febrero 17, 2022

El dilema de la derecha: ¿seguir o salir?

Foto de Patrick Schneider en Unsplash

Luego de los resultados de una primera votación de normas por parte del pleno de la Convención Constituyente (CC), un grupo de constituyentes de la derecha se declaró en “estado de reflexión”. Éste sería una suerte de estado de recogimiento con miras a evaluar la pertinencia de continuar siendo parte de una CC que les incomoda, en la que sienten que no tienen nada que hacer.

A juicio de tales constituyentes este estado se explicaría porque los dos tercios que se exigen para la aprobación de las normas no serían suficientes para moderarlas. La tesis en juego no sería otra que la de abandonar el buque en el que se habrían embarcado, ya sea porque visualizan que el puerto de destino no es el que ellos quisieran, porque les incomodan los otros pasajeros con quienes comparten la travesía, o porque están a disgusto con la tripulación al mando del buque.

Traigo a colación la metáfora del buque porque en estricto rigor la opción de abandono no existe dado que ya estamos en alta mar. Quienes se embarcaron lo hicieron porque fueron seleccionados por medio de una votación de la población luego de haberse inscrito para la travesía. Abandonar en estas circunstancias, en medio de aguas tempestuosas y revueltas es una suerte de suicidio, salvo que en las cercanías hubiese alguna otra embarcación de salvataje que los recoja.

Otro paralelo que podríamos hacer es con el futbol. Son los mismos que no querían jugar el partido para no perder la punta dada mi condición de puntero –seguir con la constitución actual-. Pero la ciudadanía resolvió vía plebiscito, por casi el 80%, que el partido debía jugarse. Se juega el partido y no alcanza siquiera a terminar el primer tiempo cuando parte de quienes van perdiendo, deciden entrar en “estado de reflexión” para ver si seguir en la cancha o retirarse, largar la esponja.  Todo porque el partido no se está jugando como ellos pensaban, sino que porque hay un equipo que estaría avasallando, pasando máquina, y por lo mismo, dividiendo a los chilenos.

Esto lo sostiene una constituyente de ChileVamos, Carol Bown, una de las que no quería jugar el partido porque estaba cómoda en la punta de la tabla, esto es, con la constitución que tenemos. Una constitución que según su parecer nos uniría y a la que se llegó sin jugar ni un solo partido con todos los jugadores en la cancha. Una constitución elaborada entre 4 paredes, fuera del escrutinio público que está en riesgo. En cambio ahora, con una CC abierta, sujeta al escrutinio público, reclama porque avizora una constitución que divide. El doble estándar en acción.

Perdieron el plebiscito, luego se la jugaron por tener al menos el tercio de los convencionales. No alcanzaron al tercio y ahora se la juegan por el fracaso de la CC apostando a que se está pasando máquina como si la mayoría de los dos tercios fuese una banda armada hasta los dientes guiada por oscuros intereses y donde todos piensan lo mismo. Y si la CC no fracasa, les queda un último cartucho: el plebiscito de salida donde se jugarán el todo por el todo por el rechazo con el propósito de que sobreviva en gloria y majestad la constitución actual.   

Dentro del propio equipo de constituyentes de ChileVamos y de los republicanos,  hay voces disonantes que entienden que no están dadas las condiciones para abandonar la cancha, que el partido hay que jugarlo hasta el final, que para eso entraron la cancha, aunque se pierda y por goleada. Por último, no hay que olvidar que  este partido no es el último. Después viene el definitivo, el del plebiscito de salida. La orden es prepararse para este último partido. Esta orden es válida para ambos equipos, el que quiere cambiar la constitución actual y el que quiere mantenerla.

Es importante resaltar que quienes quieren una nueva constitución no la tienen regalada. El campeonato no lo tienen asegurado. No hay que olvidar que después viene el partido definitivo, el del plebiscito de salida, al que se deberá llegar con una constitución moderna, bien aspectada, que recoja lo que el país está demandando, donde nadie sea capaz de poner el pie encima de otro y que tengamos una relación armoniosa con el medio ambiente.


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