enero 27, 2024

Milei, un tiro al aire

Foto de Fernando Távora en Unsplash

Nunca imaginé que un personaje como Milei fuese elegido por los argentinos como presidente. Su discurso, su personalidad, sus apariciones y reacciones destempladas, junto a sus antecedentes escapaban a toda lógica, a toda racionalidad, a toda normalidad. Tenía todas las características del outsider, de quien va a contracorriente. Pero sintonizó con el contexto imperante, con la indignación y el profundo malestar imperante entre los argentinos que están con el agua hasta el cuello. Irrumpió con todo, se echó al hombro a la derecha tradicional, superando con creces a Patricia Bullrich, la candidata de Macri, y a Massa, el candidato del peronismo. Pocos, con dos dedos de frente, imaginaron su triunfo.

Ganó arremetiendo, con motosierra en mano, contra toda la clase política, contra la casta, no solo la peronista, también contra la casta macrista. Ganó emulando el discurso y la gestualidad de Hitler en los años 30 del siglo pasado, en Alemania, contra la república de Weimar, cuando la clase política se vio sumida en una crisis económica y social, expresada en una inflación desbordada que los partidos políticos de entonces se vieron incapaces de resolver. Ganó asegurando, enfatizando que el “ajuste, el costo de sus políticas las pagaría la casta.

A poco más de un mes de asumir la presidencia argentina, Milei ha tratado de partir con todo, de disparar todos sus dardos de un viaje aprovechando que el peronismo está por los suelos, groggy, en riesgo de knock out. Ganó precisamente con ese discurso, que acá no caben las medias tintas ni gradualismo alguno. Y pone como ejemplo al gobierno de Macri cuyo gradualismo lo terminó por esterilizar. De allí que se la está jugando por una política de shock, como la que aplicó en Chile el innombrable, hace ya 50 años atrás.

Una política de shock que los chilenos conocemos muy bien, que abra los mercados de par en par, que libere el comercio exterior de toda regulación, que recorte drásticamente el gasto público, excepto los asociados al poder armado -militar, marino y aviador- que garanticen los sagrados derechos de orden y propiedad. Una política de shock que se eche al bolsillo los derechos humanos, donde los dueños del factor capital dominen sin contrapeso alguno a los dueños del factor trabajo, esto es, los trabajadores.

Pero para eso se requieren poderes dictatoriales, o un congreso dócil, trabajadores sin capacidad de reacción, y una ciudadanía entregada. En eso están Milei y los argentinos: en la pulseada, en el gallito. En ver quien gana. En todo caso los argentinos pareciera que ya se están percatando que el ajuste no lo pagará la casta, ni la oligarquía, ni los poderosos de siempre, como creían cuando eligieron a Milei, sino que ellos mismos.

Por el momento Milei está pidiendo al congreso argentino que le den chipe libre para hacer y deshacer todo a su pinta, la de quienes están tras él. Es su primer escollo. Si no logra superarlo por las buenas, tendrá la tentación de hacerlo por las malas, pasando a llevar la institucionalidad democrática. Algunos dicen que es el clásico chanta, un charlatán de tomo y lomo, un libertario anarquista o un anarquista libertario. Asistió al último foro de Davos, la cumbre del capitalismo, para afirmar que el mundo está en peligro, no por el cambio climático, sino por el socialismo. Los argentinos tienen la palabra.

enero 15, 2024

Entre halcones y palomas

La persistente negativa de parlamentar políticamente de igual a igual entre dos actores en pugna es un fenómeno clásico cuando una de las partes siente que tiene a la otra en el bolsillo, que puede hacer, o trapear, lo que quiera con ella. la racionalidad imperante pareciera decirnos que es de tontos sentarse a conversar de igual a igual cuando una de las partes tiene poderes, capacidades que el otro no tiene. Llega a ser natural que quien tiene más poder, más capacidad, impone las condiciones dejando de lado otras consideraciones, particularmente las que tienen relación con la justicia, con lo que es razonablemente justo, con ponerse en los zapatos del otro.

Bajo esta lógica, tenemos un mundo en el que pareciera que la guerra fuese un estado permanente. Si bien, copan las portadas de los medios de comunicación dos guerras, la de Rusia en Ucrania y la de Israel en Gaza, lo que tenemos actualmente, según organismos internacionales que monitorean la realidad a nivel global, son 58 guerras, las que afectan al 15% de la población mundial.

