De alguna manera Trump se las arregla para estar de florero, para concentrar la atención. Yo mismo he caido escribiendo ya varias columnas. Se las arregla para estar en el tapete noticioso, no de cuando en cuando, sino que todos los días. Si no tiene nada que decir, lo inventa. Su personalidad es tal que parece no soportar no estar en la cresta de la ola, en las portadas de los medios de comunicación, de las redes sociales.
Todo lo que gira a su alrededor son pompas de jabón, que así
cmo aparecen, desaparecen. Cuando era candidato, dijo que en 24 horas lograría
terminar la guerra en Ucrania; también ha dicho que gracias a él han terminado
no sé cuántas guerras. Puros bluffs. Cualquiera díría que es un clásico jugador
de pocker que quiere hacernos creer que en mano tiene 4 ases.
Trump ha arrasado, hecho pedazos, la diplomacia clásica o
tradicional con que se llevan las relaciones internacionales. Su lenguaje es el
clásico del matón de barrio, del mafioso que impone su ley puro y duro sin
medias tintas. Ejemplos nos da, no día por medio, sino que todos los días. Sin
decir agua va, a Irán le tira una bomba a su plantas de desarrollo nuclear para
dejarlas inutilizadas; de un día para otro, en las costas de Venezuela
bombardea y hunde lanchas con supuestos narcotraficantes. Al derecho
internacional se lo pasa por el aro como si nada, al igual que el debido
proceso que solemos exigir.
Ocupa los aranceles como arma de imposición. O haces lo que
te digo, o aplico aranceles a tus productos. A España le exige que aumente su
gasto en defensa o la pagará caro. ¿qué se cree? El sheriff del condado, todo
un cowboy. Se hace lo que él quiere o habrá que atenerse a las consecuencias.
Y lo curioso es que a no pocos les gusta esta forma de hacer
política. Les resulta atractivo. Y van a rendirle pleitesía. Uno de ellos,
Milei, quien no trepidó en ir a Washington para pedirle plata. La respuesta de Trump
fue de doble filo: encantado te doy, pero primero gana las elecciones que tienes por delante. Y ahora tienes a Milei haciendo campaña con esa carta a la vista pidiéndoles a los argentinos que voten por los suyos para que haya plata, porque
de lo contrario no lo habrá.
En Gaza se las da de garante de una firma de paz, que dudo
que sea tal, a lo más de tregua, de una tregua frágil como un cristal, que se
romperá en cualquier minuto. No solo eso, se las dá de garante de un alto al fuego de una
guerra cuyo inicio contó con su aval. Dudo que Israel de Netanyahu reaccionara
como lo hizo ante el ataque terrorista de Hamas, sin la anuencia de Trump.
Y no menciono todas las barbaridades que ha hecho en materia de
política interna, donde está buscando imponer su voluntad sin importarle nada. De
talante, mentalidad democrática, no tiene nada de nada. Así como tampoco se la
veo a Milei o a Bolsonaro. Es el Hitler de los tiempos que corren, cada uno con
su Joseph Goebbel, el ministro de propaganda nazi, encargado de la parafernalia
en torno al führer plagada de bots, fake news, mentiras con que hoy inundan las
redes sociales.
En Chile son quienes hablan de parásitos, como si ellos no lo
fueran.
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