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Hoy se inicia el proceso de postulaciones a las universidades. En relación a nuestros tiempos hoy parece ser de mayor complejidad la decisión a tomar por parte de los jóvenes que aspiran seguir estudios superiores. Digo esto porque en el pasado las opciones eran mucho menores, tanto en términos de carreras a elegir como a universidades. Hoy hay una diversidad de carreras y universidades que hace tan solo medio siglo atrás no existía. A ello habría que agregar que antes, no pocas veces la decisión la tomaban los padres, o en el mejor de los casos, los jóvenes con el apoyo de los padres. Hoy los jóvenes tienden a tomarla con autonomía de sus padres. Por otra parte, la frontera entre las distintas carreras era más nítida, a diferencia de la actualidad donde los límites muchas de ellas son difusos, borrosos, no siempre distinguibles.
Si bien los
jóvenes nunca la han tenido fácil a la hora de postular, hoy parecen tenerla más
difícil que nunca. La pregunta del millón que deben hacerse quienes hoy
postulan a universidades, institutos profesionales o centros de formación
técnica es ¿qué estudio? ¿qué carrera estudiar? A ella habría que agregar otra
¿dónde estudiar? Pero por el momento intentemos centrarnos en la primera. Solo una
vez respondida la primera, tiene sentido abordar la segunda.
Las variables a
considerar o evaluar son esencialmente tres: La primera tiene relación con lo
que se quiere estudiar, con la voluntad, con lo que a uno le gusta. La segunda
variable tiene que ver con la capacidad, con lo que se puede, si se tienen
dedos para el piano. Y la tercera variable se vincula con la realidad laboral
futura. Ojo, el orden en que están es absolutamente arbitrario y no indica orden
de prioridad alguno, por lo que cada uno verá lo que prioriza.
El ideal es que
las tres variables calcen, una suerte de bingo, esto es, que lo que uno quiera
estudiar coincida con las capacidades que se tengan, esto es, la facilidad de
aprendizaje de lo que se quiere, y con las perspectivas laborales futuras. Esto
es, esudiar aquello que le gusta, para lo cual además se estaría bien dotado, y
que para más remate su mercado laboral futuro sea promisorio. Desafortunadamente
son pocos los que pueden darse ese gusto.
Yo quise estudiar
periodismo pero en mi casa fueron taxativos: no! Porqué pregunté. La respuesta
fue draconiana: no queremos muertos de hambre en la familia. Como en esos
tiempos uno no cortaba ni pinchaba, solo atiné a preguntar: ¿Entonces qué estudio?
La respuesta no se hizo esperar: ingeniería. Volví a preguntar: ¿porqué? La respuesta
fue de una simplicidad aterradora: porque le pegas a las matemáticas. Nunca me
había imaginado estudiar ingeniería porque lo asociaba a obras físicas, a
construcciones, y de niño nunca había me había entusiasmado esa línea. No se me
había ocurrido asociar las matemáticas con la ingeniería, la que asociaba más
con la física y química. Pero bueno, estudié ingeniería, la sufrí, pero la
sorteé no sin dificultades.
Otro caso es el
de quien quiso estudiar arquitectura, lo que a sus padres llamó la atención
porque lo veían más por el lado humanista, ya sea por la psicología o la
abogacía. Pero sus padres no quisieron meter la cuchara. Eran ya otros tiempos,
en el que el peso de los padres en las decisiones de los hijos menguaba. Estudió
arquitectura porque quiso, pero al año tiró la toalla. No era lo suyo, no tenía
dedos para el piano, lo que desprendió a la hora de los talleres, de las
maquetas, de ver a compañeros que eran capaces de hacer maquetas con una
facilidad que no tenía. Y de allí pasó a estudiar psicología.
Otro caso es el
de quien quiso estudiar diseño gráfico. Los padres se agarraban la cabeza
pensando de qué va a vivir. Pero el diseño gráfico lo tenía desde la cuna,
desde niño agarraba servilletas y se ponía a dibujar, a hacer ilustraciones,
historietas. Era lo que quería, lo que le gustaba y para lo cual tenía todas
las aptitudes. Hoy no es muerto de hambre y tampoco anda al tres y al cuatro,
se defiende, está en lo suyo. Los padres se alegran de no haber interferido.
En fin, no es una
decisión fácil la que en esta semana deben tomar los estudiantes implicados. En
todo caso, mi sugerencia es que no dejen de considerar las tres variables más
arriba mencionadas para después no andar llorando sobre la leche derramada.
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