Por un primo que por
esos días estaba en Valdivia, me entero de que Comillas donde me encuentro en
estos meses, llegó a ser la capital de España por tan solo un día, el 5 de septiembre
de 1881, por iniciativa del monarca de entonces, Alfonso XII. ¿Quién sabe por
qué? Podríamos decir que fue capital “entre
comillas” como respondiera otro primo residente en la capital del reino de
Chile, Santiago. Allí donde diariamente se cuecen habas para todos los gustos.
En todo caso
confesemos que habas se cuecen en todas partes, como lo confirma el apagón
total que ha vivido Cuba al momento de escribir estas líneas, el
descarrilamiento de un tren entre las estaciones de Atocha y Chamartin en
Madrid, la batalla por la presidencia entre Trump y Harris en EEUU, la
reducción del presupuesto público universitario argentino impulsado por Milei,
por mencionar tan solo algunos botones de muestra.
Comillas es un pueblo
con tan solo del orden de dos mil habitantes registrados, pero en tiempos de
verano se multiplica al menos por diez, superando los 20 mil gracias a su hermosa
playa de arenas blancas contra las cuales colisionan las olas del mar
cantábrico. Olas que tienden a enfurecerse según el tiempo para chocar con
bravura contra los acantilados que circundan la playa y que conforman la
cornisa cantábrica.
Situado el pueblo en
la región de Cantabria a 45 kilómetros de su capital, Santander, su
construcción se caracteriza por su sobriedad y talante aristocrático, señal de gloriosos
tiempos pretéritos en los que la nobleza solía vacacionar por estos confines. De
ello dan muestra algunos de sus edificios más emblemáticos.
Uno de ellos, El
Capricho, proyectado por el arquitecto Antoni Gaudí, máximo representante del
modernismo catalán, y construido entre 1883. Este
edificio fue proyectado bajo el período de influjo oriental que vivió Gaudí por
esos años. Hoy está convertido en un museo que destaca por su luminosidad y sus
azulejos con girasoles.
El lado del Capricho nos
encontramos con el palacio de Sobrellano, conocido también como el palacio del
Marqués de Comillas. De estilo neogótico, tiene una fachada impresionante, sobrecogedora,
destacando en lo alto una suerte de púlpito desde el cual un político podría
lanzar una perorata capaz de emborrachar a quienes lo escuchen. Quien ordenó su
construcción fue Antonio López y López, el primer marqués de Comillas, para dar
cuenta de su nueva posición social y atraer a su amigo, el rey de entonces,
Alfonso XII, para que lo escogiera como su destino vacacional. Se terminó de
construir poco después de El Capricho, en 1888. En su interior se alojaba a los
invitados, sus familiares y personal de servicio. Actualmente pertenece al
gobierno de Cantabria y es visitable.
Por último, cabe destacar lo que
fue el Seminario Mayor de la antigua Universidad de Comillas, fundada en 1890, donde
hoy se desenvuelve el CIESE (Centro Internacional de Estudios Superiores del
Español)-Fundación Comillas, adscrito a la Universidad de Cantabria. Este edificio, cuya construcción fue iniciada
en 1883 es de estilo gótico-mudéjar, y fue otra obra ordenada por el marqués de
Comillas, su “obra pía” para “ganarse el cielo” y perpetuar su nombre.
Otro cantar son sus calles adoquinadas, sus casas abalconadas, sus subidas y bajadas, sus cafés, sus gentes, sus vientos, las praderas que rodean a Comillas.
Muy buena la descripción de Comillas Rodolfo, esperamos ir para allá algun día. Abrazos!!
ResponderBorrarQué hermosura, tu relato pinta el paisaje. Gracias por compartirlo con nosotros.
ResponderBorrarExcelente relato profesor, lleno de historia y de detalles que hacen que nuestra imaginación vuele a ese lugar. Un abrazo a la distancia y espero el próximo relato.
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