octubre 10, 2025

Trump: con los crespos hechos

Foto de Aliaksei Lepik en Unsplash

Acaban de darle el Premio Nóbel de la Paz a María Corina Machado, venezolana, acérrima opositora al régimen de Maduro, quien no trepidó en sacarla de la carrera presidencial a punta de medidas más propias de dictaduras que de democracias. Hoy se encuentra en la clandestinidad, perseguida por Maduro y sus esbirros.

Corina es del mundo de la derecha, por no decir de la ultraderecha, y por lo mismo no es santa de mi devoción, pero al césar lo que es del césar: ella ha sido capaz de hacerle frente a un gobierno narcomilitar que se está corroyendo a sí mismo, que desde hace tiempo se cae de maduro. Si no ha caído es porque se apoya en unos altos mandos militares totalmente corrompidos por el narcotráfico.  

No sé si tiene los méritos suficientes para haber ganado el premio, pero me doy por pagado con que no lo haya ganado Trump, o la dupla Trump-Netanyahu. Sobretodo Trump, qué no hizo para llevarse el Nóbel de la Paz. Él mismo se daba vuelo, afirmando que ha parado guerras, y que merecía obtenerlo. Algunos afirman que no se lo dieron porque habría sido impresentable, el colmo de los colmos, pero que tampoco podían no dárselo sin que el mismísimo Trump le declarara la guerra a la Academia Sueca. Y para que su enojo no dejara títere sin cabeza, nada mejor que otorgar el premio a una opositora a Maduro. Una suerte de premio de consuelo. Es posible.

En todo caso, llaman la atención los esfuerzos desplegados por parar la guerra de Gaza justo en la antesala de la discusión y asignación de un premio que si bien es muy codiciado por personajes de la catadura de Trump, es un premio que está cotizando a la baja. Trump pensaba que si se lo dieron a Obama, porqué no a mí; si se lo dieron a Kissinger, porqué no a mí. Netanyahu debe haber pensado lo mismo.

Quizás cuántos millones de dólares, de los que le sobran a Trump, no corrieron para que fuera el galardonado. Por suerte se quedó con los crespos hechos.

octubre 07, 2025

El arte de envejecer

Foto de Matt Bennett en Unsplash

Acercándome a los 80 no resisto la tentación de escribir en torno a un tema de por sí complejo porque esto de que sea un “arte” el de envejecer depende de cómo nos pilla, cómo nos encuentra parados, cómo llegamos a este período de nuestras vidas. Mal que mal, hay elementos que entran en juego que están en nuestras manos, que dependen de nosotros, pero también los hay que no dependen de nuestros comportamientos, que traemos por genética, por ADN, además de existir circunstancias, azares que inciden.

En Google el arte de envejecer se define como “la visión de mundo” sintetizada a través de ideas, emociones, sentimientos, cultura y una forma particular de ser y hacer. Lo que complementa afirmando que no es tan grave ser viejo, lo triste es sentirse viejo, estar viejo.

Efectuada la misma consulta a inteligencia artificial, ella nos dice que el arte de envejecer consiste en abordar la vejez de manera positiva y proactiva, enfocándose en mantener una buena salud física y mental, cultivar relaciones significativas y desarrollar una actitud resiliente frente a los desafíos del envejecimiento.

Sin duda, pero no es fácil. Para unos puede ser extremadamente complejo no por falta de voluntad, sino por las circunstancias que les ha tocado vivir y/o les está tocando vivir. No todos concurrimos a esta etapa de nuestras vidas en buenas condiciones. Si llegamos con mala salud física y/o mental, difícilmente podremos ver el mundo de manera positiva y proactiva. Lo mismo vale si a quienes queremos la están pasando mal. Es como pedirle peras al olmo. Lo mismo vale si la vejez nos pilla sin un peso, o con problemas de salud que consumen nuestros recursos financieros. O con familiares en dificultades.

La vejez es una etapa de la vida que puede ser maravillosa, como puede no serlo. Y esto no depende tan solo de la actitud. Lo que sí es cierto es que no pocos ven la vejez negativamente en forma automática. Todo lo contrario, puede llegar a ser la mejor etapa de nuestras vidas no solo si así nos lo proponemos, sino si también concurren circunstancias favorables que están fuera de nuestro control. Como es tener una mala salud por herencia o haber tenido un accidente que limita fuertemente nuestras capacidades para desenvolvernos, para tener un buen trabajo.

En todo caso, el envejecimiento es un proceso natural que debemos asumir con naturalidad, con alegría, para ver las cosas desde otra perspectiva, para “salir” del circuito vertiginoso en que se encuentra la humanidad, para hacer un alto, para parar, meditar, mirar el horizonte. Claro, todo esto es cierto si nos pilla bien parados, pero por lo general en esta etapa no falta porqué llorar -la partida de un ser muy querido, un familiar, la pérdida de la memoria, las limitaciones físicas y/o económicas. Superar todas estas dificultades, comunes en esta fase, no es broma, es un desafío mayúsculo que demanda respirar profundo.

