Entre los
primeros destacan la inexperiencia y la diversidad de muchos personajes
provenientes de movimientos sociales; entre los externos, el desinterés del
gobierno por colaborar y la oposición cerrada de una derecha reducida a la
mínima expresión sin capacidad de veto por representar menos de un tercio del
total de convencionales. Esto último es algo inédito porque por primera vez en
la historia de Chile, la derecha no tiene el sartén por el mango para definir
la constitución, y es lo que la tiene en ascuas.
La elección de la
nueva directiva, al igual que la primera, es por el llamado sistema papal. Cada
uno de los convencionales anota un nombre, se contabilizan los votos y si nadie
tiene mayoría absoluta (78 votos), se vuelve a fojas cero para una nueva
votación. Entre votación y votación, interrupciones de unos 15 minutos, para
conversar, negociar, cocinar entre los convencionales de las distintas
tendencias, bajar y subir nombres. A la derecha, constituida por una treintena
de convencionales solo le cabe tomar palco, votando testimonialmente, viendo
como se mueven las piezas en el tablero y eventualmente apoyar a quien les
inspire menos temor.
Lo concreto es
que en el primer día han transcurrido 8 votaciones sin que nadie emergiera con
la mayoría necesaria, por lo que hubo que proseguir al otro día con una novena
ronda. Finalmente salió humo blanco, la nueva presidenta es María Elisa
Quinteros, de 40 años, odontóloga, que actualmente se desempeña como académica
e investigadora en el Departamento de Salud Pública de la Universidad de Talca.
Su nombre solo emergió al final luego de la caída de quienes aparecían como
favoritos en las primeras instancias. Las negociaciones anduvieron a la orden
del día entre los distintos grupos y grupúsculos. El espectáculo brindado no fue
de los mejores, e ilustra las dificultades que encierran las negociaciones
entre los distintos grupos de izquierda, así como entre éstos y los grupos de
centro que se han ido conformando.
Curiosamente, todas
estas “conversaciones de pasillo” se están dando particularmente entre quienes
han sido muy críticos con las políticas “en la medida de lo posible” que han
caracterizado todo el período de transición vivido hasta ahora desde los años
90. Estos mismos críticos son quienes ahora están viviendo en carne propia que
otra cosa es con guitarra, que las conversaciones, los diálogos, las cocinas
entre los distintos grupos de interés son pan de cada día y muy necesarias
cuando de política, cuando de democracia se trata.
Todo fue más fácil para definir la vicepresidencia. En una única ronda se resolvió: el elegido fue Gaspar Domínguez, médico de la Universidad de Chile, magister de Salud Pública, constituyente por la región de los ríos, de tan solo 32 años. Tanto él como María Elisa, son independientes, fraguados en el ámbito rural, social.
Aprovecho de
rescatar dos diferencias sustantivas respecto del proceso bajo el cual se
elaboró la constitución que nos rige, la de 1980. Una, que la constitución del
80 fue elaborada entre cuatro paredes, entre gallos y medianoches, sin que la
plebe, los mortales, tocásemos pito alguno; y dos, sus protagonistas fueron
todos personajes del mundo de la derecha, en un 100%. El resultado no pudo ser
otro que un traje a la medida de la derecha, el que persiste hasta nuestros
días gracias a los cerrojos impuestos y que solo pudieron ser sorteados en
virtud de la rebelión social desatada en octubre del 2019.
De lo dicho se
desprende que lo novedoso, lo diferente, estriba en que dentro de la convención
responsable de elaborar la nueva constitución la derecha está presente con una
bancada que no alcanza a ser el tercio del total de convencionales. Su
relevancia dentro de la convención estará dada por la capacidad de los otros
sectores para ponerse de acuerdo. Si la mayoría de los convencionales, que se
agrupan dentro de la izquierda y el centro no se ponen de acuerdo, entonces ahí
la derecha puede entrar a tallar. De allí que esté al aguaite.
Al menos por
ahora, la manija la tienen quienes adscriben a un pensamiento de centro y de
izquierda, siempre y cuando estos tengan la capacidad para ponerse de acuerdo.
Esto último no parece fácil a la luz de los distintos grupos que se han configurado,
de las tentaciones que encierran los pasillos del poder, y de las dificultades observadas
para armar una nueva mesa que dirija la convención en esta nueva fase de trabajo
orientada a la elaboración de la nueva carta constitucional.
No deja de
impresionar cómo están cambiando las cosas. Las nuevas generaciones parecen
estar tomando al toro por las astas. Nuestro próximo presidente asumirá con tan
solo 36 años y la nueva mesa de la convención constitucional será presidida por
una mujer de 40 años y secundado por un vicepresidente de tan solo 32 años. Solo nos cabe desearles lo mejor en beneficio del país.
Otro paso por adelante.
ResponderBorrarViva Chile!!!!
ResponderBorrarCambia, todo cambia....
Que todo sea para bien....
Más me sorprende la vicepresidencia!!
ResponderBorrarLos jóvenes " la llevan"... Nos dan nuevas esperanzas.
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