junio 26, 2025

La perversión en la educación

Desgraciadamente la sociedad en que estamos inmersos tiende a pervertir nuestras acciones, nuestras decisiones, aparcando los valores que deben impregnar nuestras conductas. Valores que están por los suelos y que es imperativo recuperar.

En el ámbito educacional, me refiero a la propensión aprobar a nuestros estudiantes con independencia de si saben o no lo que se asume que deben saber, sea que lo merezca o no. La condescendencia del profesorado hacia los estudiantes está batiendo records. ¿Cuál es su causa? ¿A qué se debe?

Son múltiples y no me voy a adentrar en ellas, tan solo pondré algunas sobre la mesa porque no podemos seguir así. Y no podemos seguir así, tanto porque nos estamos degradando moralmente, como porque no estamos formando las personas y profesionales que una sociedad sana requiere. Así de simple. Lo que estoy diciendo vale tanto para el nivel de educación básica, media y superior.

Esto de aprobar a cualquiera no tiene sustento alguno. ¿Dónde se ha visto que se egrese como si nada de educación básica, y/o media, sin saber escribir textos bien redactados y sin errores ortográficos? ¿Sin saber sumar, restar, multiplicar y dividir? No estoy hablando al voleo. Lo comprobé por mí mismo. Mal que mal trabajé por más de 40 años en universidades tanto públicas como privadas.

Revisar informes escritos a mano es todo un trabajo sofocante en los tiempos actuales, ya sea porque la letra suele ser ilegible, como por los errores ortográficos y la mala redacción del grueso de los informes. Al final opté porque me escribieran informes en computadores para ganar en legibilidad, ortografía gracias al corrector automático de los procesadores de texto, y en materia de redacción. Así y todo, la mala ortografía y mala redacción persistían. A la hora de corregir pruebas escritas a mano, era difícil no caer presa de mal humor.

Es así como un año decidí incluir en las pruebas una sección sobre un cuento de un escritor latinoamericano que les daba a leer. Les preguntaba por la trama, el desenlace, los personajes principales, etc. No era una sección de castigo, sino de estímulo. La corrección mía se centraba en dos puntos: uno, si había leído el cuento, lo que implicaba que supiera la trama, el desenlace, los protagonistas, el ambiente, etc.; y dos, si era capaz de redactar bien sus respuestas y sin errores ortográficos. Si respondía bien, a la calificación de la prueba le incrementaba en un punto como forma de estimular, de valorar la lectura, la buena redacción y buena ortografía. El resultado no pudo ser más desastroso. Fueron excepciones los casos de quienes se hicieron acreedores al punto de premio.

¿Cómo reaccionan las universidades ante esto? A lo más se encogen de hombros. Lo que les importa es que entren estudiantes, completar los cupos, las vacantes de las carreras abiertas. ¿Porqué? Porque con los estudiantes viene la marraqueta, el financiamiento.

Y así están las escuelas, los colegios, los liceos, las universidades, buscando capturar al cliente, perdón, al alumno. Y ay de los profesores que reprueben porque para hacerlo hay que tener cuero de chancho para resistir los embates de lado y lado. Si son muchos quienes reprueban con un profesor en particular, en un contexto en que el grueso de los profesores aprueba para no hacerse mala sangre, ese profesor pasa a ser objeto de estudio, de cuestionamiento, a ser una suerte de profesor-problema.

Los procesos de acreditación y/o certificación contribuyen a exacerbar el tema dado que es mal signo tener altas tasas de repitencia y deserción, bajas tasas de titulación, largos tiempos de egreso. Al final del día, la producción de profesionales parece asemejarse a la producción de salchichas bajo la lógica de producir el máximo de salchichas en el menor tiempo posible, sin importar cómo sale la salchicha.

A ver si otro día sigo porque a esta altura ya me estoy indigestando. Abrazo a quienes tienen la paciencia de leerme sin importarles las cabezas de pescado que escriba.

4 comentarios:

  1. Anónimo1:59 p.m.

    Y entre colegas muchos hablamos de lo mismo, pero la acreditación manda... Y los metodólogos/as rígidos como comisarios políticos tb

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  2. Anónimo2:21 p.m.

    De acuerdo, eso además está distorsionando el mercado del trabajo. Hay polarización, credencialismo, sobrecalificación, exceso de rotación laboral, etc. Pero el problema, como lo veo, es que "títulos para todos" en realidad es satisfacer una "necesidad sentida". Nuestro público quiere un título que les asegure un pasar más o menos, ´pega estable y no tan mal pagada. Los títulos regalados no aseguran nada, pero eso no lo sabe el público. Dos problemas entonces: 1- Las pegas productivas, bien pagadas y estables, son escasas en Chile: Problema de nuestro sistema productivo. 2- Mala regulación universitaria (se gasta una millonada) pero se gasta mal, el sistema no tiene incentivos para que le vaya bien a sus alumnos (de hecho, las Ues. no hace seguimiento de sus egresados, les importa un pito). El sistema arancelario funciona pésimo (la gratuidad atenta contra los títulos intermedios, el cobro por año es absurdo, los aranceles por carrera son un delito ecoómico, etc., etc.), la investigación sigue capturada en el cártel de la ANID....ánimo. Igual Patria o Muerte venceremos

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  3. Anónimo3:56 p.m.

    Buena reflexión. Qué culpa tienen los pescados de lo que publicas? Te into seguir escribiendo, eso es cultura.

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  4. Anónimo4:07 p.m.

    Totalmente de acuerdo estimado Rodolfo, colegas míos se retiraron de la docencia por el bajísimo nivel de los alumnos. En universidades de provincia el ingreso a una ingeniería es posible con bajísimo puntaje, prima el negocio antes que la calidad de los profesionales.

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