A los jóvenes que me leen si quieren tener una vejez a su pinta, les invito a minimizar, encapsular lo genético, por la vía de hacer lo que está en sus manos hacer, que no es ni más ni menos que vivir sanamente, colaborativamente.

La vejez es una etapa compleja porque el temor está al acecho: el miedo a la soledad, a perder autonomía, a enfermarnos. Temores que debemos contrarrestar, enfrentar estrechando lazos con la familia y las amistades, insertándonos en organizaciones vecinales, sociales, deportivas e incorporándonos a todas aquellas actividades que creamos poder seguir desarrollando.  No es una etapa para quedarse con los brazos cruzados esperando que pase el tren.

Por ello cabe celebrar que existan organizaciones que no abandonan a quienes trabajaron en su seno y que hoy se encuentran jubilados. Da gusto ver cuando sus unidades de recursos humanos actúan apoyándolos, orientándolos, facilitándoles la existencia. Es el caso de la Universidad de Talca, que en tal sentido está desarrollando una acción ejemplar.

octubre 04, 2025

¿Dónde está Julia Chuñil?


El próximo mes se cumplirá un año desde que Julia Chuñil desapareció del mapa. Hasta el día de hoy nada se sabe. A duras penas se da por enterada la llamada prensa “seria”.

Abro El Mercurio de hoy, y ni una sola línea en torno a su desaparición, pero sí una página entera en la página 6 del cuerpo C dedicada a entrevistar a Valentina Correa, hija de un ingeniero asesinado por un sicario el 18 de mayo del 2020. Asesinado en tiempos de Piñera, no en tiempos de Boric, ni de la Concertación ni de la Nueva Mayoría.

Lo señalado da cuenta de una triste realidad: el doble rasero con que actúan, y se comportan, las élites, quienes más que informar, buscan formar, o mejor dicho, deformar a la opinión pública. El desequilibrio informativo es brutal. No estoy menoscabando el asesinato, muy por el contrario, es un acto abominable y que rechazo tajantemente; lo que estoy diciendo es que el desconocimiento de lo ocurrido con Julia Chuñil es tanto o más repudiable, pero no se le da cobertura, se esconde, se fondea, se oculta.

¿Por qué esta diferencia cuando se asume que estamos en un país no racista? ¿en un país donde todos somos iguales ante la ley?  ¿Quién es Julia? ¿Nadie? Julia es una mujer mapuche, de 73 años, presidenta de una comunidad indígena, la comunidad de Putreguel, que se ha destacado por sus actividades en defensa del bosque nativo y la protección de tierras ancestrales en la comuna de Mafil, Región de Los Lagos, donde ella nació y vivió toda su vida. Los medios de comunicación convencionales, al más puro estilo mercurial, cuando son forzados a abordar el caso, como para desvalorizarla, no trepidan en calificarla de activista medioambiental mapuche.

A casi un año de no saberse nada de Julia, ni de las eventuales investigaciones en curso destinadas a su esclarecimiento, ni de sus resultados, su familia denuncia la existencia de un audio en el cual se afirmaría que el responsable de su desaparición habría dicho que “la quemaron”.

Desafortunadamente estamos ante un nuevo caso en el que el(la) afectado(a) implicado es mapuche, que una vez más permanece en la penumbra. O por ser activista, ambientalista. En el pasado, en tiempos del innombrable, cuando a uno endilgaban la chapa de comunista, o se hablaba de presuntos desaparecidos.

En tanto no se esclarezca el caso en comento, inevitablemente las dudas y especulaciones se instalan. Es lamentable que todo esto esté ocurriendo en tiempos en lo que se asume que estamos en democracia.

octubre 03, 2025

Jugando con la presión

Foto de Mockup Graphics en Unsplash

No me refiero a la presión arterial ni mucho menos. Hago alusión a la presión social y económica en Chile.

Respecto de la presión social, ha salido al tapete a raíz de lo que uno de los candidatos presidenciales (Eduardo Artés) prevé que ocurriría en Chile si José Antonio Kast (JAK), llegara a la presidencia al afirmar que “un gobierno suyo no va a durar nada, la calle lo derribará y la presión social no lo dejará gobernar”. Se trata de una afirmación de dudoso talante democrático que ha merecido fuertes críticas, muy especialmente de quienes están tras la candidatura de JAK.

