enero 29, 2022

La vieja política se resiste a morir

Foto de Colin Lloyd en Unsplash

La designación de los futuros ministros trajo cola, tal como seguramente ocurrirá cuando se haga lo mismo respecto de los subsecretarios y otras autoridades. Nada nuevo bajo el sol. Los dimes y diretes andan a la orden del día. Resulta penoso observar que no obstante los esfuerzos del gobierno entrante por superar la vieja política, ésta se resiste a batirse en retirada. A continuación algo más que un par de botones de muestra.

La recientemente única senadora electa de la Federación Regionalista Verde Social (FRVS), Alejandra Sepúlveda, se dio el lujo de oponerse al único ministro de su partido, Esteban Valenzuela, por considerar que a su juicio no tiene las condiciones técnicas para desempeñase como tal. Seguro que el nombre que ella había propuesto era otro, y pero no encontró nada mejor que airear su frustración.

Por el lado del partido comunista (PC) la decepción vino por quien ocupará la cartera ministerial de Hacienda, Mario Marcel. Consultado por la prensa, el secretario general del PC, Guillermo Teillier no encontró nada mejor que declarar que no lo conocía. Por otro lado, quien fuera su candidato presidencial, Daniel Jadue, fue más honesto al afirmar que lo conocía como neoliberal, con lo que dejaba traslucir el desacuerdo del PC con lo resuelto por el presidente electo.

A estos dos botones podríamos agregar otros. Como el del reclamo de Revolución Democrática (RD) que se siente menoscabado en relación a Convergencia Social (CS), el partido de Boric. Lo mismo ocurre con otros partidos del Frente Amplio que respaldaron a Boric desde sus inicios en la carrera presidencial. Se trata de una ensalada de partidos con sus respectivas siglas que el grueso de los mortales es incapaz de identificar y reconocer sus diferencias. No logro reconocer lo que distingue a unos de otros.

Otro ejemplo está dado por la postura desde diputados y senadores de la futura coalición de gobierno de respaldar un quinto retiro de las AFP, siguiendo las aguas de la diputada Jiles, en circunstancias que no está en el programa de gobierno. Agréguese que el presidente electo ha sido claro en oponerse a un proyecto de esta naturaleza.

Por último, no faltan posturas maximalistas que recuerdan tiempos, hace ya medio siglo, en que se pregonaba la necesidad de “avanzar sin transar”. Posturas que pavimentan un camino que nadie desea y cuyo destino ya conocemos quienes vivimos esos tiempos.

Todas estas dificultades no son compatibles con los propósitos que se persiguen, de realizar las transformaciones que el país requiere, gradualmente, paso a paso, firmemente. No son tiempos para andar echándole pelos a la sopa. Todo lo contrario, constituyen obstáculos que de continuar pueden llegar a ser vallas insalvables para los propósitos transformadores del futuro gobierno. Obstáculos mayores que los que eventualmente provendrán desde la derecha que desde ya se solaza con ellos. Una derecha  que se fortalecerá y apertrechará en el próximo parlamento que asumirá en marzo.

Las expectativas imperantes, las esperanzas puestas en el relevo generacional ameritan una nueva política despojada, exenta de todo aquello que tanto se ha criticado de la vieja política. ¿Será posible una nueva política? ¿O todo lo expuesto no será parte de la “real politik”, de la lucha por el poder?

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