Esta disposición proclive a zanjar conflictos por la vía de las armas ha sido fatal y seguirá siéndolo. Todas las victorias que se obtengan serán pírricas. Frente a contingencias de este tenor, la dirigencia política, militar, empresarial, al igual que la opinión pública tiende a dividirse entre palomas y halcones. Los primeros con propensión a conversar, los segundos, a rehuir todo diálogo, a imponer todo el peso de la ley, o de las armas. Suelen triunfar, en el corto plazo, los halcones. Sus propuestas energizan, aparentan seguridad, resolución, a diferencia de las posturas de las palomas.  

Al escribir estas líneas no puedo dejar de recordar a Jimmy Carter, uno de los primeros mandatarios estadounidense que fracasó en su intento de reelección por su imagen de paloma, de blandengue, de ingenuo, y no la de duro que suele atraer más votos. Ser valiente, a mi entender, en estas circunstancias, aun teniendo toda la fuerza del poder militar, es sentarse a conversar de igual a igual sin asomo de pisotear a quien se tenga al frente. La convivencia humana y el bienestar de todos así lo exige.

No es un misterio para nadie que en lo inmediato los halcones tienen todas las de ganar, porque se inclinan a “cortar por lo sano” todo conflicto, pero en el largo plazo los triunfos que alcancen tienden a ser frágiles, por el simple hecho de que se obtuvieron aplastando a los rivales aprovechando una determinada correlación de fuerzas, la que en cualquier minuto puede revertirse. Correlación de fuerzas que no solo incluye el peso del poder duro -militar y/o económico-, sino que el blando -el del sentido común, el de la justicia-, que no es menor. Pero no van a las causas o raíces de los conflictos. Apagan fuegos, no las brasas.

El predominio de la mentalidad de los halcones no es gratis, puesto que es el que conduce a una realidad donde “una bomba que cuesta 100 mil dólares, lanzada desde un avión que cuesta 100 millones y vuela a un costo de 42 mil dólares por hora para matar a gente que vive con menos de un dólar diario” como señalara recientemente Stefanos Kargakis, un destacado ingeniero eléctrico y electrónico griego. Como para agarrarse la cabeza.

En síntesis, la prepotencia existente en el mundo que vivimos, en el que prima la lógica de “arreglar un entuerto a como dé lugar”, nos cuesta caro. Lo vemos a diario. Las guerras se enmarcan en este sino, en pensar que la seguridad que todo ser humano ansía, se resuelve a punta de sembrar más y más inseguridad, que es la tesis de los halcones. Ejemplos tenemos por doquier. Israel, desde su creación, a punta de pretender más seguridad, de la mano de los halcones que la gobiernan, se halla sumida en una quemante inseguridad.

En España, el grupo terrorista vasco, ETA, nacido en tiempos de Franco, no pudo ser destruido por la dictadura imperante. Fue la democracia, de la mano del PSOE, que pulso a pulso, logró desarticularlo e insertar su vertiente política Herri Batasuna, hoy Bildú, dentro de la política democrática, abandonando las armas con la oposición de los duros, de los halcones.

Y para no ir más lejos, en nuestro país, el conflicto chileno-mapuche se rehúye, se niega, como si ya estuviese todo oleado y sacramentado, clásica postura de quienes se resisten a parlamentar. Del predominio de la visión de los halcones sobre las palomas.

A los halcones les gusta jugar al todo o nada, por lado y lado. Tanto por la izquierda como por la derecha, por el opresor como por el oprimido, por el victimario como por la víctima. Esta visión del todo o nada, si bien puede parecer exitosa en el corto plazo, a la larga no lo es. Chutea la pelota para más adelante. No atender, escuchar, analizar en su momento la mirada del otro, no es gratis.

No pocos en el mundo, claman por soluciones drásticas, a lo Bukele, erosionando con ello una democracia ya debilitada. Soluciones que no son tales. Son escapes, no son soluciones mientras no vayamos al fondo de los problemas que nos aquejan. Pero atraen, apelan a emociones, aplastando la racionalidad. Y así está el mundo, armado hasta los dientes.


enero 07, 2024

Haciendo lobby

Foto de Alyson McPhee en Unsplash

En Chile se descubrió una reunión en casa de quien fuera alcalde de las comunas de La Florida y Santiago, Pablo Zalaquett, de la UDI, ahora lobista, esto es, una persona dedicada a influir, interceder por intereses de terceros ante instancias de decisión. Una reunión a la que fueron invitados ministros de gobierno y empresarios. Reunión entre distintas autoridades de gobierno y dirigentes empresariales que fue precedida por otras. Ahora se supo.