Digo que se trata de una expresión de dudoso talante democrático porque en democracia se asume que al presidente se le elige para que gobierne, no para que no se le deje gobernar, para que implemente el programa para el que fue elegido con pleno respeto a las minorías y bajo el control de parlamentarios -diputados y senadores-. La presión social se ejerce al momento de votar, y posteriormente, velando porque el programa de gobierno que trae consigo el candidato ganador, se implemente, y que los parlamentarios electos hagan lo que dijeron que harían. Todo esto en el marco de la legalidad e institucionalidad vigente sin hacer uso de resquicios ni trampas. Para supervisar todo esto está el poder judicial.

Es por lo expuesto que la madre del cordero reside en el voto, en un voto consciente, responsable, meditado, evaluado, y que todo el proceso electoral, desde que se inicia hasta la hora del escrutinio, sea limpio, libre, sin violencias, sin mentiras, sin falsedades, sin promesas vacías. De lo contrario, el proceso se vicia, se invalida, y debilita todo lo que afirmo en el párrafo anterior.

A diferencia de la presión social que es ruidosa, callejera, visible, la presión económica es una presión de trastienda, silenciosa, bajo cuerda, tras las bambalinas, tácita. Si uno mira los aportes financieros de peces gordos a los distintos candidatos puede verse que el desequilibrio es brutal. Y todos sabemos que con plata se compran huevos, y algo más que huevos. Están apostando, poniendo todas sus fichas en una dirección de forma tal que hacen crujir la democracia. La resquebrajan porque desequilibran. La presión económica transforma la democracia en una plutocracia disfrazada de democracia.  

Y para rematarla, si por esas cosas de la vida, el candidato(a) de los amores de estos peces gordos no gana, ejercen la presión económica tirando del mantel, esto es, contrayendo inversiones, llevando sus capitales a paraísos fiscales, o como ordenara en su momento Nixon a Kissinger: “Hay que asfixiar la economía chilena” al enterarse del triunfo de Allende hace poco más de medio siglo.

El desafío es que todos juguemos limpio, esto es, sin presiones indebidas de ninguna índole. Así de simple.

octubre 01, 2025

¿Chile se está cayendo a pedazos?

 

Foto de CHUTTERSNAP en Unsplash

El mensaje, de cara a las elecciones de fin de año, es clarísimo: Chile se está cayendo a pedazos. Basta leer los titulares de los medios de comunicación convencionales. Dale que dale. Y el candidato presidencial de la ultraderecha, que puntea en su sector, Kast, no tiene empacho en sostener que encabezará un gobierno de emergencia nacional, y que por lo mismo, tiene bajo el brazo un programa de emergencia, que de no contar con la mayoría parlamentaria, lo forzará a actuar por la vía de los decretos.

Es hora de poner la pelota al piso y dejarse de bravuconadas. Basta con asomarse a mirar como están otros países, y tener al menos dos dedos de frente, para percatarnos que el país no se está cayendo a pedazos ni mucho menos. A pesar de la incertidumbre a nivel mundial, a pesar de los agoreros, de la partida en falso del gobierno y de la inexperiencia de la coalición gobernante inicial, el país no se está cayendo a pedazos como desde la oposición quieren verlo.

Olvidan que el país es una pequeña embarcación que se encuentra en alta mar, en medio de un temporal, que se mantiene a flote entre agitadas aguas -narcotráfico, migraciones, corrupciones- donde otras embarcaciones se encuentran zozobrando -Perú, Bolivia, Ecuador, Cuba, Venezuela, Argentina, entre otros-. Un temporal que nadie sabe cuándo terminará, y que por lo visto, tiene para rato.

Un temporal que nos pilla con una economía abierta, esto es, con las ventanas abiertas de par en par, por donde puede entrar el agua del oleaje que nos salpica. Y ojo, mientras EEUU cierra sus ventanas, alzando los aranceles a los productos que importa de la mano de Trump, para hacer su sueño de reverdecer laureles vía MAGA (Make America Great Again), sus admiradores nacionales solo atinan a machacar una y otra vez que el país se está cayendo a pedazos.

Desembozadamente, mienten una y otra vez, vía redes sociales y medios de comunicación escritos y no escritos. Por esta vía, de lograr vencer electoralmente, será una victoria pírrica, como lo son todas aquellas victorias basadas en la mentira. Quienes la propalan, lo saben.

Sí se caerá a pedazos el día que ignore la lacerante desigualdad imperante, no solo en términos de los recursos económicos disponibles por parte de las familias, sino que muy especialmente la desigualdad en el acceso a la educación y a la salud. Es insostenible que quienes necesiten una educación de calidad, no la tengan; es insostenible que la provisión de salud esté condicionada por los recursos económicos con que cuente una familia; es insostenible que el individualismo, el egoísmo, le gane a la solidaridad, a la cooperación sin que pase nada.

Un país se cae a pedazos cuando cada uno vela por su propio interés sin importarle los demás. Ese día nos iremos al carajo, no antes. Espero que no estemos ni lleguemos a ese día.