enero 10, 2022

La pregunta del millón

Foto de Emily Morter en Unsplash

Desde Uruguay me han hecho la pregunta del millón a raíz del resultado de las últimas elecciones presidenciales en la que triunfó Gabriel Boric con el apoyo del Frente Amplio (FA) y el Partido Comunista (PC), coalición que es identificada con la izquierda: ¿Quisiera saber por qué el pueblo de chileno que es muy criterioso, vota alternadamente, una vez a la izquierda y otra a la derecha?

Se trata de una interesante pregunta porque presume que el pueblo chileno es muy criterioso, mirada que pareciera estar bastante extendida a nivel mundial.

Mi respuesta textual fue: “Afirmas que el pueblo chileno es muy criterioso. No sé en qué te basas para afirmarlo. Personalmente no lo niego ni lo afirmo, simplemente no sé si lo es ni si es más o menos criterioso que otros pueblos. Por ejemplo, tengo mis dudas si es más criterioso que el pueblo uruguayo. Solo me atrevería a afirmar que en la viña del Señor hay de todo!”.

En relación a la pregunta propiamente tal ¿porqué el pueblo chileno vota alternadamente una vez a la izquierda y otra a la derecha? creo importante recordar que eso ocurre en muchos países, incluidos Uruguay, Ecuador y otros. No es un fenómeno exclusivo de Chile, sino que es de la esencia de la democracia y por lo mismo no debiera extrañarnos. En Uruguay, a la vuelta de la democracia se inició una transición de la mano de la derecha, con Sanguinetti a la cabeza de una coalición de centroderecha que duró más de una década, la que fue seguida por una de centroizquierda que también duró más de una década. Ahora están bajo un gobierno de derecha.

La alternancia es consustancial a la democracia. Si lo hacen bien, siguen, de lo contrario se cambian. Así de simple. Mucho tiempo en el poder, cansa, se pierde la brújula, se tiende a la corrupción, y se buscan nuevos aires. Esto vale para unos y otros. El drama es cuando los gobiernos se suceden sin alcanzar a terminar su período por sublevaciones, golpes u otros, dado que ahí se entra en terreno de nadie. También es un drama cuando los presidentes caen en la tentación de querer repetirse el plato haciéndose reelegir una y otra vez sin que siquiera haya un recambio dentro de la misma coalición gubernamental. Chile y Uruguay han escapado, al menos hasta ahora a esta tentación de que un presidente pueda ser reelegido. Quizás eso tenga que ver con una cierta sensatez, criterio o pudor.

También importa destacar que acá se ganó en segunda vuelta. Que en primera vuelta salió primero el candidato de la ultraderecha y segundo el de la izquierda. El primero fue un candidato que reivindica a la dictadura, que hizo trizas todos los esfuerzos de la derecha por aggiornarse, por desmarcarse de la sombra del innombrable y del gran empresariado que quiere jugar con cancha despejada, sin obstáculos.

Una derecha que sabe que para pasar el umbral del 50% necesariamente tiene que ir más allá de las banderas de la seguridad, la patria, el anticomunismo  y la sacrosanta libertad económica. Esa derecha fue sobrepasada por quienes relevan los problemas sociales a un segundo o tercer plano. Es así como en la segunda vuelta tan solo alcanzó el 44% del total de votos, el mismo porcentaje que sacó el innombrable (Pinochet) en el plebiscito del 1988 donde corriendo solo salió segundo. A poco más de tres décadas de entonces, los nostálgicos de la dictadura si bien permanecen incólumes, no les dá para ser mayoría.

Quien salió segundo en la primera vuelta, pero ganó por más de 10 puntos porcentuales en la segunda vuelta, Gabriel Boric, triunfó porque logró capturar no solo el voto de la izquierda, sino que el voto del centro. Triunfo que se explica porque, sin renunciar a dar inicio a un proceso de transformaciones, modificó su programa de gobierno en relación al presentado para la primera vuelta.

Proceso que apunta esencialmente a hincarle el diente a un neoliberalismo ramplón que nos corroe desde los tiempos del innombrable en Chile, Reagan en USA y  Tatcher en Inglaterra. Nosotros fuimos los conejillos de indias de un experimento que se ha vendido en el mundo como un modelo exitoso donde se proclaman a los cuatro vientos las bondades del mundo privado y las maldades del mundo público que muchos se han comprado sin asco alguno.

No adhiero a la tesis de demonizar a ninguno de los dos mundos porque creo que demonios hay en los dos mundos, los que hay que mantener a raya. Por ello no impulso más Estado ni más Mercado, sino que mejor Estado y mejor Mercado. Cuando hablo de mejor mercado hago referencia a más competencia en el mercado, no menos competencia como es lo que hemos estado viendo en los más diversos sectores a lo largo de todas estas décadas mientras de la boca para afuera se habla de que se está a favor de la competencia.  Mentira! Las colusiones entre grandes empresas están a la orden del día en Chile ante un Estado incapaz de castigar con cárcel a quienes incurren en tales colusiones a punta de corruptelas, sino que a lo más con multas irrisorias que las empresas pagan gustosas, o con simples sesiones o clases de ética.

Cuando hablo de mejor Estado me refiero a un Estado mas ágil, más eficiente, más liviano, menos burocrático, con competencias, atribuciones y capacidades para asegurar que los mercados operen en condiciones de competencia, para proveer de información a la ciudadanía de modo que no existan personas que posean información privilegiada que otros no tienen.

En fin, tal como nos enseñaron, un Estado para que el mercado tienda a ser perfecto y no para que sea lo más imperfecto posible. Paro acá porque s eme arranca la moto …. Je, je.

Por último, no hay que olvidar que en democracia, cuando llega la hora de votar, la gente tiende a evaluar al gobierno saliente, y si lo evalúa bien es proclive a renovarle la confianza a la misma coalición. De lo contrario, si lo evalúa mal, tiende a revocarle el mandato para asignárselo a la coalición opositora. Así de simple.

  

2 comentarios:

  1. Adicionalmente a lo que hablamos hoy dia, concuerdo con usted en muchos puntos de los que menciona. Creo que era importante generar un cambio significativo en la manera de gobernar a través de otros punto de vista como lo es el de la juventud. Creo que la tarea no será facil pero los cambios requieren de ciertos riesgos que vale la pena adquirir.
    Saludos !!

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