El próximo mes se cumplirá un año desde que Julia Chuñil desapareció del mapa. Hasta el día de hoy nada se sabe. A duras penas se da por enterada la llamada prensa “seria”.
Abro El Mercurio de hoy, y ni una
sola línea en torno a su desaparición, pero sí una página entera en la página 6
del cuerpo C dedicada a entrevistar a Valentina Correa, hija de un ingeniero
asesinado por un sicario el 18 de mayo del 2020. Asesinado en tiempos de
Piñera, no en tiempos de Boric, ni de la Concertación ni de la Nueva Mayoría.
Lo señalado da cuenta de una
triste realidad: el doble rasero con que actúan, y se comportan, las élites,
quienes más que informar, buscan formar, o mejor dicho, deformar a la opinión
pública. El desequilibrio informativo es brutal. No estoy menoscabando el
asesinato, muy por el contrario, es un acto abominable y que rechazo tajantemente;
lo que estoy diciendo es que el desconocimiento de lo ocurrido con Julia Chuñil
es tanto o más repudiable, pero no se le da cobertura, se esconde, se fondea,
se oculta.
¿Por qué esta diferencia cuando se
asume que estamos en un país no racista? ¿en un país donde todos somos iguales
ante la ley? ¿Quién es Julia? ¿Nadie?
Julia es una mujer mapuche, de 73 años, presidenta de una comunidad indígena,
la comunidad de Putreguel, que se ha destacado por sus actividades en defensa
del bosque nativo y la protección de tierras ancestrales en la comuna de Mafil,
Región de Los Lagos, donde ella nació y vivió toda su vida. Los medios de
comunicación convencionales, al más puro estilo mercurial, cuando son forzados
a abordar el caso, como para desvalorizarla, no trepidan en calificarla de
activista medioambiental mapuche.
A casi un año de no saberse nada de Julia, ni de las eventuales investigaciones en curso destinadas a su esclarecimiento, ni de sus resultados, su familia denuncia la existencia de un audio en el cual se afirmaría que el responsable de su desaparición habría dicho que “la quemaron”.
Desafortunadamente estamos ante un nuevo caso en el
que el(la) afectado(a) implicado es mapuche, que una vez más permanece en la
penumbra. O por ser activista, ambientalista. En el pasado, en tiempos del
innombrable, cuando a uno endilgaban la chapa de comunista, o se hablaba de
presuntos desaparecidos.
En tanto no se esclarezca el caso
en comento, inevitablemente las dudas y especulaciones se instalan. Es lamentable
que todo esto esté ocurriendo en tiempos en lo que se asume que estamos en
democracia.

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