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Foto de CHUTTERSNAP en Unsplash |
El mensaje, de cara a las elecciones de fin
de año, es clarísimo: Chile se está cayendo a pedazos. Basta leer los titulares
de los medios de comunicación convencionales. Dale que dale. Y el candidato presidencial
de la ultraderecha, que puntea en su sector, Kast, no tiene empacho en sostener
que encabezará un gobierno de emergencia nacional, y que por lo mismo, tiene
bajo el brazo un programa de emergencia, que de no contar con la mayoría
parlamentaria, lo forzará a actuar por la vía de los decretos.
Es hora de poner la pelota al piso y dejarse
de bravuconadas. Basta con asomarse a mirar como están otros países, y tener al
menos dos dedos de frente, para percatarnos que el país no se está cayendo a
pedazos ni mucho menos. A pesar de la incertidumbre a nivel mundial, a pesar de
los agoreros, de la partida en falso del gobierno y de la inexperiencia de la
coalición gobernante inicial, el país no se está cayendo a pedazos como desde
la oposición quieren verlo.
Olvidan que el país es una pequeña
embarcación que se encuentra en alta mar, en medio de un temporal, que se
mantiene a flote entre agitadas aguas -narcotráfico, migraciones, corrupciones-
donde otras embarcaciones se encuentran zozobrando -Perú, Bolivia, Ecuador,
Cuba, Venezuela, Argentina, entre otros-. Un temporal que nadie sabe cuándo
terminará, y que por lo visto, tiene para rato.
Un temporal que nos pilla con una economía
abierta, esto es, con las ventanas abiertas de par en par, por donde puede
entrar el agua del oleaje que nos salpica. Y ojo, mientras EEUU cierra sus
ventanas, alzando los aranceles a los productos que importa de la mano de Trump,
para hacer su sueño de reverdecer laureles vía MAGA (Make America Great Again),
sus admiradores nacionales solo atinan a machacar una y otra vez que el país se
está cayendo a pedazos.
Desembozadamente, mienten una y otra vez, vía
redes sociales y medios de comunicación escritos y no escritos. Por esta vía,
de lograr vencer electoralmente, será una victoria pírrica, como lo son todas
aquellas victorias basadas en la mentira. Quienes la propalan, lo saben.
Sí se caerá a pedazos el día que ignore la lacerante
desigualdad imperante, no solo en términos de los recursos económicos
disponibles por parte de las familias, sino que muy especialmente la
desigualdad en el acceso a la educación y a la salud. Es insostenible que
quienes necesiten una educación de calidad, no la tengan; es insostenible que la
provisión de salud esté condicionada por los recursos económicos con que cuente
una familia; es insostenible que el individualismo, el egoísmo, le gane a la
solidaridad, a la cooperación sin que pase nada.
Un país se cae a pedazos cuando cada uno vela por su propio interés sin importarle los demás. Ese día nos iremos al carajo, no antes. Espero que no estemos ni lleguemos a ese día.
Así, no más es. Mónica Patricia
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