaciables son sus dueños o quienes las dirigen. En el caso de las instituciones privadas de cierta envergadura, cuando adquieren preeminencia en los mercados, tienden a coludirse para mantener privilegios monopólicos. Para incrementar sus utilidades no dudan en aprobar esquemas salariales draconianos. Pagar bien, y mucho, a quienes toman decisiones, a quienes conforman la plana directiva-ejecutiva de las empresas, y pagar mal, esto es, sueldos vergonzosos a quienes trabajan, a quienes hacen la pega, a los niveles operacionales.

En el caso de las instituciones públicas o del Estado existen regulaciones que limitan estas conductas, salvo para aquellas que tienen algún grado de autonomía. Recientemente, la aplicación de la ley de transparencia en algunas de estas instituciones, precisamente en aquellas que tienen como misión formar mejores ciudadanos, a tres años de su puesta en marcha,  como consecuencia de una resolución de la Corte Suprema ante la demanda de un particular, ha desnudado la estructura salarial que en ellas impera. Una estructura salarial  que tiene su origen en decisiones arbitrarias y discrecionales emanadas de autoridades públicas.

Cuando sus autoridades, no sus dueños, definen lo que ellas mismas deben percibir, y más encima incorporan una práctica que en el pasado se llamó “perseguidora”, es porque algo huele mal. Cuando se procede así, hace recordar los tiempos feudales, o coloniales, cuando existía el vasallaje.  

Ser insaciable no está en la naturaleza humana, sino que en la cultura que nos empapa. Desafortunadamente, Chile es un país que ha caído con todo en esta cultura neoliberal que más temprano que tarde nos conducirá al abismo; afortunadamente hay salida, y ella pasa necesariamente por cambiar de cultura, de sistema. Recuperar el sentido de servicio público, la grandeza de lo simple, de la austeridad. Lo bello está en el ser, no en el tener, en la naturaleza, no en las cosas. 

febrero 03, 2012

Dilemas éticos

Permanentemente estamos sometidos a dilemas éticos que tendemos a soslayar por comodidad, por evasión, por conveniencia atrapados en un ambiente que promueve el individualismo, el hedonismo, el sálvese quien pueda. Digámoslo con todas sus letras: nuestras varas éticas están por los suelos. Ni nos arrugamos cuando caemos en falta, y si somos descubiertos, las justificaciones afloran sin asco alguno. 

En este ambiente, la corrupción encuentra tierra abonada, y no hay sistema regulatorio ni Estado que se salve, puesto que serán capturados por quienes detenten el poder. Y si la ética de éstos está en los mínimos, Sodoma y Gomorra campearán. 

No se trata de un tema banal independiente de las crisis que periódicamente nos azotan, sean estas políticas, militares, económicas, sociales, educacionales, sanitarias o ambientales. Muy por el contrario, estas tienen su origen en que las barreras éticas están muy bajas, o son prácticamente inexistentes. 

Poderosas cadenas farmacéuticas se han coludido para incrementar sus precios sin miramientos. Lo que debiera verse como un servicio en beneficio de la salud, es visto como un negocio redondo. No les es suficiente obtener rentabilidades de mercado, necesitan más, necesitan rentabilidades monopolísticas. Quienes están involucrados en la colusión son personajes de la alta sociedad, provenientes de familias de alcurnia y formados en prestigiosas universidades que les han enseñado a lucrar, a medrar, a ser servidos, no a servir. La ética se la meten al bolsillo. Lo mismo que en La Polar, donde los máximos ejecutivos, sin pudor alguno hicieron su propio negocio a costa de las necesidades de la población. 

Un comportamiento ético pone el acento en el beneficio de los demás, en los que nos rodean, antes que en el propio. Vivimos tiempos en los que la ética parece no rentar, a diferencia de los comportamientos no éticos, o corruptos. Desafortunadamente, por este camino, el final es previsible: el derrumbe, la crisis. 

Cuando quienes tienen el poder de decidir qué hacer, optan por lo que sus respectivos códigos éticos les ordenan. Si éstos no existen o son bajos, los rastreros son los beneficiados y pululan alrededor de los sátrapas, degradando a los países, las instituciones, las personas. Por el contrario, cuando la ética es la que rige nuestras conductas, las personas se dignifican, prestigiando a las instituciones en las que trabajan. 

El desarrollo tiene que ver no solo con el progreso material, sino que con que las decisiones estén guiadas por una ética intachable.