Es la clásica cocina de la que hablaba el chico Zaldívar años atrás cuando afirmó que había problemas cuya resolución no podían hacerse de cara a la opinión pública, porque “en estas cosas no todo el mundo puede estar en la cocina, ahí muchas veces está el cocinero con algunos ayudantes, pero no están todos, no pueden estar todos, es imposible”.

Para regular esto existe una ley de lobby. Estas reuniones son legales en la medida que se registren, de modo que se transparenten. Sin embargo estas reuniones no fueron registradas. Se descubrieron por una investigación periodística. La vocera de gobierno, Camila Vallejo, del PC, sin arrugarse siquiera declaró que no hay nada malo en esto, que son invitaciones para intercambiar conocimientos, ideas, dialogar, conocerse más, etc. Lo curioso es que en el gobierno no está la derecha, sino que el FA y el PC, que siempre vio con malos ojos este tipo de contactos a espaldas del pueblo, que llegó para cambiar estas prácticas.

A punta de costalazos el gobierno, y las fuerzas que lo respaldan, particularmente las del FA-PC se está percatando que otra cosa es con guitarra. De ahí las contradicciones que de tiempo en tiempo observamos en un gobierno prisionero de sus palabras, de su juventud e inexperiencia que intentan sortearse desde sectores de la Concertación (PS-PPD-PR y DC), no siempre con éxito. Estamos ante un gobierno que nació con propósitos refundacionales y que está sufriendo en carne propia que la necesidad tiene cara de hereje.

Hoy, hacer lobby es una profesión más para ganarse la vida, que habla de las gestiones que realizan personas o instituciones para promover, defender o representar intereses particulares, o bien para influir en las decisiones que en el ejercicio de sus funciones deben adoptar autoridades o funcionarios. Se dice lobista a quien hace lobby, expresión inglesa cuyo significado en español es vestíbulo de un edificio público, antesala.

No cualquiera puede hacer lobby. Hay que tener cualidades muy específicas, muy buena mano, contacto, influencias en los centros de poder, llegada a personajes que cortan el queque, tener santos en la corte.

Para regular esto que existe, nos guste o no, existe lo que se llama una ley de lobby que “legaliza” estos contactos en la medida que “se registren” estas reuniones y sus contenidos, aunque nunca se sabrá si fuera de las conversaciones registradas no existen otras, de trastienda. En términos de cocinería hay recetas donde aparecen todos los ingredientes y sus cantidades, acompañadas de los respectivos pasos a seguir para la preparación de la comida. Pero no siempre siguiendo la receta se consigue el sabor del plato que se está preparando. Hay secretos que no aparecen en la receta, pero que le dan la enjundia al plato. Son los secretos de la abuela.

enero 05, 2024

Futbol: Chile en busca de entrenador

Foto de Emilio Garcia en Unsplash

Chile se encuentra en proceso de búsqueda de entrenador luego de que el último, Berizzo, diera un paso al costado como consecuencia de los malos resultados alcanzados hasta ahora en las eliminatorias para el próximo mundial.

Estamos en el peor de los mundos, sin entrenador, sin juego definido, sin jugadores y con una dirigencia dando palos de cielo. Hemos vuelto atrás. La generación dorada fue eso y nada más, no dejó rastro ni herencia alguna, a lo más una que otra individualidad aislada, uno que otro chispazo. Atrapada en el pasado quedó una década con jugadores rutilantes que fueron grito y plata en las principales ligas europeas. Jugadores que hoy viven sus últimos días.

Atrás también quedó un juego colectivo, de ataque, inédito en la historia futbolística chilena, caracterizada por un juego arratonado, a la defensiva, temeroso, cuando la mayor cantidad de tiempo se la pasaba en su propio campo apostando al contrataque, al chiripazo. De visita, rasguñando empates que asomaban como victorias, y de local procurando ganar, aunque fuera por la mínima diferencia.

Esta historia fue rota con la contratación del loco Bielsa como entrenador de la selección chilena, hoy entrenador de Uruguay con resultados que mueven a la envidia. Bielsa le cambió el pelo al futbolista chileno.

