octubre 03, 2025

Jugando con la presión

Foto de Mockup Graphics en Unsplash

No me refiero a la presión arterial ni mucho menos. Hago alusión a la presión social y económica en Chile.

Respecto de la presión social, ha salido al tapete a raíz de lo que uno de los candidatos presidenciales (Eduardo Artés) prevé que ocurriría en Chile si José Antonio Kast (JAK), llegara a la presidencia al afirmar que “un gobierno suyo no va a durar nada, la calle lo derribará y la presión social no lo dejará gobernar”. Se trata de una afirmación de dudoso talante democrático que ha merecido fuertes críticas, muy especialmente de quienes están tras la candidatura de JAK.

Digo que se trata de una expresión de dudoso talante democrático porque en democracia se asume que al presidente se le elige para que gobierne, no para que no se le deje gobernar, para que implemente el programa para el que fue elegido con pleno respeto a las minorías y bajo el control de parlamentarios -diputados y senadores-. La presión social se ejerce al momento de votar, y posteriormente, velando porque el programa de gobierno que trae consigo el candidato ganador, se implemente, y que los parlamentarios electos hagan lo que dijeron que harían. Todo esto en el marco de la legalidad e institucionalidad vigente sin hacer uso de resquicios ni trampas. Para supervisar todo esto está el poder judicial.

Es por lo expuesto que la madre del cordero reside en el voto, en un voto consciente, responsable, meditado, evaluado, y que todo el proceso electoral, desde que se inicia hasta la hora del escrutinio, sea limpio, libre, sin violencias, sin mentiras, sin falsedades, sin promesas vacías. De lo contrario, el proceso se vicia, se invalida, y debilita todo lo que afirmo en el párrafo anterior.

A diferencia de la presión social que es ruidosa, callejera, visible, la presión económica es una presión de trastienda, silenciosa, bajo cuerda, tras las bambalinas, tácita. Si uno mira los aportes financieros de peces gordos a los distintos candidatos puede verse que el desequilibrio es brutal. Y todos sabemos que con plata se compran huevos, y algo más que huevos. Están apostando, poniendo todas sus fichas en una dirección de forma tal que hacen crujir la democracia. La resquebrajan porque desequilibran. La presión económica transforma la democracia en una plutocracia disfrazada de democracia.  

Y para rematarla, si por esas cosas de la vida, el candidato(a) de los amores de estos peces gordos no gana, ejercen la presión económica tirando del mantel, esto es, contrayendo inversiones, llevando sus capitales a paraísos fiscales, o como ordenara en su momento Nixon a Kissinger: “Hay que asfixiar la economía chilena” al enterarse del triunfo de Allende hace poco más de medio siglo.

El desafío es que todos juguemos limpio, esto es, sin presiones indebidas de ninguna índole. Así de simple.

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