julio 03, 2024

Chile y Uruguay en la Copa América

La Copa América que se está desarrollando en EE. UU., no ha estado exenta de sorpresas, así como de hechos que se daban por sentado. La eliminación de Chile en la primera ronda no se esperaba, aunque tampoco se daba por hecho su clasificación. La clasificación de Uruguay, sí se daba por hecho por los antecedentes que traía consigo como por la serie que le tocó dado que sus rivales -Panamá, Bolivia y EE. UU.- eran totalmente accesibles.

Para que nadie se llame a engaño, quien escribe tiene a Uruguay por país natal y a Chile por país adoptivo: quien escribe quiere a los dos países, y cuando juegan entre ellos, se me parte el alma, pero al final del día, manda el país natal, en el que nací y viví mi infancia, allí donde jugaba en la calle, con pelota de trapo y haciendo arcos con sendas piedras, cuando había pocos coches que enlentecían su paso para darnos tiempo a detener el juego.

Lamentablemente, Chile ha retrocedido respecto de lo que fue su generación dorada en tiempos del loco Bielsa. Retrocedido en todos los planos. Volvió a su tradicional sequía en materia de goles, volvió a jugar más en territorio propio que en el del rival, volvió a sembrar inseguridad, volvieron a reaparecer mil y una excusas a las que estábamos acostumbrados en el pasado: el árbitro, el VAR, el rival, la cancha y/o el tiempo. Todo esto era inevitable, absolutamente previsible si consideramos que no ha existido planificación alguna, no hay proyecto de largo plazo, ni trabajo en la cantera. Siempre apostando al chiripazo, al Espíritu Santo, nunca al trabajo serio, de largo plazo. Lo alcanzado en el mundial del 1962 fue fruto de un proceso, de un trabajo de largo aliento de la mano de Riera. La generación dorada parece haber sido una excepción.

Uruguay, por el contrario, ha dado un salto cualitativo enorme, de la mano Bielsa, cuyo estilo de juego le viene como anillo al dedo a los jugadores uruguayos y a la afición, no solo la uruguaya, sino mundial. Un estilo de juego limpio, veloz, de ataque, de presión, alegre. Uruguay y Bielsa dieron en el clavo al encontrarse. Están hechos el uno para el otro.

Se me dirá que aún no se ha ganado nada. Es cierto desde el punto de vista que no se ha ganado título alguno. Y no es cierto desde el ángulo del espectáculo. Hoy Uruguay da espectáculo, da gusto ver cómo se para en la cancha, la entrega y velocidad de sus jugadores, la limpieza de sus acciones que contrasta con las que se conocían, cuando su fama estaba dada por la brusquedad y lentitud. La única impronta que conserva, y a mucha honra, es la garra charrúa, el amor por la camiseta y la calidad natural que poseen quienes nacen prácticamente con una pelota de trapo en sus pies.

Bielsa tiene detractores en Uruguay por los más diversos motivos: porque no incluyó a Cavani, porque solo a última hora subió a Suárez, a quien le ha dado pocos minutos, porque no mira la cámara, porque se le han ido colaboradores, porque lo logrado hasta ahora es mérito de los jugadores, no de él. Porque no contesta, porque contesta mal. Palos porque bogas, palos porque no bogas. Por lo que sea, no faltan quienes no son capaces de asumir la responsabilidad de Bielsa en el juego que tiene Uruguay hoy por hoy.

Más allá de los resultados, de cómo termine esta copa América, de cómo terminen las eliminatorias para el próximo mundial, Uruguay, su forma de jugar, su estilo, su impronta, es de admirar, deleita la vista. Eso de pararse de igual a igual ante quien sea, de no dar por ganado ni perdido partido alguno, rima con la celeste.

El final del día, la gran lección que se nos está dando, es que lo que importa es el proceso, antes que los resultados. En el proceso, en el trabajo de trastienda, está la madre del cordero. Lo demás es irrelevante, es exitismo, es inmediatismo que se lleva el viento. En la consistencia, la perseverancia y la convicción en el proceso que se está llevando a cabo está la clave de todo, siendo el resultado de todo esto lo menos relevante, aunque se crea lo contrario.

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario