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Escribo estas líneas habiendo terminado la primera responsabilidad de la Convención Constituyente (CC): elegir a quienes la presidirán. Se decidió por la vía papal, esto es, en principio todos eran candidatos a presidirla, cualquiera podía ser, y habrían tantas votaciones como fueran necesarias hasta que alguien obtuviera la mayoría absoluta, esto es, la mayoría simple de 50% más un voto. Esto implicaba que ganaba quien obtuviera 78 votos.
Para la elección de la presidencia se requirieron dos
votaciones, en tanto que para la vicepresidencia, tres votaciones. La presidencia
fue ganada por Elisa Loncon, y la vicepresidencia por Jaime Bassa,
En 200 años de independencia, nunca hemos tenido un
presidente mapuche, ni teníamos para cuando. Y ahora, para elaborar la primera
constitución a partir de convencionales electos, se elige a una mujer mapuche
para presidirla. Todo un signo de los nuevos tiempos que nos recorren. Tiempos refundacionales.
Con la elección de Elisa se da cuenta de un proceso de reparación a la
postergación que han vivido los pueblos originarios y el mundo femenino. Y la
elección de Jaime da cuenta de un proceso de descentralización, por provenir de
las regiones, de la región de Valparaíso.
La CC ha dado un primer paso histórico al poner al frente a
quienes han sido postergados por siglos: las mujeres, los pueblos originarios y
las regiones. Dos personalidades de fuste. Elisa, de 58 años, madre, mapuche, profesora.
Su lengua materna es el mapudungun, habla, además, castellano e inglés. Magíster
en Lingüística, Doctora en Humanidades y en Literatura. Ha desarrollado múltiples
investigaciones en torno la reivindicación de los derechos de los pueblos a la
lengua, la autodeterminación, la interculturalidad, la plurinacionalidad y el
goce pleno de los derechos como naciones originarias.
Jaime, de 44 años, es abogado y Doctor en derecho, profesor
de Derecho Constitucional de la Universidad de Valparaíso, autor de los libros “La Constitución que
queremos. Propuestas para un momento de crisis constituyente” y “Chile decide
por una nueva Constitución”.
Ambos conforman
una tremenda dupla, signo de los nuevos tiempos, nuevos aires que soplan. Ambos
representan nuevas culturas, nuevas generaciones, nuevas miradas que harta
falta nos hacen.
Los sectores que han dominado la escena en el último medio
siglo han quedado desplazados sin atenuantes. El país quiere pensar “fuera de
la caja”, fuera de los moldes convencionales. Sin duda que estamos ante un
momento fundacional.
Penoso observar el comportamiento de la derecha,
atrincherada, temerosa, incapaz de incorporarse a los nuevos tiempos que tanto
pregonaban, de la boca para afuera, años atrás. El país que siempre han sentido como suyo, de su propiedad, ven que se les va entre los dedos de las manos. Perdiendo su capacidad de veto actuaron como manada en defensa
de sus intereses en la creencia de que sus intereses son los del país. Pero
también reveló que los esfuerzos de la derecha por detener la historia solo
tienen éxito en la medida que las fuerzas que se le oponen se dividan. Esto deben
tenerlo muy claro los convencionales. La derecha dura y blanda, actuó como
un solo cuerpo en ambas elecciones, la
de la presidencia y vicepresidencia de la CC. Todo un signo de lo que se espera de ella y de su
incapacidad de entender lo que está ocurriendo.
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