Foto de Jan Kopřiva en Unsplash |
La variante omicron, a pesar de visualizarse como menos peligrosa
que las variantes anteriores de covid-19, sus consecuencias no son
menores, por el contrario, amenazan con ser mayores en virtud de un cierto
hastío, hartazgo, cansancio que se va haciendo extensivo tanto a nivel poblacional
como de las élites dirigenciales y las propias autoridades de toda índole. Autoconvencidos
unos y otros que la pandemia estaba siendo vencida, y que se batía en retirada,
ha habido un relajamiento respecto de las medidas preventivas, de consecuencias
imprevisibles. Bajada de guardia asociada al distanciamiento social, al uso de
mascarillas, al lavado de manos, al cumplimiento de los aforos que está
amenazando con prolongar y agravar el estado de cosas.
No se trata de alarmismo, sino de ver lo que está
ocurriendo. Los datos duros no nos dicen que la
pandemia está amainando, sino que todo lo contrario. Si bien la tasa de muertes
y de hospitalización por esta variante es menor que con otras variantes, su
tasa de contagio es más alta, y por lo mismo, en términos de números absolutos
estamos viendo un recrudecimiento en el n° de muertos y de congestión
hospitalaria debido al alto n° de personas que concurren a centros de salud
afectados por omicron.
Es para agarrarse la cabeza observar que en las playas
atestadas de personas sin mascarilla y sin distanciamiento social. Si en pleno
verano estamos como estamos no es difícil pensar en cómo estaremos en invierno,
cuando el virus esté en todo su esplendor, como de hecho está ocurriendo en el
hemisferio norte. Acá, en temporada estival el sistema de atención primaria se
encuentra trabajando a tope. Mientras tanto el partido de los negacionistas, de
los antivacunas ve incrementado el número de sus adeptos al alero de una
ciudadanía que ansía recuperar sus libertades deslizando el concepto de que no
debemos aceptar bajo el alero de lo que no tienen empacho en calificar de dictadura
sanitaria. Sin querer queriendo, esta postura se ve alentada por gobiernos que
parecen estar dando palos de ciego, sin saber qué hacer, balanceándose entre
privilegiar el salvataje de vidas o de seguir manteniendo vivo el andamiaje
económico.
Lo que estamos viviendo no es farándula ni una
realidad virtual, sino real, por lo que haríamos bien en no hacernos eco de información
sin mayor respaldo científico, ni de versiones o mentiras bien o mal
intencionadas que circulan tanto en medios de comunicación como en redes sociales.
Lo que menos podemos hacer cada uno de nosotros, para no agravar el actual
estado de cosas, es adoptar las medidas personales que ya conocemos –uso de
mascarillas, distanciamiento social, lavado recurrente de manos, cumplimiento
de aforos-.
Además, debiésemos seguir a pies juntillas las
recomendaciones provenientes de organismos dedicados al tema sanitario, como lo
es la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto último debido a que estamos ante
un problema global, que trasciende las fronteras nacionales, por lo que las
soluciones nacionales no tienen sentido alguno. Problemas exigen acciones
conjuntas, al igual que frente al cambio climático. No se saca nada con que un
país adopte medidas si otros países no hacen lo mismo. Somos más dependientes
que nunca, sin embargo no veo acción conjunta alguna.
Sin ir más lejos, Dinamarca, por sí y ante sí, sin
consulta a terceros países, a la Unión Europea, ni a nadie, acaba de eliminar
todas las restricciones para frenar covid-19 porque su gobierno consideró que
la variante omicron no encierra peligro alguno para sus habitantes. Esto implica
que Dinamarca “se cansó” y que resolvió que se puede andar sin mascarillas y
que la vida retoma su normalidad total, no obstante que los muertos por
covid-19 se han incrementado en los últimos 50 días y que una alta tasa de
contagio aún persiste dentro y fuera de sus fronteras.
Mientras cada uno de los países siga actuando por su
cuenta, no tardaremos en contagiarnos todos, vacunados o no, y esperar que por
obra del birbiriloque, el virus resuelva disolverse después de dejar la crema, o como dijera un ministro
de salud de un lindo país esquina vista al mar, se vuelva “buena
persona”.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero me da la impresión de que ahora lo están tomando como si fuera gripe, vacunaran a los que voluntariamente se presenten año a año y listo. A mi aún me genera desconfianza y me cuido con las medidas básicas que ya sabemos, tapabocas, manos limpias y distancia, pero no todos respetan ni siquiera eso. Crucemos los dedos para que estas sean las últimas instancias de mutaciones de este bicho!!!!!
ResponderBorrarMuy de acuerdo contigo Rodolfo!!! Esto no se ha a acabado y SI pienso que no podemos bajar la guardia...a seguir cuidandonos
ResponderBorrar