A estas primarias concurren cuatro candidaturas
representativas de las distintas sensibilidades o corrientes existentes tanto
en la izquierda como en la centroizquierda: Gonzalo Winter en representación
del Frente Amplio (FA); Jeanette Jara por el Partido Comunista (PC); Carolina
Tohá por la Socialdemocracia representada por el Partido Socialista (PS), el
Partido por la Democracia (PPD), el Partido Radical (PR) y el Partido Liberal
(PL); y Jaime Mulet por el Frente Regionalista Verde Social (FRVS).
Creo que estamos frente a un gran elenco, con cuatro
candidatos de fuste, cada uno con sus fortalezas y debilidades, y veo que las
distintas fuerzas políticas han puesto a sus mejores hombres y mujeres para
representarnos. No es una elección fácil ni mucho menos.
Sin perjuicio de lo señalado, estas líneas apuntan a
expresar y a hacer pública mi preferencia por Carolina Tohá y las razones para
inclinarme a su favor.
De partida, sin desmerecer a los restantes candidatos,
percibo en Carolina un fuerte talante democrático junto a una alta solidez
conceptual, una gran experiencia política y una vivencia personal que la
dignifican. Atributos todos, que en su conjunto estimo esenciales para encabezar
el próximo poder ejecutivo.
Todos sabemos que en la primera vuelta de las elecciones
presidenciales pasadas las dos primeras mayorías fueran para Boric y Kast: el
primero en representación del FA y del PC; el segundo en representación del Partido
Republicano. En la segunda vuelta se impuso Boric dado que la centroizquierda
se volcó a su favor, esencialmente para evitar el ascenso a la presidencia de
Kast, candidato representativo de la ultraderecha.
Los primeros meses del gobierno del FA-PC fueron tales,
que a poco andar, el presidente no tuvo más remedio que invitar a las fuerzas
de centroizquierda a sumarse a su gobierno para compensar la inexperiencia
gubernamental que adolecían quienes estaban conduciendo el aparato estatal y
que estaba a la vista de moros y cristianos. El objetivo era claro: enderezar
un gobierno que andaba a la deriva. La centroizquierda fue a su rescate. No podía
ser de otro modo. Junto con enderezarlo, el gobierno logró ampliar su base de
apoyo en el parlamento, donde se encontraba en franca minoría.
Es en este contexto que Carolina es llamada por el presidente
Boric a asumir el ministerio del interior para abordar el mayor desafío que
enfrentaba el gobierno, el del conflicto chileno-mapuche en la región de la
Araucanía junto al migratorio y al de la inseguridad a nivel nacional. Un desafío
mayúsculo al que Carolina no le hizo el quite, sino todo lo contrario,
encarando con decisión su voluntad inquebrantable por contribuir, en la medida
de sus fuerzas, a estabilizar un gobierno que se encontraba en las cuerdas. Todo
por Chile.
Con ella y otros destacados personeros, el socialismo democrático pasó a incorporarse al gobierno, transformándolo en un gobierno de coalición más allá del FA y el PC. Los propósitos refundacionales originales tuvieron que ser desechados al no disponerse de las mayorías sociales y políticas necesarias para implementarlas. El espíritu refundacional FA-PC tuvo que ser reemplazado por la moderación, por la búsqueda de acuerdos, y en esta tarea, a Carolina le cupo un rol estelar. Todo esto acompañado de un proceso de aprendizaje por parte del presidente y colaboradores inmediatos, lleno de chapuzas y autogoles, quienes vivieron en carne propia que “otra cosa es con guitarra”. No por mucho madrugar, amanece más temprano.
Hoy nos encontramos, una vez más, ante el reto de mirar
hacia adelante, identificar lo que necesitamos. El desarrollo nos sigue siendo
esquivo, por lo que para alcanzarlo, necesitamos seguir mejorando la vida de
muchas personas que siguen estando en las cuerdas, con bajas remuneraciones,
trabajos precarios, fuertemente endeudados, por lo que requerimos retomar la
senda del crecimiento, un crecimiento que sea sostenible, inclusivo, verde y
digital, cuyos frutos sean compartidos para tranquilidad tanto de los de abajo
como de los de arriba.
También requerimos disminuir la desigualdad existente, de
modo que los de abajo tengan acceso a una justicia, una educación, una salud,
una vivienda y un ambiente que no los discrimine negativamente. Ellos más que
nadie la necesitan para salir adelante con su esfuerzo. Por último, requerimos vivir
en un país más seguro, donde podamos salir sin tener que andar a salto de mata.
Para satisfacer estos requerimientos, se requieren
acuerdos, ajustes, conversaciones, cesiones, no imposiciones unilaterales. Descarto
a los candidatos de la derecha y la ultraderecha porque para ellos, en lo
sustantivo, la desigualdad no es un problema, lo asumen como natural. Para mí
sí es un problema. No me refiero a la desigualdad resultante de quien se
esfuerza más respecto del que se esfuerza menos; me refiero a la desigualdad consecuencia
de la injusticia. También los descarto
por su acento en la represión antes que en la prevención, por soslayar la
relevancia de los DDHH.
Como podemos ver, la tarea que tenemos por delante es mayúscula, y estoy seguro que los requerimientos planteados -más crecimiento, menos desigualdad, más seguridad- son compartidos por los 4 candidatos. De ellos, quien siento que tiene más posibilidades de satisfacerlas en base a un gran acuerdo nacional, es Carolina por lo que mencioné al inicio de estas líneas: su fuerte talante democrático, su solidez, su experiencia y su vivencia personal.
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