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Las esperadas elecciones venezolanas tuvieron lugar y ahora en vez de certezas, prima la incertidumbre, la incredulidad, la duda existencial.
La razón de ello es
que no obstante que el Consejo Nacional Electoral (CNE) entregó los resultados,
lo hizo tardíamente y sin respaldo alguno. a ello cabe agregar que la mayoría
de quienes conforman el CNE tienen su corazón inclinado hacia quien declaró
ganador. Explicaron la tardanza por un hipotético atentado terrorista
informático electrónico procedente de Macedonia del Norte, país localizado en
el sureste europeo, en la península balcánica. Habría que tragarse varios
analgésicos para creerlo.
Pero bueno,
creámoslo, no es algo imposible mirando el mundo como está, y en el que son
elegidos personajes inverosímiles, tales como Bolsonaro, Putin, Milei, Trump. La
lista no termina acá, pero no sigo para no abrumarlos. Lo importante es que
finalmente dieron los resultados que resultaron ser lapidarios. Según el CNE, por
Maduro habría obtenido 5.150.092 votos (51,2%), y su principal contendor, González,
tan solo un 44,2% del total de votos escrutados. Por su parte, el comando
opositor ha objetado tales resultados, entregando sus propios cómputos, que dan
cuenta de resultados diametralmente opuestos, dando por ganador a González con
6.275.182 votos (68%), teniendo escrutadas el 73,2% de las actas electorales.
Frente a tamaña
diferencia en los resultados entregados por un organismo oficial y otro no
oficial, lo que cabe es remitirse a las actas electorales, las que aún permanecen
en la penumbra, lo que solo contribuye a crispar aún más un ambiente que ya
venía caldeado por el desafío que implicó la eliminación por secretaría de la
candidatura de Machado, la unidad opositora, y las declaraciones previas a la contienda
electoral por parte de Maduro en las que señalaba que si no ganaba habría un
baño de sangre. Todo esto auguraba un desenlace como el que se está viendo.
En la noche del
domingo, a medida que pasaban las horas y los resultados no salían, no pude
dejar de recordar la noche del 5 de octubre del 88 en Chile cuando el
comandante en jefe de la Fuerza Aérea, General Matthei, reconoce el triunfo del
NO. Recién en ese minuto el país respiró aliviado, abortando todo intento de
perpetuación de la dictadura. De allí que este domingo por la noche, pensé que
quizás alguno de los generales de las FFAA venezolanas, se desmarcara saliendo
a desmentir al CNE. Pero ello no ocurrió, y ahora pasadas las horas, el
comandante en jefe de las FFAA de Venezuela, sale públicamente a refrendar los
resultados entregados por el CNE y su respaldo irrestricto a Maduro.
La izquierda mundial
está sumida en el desconcierto y qué mejor símbolo que las posiciones que
sustentan los partidos comunistas de Chile (PCCh) y Venezuela (PCV): mientras
el primero respalda a Maduro, el segundo lo rechaza. Lo que está sobre la mesa
no es menor. Está en discusión lo que se entiende por democracia y por
dictadura.
Maduro le ha hecho un flaco favor a la izquierda. No es el primero, y dudo que sea el último. Es un fiel reflejo de una izquierda perdida en su laberinto. Maduro está logrando lo que la derecha no pudo: facturar a la izquierda.
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