El entusiasmo, la convocatoria y la cobertura
generada en los medios de comunicación por ambas copas, me llevan a pensar que
si Marx viviera hoy, en vez de afirmar que la religión es el opio de los
pueblos, tengo la impresión que diría que el futbol es el opio de los pueblos.
Quienes seguimos la organización de la copa
América no podemos dejar de señalar que dejó mucho que desear, poniendo al
desnudo la debilidad de EEUU para enfrentar contingencias imprevistas como el
desborde de público. Pero donde reveló el país que es, fue el fallido atentado
contra Trump que, curiosa o casualmente, le está despejando el camino y
catapultándolo a la presidencia que al paso que vamos ganará por paliza a falta
de contendores.
Con el atentado Trump logra hacer olvidar
todos sus problemas con la justicia y el asalto al capitolio por parte de sus
huestes, emergiendo como la figura que tanto atrae a los estadounidenses: la
del sheriff, la del llanero solitario, que por sí solo resuelve todos los
problemas habidos y por haber. El mismo Trump le pone sal y pimienta de su
cosecha declarando “se supone que debo estar muerto”. Por tanto, EEUU debiera
estar respirando aliviado porque sería un resucitado para cumplir el destino
que el Señor le ha asignado a su paso por esta tierra: Make America Great
Again. En la convención republicana que ha tenido lugar al día siguiente, Trump
le ha sacado lustre al atentado, tan lleno de interrogantes como tantos otros
atentados similares. Interrogantes que el tiempo no logra dilucidar y que solo
abre espacio a especulaciones de la más diversa índole. Bastó matar al supuesto
autor del disparo que le rasgó la oreja para que lentamente le echemos tierra
al tema. Como diría alguien: matando la perra se acaba la leva.
El atentado nos confirma el tipo de país que
es EEUU, un país armado hasta los dientes, con una policía que deja mucho que desear, donde las leyes son extremadamente
laxas en materia de tenencia de armas gracias a la influencia que tiene la
poderosa asociación norteamericana de rifles en el ámbito político. Influencia
que ha impedido la aprobación e implementación de leyes que limiten la posesión
de armas.
Excelente comentario sobre la actualidad internacional, permite pensar en la realidad deportiva y política nacional
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