Sí, hubo una generación de lustre, pero que sin Bielsa lo más probable que se hubiese perdido. El loco le dio otra fisionomía apostando a un futbol ofensivo, de apretar al rival desde el medio campo hacia arriba, de ir siempre hacia adelante cualquiera fuera el marcador. No por estar ganando uno o dos o más goles, retrocedían las líneas. Todo lo contrario, había que mantener el ritmo. Y eso se logró de la mano de Bielsa. Chile perdió mucho sin él. La jerarquía se mantuvo por algunos años porque los jugadores estaban, por inercia, y porque Sampaoli tuvo la inteligencia de mantener ese espíritu.

Pero después todo fue decayendo en una suerte de crónica de decadencia anunciada. Ya no pinchamos ni roncamos. Falta un trabajo de trastienda, en la cantera. Falta una visión estratégica como la que se tuvo cuando se trajo a Bielsa. Falta una política de deportes, de masificación. Falta una dirigencia incorruptible, transparente, más interesada en sacar adelante al futbol profesional que en hacer crecer sus bolsillos, y con una visión de largo plazo.

De lo expuesto se deduce que el tema es más complejo que el de la mera búsqueda de un entrenador. Lo que quizás debiéramos buscar es una nueva dirigencia con la película clara. Con las cosas como están, da lo mismo a quien traigan porque al paso que vamos solo un milagro posibilitará la clasificación de Chile al próximo mundial. Y en futbol, así como en tantas partes, los milagros no existen. No nos engañemos.

enero 02, 2024

Partió el 2024

Foto de BoliviaInteligente en Unsplash

Acaba de partir un nuevo año e inevitablemente se renuevan las esperanzas, los buenos deseos. Es consustancial a nuestra naturaleza y es positivo que así sea. Más positivo sería que se concretaran, lo que lamentablemente ya es otro cantar.

A propósito de esperanzas, recuerdo que por los años 90, en una reunión partidaria en la Hostería Arica, siendo presidente del PPD-Arica y con la asistencia del presidente nacional del PPD, Sergio Bitar, en mi alocución hice alusión a la necesidad de recuperar la esperanza en favor de un mejor destino para Arica.

Inmediatamente después tomó la palabra Sergio para rebatirme por hacer referencia a una expresión “esperanza” que denota una actitud pasiva, de espera, en circunstancias que debíamos tomar el destino en nuestras manos. Nada de “esperar”, es imperativo actuar, elevar propuestas, proponerlas, debatirlas, contrastarlas, pelear por ellas. Todo esto supone algo muy distinto a esperar.

Se vivían los primeros años de transición a la democracia y Arica se encontraba vapuleada por una dictadura que nunca ocultó su preferencia por Iquique. La primera experiencia regionalizadora del país, la Junta de Adelanto de Arica (JAA) había sido borrada del mapa. Y cuando en 1974 se divide el país en regiones, la primera región incluyó los provincias de Arica e Iquique, además de las del altiplano, decretándose como capital a Iquique en desmedro de Arica que la doblaba en tamaño poblacional. Y como broche de oro, en 1976, el innombrable crea la zona franca de Iquique (ZOFRI), dejando en el abandono a Arica. Cuesta entender esta indisimulada preferencia por Iquique. Algunos afirman que razones geopolíticas están tras estas decisiones inconsultas.

Me he permitido recordar esto, a 30 años de entonces, como una suerte de invitación a asumir con nuestras manos el futuro, para dejar de depender de los planteos de terceros, dejar de esperar. Esto supone participar, integrarse, activarse, organizarse. Quizás éste sea uno de mis mayores deseos. Reactivar nuestra pertenencia a una sociedad donde el individualismo pareciera primar con menoscabo de lo colectivo.

Los sindicatos ralean, las asociaciones no viven sus mejores días. Es imperativo recuperar nuestra capacidad de integración, de reverdecer juntas de vecinos, a los sindicatos, a los centros de madres, de adultos mayores, centros de alumnos, reuniones de apoderados. Dejar de esperar que sobre nosotros caigan dádivas que no van al fondo de nuestros problemas.

Por ello, mi mayor deseo para este año es que nos empoderemos, que nos paremos en las hilachas, que asumamos nuestras responsabilidades, que seamos más exigentes con las castas políticas, económicas y de cualquier otro orden.    

De lo contrario me temo que seguiremos esperando, que seguiremos chuteando la pelota para más adelante, que de tiempo en tiempo nuevos estallidos nos remecerán.

Salud!